La noche fue bien, una vez terminada la cena, Adella y Jett fueron a ver una presentación de Celine Dion. Al volver a la suite del hotel, Adella se dejó caer en la cama con Jett.
Una hora después Adella desnuda se zafó del abrazo de su novio para apurarse a bañar. Su vuelo salía en hora y media, no tenía mucho tiempo. Se desmaquilló y se dio una ducha rápida. Cuando salió se puso la ropa que Boris le tenía apartada sobre una silla. En ese momento decidió despertar a su novio que de mal humor aceptó ponerse en pie.
— ¿Por qué te vas antes? Creía que salías a Nueva York al medio día.
— No tengo mucho que hacer aquí, y ya que tengo vacaciones quiero aprovecharlas.
— A veces no te entiendo. Estamos en Las Vegas ¿Qué mejores vacaciones?
— Mi familia está en Nueva York.
— Bien. Comprendo. ¿te quedaras en casa de tú mamá o en tú departamento?
— En mi depa ¿por? – Adella lo miro por medio del espejo mientras se peinaba.
— Tal vez me quedé allí un par de días el fin de semana.
— ¿No volverás a Los Ángeles? – preguntó un poco extrañada.
— Sí, pero solo me faltan un par de escenas y tema acabado. Después de eso no tengo nada más que hacer.
— Está bien – aceptó con una sonrisa.
Su novio también sonrió, luego le abrazó por detrás regalándole algunos besos en el cuello y el hombro. A ella le gustaba cuando Jett era cariñoso, en esos momentos no sentía que su relación fuera tan falsa. Y lo cierto era que Jett estaba enamorado de ella, aunque no eran exclusivos. Eso hacía que fueran más honestos entre los dos.
— A veces me pregunto cómo resisto estar separado de ti. – murmuró él.
— Con tus amantes no es tan difícil – Respondió cabizbaja.
— Sabes que las dejaría de ver si me lo pidieras, pero eso cambiaria las reglas…
— Para mí esa es la única manera de hacer que funcioné…
— Lo sé. Solo quiero que tengas presente que puedo comprometerme.
— Jett. Ya hemos hablado de esto.
Si, ya habían hablado, Jett quería que una verdadera relación de amor y fidelidad, pero eso era algo que ella no estaba dispuesta a ceder.
— Bien. Lo intente – su novio suspiró frustrado – no te quito más tiempo, nos vemos – con un último beso apasionado dio media vuelta alejándose y cogiendo su chaqueta negra en el camino a la puerta y salió.
«Si te diera una oportunidad estoy segura de que me traicionarías al poco tiempo y con ello dejarme hecha polvo. Así que no puedo… simplemente no puedo ser la culpable de mi propia destrucción»
Dominic Brynmor acababa de colgarle a su hermano mayor. Estaba harto de su hipocresía y más cuando estaba seguro de que solo lo llamaba para fastidiarle el día citándolo a un almuerzo el lunes por la mañana, y aunque odiaba ver la cara de imbécil no podía negarse, su hermano era su jefe ahora.
Los Brynmor eran dueños de una de las más famosas productoras que podías encontrar en el país. Su hermano Evan Brynmor era quien dirigía la empresa ahora que su padre había decidido darse un descanso. En aquel momento Dominic supo que su carrera musical no sería tan fácil, su hermano era dueño de su banda de Rock por el momento, hasta que su padre decidiera salir de su madriguera de amor con su madre. Y él ya no era un niño para irle a rogar a su padre que volviera a su lugar como presidente de la empresa, algo que le causaba repulsión de solo pensarlo. Tanto su madre como su padre se estaban divirtiendo viajando y él no les arrebataría eso ¡Jamás!
Dominic se levantó de la silla de su gran oficina para ver a través del cristal su recién estrenado club. Era un lugar un poco particular. Música rock y electrónica eran el menú de la casa, a veces intercalaba entre una banda en vivo u otras con DJ del momento haciendo saltar a la gente entre cuerpos sudorosos y bebidas alcohólicas. Era el nuevo club del momento, todos querían entran, pero no podían, había requisitos especiales. CLASS no eran un club donde solo los más hermosos y adinerados entraban, en referencia al nombre CLASS era diversidad tanto en estatus social como en cultura.
Podías ver hombres con camperas negras de cuero o blazer de marca, mujeres con pantalones de cuero bien ajustados o vestidos cortos de alta costura, lo único que tenías que hacer era hacerte socio o ser amigo de un socio para estar dentro. De esa manera se controlaba quien entraba y quién no. Era un buen negocio. Muchos no creían que un hombre tan joven fuera el dueño, otros simplemente admiraban lo que había logrado en tan poco tiempo después de graduarse de la universidad - para gusto de su padre.
La puerta de su oficina se abrió y con ella apareció su buen amigo Elliot. Un tipo duro que podía partirte la cara si lo molestabas. Dominic suspiró cansado, Elliot tuvo que sonreír con suficiencia al ver su mal humor.
— ¿Qué te trae por aquí? – Dominic se sentó frente al escritorio mientras sacaba dos cervezas de la pequeña nevera a su lado por lo que tuvo que agacharse un poco.
— Ren me llamó esta tarde para contarme que tenía una nueva rola.
Elliot tomó asiento y estiró su brazo derecho lleno de tatuajes para tomar la botella de cerveza. Dominic se recostó en su mullida silla un poco aliviado.
— Esas son buenas noticias, seguro que nos gustara.
— Los asiáticos son buenos en todo lo que hacen, a excepción del sexo.
Esta teoría tenía sus bases, no habría forma de replicar. Él mismo había salido con una japonesa y luego con una coreana, ellas habían afirmado que los amantes de su tierra no eran nada comparado con los americanos y los latinos, aunque no mencionaron nada de los europeos, algo curioso ya que él era más europeo que americano por haber vivió en Inglaterra tanto su niñez como la adolescencia en un prestigioso internado en Oxford.
— No te has acostado conmigo para saberlo.
Ren entró en la habitación y se sentó al lado de Elliot para después quitarle la botella y bebérsela de un trago.
— No doy por ese bando – comentó su tatuado amigo.
— Ni yo, prefiero las mujeres pequeñas y lindas, preferible rubias, y tú no eres ninguna de esas – replico el coreano.
— ¿Cervezas? – preguntó Dominic para gusto de los chicos.
— No hacía falta preguntar – se burló Elliot, Dominic puso los ojos en blanco y encogiendo sus hombros se giró a por más cervezas.
Tanto Elliot como Ren eran sus amigos desde la infancia, una larga amistad que le hacía pensar en ellos como hermanos más que como unos simples amigos. Dominic había conocido a Elliot en el jardín de infantes, Elliot le había molestado mucho cuando Dominic había dejado caer jugo de mango en su camisa, luego Elliot había encestado el primer puño en la cara de Dominic así que se enfrascaron en una pelea mientras eran rodeados por lo demás niños. Luego terminaron en la dirección hasta que sus madres llegaron. Tras regañarlos, ellas decidieron tomar un café, se hicieron amigas y por lo tanto él empezó a bajar la guardia con Elliot cuando empezaron a jugar juntos a policías y ladrones.
Con Ren fue diferente, el chico era un misterio en la escuela, no hablaba mucho, casi nada. Solo se la pasaba leyendo y escuchando música con los audífonos. Ren al igual que él eran de familia bien acomodada, según lo que le había contado Ren, había sido adoptado cuando tenía un año así que no tuvo problemas para adaptarse, el problema había empezado cuando su madre había deseado adoptar otro niño, él se aisló creyendo que ya no lo querían, pero cuando en vez de un niño llegó una niña pequeña con un cabellos oscuros y piel blanca, a Ren no le quedo más que quererla como a nadie.
Por medio de aquella niña fue que se hicieron amigos. Ella se habría perdido en el internado a no ser por Dominic que a pesar de su renuencia a ayudar a la gente se ofreció a acompañarla a buscar a su hermano mayor.
Bueno, aquella niña dulce hoy en día era una joven hermosa, inteligente y muy rebelde. La última vez que la había visto se había rapado un lado de la cabeza y planeaba ponerse un expansor en la oreja. Dominic no sabía cómo su amigo se las hacía para controlar un poco a su desobediente hermana. Dominic tenía dos hermanos, pero ni Evan, ni Daniel necesitaban ser controlados y menos cuidados. Los hombres se cuidaban solos.
— El otro día vi a tu hermana, la invité a hacerse del control de la música mañana.
— No me ha informado nada. – murmuró el coreano.
— Eso es porque le quieres poner límites en todo y eso que ya es mayorcita de edad – regañó Elliot.
— ¿Y me culpas de ser sobreprotector? – Ren se estaba molestando y Dominic no quería que arruinaran el ambiente con una tonta discusión muy repetitiva para su gusto a lo largo de los años.
— Yo no he dicho eso, simplemente dale su espacio.
Elliot tenía su punto.
— Muchachos, volvamos a centrarnos en la nueva rola.
— Bien – accedieron en un asentimiento – creo que lo idóneo sería ir al estudio y ver que tal sale.
— Ren, entonces encárgate de apartar en estudio para el lunes en la tarde.
Él asiático asintiendo se levantó de la silla y sacó su teléfono móvil del bolsillo de su pantalón mientras fruncía el ceño.
— Es Jane – explicó Ren para luego darse paso a contestar la vibrante llamada de su hermana. - ¿Dónde estás metida Jane?... por lo menos contesta el teléfono cuando te llaman, sabes que me pongo nervioso… no… aun así… se mas precavida… si, me acabo de enterar… me pareció un buen gesto por él… lo harás bien, lo sabes… me presentaras por fin a tus amigas?... si quieres les hago de conductor jejeje… bien, avísame dónde y paso por allí… ok… solo cuídate, Jane.Bien, no le era difícil adivinar de que se trataba toda esa conversación, lo más interesante que había entendido era que Jane no venía sola, traía amigas y esa era una de las razones por las que los tres sonreían. Todos sabían que la enana tenía buenos contactos femeninos, casi siempre modelos, actrices, cantantes, herederas de grandes fortunas y algunas de dudosa procedencia.No es que él se pudiera emocionar por conocer mujeres atractivas, tenía novia y una muy celosa de por sí. Luna Scott le había robado el corazón hac
Fue una suerte que Ren no se tomara su tiempo para conocerse ya que salió a toda velocidad de donde había estado estacionado.— Ahora sí. Un gusto conocerte, Adella. – la saludo mientras la miraba por el espejo retrovisor con una sonrisa. Ella se la devolvió.— El gusto es mío, Ren. Jane, tu hermano es muy lindo.Su amiga chistó, Ren en cambio sonrió tímido desviando la mirada a la carretera.Adella lo creía en verdad. El asiático tenía cierto atractivo que lo hacía parecer un hombre misterioso. Se preguntó si le hacía honor a sus raíces sabiendo artes marciales.— Katherine Fernaldi–, se presentó una castaña a su lado, de la que supuso que era la pareja de su amiga. Sonrió. – Pero dime Kate.— Adella Howard –, se presentó. - Tenía curiosidad por conocerte, Kate.— No hay mucho que conocer… estaba emocionada cuando supe que te vería – dijo la chica tímidamente, Adella sonrió, le parecía una linda chica, le guiño el ojo a Jane para que
Y ella se derritió con el sonido de su voz, tan clara, tan masculina y tan seductora.— El gusto es mío – respondió ella atrapando sus emociones para mostrarse fría indiferencia al devolverle la mirada un par de segundos.— Él es el dueño de este lugar, le dije que tienes buenos comentarios respecto al club. – comentó Elliot a su lado.— Sí, es un lugar interesante y muy cómodo.— Gracias. Espero que se convierta en una visitante habitual – y él la seguía mirando intensamente.— No creo que pasase, solo estoy de paso por la ciudad mientras disfruto de unas cortas vacaciones – Ella decía la verdad, solo estaba de paso y no volvería a ese lugar. Al menos eso creía.— Entiendo…— ¿Preciosa, quieres ir a bailar? – invitó Elliot y ella acepto con una sonrisa, estaba apurada por alejarse.— Claro, me muero de las ganas por bailar esa canción.Adella se alejó, pero no moría por bailar, más bien por fumar un cigar
Rieron un poco, pero el humor de Dominic se volvió a tornar oscuro después de un rato al ver a Adella y Elliot tomar sus cosas. Se acercó a Elliot sin poder evitarlo. Necesitaba saber si se irían juntos. Joel lo siguió.— ¿Ya te vas?— Si, Adella quiere irse a casa, así que voy a dejarla – Dominic frunció el ceño, su amigo estaba muy animado.— Aún es temprano para irse - se oyó a Ren decirle a Adella – vives cerca, no te puedes ir a esta hora.En ese momento apareció Jane, con una castaña y una pelirroja, estas últimas estaban claramente disfrutando del lugar y la música al verlas estar un poco sudadas con cervezas en mano.— ¿Cómo es eso que te vas? – Jane preguntó no muy feliz.— Debo irme, mañana pienso ir a visitar a mi madre. Lo sabes.— No me jodas, Adella. No nos hemos divertido juntas en tres largos meses ¿Y ahora piensas en irte a casa a dormir? No bromees. Además, puedes ver a tu mamá en la tarde, no pongas esa ex
Adella estaba atrapada en su propia trampa. Ella sabía que no debía jugar con el orgullo de un hombre porque conseguiría una declaración física de hombría y orgullo. Predecible a simple vista. Lo peor era que no sabía porque estaba dejándose llevar por la propuesta de aquel hermoso hombre. Dios, ella estaba caminando en medio de arenas movedizas, pero no podía detenerse… al menos no ahora. Caminaron lado a lado en silencio, un silencio envolvedor. Parecía que la distancia estaba implícita entre los dos mientras hayan miradas ajenas, las cuales estaban allí, entre las personas que los reconocían y volteaban a mirarlos sospechosamente, o solo eran ideas suyas y solo la miraban porque era lo normal ¿Quién no quiere mirar a un cantante famoso? Ella lo haría si fuese una más de ellos. Volviendo al tema de la esperada y culminante demostración del más atractivo cantante de rock que hubiera visto que caminaba a su lado dirigiéndola en el camino, llegaron al pasillo donde había estado antes
Para Dominic algo bueno de dormir en el Class era no tener preocuparse por regresar a casa. En el pasado este hubiera sido uno de sus momentos memorables, estaría en la cama con alguna especie de groupi a la cual tendría que sacar de la manera más fría y a veces despiadada – cosa que ocurría cuando se iba de gira y su equipo de seguridad cumplía felizmente con su trabajo. Ahora estaba allí solo entre las sábanas preguntándose cuando demonios cambio todo, desde cuando su vida era tan aburridamente rutinaria, y lo más importante, amaba o no a Luna.Las contradicciones habían llegado luego de haber hecho puré la cara de su mejor amigo y haber dejado a la hermosa cantante rubia por su cuenta. ¡¿Que si era remordimiento de conciencia por lo que casi estuvo a punto de hacer con ella?! No, no sentía eso para nada, esa había sido la principal razón, un atisbo de la persona que una vez fue, eso sí le shockeó, porque se sentía fuera de sí mismo.Mentía.Ese era él. Entusiasta cazador de presas
— Vivir juntos… - murmuraba pensando en el significado de esas palabras.— No quieres. – Concluyó ella deprimida.— No. Sí. No. Es que no sé si sea una buena idea.— Lo entiendo, te gusta tu espacio.— Sí, me gusta – fue sincero, pero no quería hacerla sentir mal – pero tal vez si probamos no sea tan malo.— Te amo – ella empezó a repartirle besos en la cara para después ponerse de pie repentinamente – Prepararé todo para mi estadía aquí.— Adelante.— Nos vemos mañana entonces.Suspirando se recostó en el sofá una vez Luna se hubo retirado de su casa. Pensó en que esto les haría tener más dificultades de las que ya tenían. Más cuando no pasaba en casa y menos en la ciudad, era desordenado y sus amigos lo visitaban siempre que querían para beber y comer todo lo que encontraban sin ningún respeto.Esperaba que Daniel se lo tomara bien, a su hermano no le caía muy bien Luna y no entendía por qué. Bueno, a su
Entraron al parqueadero subterráneo del condominio, un lugar grande con algunos vehículos dispuestos en sus lugares por parte de los vecinos, la mayoría solteros, le había dicho Tony, quien había investigado a cada uno como parte del requisito de seguridad. Eso estaba de más teniendo en cuenta que el edificio era propiedad de su productora.Entraron en el ascensor, no tardaron en llegar a su piso. Esta vez no se topó con nadie a su llegada, la decepción se encendió en su pecho. Se sentía tonta al pensar en eso. Claro que no se lo iba a encontrar cada vez que se abriera el ascensor, pero una parte dentro suyo deseaba volver a verlo.— Parece que te perdiste en algún pensamiento- comento su hermano mientras la sacaba de su nube de pensamientos y del ascensor también.— Algo así- sonrió – ¿y qué apetece almorzar? – preguntó cambiando el tema.— Hmm… estoy harto de la comida chatarra por lo que mis opciones están en algún restaurante francés o uno japonés – r