Allegra

Llovía en Londres, las manos le sudaban sentada en esa blanca y fría sala de espera Allegra aguardaba a que fuera su turno para ser atendida, una mujer salió por una puerta y grito su nombre. Allegra se puso de pie y avanzó un mes antes había comenzado a sentirse mal.

El médico la miró en cuanto ingreso, era uno de esos días donde le hubiera gustado dedicarse a otra cosa, su paciente era tan joven apenas estaba comenzando a vivir, a veces la vida no era justa.

— Siéntese señorita Murphy.

— Gracias Doctor,¿ ya sabe lo que tengo?.

— Lo siento pero no tengo buenas noticias, el médico dudo.—usted padece Erebozia... es una enfermedad genética rara y mortal... no hay cura conocida.

— ¿Cuánto tiempo me queda?... Con las manos entrelazadas y los ojos fijos en el suelo, tratando de contener las lágrimas que amenazaban con brotar en cualquier momento, Allegra salio del consultorio. La noticia del diagnóstico aún resonaba en su mente como un eco doloroso.

Allegra pensó en las ironías de la vida, sus padres nunca habían hecho nada por ella, su madre la había dejado abandonada en un mercado cuando tenía cuatro años y a su padre no lo recordaba, pero alguno de los dos le había heredado una enfermedad extraña y mortal, menudos padres tenía.

Ni siquiera le habían puesto un nombre, Allegra Murphy era el nombre que le habían dado en el orfanato.

Ella alquilaba un estudio con derecho a cocina cerca del bar en el que trabajaba desde hacía seis meses, Esparta. Si bien había sido contratada como camarera, también había días en los que colaboraba en la limpieza del lugar, fue uno de esos días que su jefe la escucho cantar mientras lavaba unas copas entonces se le ocurrió que podía cantar, le dio un bonito vestido y contrato a un músico y desde hacía veinte días ella cantaba tres veces por semanas en Esparta.

Dos días después Allegra Murphy se subió al escenario en Esparta.

Constantine Pallis observó a su empleada cantar entusiasmada la lista que su encargado había armado.

—¿Una bebida, señorita Murphy? La pregunta, formulada por una grave voz masculina, inquietó de inmediato a Allegra. Al mirar a su interlocutor vio que tenia una apariencia exótica.

El hombre que había estado sentado en primera fila sin apartar la vista de ella, tenia una mirada tan intensa que la había hecho perderse en dos ocasiones en medio de una canción, cosa que no solía sucederle nunca en el escenario. Y de cerca la hacía sentirse directamente expuesta. Nunca le había importado vestirse de un modo especialmente sexy para subir a un escenario, pero por la mirada que le estaba dedicando aquel hombre supo que no aprobaba su atuendo.

—¿Una bebida? —repitió para ganar tiempo.

—Sí, algo de beber —repitió él con una sonrisa que no alcanzó sus ojos. —Permita que la invite a beber algo —dijo a la vez que señalaba su mesa.

—Tengo otros planes —replicó Allegra, y era cierto.— Tenía que ayudar en la cocina, era dinero extra y en ese momento era muy necesario. —La expresión del hombre se endureció.

— Lo siento estoy trabajando y no tengo por costumbre compartir tragos con los clientes —cuando sus ojos se encontraron con los del hombre fue incapaz de apartar la mirada.—La verdad es que estoy cansada. He pasado una hora en el escenario y debo volver a subir...

—Lo sé. Estaba aquí —el hombre dudó, como cuestionándose la sabiduría de lo que iba a decir—. Canta muy bien.

—Gracias. El hombre volvió a señalar su mesa.

—No quiero que malgaste su dinero.

—Es sólo dinero.

—De todos modos es un despilfarro. —Sobre todo si no se bebe el champán. La soñadora que Allegra llevaba dentro semenas antes rogó para que apareciera alguien de la industria de la música. Un agente, por ejemplo. O un productor. Pero desde que converso con el médico se dio cuenta que ya no importaban los sueños.

Mientras se apartaba el pelo del rostro pensó en su actuación de aquella noche. Normalmente lograba tranquilizarse ya en el primer tema, pero aquella noche nada había ido bien. Había tratado de convencerse de que sus nervios se debían a la mirada penetrante de su jefe, pero lo cierto era que sabía que ese no era el problema.

Le encantaba subirse a un escenario y sentirse bajo los focos. Siempre le había gustado cantar lo habia hecho en el coro del orfanato y disfrutaba cuando la audiencia lo hacía. No. No era su jefe lo que la inquietaba. Era aquel diagnóstico, era saber que su tiempo se acabaria y jamás cumpliría sus sueños.

—Allegra —un hombre se acercó a la mesa y se detuvo ante Allegra. Kardal se puso inmediatamente en guardia, pero Allegra parecía muy relajada.

—Eres asombrosa —dijo el desconocido—. He venido a escucharte cada noche esta semana y... nunca había oído ni visto a nadie como tú. —¿Cómo te llamas? —preguntó Allegra con una sonrisa. — Andrew.

Kardal recordó los rostros embelesados de varios hombres entre la audiencia y vio la misma combinación de lujuria y anhelo en el rostro de Andrew. El estilo de Allegra era una sensual mezcla de blues, soul y jazz que podía resultar muy provocativo.

 —Gracias, Andrew —dijo a la vez que se levantaba y se situaba estratégicamente entre el admirador de Allegra y ésta—. Siempre es agradable escuchar comentarios agradables sobre nuestra cantante. Adiós. Que pases buena noche.

Andrew asintió a regañadientes y, tras dedicar una furiosa mirada a los custodios que se acercaron al recibir una orden de su jefe, se alejó.

—¿Nuestra cantante? —dijo Allegra en tono burlón—. ¿Cómo ha podido hacer algo así? —preguntó, furiosa.

—Ese tipo estaba bebido.

—Era un tipo agradable.

—Me parece que desconoce el significado de la palabra «agradable», jovencita.

—Me llamo Allegra, no jovencita, señor y encuentro su actitud condescendiente, además de machista.

 — Kardal, me llamo Kardal y tal vez sea machista pero si me acepta un consejo no salga sola esta noche tendra problemas con él.

Kardal la miro sus pantalones de cuero bajos de cintura, una diminuta de stras y unas botas de tacón, era demasiado llamativa.

—No quiero que le hagan daño —contestó con aspereza.

—¿Y qué más le da? —espetó Allegra —. Usted no sabe nada sobre mí.

—Cierto.

—Y Andrew sólo se estaba mostrando amistoso.

—Un animal salvaje también puede mostrarse amistoso.

 —Es usted el que no está siendo agradable —replicó Allegra con las mejillas encendidas—. Es prepotente, arrogante...

—¿Porque soy sincero?

—Porque es grosero. Andrew sólo me estaba haciendo un cumplido.

—¿Y usted necesita esos cumplidos? —preguntó él, incrédulo.

—Lo que yo necesite o deje de necesitar no es asunto suyo dijo ella muy molesta.

Constantine se acercó a la mesa de Kardal, en ese momento.

— Señor Pallis dijo Allegra. — Gracias por la invitación le dijo a Kardal de manera cortante mientras se retiraba.

— ¿ Cómo estás Kardal?, pregunto Constantine.

— Disfrutando de mis vacaciones, tienes una excelente cantante.

—¿ Tu también?, estoy cansado de que se vengan a robar a mis estrellas dijo Constantine.

— Para nada, solo conversamos es talentosa. Si me aceptas un consejo tendrá problemas a la salida con el borracho que tus hombres acaban de sacar.

— Ni de vacaciones te relajas dijo Constantine riéndose. Minutos después mientras ellos tomaban una copa Dante Beaumont ingresaba a Esparta.

Su cuñado sonrió, varias de sus empleadas habían caído bajo los encanto de Dante, ninguna le duraba más de una semana si acaso cumplían una semana.

Allegra subió al escenario nuevamente y miró la primera mesa donde se encontraba su jefe y entonces lo vio, pero como cada vez que lo había visto, ella no existía para él. Dante solía llevarse a cualquier mujer, no importaba fuera cliente o empleada, pero nunca la miraba a ella. Era la mujer invisible así que empezó a entonar las estrofas de un antiguo blues de B.B. King <

>.

A alguien realmente le importa

Someone really cares

Adivina quién

Guess who

Abre tu corazón

S'open your heart,

Oh, entonces seguramente lo verá

Oh, then surely you'll see,

Oh, que el alguien que realmente le importa soy yo

Oh, that the someone who really cares is me

Alguien esperará eternamente

Someone will wait eternally

Alguien que quiera tu amor

Someone who'll want your love,

Oh tan desp 'rately

Oh so desp'rately

Abre tu corazón

Open your heart.

 Como cada noche Dante se retiró acompañado de una mujer una voluptuosa pelirroja.

Allegra salió del bar, tal como predijo Kardal, Andrew aguardaba su salida aún más bebido y más molesto...

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Mientras subo los últimos capítulos de Arenas de Pasión, les comparto mi nueva historia que es la última novela que voy a publicar acá y les cuento que pueden seguirme en Dreams y S*******a también ahí van a encontrar Salvando al Ceo

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