— Es Jane – explicó Ren para luego darse paso a contestar la vibrante llamada de su hermana. - ¿Dónde estás metida Jane?... por lo menos contesta el teléfono cuando te llaman, sabes que me pongo nervioso… no… aun así… se mas precavida… si, me acabo de enterar… me pareció un buen gesto por él… lo harás bien, lo sabes… me presentaras por fin a tus amigas?... si quieres les hago de conductor jejeje… bien, avísame dónde y paso por allí… ok… solo cuídate, Jane.
Bien, no le era difícil adivinar de que se trataba toda esa conversación, lo más interesante que había entendido era que Jane no venía sola, traía amigas y esa era una de las razones por las que los tres sonreían. Todos sabían que la enana tenía buenos contactos femeninos, casi siempre modelos, actrices, cantantes, herederas de grandes fortunas y algunas de dudosa procedencia.
No es que él se pudiera emocionar por conocer mujeres atractivas, tenía novia y una muy celosa de por sí. Luna Scott le había robado el corazón hace aproximadamente un año y llevaban una buena relación. Era la chica perfecta, era cantante de música indie y por lo tanto entendía la forma de vida que llevaba como miembro de una banda de rock, aunque no la hacía feliz su otro trabajo.
— así que traerá amigas… - murmuró Elliot para sí mismo.
— Si, traerá a su nueva novia y dos amigas más.
— A veces me olvido de que tu hermana es lesbiana – dijo sin poder evitarlo.
— Yo lo tengo tan presente, es una locura. Yo nunca eh conseguido novias tan buenas como las que se consigue ella – dijo su amigo en un lamento.
— No digas eso… es como echar al suelo el orgullo de los hombres – regaño el rubio a su amigo de ojos un poco rasgados.
— Es verdad, por tú bien el de nosotros tus hermanos debes buscar una mujer más buena que la de tu hermana el día de mañana, no te será difícil conseguirlo.
— Es verdad, las múltiples tentaciones femeninas se encuentran cruzando la puerta – corroboró Elliot con una sonrisa.
La reunión se dio a término cuando Ren acepto el reto con tal honor que no pudieron evitar reírse a carcajadas. Pero claro, el día no terminaba allí.
Para cuando estuvo frente a la puerta de su fabuloso departamento se encontró con su pequeño hermano sentado alado de su puerta con la cabeza gacha. Dedujo que se encontraba dormido, pero se equivocó cuando se oyó un ronco y entrecortado susurro.
— ¿Puedo quedarme unos días contigo?...
Dominic se preocupó, no era de su hermano tal comportamiento triste y melancólico, su hermano era un chico muy alegre, divertido y bromista. Que estuviera allí en su puerta en tal estado le afecto de sobremanera. Así que tuvo que hacer un esfuerzo porque no se le notase mucho seguro de que a su hermano no le gustaría, así que también evito preguntar.
— Levántate - este así lo hizo evadiendo la mirada. Abrió la puerta. – vamos, pasa. Ponte cómodo.
Con un gran bolso en la espalda su hermano se dio paso por la estancia que estaba un tanto desordenada.
— ¿Quieres algo de tomar?
— Si, cerveza. – dijo su hermano mientras dejaba caer el bolso al suelo para luego tomar asiento en el sofá para recostarse.
Dominic lo observó. Parecía ser que su hermano se quería ahogar en alcohol esta noche y el motivo era una mala mujer, si, mala, porque una mujer que se respete no lastimaría a su pequeño hermano. Daniel era el chico bueno de los tres, y por lo tanto el más querido por la familia.
— Aquí tienes – le ofreció la helada cerveza y tomando asiento bebió de la suya propia.
— Gracias por dejarme quedar.
— No es nada, pero seguirás yendo a la escuela, no quiero que te expulsen.
— Ya lo sé.
— También tendrás que hacer la limpieza de la casa.
— ¿En serio? – le miró con molestia a lo que tuvo que asentir recalcando sus condiciones – debí haber ido con Evan…
— Aun estas a tiempo. Sabes cómo es de controlador. – Sonriendo miró a su mortificado hermano menor.
— Bien, pero no esperes que te cocine porque podrías morir envenenado – advirtió el chico.
— Tranquilo, sabiendo cómo eres en la cocina capas incendias el edificio. Cocinaré yo, siempre lo hago así que no es una molestia, además mi madre me mataría si te dejara morir de hambre o tan solo comer comida chatarra.
— ¡Eres tan buen hermano! – el sarcasmo denotándose.
— Si, lo soy. Buenooooo Dan ¿Quieres hablar?
— Eres pesado… - Daniel se quejó, pero la mirada que Dominic le lanzo persistió. –Me le declaré a una amiga…
— Y te rechazó.
— Sabía que corría el riesgo de salir con el corazón roto, pero… no espere que ella me dijera que… está enamorada de mi mejor amigo. Me sentí como la m****a, él sabía que me gustaba ella, pero lo peor fue enterarme que ya andaban en secreto y yo ni enterado… fue como si me apuñalaran por la espalda.
— ¿La quieres? – esa era la pregunta que definiría como aconsejaría a su hermano.
— Sí...
— ¿Cómo amiga o como la mujer? ¿Cómo la chica de tu vida o como el polvo de una noche?
— ¿Y eso importa? – preguntó el joven confundido.
— Claro que importa – y así empezó la explicación. –No recomiendo eso de ser amigo de las chicas porque al final siempre se terminamos pensando en ellas en alguna posición sexual, o te terminas enamorando o ellas se terminan enamorando de ti cuando tú solo quieres distracción, diversión y muchas cosas más, las cosas siempre se complican.
>> Pero si la quieres te recomiendo luchar por ella siempre y cuando estés seguro de tus sentimientos, aunque esta regla es anulada cuando la chica ama a otro. No queremos una humillante derrota. Pero si es solo un deseo frustrado siempre está la segunda opción, – Daniel estaba expectante – sal de juerga y encuentra una chica que te guste y sea tan atrevida como para dejarte noqueado al amanecer.
— ¿Y dónde encuentro chicas así? Por qué las que conozco son muy tiqui misquis para eso.
— Aunque no lo creas esas son las peores, entre ellas podrías encontrar la mejor mamada de tu vida si sabes ver la correcta más allá de su apariencia.
Y así entre bebida y bebida siguieron hablando de sexo y mujeres. Lo que distrajo a su hermano de su inminente roto corazón para alegría suya.
Estar de vuelta en su ciudad natal era refrescante para Adella. Le encantaba estar en Nueva York, la cantidad de habitantes y edificios de la gran manzana le daba cierto anonimato al que no se puede aspirar en LA.
En la cama de su fabuloso departamento en East Village - NY, en compañía de su gato de grandes ojos verdes disfrutaba de la lectura de un libro el cual había recibido buenas críticas, parecía que las novelas románticas con tendencia erótica era lo que estaba de moda. Ella creía que la razón residía en la fantasía de hombres que vendían. En la vida real no se encontraban esos adonis de hombres peligrosos, dotados y perfectos, o por lo menos eso es lo que cree ella por ahora. Suponía que el día que conociera uno se arriesgaría a por lo menos disfrutarlo una sola noche.
La tarde estaba por caer y ella espera la llegada de sus grandes amigas: Andrea que era una pelirroja hermosa con unos brillantes ojos azules y una piel pálida y perfecta como la porcelana, ella trabajaba como modelo pero su pasión era ser bailarina, y lo hacía muy bien por lo que había visto Adella; Jane era un poco diferente, no era nada superficial, le gustaba tener personalidad propia y era un tanto impulsiva, una morena de ojos grises con piel blanca que daba una impresión un tanto gótica y rockera. A ella le gustaba hacer saltar a la gente en fiestas estando a cargo de la música, era una impresionante DJ y todos lo sabían, así que tenía el ego subido hasta el cielo con respeto a la música.
Esa noche había quedado justamente en ir a ver a Jane en los controles de un nuevo club de la ciudad. Boris le había explicado que el lugar estaba cerca – aproximadamente dos cuadras entre Brodway y Unión Square, por lo que se podría ir a pie, pero ella se había negado, además las chicas la pasarían recogiendo.
Dejando el libro a un lado y tomando a Louis – el gato -, se dirigió al armario, esa noche usaría un vestido corto en color negro con la parte superior en malla y lentejuelas con un brasier color piel, y zapatos de tacón negro con dorado.
Mientras hacía tiempo, visitó la cocina para preparar un sándwich de pavo y jamón, luego se dio una ducha caliente y secó el cabello. Sus amigas no tardarían en llegar por lo que se apuró a maquillarse y arreglarse el cabello. Para cuando estuvo vestida, el timbre que avisaba la llegada de sus amigas sonó. Tan pronto se colocó los zapatos salió corriendo a abrir la puerta ya que le había avisado de antemano al portero que las dejase pasar al edificio en cuanto llegaran.
— ¡Te extrañamos! – gritaron las chicas abalanzándosele en un abrazo.
— Y yo a ustedes… pero no puedo respirar.
Ellas dieron un paso atrás mientras reían y la miraban con aprobación a su vestido de esa noche.
— Estás espectacular – elogió Andrea.
— Y tú no te quedas atrás – y era cierto, la pelirroja vestía unos shorts azules de talle alto ajustado y una blusa de botones negra de satén sin mangas.
— Estoy replanteándome muy seriamente lo de ser tu amiga a ser tu amante – comentó Jane mientras se la comía con la mirada. Adella sonrió sonrojada, aún no se acostumbraba a los coqueteos de la morena.
— El requisito principal es que tengas un pene.
— Eso lo podemos arreglar, cariño – respondió Jane con un guiño.
— ¡Pervertidas! – las acusó Andrea muy sonrojada mientras se moría de la risa.
— El burro hablando de orejas.
Rieron un poco más en el vestíbulo. Luego Adella se apuró a tomar su cartera de mano con su teléfono celular y llaves a la mano. Jane le había comentado que su hermano estaba esperándolas en el auto ansioso por conocerla, al igual que la nueva conquista de Jane que según le había contado era una fiel fan de ella.
Al llegar al vestíbulo del edificio Adella percibió a un fotógrafo a tomándoles fotos. No se dejó molestar por aquello por lo que sonrió a sus amigas y salió del edificio ignorando al paparazzi.
Fue una suerte que Ren no se tomara su tiempo para conocerse ya que salió a toda velocidad de donde había estado estacionado.— Ahora sí. Un gusto conocerte, Adella. – la saludo mientras la miraba por el espejo retrovisor con una sonrisa. Ella se la devolvió.— El gusto es mío, Ren. Jane, tu hermano es muy lindo.Su amiga chistó, Ren en cambio sonrió tímido desviando la mirada a la carretera.Adella lo creía en verdad. El asiático tenía cierto atractivo que lo hacía parecer un hombre misterioso. Se preguntó si le hacía honor a sus raíces sabiendo artes marciales.— Katherine Fernaldi–, se presentó una castaña a su lado, de la que supuso que era la pareja de su amiga. Sonrió. – Pero dime Kate.— Adella Howard –, se presentó. - Tenía curiosidad por conocerte, Kate.— No hay mucho que conocer… estaba emocionada cuando supe que te vería – dijo la chica tímidamente, Adella sonrió, le parecía una linda chica, le guiño el ojo a Jane para que
Y ella se derritió con el sonido de su voz, tan clara, tan masculina y tan seductora.— El gusto es mío – respondió ella atrapando sus emociones para mostrarse fría indiferencia al devolverle la mirada un par de segundos.— Él es el dueño de este lugar, le dije que tienes buenos comentarios respecto al club. – comentó Elliot a su lado.— Sí, es un lugar interesante y muy cómodo.— Gracias. Espero que se convierta en una visitante habitual – y él la seguía mirando intensamente.— No creo que pasase, solo estoy de paso por la ciudad mientras disfruto de unas cortas vacaciones – Ella decía la verdad, solo estaba de paso y no volvería a ese lugar. Al menos eso creía.— Entiendo…— ¿Preciosa, quieres ir a bailar? – invitó Elliot y ella acepto con una sonrisa, estaba apurada por alejarse.— Claro, me muero de las ganas por bailar esa canción.Adella se alejó, pero no moría por bailar, más bien por fumar un cigar
Rieron un poco, pero el humor de Dominic se volvió a tornar oscuro después de un rato al ver a Adella y Elliot tomar sus cosas. Se acercó a Elliot sin poder evitarlo. Necesitaba saber si se irían juntos. Joel lo siguió.— ¿Ya te vas?— Si, Adella quiere irse a casa, así que voy a dejarla – Dominic frunció el ceño, su amigo estaba muy animado.— Aún es temprano para irse - se oyó a Ren decirle a Adella – vives cerca, no te puedes ir a esta hora.En ese momento apareció Jane, con una castaña y una pelirroja, estas últimas estaban claramente disfrutando del lugar y la música al verlas estar un poco sudadas con cervezas en mano.— ¿Cómo es eso que te vas? – Jane preguntó no muy feliz.— Debo irme, mañana pienso ir a visitar a mi madre. Lo sabes.— No me jodas, Adella. No nos hemos divertido juntas en tres largos meses ¿Y ahora piensas en irte a casa a dormir? No bromees. Además, puedes ver a tu mamá en la tarde, no pongas esa ex
Adella estaba atrapada en su propia trampa. Ella sabía que no debía jugar con el orgullo de un hombre porque conseguiría una declaración física de hombría y orgullo. Predecible a simple vista. Lo peor era que no sabía porque estaba dejándose llevar por la propuesta de aquel hermoso hombre. Dios, ella estaba caminando en medio de arenas movedizas, pero no podía detenerse… al menos no ahora. Caminaron lado a lado en silencio, un silencio envolvedor. Parecía que la distancia estaba implícita entre los dos mientras hayan miradas ajenas, las cuales estaban allí, entre las personas que los reconocían y volteaban a mirarlos sospechosamente, o solo eran ideas suyas y solo la miraban porque era lo normal ¿Quién no quiere mirar a un cantante famoso? Ella lo haría si fuese una más de ellos. Volviendo al tema de la esperada y culminante demostración del más atractivo cantante de rock que hubiera visto que caminaba a su lado dirigiéndola en el camino, llegaron al pasillo donde había estado antes
Para Dominic algo bueno de dormir en el Class era no tener preocuparse por regresar a casa. En el pasado este hubiera sido uno de sus momentos memorables, estaría en la cama con alguna especie de groupi a la cual tendría que sacar de la manera más fría y a veces despiadada – cosa que ocurría cuando se iba de gira y su equipo de seguridad cumplía felizmente con su trabajo. Ahora estaba allí solo entre las sábanas preguntándose cuando demonios cambio todo, desde cuando su vida era tan aburridamente rutinaria, y lo más importante, amaba o no a Luna.Las contradicciones habían llegado luego de haber hecho puré la cara de su mejor amigo y haber dejado a la hermosa cantante rubia por su cuenta. ¡¿Que si era remordimiento de conciencia por lo que casi estuvo a punto de hacer con ella?! No, no sentía eso para nada, esa había sido la principal razón, un atisbo de la persona que una vez fue, eso sí le shockeó, porque se sentía fuera de sí mismo.Mentía.Ese era él. Entusiasta cazador de presas
— Vivir juntos… - murmuraba pensando en el significado de esas palabras.— No quieres. – Concluyó ella deprimida.— No. Sí. No. Es que no sé si sea una buena idea.— Lo entiendo, te gusta tu espacio.— Sí, me gusta – fue sincero, pero no quería hacerla sentir mal – pero tal vez si probamos no sea tan malo.— Te amo – ella empezó a repartirle besos en la cara para después ponerse de pie repentinamente – Prepararé todo para mi estadía aquí.— Adelante.— Nos vemos mañana entonces.Suspirando se recostó en el sofá una vez Luna se hubo retirado de su casa. Pensó en que esto les haría tener más dificultades de las que ya tenían. Más cuando no pasaba en casa y menos en la ciudad, era desordenado y sus amigos lo visitaban siempre que querían para beber y comer todo lo que encontraban sin ningún respeto.Esperaba que Daniel se lo tomara bien, a su hermano no le caía muy bien Luna y no entendía por qué. Bueno, a su
Entraron al parqueadero subterráneo del condominio, un lugar grande con algunos vehículos dispuestos en sus lugares por parte de los vecinos, la mayoría solteros, le había dicho Tony, quien había investigado a cada uno como parte del requisito de seguridad. Eso estaba de más teniendo en cuenta que el edificio era propiedad de su productora.Entraron en el ascensor, no tardaron en llegar a su piso. Esta vez no se topó con nadie a su llegada, la decepción se encendió en su pecho. Se sentía tonta al pensar en eso. Claro que no se lo iba a encontrar cada vez que se abriera el ascensor, pero una parte dentro suyo deseaba volver a verlo.— Parece que te perdiste en algún pensamiento- comento su hermano mientras la sacaba de su nube de pensamientos y del ascensor también.— Algo así- sonrió – ¿y qué apetece almorzar? – preguntó cambiando el tema.— Hmm… estoy harto de la comida chatarra por lo que mis opciones están en algún restaurante francés o uno japonés – r
— ¡Ah! El placer es mío – dijo no muy convencido.— Me alegra, aunque eh sido un poco atrevido. – Dijo avergonzado.— No pasa nada – desestimó más relajado y recordó que lo habían llamado por su nombre - ¿Adella ha hablado de mí? Digo, usted sabia mi nombre y eso me lleva a pensar que ella tal vez me haya mencionado- preguntó inquieto no queriendo verse muy curioso y emocionado.— Si, lo ha mencionado. ¿Qué tal si lo invitó a pasar? Anda un poco triste y tal vez usted pueda ayudar a reanimarla – dijo Boris rápidamente dejándolo captar solo lo más importante.Ella está triste.— Tenemos suficiente comida. – Comentó Boris terminándolo de convencer.— Pasare allí en un momento. – El chico sonrió complacido.— Perdona la demora, estaba cambiándome la ropa y llamando un taxi. – Dijo Luna disculpándose.— ¿No te hace falta nada? – le preguntó con una sonrisa triste.— No. Ya tengo todo.— Bor