Dinora se puso de pie y de su boca salió un grito de rabia que se escuchó en toda la hacienda, con sus manos tiró al piso todo lo que había sobre la mesa y no le quedó de otra que contestar su teléfono móvil que sonaba con insistencia.
—¡Dinora me quieres decir que significa eso? ¿Ya viste el cielo? Por tus estupideces tuvimos que esperar diez años, para que San Román al fin se muriera. ¿Para que después de tanto trabajo, permitas que la fortuna pase a manos de una chiquilla estúpida?
—La muy zorra se metió con el primer hombre que conoció en el camino, nunca imaginé que después de diez años en un estricto internado, hubiera salido tan facilita la muy zorra.
—Si tú hubieras hecho tu trabajo a tiempo, esto no estaría pasando, vamos a tener que tomar medidas más drásticas, hay que impedir
Victoria entró en su habitación, se quitó su vestido y se puso un pijama ligero, hacía demasiado calor, se sentó frente al espejo a cepillar su cabello, el beso de Santiago seguía sintiéndose en sus labios. ¿Cómo era posible que un solo beso la hiciera sentir de esa manera?«No te puedes enamorar Victoria.» Santiago no va a corresponderte, él es un alma libre nunca va a involucrar sus sentimientos.» Tienes que controlarte.Se acostó y abrazó su almohada, cerró los ojos y recordó aquél beso, un escalofrío recorrió su cuerpo y el calor de la noche la hizo comenzar a sudar, se puso de pie y salió de la habitación, se dirigió hacia el jardín interior de la casa y sin pensarlo dos veces se lanzó a la piscina para refrescarse, dio dos vueltas nadando y salió inmediatamente, iba hacia
Ver a Santiago de esa manera fue un duro golpe para Victoria, Mario se agachó a revisar sus signos vitales.—¡Está vivo! — Lo revisó para ver de dónde provenía la sangre para tratar de detener la hemorragia —¡Llamen una ambulancia!Mario le quitó la camisa y pudo ver una herida de arma blanca en el abdomen, justo debajo de su costilla izquierda, pero el arma no se veía por ningún lado, lo quería decir que el atacante se la había llevado consigo.Victoria llamó la ambulancia y afortunadamente llegó en menos de quince minutos, Mario había logrado poner un apósito sobre la herida y parecía que había dejado de sangrar.Los camilleros preguntaron a qué hospital lo llevaban, y Victoria dijo que, al hospital más cercano, pero Mario, le dijo a Victoria que era mejor llevarlo a Villahermosa, que tenían m
Santiago sintió las dudas de Victoria, pudo darse cuenta que, había algo, que le molestaba respecto a lo que había sucedido, era lógico que ella no confiara en él y que tuviera dudas acerca de lo que realmente había pasado, pero no le estaba mintiendo, era verdad que no se trataba del esposo de su amante y definitivamente él, estaba seguro que había sido Dinora, ayudada por un cómplice por supuesto, pero tenía que encontrar pruebas y desenmascarar a la madrastra, no sabía por qué, pero le importaba demasiado qué Victoria confiara en él.—No tarda en venir el ministerio público a tomar tu declaración. ¿Vas a acusar formalmente a Dinora?—No puedo hacerlo, porque no tengo pruebas, solamente diré que fue un asalto, ¿Sabes dónde quedó mi cartera?—No, no he visto tu cartera. ¿La tenía
Victoria y Santiago, salieron rumbo a la casa de la playa, Mario, les dijo que Dinora estaba en casa, así que tenían tiempo suficiente para ir esconder la maleta y regresar a Villahermosa, sin que nadie, se diera cuenta.—¿Estás seguro que puedes conducir? Será mejor que lo haga yo, así no realizarás esfuerzo.—Mi amor, ya me siento perfectamente, y si manejas tú, llegaremos mañana, digamos que conduces, un poco lento y tenemos que hacer esto lo más rápido posible, ahora Dinora está en la hacienda, pero puede decidir salir y corremos el riesgo de que nos encuentre dentro de la casa.Victoria accedió, tuvo que reconocer que Santiago tenía razón, le estaba gustando que la llamara «Mi amor» aunque sabía que no lo decía enserio. Iban sobre la autopista cuando de pronto, un retén de la policía federal los detuvo,
Eran casi las ocho de la noche cuando llegaron a Puebla, se hospedaron en un hermoso hotel colonial, justo enfrente de la catedral.—Buenas noches señorita, por favor una habitación para una noche.—Dos habitaciones señorita por favor.—¡Vamos mi amor! Ya no estés enojada conmigo. ¿Me vas a dejar dormir solito?—No le haga caso a señorita, denos dos habitaciones por favor.—Bueno, tú te lo pierdes mi reina, está bien señorita dos habitaciones, hágale caso a mi princesa.—¿Me bajaste de nivel? ¿De reina a princesa en menos de dos segundos?—¡Si quieres el título de reina, tienes que dormir con tu rey!—¡Me quedaré como plebeya entonces! —La recepcionista sonrió al escucharlos y les asignó dos habitaciones.Apenas se instalaron, salie
Bajaron al comedor, y la tía Amelia y Eva ya los estaban esperando, por supuesto, habían pedido que se prepara la comida favorita de Santiago, eran tan pocas las veces que las visitaba, que adoraban consentirlo.Les preguntaron cómo se habían conocido y ellos les repitieron la misma historia, que le contaron a Dinora, la cual a ellas les pareció de lo más romántico.—¿Pero por qué la prisa de casarse? Prácticamente se acaban de conocer.—Tía, ¿Crees que le voy a dar tiempo de que se arrepienta? Sólo mírala, es hermosa, dulce, tierna, tiene esos hermosos ojos color aceituna, que hacen que me vuelva loco cuando me miran y esa boquita que cuando dice mi nombre, hace que pierda la voluntad y me convierta en su esclavo.Victoria se quedó callada, y miró a Santiago, qué bonito había hablado de ella, si no supiera que solo est
Victoria despertó y sintió un gran peso sobre su cuerpo, abrió los ojos y Santiago estaba cómodamente con la cabeza sobre su pecho y con una de sus manos rodeándola por la cintura, aspiró el aroma de su cabello, en intentó moverse, pero no podía hacerlo sin despertarlo —Santiago despierta—murmuró despacito, pero él seguía profundamente dormido.En un ligero movimiento, Santiago rozó uno de sus senos con la nariz, haciendo que su pezón respondiera al roce, comenzó a sentir su propia respiración un poco agitada cuando él, movió el brazo que le rodeaba la cintura y su codo pasó sobre su monte de venus.—¡Santiago despierta! — Gritó logrando que se despertara.—Déjame dormir otro ratito, no seas malita — dijo acurrucándose más sobre su pecho y abrazándola con fuerza.
Ninguno de los dos pudo dormir esa noche, Victoria, pensando en porqué había preferido dormir en el piso, que a su lado, quizá recordando lo bien que había estado con su amiga.Él, por su parte, tratando de no pensar más en ella, negándose con todas sus fuerzas, la posibilidad de estar enamorándose, de su prometida por contrato.Cuando Victoria abrió los ojos, Santiago ya se estaba duchando, así que rápidamente se puso de pie y recogió la sábana y la almohada del piso, para evitar que alguien se diera cuenta, de que no habían dormido juntos.Esta vez, cuando Santiago salió del baño, estaba completamente vestido, tenía puesto un traje gris, con camisa y corbata, ella cada día lo veía más guapo, cada nuevo look, le sentaba mejor que el anterior.—Tengo un desayuno de negocios, y luego debo visitar un cliente, nos