Cuervito puede caminar entre los vampiros sin tener temor alguno. Pues según su explicación, ellos no diferencian a los híbridos convertidos… los ven como de su grupo. Tendríamos un punto a favor. Sin embargo, puede que entre los invitados lo reconozcan o algo similar. O peor aún, empiecen a percibir que es un don nadie.
Allá, en ese ostentoso lugar, tengo planeado medio frasco del brebaje que disuade el aroma. Con medio trago, mi olor será poco atractivo, más no despectivo.
Descubrí, al mismo tiempo, que es normal el incesto entre los vampiros. De hecho, se dividen por familias y estas son más reconocidas por antigüedad. Y para mantener ese linaje —de una manera distintiva la cual no entendí—, entre hermanos tienen una relación y los hijos cumplen dicha secuencia; en el caso tal que un integrante de esa relación tenga un destinado, se deja ir, pe
PARTE IVHabitación desdichada de recuerdos rotosObservo el vestido color begoña con frustración. Vale, sé que es necesario ponérmelo, pero no estaré cómoda, tiene mucho ¿encaje y vuelo? Lo que sea, no soy experta en eso. Lo bueno es que es largo y de manga larga, pero pegado en el tronco; me sentiría expuesta. No es en su mayoría el color dicho, en su centro hasta el final de la falda es negro, con corsé pulcro de listones de la gama del vino. Se decidió el diseño así para ocultar las pecas de mis brazos. Ah, junto a guantes de cuero oscuro, por supuesto.Me dejo caer en mi cama, en mi habitación. He pasado el tiempo suficiente con papá, para que se sienta un poquito más tranquilo. Suspiro. Desvío la atención a la puerta.De pequeña, cuando
Mi palma abierta descansa en el cristal de la ventanilla con el desosiego en mi sistema.Papá se despide moviendo su brazo de un lado a otro con las facciones también doloridas.Desvío la atención a Crow que mantiene serie, con la compostura aguda. Bufo. Examino el interior del auto; es cómodo, con piel gris en los sillones. Hace mucho que no sentía la frialdad del aire acondicionada. Evado ese detalle para seguir con mi estudio. Vukmir de vez en cuando nos ojea a través del espejo retrovisor, mantiene las manos agarradas al volante con fiereza, como si tuviese miedo de soltarse. Estiro la tela de mi vestido, algo nerviosa. Hace mucho que no me ponía un traje como este. Cierro los ojos, no quiero mirar atrás, no quiero atisbar los gestos de quienes dejo atrás.Eva trabajó rápido junto a unas mujeres raras. Me sacaron de mi acogedor hogar para llevarme a un descampado, casi a oril
Retrocedo.Crow hace el amago de seguirme. No obstante, el chófer lo detiene.—Deja que lo procese —le gruñe, muy tranquilo, como si esperase una reacción así.Observo mis palmas trémulas como si ellas tuviesen la culpa. Sacudo la cabeza una y otra vez, sin desear ingerir ese trago amargo. Es como la vez pasada en el río, cuando sus aguas me envolvieron de manera protectora. Yo llamé su ayuda sin tener la menor idea… Esos dones ya salieron a la luz del todo.—Controlarás ese poder con el tiempo —argumenta el moreno a unos pasos de mí. Entretanto, Zelig saca las maletas del baúl; finge que no ha pasado nada, más le sale mal—. Pronto empezarás a conocerlo. —No doy un paso atrás en el momento que posa su dorso en mi frente—. Vamos, entra. Necesitas calmarte.Los ojos me pican, no solo por el
El espejo es pequeño, pero me refleja a la perfección. Empiezo a desmaquillarme con sumo cuidado, las capas y capas de base me sorprenden, puesto que no pensé que se requeriría de tanto. ¿Dónde habrá conseguido ese maquillaje para el tono de mi piel? Paso la bolita de algodón por mis párpados, ensimismada. Aprendí con facilidad, pero tengo fallos en ponerme de manera perfecta la peluca. La extraigo, me veo extraña con esa malla cubriendo mi cabello natural. Al mismo tiempo, con cuidado, me saco las lentillas para después guardarlas en su estuche. Bufo. Muchas cosas sobre mí para hacer esta misión un éxito. Alcanzo la pequeña peineta, la paso por mi pelo mientras mantengo el interés fijado en la cartera de maquillaje. Para terminar, me hago una trenza. Mi tranquilidad se esfuma en el momento que la puerta impacta en la pared adyacente. Crow irrumpe la habitación y sin estar preparada, se echa sobre mí para ponerme de rodillas, debajo del ventanal. Ni siquiera he podido examin
Mientras volvía, estudié los alrededores con casas vacías como con habitantes, con un aturdimiento gigante. Alguna vez la ciudad fue muy familiar por la forma en cómo estuvieron construidas las instalaciones. Fue hermosa… y ahora es desolada, triste, con personas esclavizadas para trabajarle a esos chupasangres que solían ser solo mitos.Encontré fascinante el panorama, pues había olvidado qué era examinar una ciudad, perdí la sensación singular que te da los aires de un lugar como este. Sin embargo, me gustaría contemplar las grandes comunidades con edificios que tocan las nubes, saber si siguen allí o se han modernizado, o destruido. Entender si lo que dejamos atrás seguirá intacto… Muchas indagaciones; oportunidades nulas para alimentar esos cabos.A la vez empecé a recordar el momento en donde, a solas, volví a la biblioteca del cuartel para
—¿Cómo te sientes?—Como si estuviese en una sesión con un psicólogo.Ríe.—Me hubiese gustado ser uno. —Se cruza de piernas. No se cansa de beber ese amargo té como si fuera un aperitivo de cinco estrellas—. Solo recuerda que seré tu consejero en este poco tiempo que queda.Descruzo los brazos. Vuelvo a rascarme debajo del tenso cuero.—Me siento extraña. Nunca pensé que cambiaría mi identidad con kilos de maquillaje, ojos de mentira y pelo postizo, para llegar a un gran fin: poder desentrañar los planes del enemigo a través de una esclava demasiado sumisa para mi gusto. Ah, que, por cierto, no dejará que su camarada hinque sus dientes en su cuello.—Oh. Obvio no hará eso por respeto. Pero dado el caso, si es de prioridad, puede que esa acción sea cumplida.Esas palabras que han salido de
Me estremezco.Ya el gran día llegó.Cierro los ojos mientras Vukmir me ata el corsé con tanta fiereza que creo que mis pulmones ya son suyos. Jadeo.¡Auxilio!Trago saliva a mi reflejo. En mi muslo está atada una pequeña navaja y en el otro, ocho frascos minúsculos del brebaje. Cada uno representa la mitad de uno grande, así que son raciones adecuadas para mantener mi aroma aceptable. Un poco atractiva. No creo que me requisen y según la afirmación del castaño que me asfixia, eso no será probable.Cuadro los hombros, nostálgica. Tal vez en ese lugar halle respuestas o incluso a mamá y a mi mellizo. Son varias probabilidades, la mayoría nulas, algunas acertadas. Respiro hondo. Siempre pensaré que la humanidad se mereció este golpe por tanto daño que causó en antaño.Vukmir entrelaza su mirada min
El paisaje es distinto; los árboles se van perdiendo, dando a su paso una carretera casi desierta, solo con maleza que, con el tiempo, ha perdido su vida. Postes y conexiones de luz por fin se aparecen. Al parecer, solo las grandes ciudades allanadas tienen electricidad establecida. Aprieto los dientes. Perdimos absolutamente todo. Me estremezco, ya la ciudad se halla en frente. Apoyo las palmas en el cristal, asombrada, aturdida hasta más no poder. La estructura de los edificios emblemáticos sigue igual, con sus colores rojizos y pasteles casi como nuevos. Me trago un jadeo de asombro; los andenes se hayan de transeúntes pálidos —traslucidos, más bien— yendo de aquí para allá con ropas que nosotros no podemos poseer, como jeans, camisetas tejidas con lana fina, zapatos formales, etc… Mi vista vuela al pelinegro, visten justo como él cuando lo encontré en esa fogata casi inexistente. Él n