Alfredo llegó a las ocho de la mañana y bajaron a desayunar a la cafetería de enfrente, Victoria estaba muy nerviosa, pero entusiasmada con el plan, estaba segura de que todo saldría muy bien y sobre todo confiaba en que podría mantener una relación cordial con Santiago, como buenos amigos durante cuatro años.
—¿Victoria, estás segura de que quieres seguir adelante con esto? Todavía estás a tiempo de retractarte.
—No Alfredo, no voy a retractarme, por el contrario, estoy más segura que nunca de que lo que vamos a hacer, va a funcionar.
—¿Por qué estás tan segura?
—Cuando conozcas a Santiago de Alvarado, lo sabrás, está muy interesado en el contrato y eso que todavía no sabe lo que va a ganar.
—Espero que cuando lo sepa, no intente pedir todavía más.
—No lo creo, algo m
Santiago salió del baño y vio a Victoria interesada en su móvil que vibraba insistente, pero en cuanto lo oyó se hizo la disimulada.—¿Quién llamaba mi amor?— ¿Mi amor?—Somos novios, estamos muy enamorados y vamos a casarnos, no creo que deba llamarte Victoria, supongo que debo hablarte cariñosamente ¿No?—Tienes razón, solo que se escucha tan raro.—Si quieres tú me puedes llamar papacito, o mi rey.—Jajajaja, ni en tus sueños, cariño, será lo más cariñoso que salga de mi boca.—Definitivamente, no eres una buena actriz, ¿Me vas a decir quién llamaba?—¡Ah, no, no sé! No vi.Santiago desbloqueó el móvil y regresó la llamada delante de Victoria.—¿Eva? ¿Cómo estás mi reina?
Santiago miró a Victoria por el retrovisor, era una mujer hermosa, divertida ¿Por qué elegir comprar un marido? ¿No era posible que hubiera alguien en su vida? ¿Algún amante en Londres dispuesto a viajar? Una mujer y una fortuna como esa, bien valdrían la pena el viaje.Cuando estuvo lejos del alcance de su mirada revisó el teléfono móvil y se dio cuenta que tenía más de diez llamadas perdidas, marco el número y la voz del otro lado del teléfono le contesto molesta.—¿Santiago? ¿Dónde carajos te habías metido? ¡No me has marcado en todo el día! ¿Qué es lo que está pasando contigo?—No te enojes, ni me hables así, mejor felicítame. ¿Con quién crees que me voy a casar? Nada más, ni nada menos que con Victoria San Román, la hija de Santiago San Rom&
Santiago besó la mano de Victoria y tomó un mechón de su cabello para colocarlo detrás de su oreja.—¿Te puedo llamar Dinora? O ¿Prefieres que te llame señora o suegra? Eres todavía muy joven.—¡Oh claro, Dinora está bien! Todavía no tengo edad como para ser madre de Victoria.—Es exactamente lo que pensé, Tory, mi amor, cuando me hablaste de tu madrastra, no me dijiste que fuera tan joven y tan guapa.—Lo siento amor, tal vez lo olvidé —Victoria hizo una mueca a manera de sonrisa y pellizcó la pierna de Santiago bajo la mesa.—Bueno te cuento, ¿Quieres la versión corta o la larga?—La larga por supuesto, quiero saberlo todo, sobre su repentina relación.—En realidad no es tan repentina, yo soy de Guadalajara y antes de venir aquí hice escala en la ciudad de M&eacu
¿Qué demonios hace Dinora en la oficina de Alfredo? —pensaba Victoria mientras regresaban a la hacienda después de pasear por el pueblo.—Victoria, hoy no voy a quedarme a comer, voy a regresar a la cabaña, necesito revisar mi correo electrónico y atender a mis clientes, también trabajaré en la propuesta para la fábrica, entre más pronto comience con eso, Pedro, menos problemas tendrá para justificar mi salario.—Muchas gracias Santiago, por ser tan cooperativo con mi causa.—No tienes nada que agradecer, tu compraste un marido, y yo me vendí, solo estoy cumpliendo con mi parte del trato.Le tomó la mejilla y le dio un beso rápido en la comisura de los labios, subió a su camioneta y se fue.Victoria seguía intrigada por la visita de Dinora a la oficina de Alfredo, necesitaba saber que había ido a hacer allí,
Dinora se puso de pie y de su boca salió un grito de rabia que se escuchó en toda la hacienda, con sus manos tiró al piso todo lo que había sobre la mesa y no le quedó de otra que contestar su teléfono móvil que sonaba con insistencia.—¡Dinora me quieres decir que significa eso? ¿Ya viste el cielo? Por tus estupideces tuvimos que esperar diez años, para que San Román al fin se muriera. ¿Para que después de tanto trabajo, permitas que la fortuna pase a manos de una chiquilla estúpida?—La muy zorra se metió con el primer hombre que conoció en el camino, nunca imaginé que después de diez años en un estricto internado, hubiera salido tan facilita la muy zorra.—Si tú hubieras hecho tu trabajo a tiempo, esto no estaría pasando, vamos a tener que tomar medidas más drásticas, hay que impedir
Victoria entró en su habitación, se quitó su vestido y se puso un pijama ligero, hacía demasiado calor, se sentó frente al espejo a cepillar su cabello, el beso de Santiago seguía sintiéndose en sus labios. ¿Cómo era posible que un solo beso la hiciera sentir de esa manera?«No te puedes enamorar Victoria.» Santiago no va a corresponderte, él es un alma libre nunca va a involucrar sus sentimientos.» Tienes que controlarte.Se acostó y abrazó su almohada, cerró los ojos y recordó aquél beso, un escalofrío recorrió su cuerpo y el calor de la noche la hizo comenzar a sudar, se puso de pie y salió de la habitación, se dirigió hacia el jardín interior de la casa y sin pensarlo dos veces se lanzó a la piscina para refrescarse, dio dos vueltas nadando y salió inmediatamente, iba hacia
Ver a Santiago de esa manera fue un duro golpe para Victoria, Mario se agachó a revisar sus signos vitales.—¡Está vivo! — Lo revisó para ver de dónde provenía la sangre para tratar de detener la hemorragia —¡Llamen una ambulancia!Mario le quitó la camisa y pudo ver una herida de arma blanca en el abdomen, justo debajo de su costilla izquierda, pero el arma no se veía por ningún lado, lo quería decir que el atacante se la había llevado consigo.Victoria llamó la ambulancia y afortunadamente llegó en menos de quince minutos, Mario había logrado poner un apósito sobre la herida y parecía que había dejado de sangrar.Los camilleros preguntaron a qué hospital lo llevaban, y Victoria dijo que, al hospital más cercano, pero Mario, le dijo a Victoria que era mejor llevarlo a Villahermosa, que tenían m
Santiago sintió las dudas de Victoria, pudo darse cuenta que, había algo, que le molestaba respecto a lo que había sucedido, era lógico que ella no confiara en él y que tuviera dudas acerca de lo que realmente había pasado, pero no le estaba mintiendo, era verdad que no se trataba del esposo de su amante y definitivamente él, estaba seguro que había sido Dinora, ayudada por un cómplice por supuesto, pero tenía que encontrar pruebas y desenmascarar a la madrastra, no sabía por qué, pero le importaba demasiado qué Victoria confiara en él.—No tarda en venir el ministerio público a tomar tu declaración. ¿Vas a acusar formalmente a Dinora?—No puedo hacerlo, porque no tengo pruebas, solamente diré que fue un asalto, ¿Sabes dónde quedó mi cartera?—No, no he visto tu cartera. ¿La tenía