Una terrible tormenta se había desatado en la vida Ángela, después de haber tenido todo con lo que siempre había soñado, ahora no le quedaba absolutamente nada.
Su esposo se había ido de este mundo, dejándola llena de deudas, con una niña de solo un año, ¿Qué debía hacer? Era la pregunta, que se repetía una y otra vez, mientras seguía tirada en el piso, con su rostro lleno de lágrimas. Pero debía sacar fuerzas de donde fuera, no por ella, sino por su princesa.…Ángela.Me levanté y continué preparando el desayuno, al terminar fui por mi niña. Por hoy no pensaría en nada o eso trataría, debía procesar las cosas antes de tomar una decisión.—Lo haré bien—le dije a mi princesa.Ella me sonrió, mostrando sus pocos dientes, dando fuerza, así que, llamé a Mónica, para que cuidara de ella.Cuando Mónica llegó, la dejé con mi hija en su habitación y yo me dirigí a la mía, debía alistarme para ir al banco, pero para eso tenía que ir a la constructora por los documentos. Busqué en mi closet algo que ponerme, pero la mayoría de mis prendas eran coloridas, así que tardé mucho en encontrar que poner.Por suerte encontré un vestido del cual ya ni me acordaba, era negro, ceñido al cuerpo, hacía ya un tiempo que no usaba algo así, puesto que después de mi embarazo quede un poco insegura, pero era lo que había así que me vestí.—Nada mal—dije al verme.Mi cuerpo sí había cambiado, ahora tenía más que antes, me refiero a mis pechos y mi trasero, ahora son un poco más grandes, por lo que son más notorios.Decidida, salí de mi habitación, debía tener determinación si quería encontrar una solución rápida para esta situación, puesto que yo más que nadie sé que esto es muy grave.…Ángela condujo hasta la constructora, pero al llegar se llevó la sorpresa que esta estaba cerrada, cosa que la preocupó aún más. En la entrada solo se encontraba un hombre, que por su vestimenta supo que era el de seguridad.— Buenas tardes—saludo Ángela.—Buenas tardes, señora, en que la puedo ayudar—le dijo el hombre.—Soy Ángela de Fernández, esposa del señor Mauro Fernández—se presentó ella.—Mucho gusto, señora—dijo el hombre— ¿Qué la trae por aquí?—Necesito ingresar, por unos documentos—le contestó ella.—Eso no va a ser posible, señora Fernández, en estos momentos la constructora pasó a manos del banco—respondió el hombre.Ángela palideció al escuchar a aquel hombre, ¿por qué habían actuado tan rápido? ¿Qué había pasado?, ¿por qué Mauro, le había ocultado todo?Ángela se apresuró a volver a su coche, pues el que el banco haya embargado la constructora, solo significaba que no tardarían en ir por su apartamento, así que condujo rápidamente al banco.Ella bajó a toda prisa una vez llegó, su corazón estaba a mil, no lo podía permitir, ella no podía dejar que le quitaran el techo en donde vivía con su pequeña.—Lo siento— dijo Ángela, al chocar con alguien en la entrada del banco.—¿Está usted bien? —preguntó una voz gruesa y masculina.—Lo estoy—contestó ella sin mirar de quién se trataba—De verdad lo siento, llevo mucha prisa.—No se preocupe, vaya usted tranquila—Ángela al escuchar eso se encaminó al interior del banco.Pero ella había llamado la atención de aquella persona, quien la siguió con la mirada, hasta que ella ingresó a una oficina.— Sucede algo, señor—le preguntó otro hombre que lo acompañaba.—Sí, necesito toda información de esa mujer—contestó Arturo—En dos horas la tendrá en su correo— el hombreArturo Villegas, era un hombre de negocios, un poco aburrido para sus amigos, ya que no salía de oficina, era tan apasionado por los negocios, que podía durar días sin salir de su oficina.Su familia era de negocios, por lo que creció rodeado del tema, así fue como su pasión creció junto con él, con tan solo veinticinco años ya era el presidente de la compañía de su familia, quien se dedica a la exportación de materias primas, para todo tipo de negocio.Ahora es un hombre de treinta y nueve años, quien lo tiene todo.—Te lo agradecería Marlon—le contestó Arturo a su hombre de confianza.Después de eso subió a su coche y se dirigió a oficina en donde era esperado por Tatiana, una muy buena amiga y cuando digo muy buena amiga, me refiero a esas que te calientan la cama.—Hola querido—le dijo ella cuando este entró a la oficina.—Cuántas veces te tengo que decir, que no ingreses a mi oficina—le dijo en un tono serio Arturo.—Y cuando vas a dejar de ser tan gruñón—le dijo ella caminando sensualmente hacia él.Una vez estuvo a solo unos centímetros de él, posó su mano en su pecho.—Ya deja el coraje, te he extrañado, pero es imposible verte—dijo esta—Podrías dejar de lado tu trabajo y dedicarme tiempo.—Estoy trabajando en algo grande—dijo él haciéndola a un lado y caminando hacia su escritorio—Cuando tenga algo de tiempo te llamo.—Me está empezando a molestar esta situación, Arturo, siempre tengo que recibir las migajas de tu tiempo—le dijo, está, en un tono molesto.—El que se está empezando a cansar de esta situación soy yo—Arturo, se levantó de su escritorio y se quitó el saco—al parecer se te ha olvidado que clase de relación tenemos, así que si no te gusta, asegúrate de no volver a acercarte a mí.Arturo dejó su saco en el perchero y para luego soltar los puños de su camisa, él se veía extremadamente sexy y sobre todo imponente.Tatiana, al verlo tan molesto, se preocupó, Arturo llevaba varios años teniendo una relación sin compromiso con ella, pero ella se había enamorado perdidamente de él, así que había tratado por todos los medios de lograr que él formalizara una relación con ella, pero Arturo se había negado.—Lo siento—dijo está en un tono sube—Solo deseo pasar más tiempo contigo—Tatiana se acercó al escritorio en donde Arturo ya se encontraba sentado—De verdad te he extrañado—dijo ella sentándose en su regazo.—Como te había dicho estoy trabajando en algo grande, así que ten un poco de paciencia—Arturo la tomó del cuello para atraerla a él—Odio cuando te pones en ese plan de novia celosa—le dijo él después de darle un beso que la dejó sin aliento.Mientras que Arturo tenía un encuentro íntimo con Tatiana en su oficina, Ángela se encontraba al borde del colapso.—Ustedes no pueden hacerme esto—dijo llena de desespero.—Puedo entender su situación, señora Fernández, pero también debe entendernos a nosotros—le dijo el gerente del Banco—El señor Fernández, no cumplió con ninguno de los acuerdos.—Yo no estaba enterada de nada—dijo ella con sus manos temblorosas—por favor denme algo de tiempo, solo será un mes en lo que consigo para saldar una parte de la deuda.—Eso ya no es posible, ya la mayor parte de los bienes de la familia están en manos de los bancos, darle tiempo solo atrasaría todo— agregó el hombre.—¿Bancos?, eso quiere decir que la deuda no es solo con ustedes—preguntó Ángela.—Así es, solo me queda decir, que tiene una semana para desocupar el apartamento—finalizó el hombre.…Ángela.No sé qué pecado estaré pagando, están frustrante toda esta situación, me siento tan inútil, de que me sirvió haber estudiado tanto si e
Marlon fue quien llevó a Ángela al hospital, él había dejado a Arturo en la oficina y había salido a averiguar toda la información que su jefe le había pedido, fue en ese momento que se percató que Ángela estaba parqueada aún costado de la vía e inmediatamente dio aviso a su jefe quien le pido que la llevara al mejor hospital.— Señor, el coche de la señora Fernández ya se encuentra en su residencia—le comunicó Marlon a su jefe.—Perfecto—dijo Arturo, sin quitar la vista de su computadora—Ya es tarde, llévame a casa.Marlon condujo hasta la casa en donde Arturo reside, luego se despidió y se fue a su casa, en cuanto a Arturo, él subió a su habitación y tomó una larga ducha, para luego ir directo a la cama a terminar de leer toda la información de Ángela.—Casada por diez años y actualmente viuda—dijo con una sonrisa en su rostro.Arturo sé delito viendo las fotos y leyendo toda información de Ángela, pero lo que él no sabía era que en ese archivo, en ese archivo, no estaba la informac
Para Ángela todo estaba empezando a mejor o eso era lo que ella creía, mientras esperaba ansiosa la llamada de los lugares en donde había dejado su currículum, inició con la mudanza, todo fue fácil y rápido gracias a la ayuda de Mónica. Ya instalada en el que sería su nuevo hogar, Ángela empezó hacer cuenta del poco dinero que le quedaba.—Buenas, tarde señorita, habla Ángela Martínez—dijo Ángela a la mujer del otro lado de la línea telefónica.—Buenas tardes, señora, en que le puedo ayudar—dijo en un tono amable la asesora.—Quiero solicitar un balance de mis cuentas bancarias—pidió Ángela.—Deme un momento—contestó la mujer.Ángela esperó pacientemente, pero por alguna razón estaba tardando más de lo normal, después de más de quince minutos, el teléfono fue tomado por el gerente del banco.—Buenas tardes, señora Martínez, le habla Armando, regente del banco—dijo el hombre.—Buenas Tardes—saludo Ángela—Me preguntaba ¿Por qué la tardanza?—Lamento eso señora, es solo que tenemos un in
Habían pasado dos semanas desde que Arturo se encontraba fuera, el problema se había alargado tanto, que habían perdido millones.Pero por suerte ya todo se había solucionado, pudiendo regresar, apenas llegó a Barcelona, lo primero que hizo, fue pedirle a Marlon que averiguara que había sido de Ángela.—No tardes, con esa información—ordeno el hombre.—Deme una hora y tendrá toda la información, señor—respondió Marlon.—Bien—Arturo se fue directo a la oficina, tenía tanto trabajo que no quería perder tiempo yendo a su casa.Al llegar al edificio se encontró con que Tatiana estaba discutiendo con su secretaria porque esta no la quería dejar entrar a su oficina.—Haré que te despida—grito Tatiana.—¿A quién harás que despida?—dijo Arturo con voz gruesa, haciendo que las dos mujeres saltarán del susto.—cariño—dijo Tatiana corriendo a abrazar a Arturo.Pero él la detuvo, pues había alcanzado a escuchar cómo había tratado a su empleada, como que lo molesto.—¿Qué ocurre?— preguntó— ¿Qué
Las calles estaban aglomeradas de gente, era como entrar en otro mundo, algunas personas vestían de forma extravagante y otras llevaban poca ropa.—Este lugar es espantoso—exclamó Arturo.Marlon condujo hasta una disco llamado el gato negro, había una fila para entrar, pero Marlon había arreglado todo para la llegada de su jefe, así que pudieron entrar sin problema.Adentro el ruido era fuerte, las personas gritaban mientras bailaba.— Señor, tengo un lugar reservado para usted, también pedí que enviaran a la señora Fernández a atenderlo— le indicó Marlon y Arturo asintió.Arturo trago grueso al escuchar lo último, el de verdad había pensado en una manera en acercarse a ella, pero por su mente nunca pasó que algo así ocurriera…Ángela.De no creer, pero así resultaron las cosas, desde muy joven empecé a luchar para lograr mis metas, pues siempre soñé con ser alguien reconocido.Pero la vida a veces te golpea de la peor manera.Sentí que la mitad de mi vida se había ido con la muerte
Ángela se apresuró en alejarse, ya que Arturo la ponía muy nerviosa.Ella bajó rápidamente las escaleras y se acercó a la barra en donde le entregaron el pedido de Arturo, ella podía sentir una mirada sobre ella y eso hacía de su piel se eriza.…Arturo.Las cosas se estaban tornando algo interesantes, cada día mi interés hacia esa mujer crecía más.Todo lo relacionado con ella era un completo misterio, misterio que estaba dispuesto a descubrir, pero en este momento solo había algo que deseaba y era sacarla de ese lugar.La vi alejarse apresurada después de roce su mano, llevándome a pensar que ella sintió lo mismo que yo.Era realmente hermosa, de verdad que lo era y sé que no era el único en notarlo, ya que podía ver cómo más de uno no le quitaba los ojos de encima, cosa que despertó en mí algo que nunca había sentido, ¿celos?Sonreí a mí a dentro de solo pensarlo, pues yo nunca me había interesado así por una mujer y mucho menos había sentido celos.La observé dirigirse de nuevo a
Ángela se encontraba tocando fondo, sin dinero en el bolsillo y sin comida en su estómago.Pero no se rindió y empezó a trabajar como mesera en ese lugar. No fue fácil el sentir la mirada lujuriosa de tantas personas e incluso el tener que aguantar a esos hombres, propasarse con ella.Aparte de eso, se topó con uno que otro conocido de su difunto esposo en más de una ocasión, claro que negó ser ella, pues qué más podías hacer.Pero su mala racha duraría para siempre, solo debía ser paciente y nunca perder la fe. Arturo Villegas llegó a su vida como un rayo de luz cuando era consumida por la oscuridad, demostrando que la paciencia es una buena virtud.…Ángela.Es de admirar a las mujeres que trabajan en este bajo mundo, eso le repetía cada día a Viviana, que a diferencia mía, ella sí se acostaba con un, sin número de hombres cada noche.—¿Cómo has podido aguantar tantos años?—pregunte mientras la observaba vestirse.—Al principio lloraba cada vez que llegaba a casa, no era la vida qu
Arturo.Me sentía tontamente nervioso y muy ansioso, le había dejado la clara indicación a Vanesa, la recepcionista, de que me avisara cuando Ángela llegara, así que desde que llegué a mi oficina no he quitado mis ojos del teléfono.Cuando sonó, mi corazón empezó a correr a mil.—Bueno—dije tratando de sonar calmado.—Buenos días, señor, la señora Martínez va subiendo —me informó—. Pero con ella va la señorita Tatiana.Sentí mi sangre hervir, ya no sabía de qué manera hacerle entender que ya no la quiero cerca.—Lo siento, señor— se disculpó.—No te preocupes, yo me encargo—le dije antes de colgar.Tome nuevamente el teléfono y llame a los de seguridad.—Por favor, suban a mi oficina— ordené.Me levanté de mi silla y luego salí de mi oficina, unos segundo después el timbre del elevador sonó y este se abrió, mis ojos se centraron en la espectacular mujer de vestido azul, se veía tan hermosa.Pero una voz chillona, me sacó de mi sueño.—¡Cariño!—gritó Tatiana, al tiempo que hacía a un l