Capítulo XXX

PARTE IV

Habitación desdichada de recuerdos rotos

Observo el vestido color begoña con frustración. Vale, sé que es necesario ponérmelo, pero no estaré cómoda, tiene mucho ¿encaje y vuelo? Lo que sea, no soy experta en eso. Lo bueno es que es largo y de manga larga, pero pegado en el tronco; me sentiría expuesta. No es en su mayoría el color dicho, en su centro hasta el final de la falda es negro, con corsé pulcro de listones de la gama del vino. Se decidió el diseño así para ocultar las pecas de mis brazos. Ah, junto a guantes de cuero oscuro, por supuesto.

Me dejo caer en mi cama, en mi habitación. He pasado el tiempo suficiente con papá, para que se sienta un poquito más tranquilo. Suspiro. Desvío la atención a la puerta.

De pequeña, cuando

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