SOLO MÍA.
SOLO MÍA.
Por: Sula Beltran
Mi historia.

Barcelona— España.

Eran las seis de la mañana, cuando la alarma retumbó en la habitación, Ángela sé levantó llena de ánimo, luego de tomar un delicioso baño y alistarse, se dirigió a la habitación de su pequeña hija Victoria, de solo un año de edad.

La pequeña dormía en su cuna como un ángel, Ángela deposito un beso en su pequeña cabeza y bajó a preparar el desayuno para las dos.

Ella tarareaba una canción de la cual no recordaba su nombre mientras batía los huevos en un bol de vidrio, ese día se sentía raramente feliz, quizás era porque después de dos largas semanas, Mauro, su esposo, volvería de su viaje de negocio. El sonido de su teléfono resonó tan fuerte, que de la impresión dejó caer el bol, haciendo que los cristales volara por todos lados.

El pecho de Ángela subía y bajaba, su corazón estaba a mil, algo en su interior le decía que algo pasaba, ya sea, ese sexto sentido que se dice que las mujeres tienen.

El teléfono volvió a sonar, sacando a Ángela de su trance, ella corrió y contestó sin fijarse de quién se trataba.

—Buenos días—dijo ella aún aturdida.

—Buenos días, nos comunicamos con la señora Fernández—habló una voz masculina del otro lado de la línea.

—Sí, con ella—Ángela contestó un poco más tranquila.

—Señora Fernández, le hablamos de la clínica central de los Ángeles, lamento informarle que el señor Mauro Fernández, ha fallecido—finalizó aquella voz.

Un silencio sepulcral se apoderó del momento, las rodillas de Ángela fallaron, haciendo que callera al piso, ¿acaso había escuchado mal? Mauro, su esposo de hace más diez años, el padre de su pequeña y amor de su vida, ya no estaba en este mundo.

— ¿Qué ha dicho?— pregunto ella.

— lo lamento— dijo aquella persona.

Un grito desgarrador, proveniente de Ángela, rompió la tranquilidad de aquel hermoso apartamento, lugar en donde ella, junto al hombre que amaba, había logrado crear un hogar.

Ese fue el día en que la vida perfecta de Ángela se derrumbó, habían sido los mejores diez años de su vida, al lado de Mauro, en donde habían logrado formar la familia que siempre habían soñado, en donde vieron a su pequeña nacer.

Todo eso desapareció, en el instante que aquel teléfono sonó, Ese día Ángela lloro como nunca lo había hecho en su vida. Había perdido a aquel hombre con quien había creado la familia que nunca tuvo.

Su llanto se escuchaba en cada rincón de aquel lugar, era evidente el dolor en él, pero llanto de su pequeña hizo que se levantara con la poca fuerza que tenía, ella la necesitaba y debía luchar, así que fue por ella, al llegar a su cuna la estrechó en sus brazos, ella era lo único que le quedaba.

Y digo lo único, ya que creció sin padres en un orfanato, les mentiría si digo que tuvo una vida difícil, quizás no tuvo lujos, pero las monjas de aquel lugar la llenaron de amor, haciendo que olvidara la ausencia de sus padres.

Ángela estuvo en el orfanato hasta que cumplió la mayoría de edad, por el hecho de que no tuvo fuerte y ninguna familia se interesó en ella, pero eso nunca la detuvo y luchó hasta lograr sus metas, como lo fue convertirse en una excelente contadora y fue gracias a eso que conoció a Mauro, ya que su familia es dueña de una de las mejores empresas de construcción y el contador que tenían, renunció inexplicablemente, así que hay es donde entra Ángela, ella necesitaba tener mejores ingreso, así que aplico al puesto y afortunadamente se quedó con él, cuando inicio con su trabajo descubrió que en realidad el contador había robado grandes suma de dinero.

Así fue el comienzo de su historia con Mauro, una historia llena de amor y muchos obstáculos, obstáculos que supieron superar. Y uno de ellos, era su familia, quienes nunca aceptaron a Ángela, el porqué ella nunca lo supo, pero eso nunca le importo y después de dos años de relación, dieron el sí en el altar, claro que eso le trajo muchos problemas a Mauro con su familia, ya que prácticamente se casaron a escondidas como si fueran dos adolescentes, aunque sí eran dos jóvenes enamorados, ella con veintitrés y él con veintisiete.

La edad no era importante para ellos, deseaban estar juntos y eso hicieron, después de su boda, compraron un hermoso apartamento cerca de la empresa, empresa que Mauro siguió dirigiendo aún a pesar de los problemas con su familia, y Ángela también continuó trabajando como contador, hasta hace año y medio que decidió retirarse para estar lista para la llegada de su pequeña Victoria.

Y ahora está en este punto de su vida, en el que se siente en el limbo, ella sabe que debe luchar por su hija, pero es como si una gran parte de ella se hubiese muerto con su amado.

Ángela

Llena de dolor me visto de negro, para ir a su funeral, funeral, que sería rápido, ya que por motivos de traslado, su cuerpo fue quemado según su familia, cosa que me molesto, puesto que no tuvieron en cuenta mi opinión como su esposa.

Al llegar a la funeraria pude notar lo vacío que se encontraba, algo muy extraño, porque Mauro era muy conocido en el mundo de los negocios, pero no le di importancia, ya que quizás su familia deseaban estar solos, al igual que yo, solo se encontraba su madre Gloria, al lado de su esposo Mauricio y su hermana Hanna.

Ellos me miraron como si hubiese llegado al lugar equivocado, pero la verdad no esperaba nada diferente, sabía cuánto me odiaban, pero no permitiría que me prohibieran darle el último adiós.

—¿No veo a qué has venido?— dijo Hanna, con molestia notoria.

—No es el momento y mucho menos el lugar—le contesté sin mirarla.

En el sitio había un pequeño altar con una foto de él, y cerca a esta un cofre que me imagino son sus cenizas, estar aquí me hizo ver que era real, que de verdad él se había ido dejándome a mi suerte.

—¿Por qué me has dejado? —susurre, una vez estuve enfrente del altar—¿Acaso no pensaste en nuestra hija?

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