Salvando al ceo
Salvando al ceo
Por: Eliza Marquez
El CEO

<< Los chicos conocen a las chicas, los chicos se acuestan con las chicas y los chicos abandonan a las chicas>>, ese era el lema que regia su vida.

Dante Beaumont sonrio mientras miraba a su alrededor llamando la atención de un grupo de mujeres,él tiene una complexión atlética, pero no exageradamente musculosa. Su torso está definido, con hombros anchos y una cintura ligeramente estrecha. Lleva un traje de negro, zapatos italianos. Su cabello es oscuro y sus ojos son negros como la noche, tiene una sonrisa relajada que sugiere una actitud tranquila y segura. Su postura es confiada. Dante sonrió, era el baile anual de los Beaumont, miro a su alrededor y vio a sus primos. ¿ En qué cabeza cabía que un hombre quisiera estar con única mujer?, se preguntó.

Christopher había perdido la cabeza por una modelo, llevaba dos años casados con Anastasia, Sharif había perdido la cabeza a manos de una odalisca y Rashad estaba comprometido con una princesa.

Al menos aún contaba con el apoyo de Cesare, Asher y Charles

Habiendo tantas posibilidades esa noche, miro a su alrededor y sonrió a las mujeres, porque tiene bien aprendido el lema de sus tíos y primos.

Una morena vestida de rojo le sonrió, Dante se encaró hacia ella y la sacó a bailar. Molly sonrió, ¿cómo no iba a hacerlo?...

Horas después Molly se retiraba de la fiesta junto a Dante. Eso la ayudaría a escalar socialmente pensó Molly cuando entró con él en el piso.

Dante Beaumont era excepcional en todos los aspectos, pensó mientras la besaba en la entrada. Molly le rodeó el cuello con los brazos y él volvió a besarla, con más urgencia esta vez. Entonces la tomó en brazos y la llevó hasta su habitación. Su camisa pronto estuvo en el suelo y Molly pasó a ocuparse del cinturón. La respiración frenética de Molly se detuvo cuando tuvo delante de sí a Dante completamente desnudo, mirándola. Era un hombre magnífico; atlético, bronceado, como un gladiador de otros tiempos. Observó lentamente su torso y sus piernas poderosas, y siguió la línea descendente que marcaba su vello corporal desde su pecho hasta por debajo de la cintura. Oh, lo deseaba tanto.

—Quítate la ropa —Dante la miraba fijamente—. Hazlo despacio. Por un momento, Molly comenzó a quitarse la ropa. —Lentamente —le recordó él.

Ella estaba dispuesta a complacerlo y a complacerse a sí misma. Se quitó las medias con especial cuidado, y Dante la recompensó conteniendo en aliento al ver sus blancos muslos. El vestido cayo hasta que se quedó con las braguitas y un sujetador muy fino que apenas contenía sus pechos. Muy despacio, como él quería, Molly se desabrochó el sujetador y liberó sus pechos. Dante los miró con verdadera admiración. Después le indicó con un gesto que continuara.

Fueron el uno al otro con la fuerza de la naturaleza, como bestias salvajes, con sólo un pensamiento en la mente. Dante le quitó las braguitas y los dos gritaron y gimieron, apremiándose, sin tiempo para ternuras ni finezas. Sólo había lugar para el hambre y para probarse que eran el uno para el otro momentáneamente.

Cuando Molly despertó, Dante ya no estaba se vieron en dos oportunidades más. Después de eso Molly pasó a la lista de mujeres con la que. Él no volvería a conversar.

Dante regresó a Londres, la primera noche se dirigió a Esparta estaba tomando una copa cuando las luces descendieron y una mujer apareció en escena parada frente a un micrófono...

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