Capítulo 6

Rieron un poco, pero el humor de Dominic se volvió a tornar oscuro después de un rato al ver a Adella y Elliot tomar sus cosas. Se acercó a Elliot sin poder evitarlo. Necesitaba saber si se irían juntos. Joel lo siguió.

—           ¿Ya te vas?

—           Si, Adella quiere irse a casa, así que voy a dejarla – Dominic frunció el ceño, su amigo estaba muy animado.

—           Aún es temprano para irse - se oyó a Ren decirle a Adella – vives cerca, no te puedes ir a esta hora.

En ese momento apareció Jane, con una castaña y una pelirroja, estas últimas estaban claramente disfrutando del lugar y la música al verlas  estar un poco sudadas con cervezas en mano.

—           ¿Cómo es eso que te vas? – Jane preguntó no muy feliz.

—           Debo irme, mañana pienso ir a visitar a mi madre. Lo sabes.

—           No me jodas, Adella. No nos hemos divertido juntas en tres largos meses ¿Y ahora piensas en irte a casa a dormir? No bromees. Además, puedes ver a tu mamá en la tarde, no pongas esa excusa.

—           Perdóname, no pensé en eso…- lamentó Adella.

Las vio abrazarse y reconciliarse. Sonrió, la escena era conmovedora.

—           No te preocupes Adella, luego puedes irte con Dominic, la mayoría hemos bebido así que es el más recomendable.

Frunció el ceño. Jane no podía tomar esa decisión sin preguntarle.

—           ¿Qué… -  empezó a replicar la rubia.

—           Lo mejor es que viven en el mismo edificio, así que creo que es grandioso. ¿Estás de acuerdo, Brynmor?

Jane no le dejo opción a negarse, había una amenaza implícita en sus ojos por lo que accedió. Lo raro del caso era que no estaba molesto, más bien aliviado.

—           Yo me hago cargo, calma.

—           Pero Elliot ya quedó en llevarme – insistió Adella.

—           Pero Elliot vive en dirección contraria – la morena miró a mi amigo, quien volvió a su actitud de normal seriedad.

—           Adella, si Dominic vive en el mismo condominio que tú creo que es mejor que vayas con él – Elliot suspiró.

—           Bien, tema arreglado. ¿Podemos seguir la fiesta? – preguntó la pelirroja mientras se agarraba del brazo de Joel para mantenerse estable. Dominic supuso que estar estable en esos zapatos no sería nada fácil.

—           Sí – aceptó Adella sonriendo a su amiga. Dominic se quedó idiotizado al verla. Decidió que era mejor tratar de llevarse bien con la cantante ya que eran vecinos (tenía que averiguar en qué piso vivía) y eran amigos de un grupo de personas en común.

—           ¿Podemos hablar? – escuchó a Elliot preguntarle a Jane. Ella acepto.

—           Ya volvemos – avisó la morena. Dominic supuso que irían a la azotea o a su oficina.

Dominic se acercó a la cantante y se sentó a su lado no muy seguro de lo que estaba haciendo o tratando de hacer.

—           Me preguntaba si querrías agua para pasar un poco el alcohol.

Ella enderezó la espalda como si estuviera tensa y nerviosa.

—           Estoy bien, pero gracias por el ofrecimiento.

Si tan solo se acercara más a ella podría olerle el cabello - pensó. Se apartó unos centímetros.

—           De nada… ¿Trabajas para ACET Record, cierto?

Ella por fin volteo a mirarlo rehabilitando sus ánimos.

—           Sí, pero la sede en la que trabajo está en Los Ángeles, California.

—           Mi banda también trabaja para ACET Record.

—           Así que por eso sabias que era una de sus adquisiciones.

—           Sí, me gusta estar bien informado.

—           ¿No es eso muy avaricioso?

—           ¿El tratar de no ser un ignorante? No, por lo menos para mí no lo es.

—           Eso dice muchas cosas de vos.

—           ¿Cómo cuáles? – se interesó.

—           Además de atractivo, inteligente e inconformista. – La vio arreglarse el cabello, lo cual desprendió un dulce olor a shampoo fresco y frutal. Se perdió en aquel momento acercando como autómata la cabeza al cuello de Adella.

—           ¡¿Crees que soy atractivo?! – Dominic susurró mientras olía su cabello.

—           ¿Qué haces?

—           Responde – susurró sobre su oreja. Ella se estremeció y él sonrió complacido de no serle tan indiferente.

Ella estaba afectada por su cercanía, su cuerpo era muy sincero, y eso le sobrecogió de calor.

—           No seas idiota, apártate… alguien podría sacar una foto de ambos y provocar rumores.

En ese punto ella tenía razón, Dominic no podía arriesgarse a levantar chismes, tenía novia, aunque se le había olvidado en el último par de minutos, y ella también tenía novio, según sabia.

Tomó una distancia razonable para proseguir con la conversación.

—           Gracias – titubeó la rubia recostándose en el mullido mueble de cuero. Él también apoyó la espalda para más comodidad y se miraron.

—           Al igual que tú, tampoco necesito falsos rumores.

—           ¿No te gusta llamar la atención? – le preguntó con curiosidad.

Él negó.

—           Solo en el escenario.

—           No todos son así. Mira a los Osboure, hasta reality hicieron.

Rieron. Ozzy y su familia estaba loca, pero Ozzy era un icono respetable del heavy metal, por lo que estaba en su derecho ser controversial.

—           No todos somos tan valientes.

—           Es verdad. Mucha atención suele dar vértigo… - la miró fijamente, ella estaba distraída en sus pensamientos.

—           ¿Cómo aguantas esa vida, si parece que aún no logras estar acostumbrada?

Encendió un cigarrillo esperando una respuesta en la abstracción de la mente de la cantante.

—           Me gusta cantar… me gusta ver a mis fans coreando mis canciones y llenando coliseos y teatros solo para verme.

—           Ese es el pensamiento de una artista. No está mal tu forma de pensar, solo… trata de ser natural, sin poses, solo así podrás dormir tranquila – le aconsejó recordando las palabras de ella en aquel cuarto de baño.

—           No es tan fácil.

Guardaron silencio un largo rato. No tenía más que decir y le parecía que ella tampoco. Le ofreció un cigarrillo para aliviar el silencio, ella lo aceptó sin miramientos, sacó el encendedor y ella se acercó con el cigarrillo en la boca en una postura inclinada tan sexy que se relamió los labios bajo aquella mirada gris que lo observaba con diversión.

Ella sopló el humo en su cara, Dominic sonrió.

—           ¿Ya no te soy tan indiferente? – le preguntó en un suave susurró moderado para escucharse a través de la música y seguir siendo privado.

—           No eres un tipo que pueda serle indiferente a ninguna mujer heterosexual con un buen gusto en hombres.

—           Entonces debo preguntar si eres heterosexual.

—           Lo soy.

—           Eso responde la pregunta de si te parezco un tipo atractivo.

—           Pareces necesitado de halagos – comentó ella mordazmente.

—           Y tú necesitas unas nalgadas en el culo para controlar ese carácter que tienes.

Ella jadeó sorprendida, mientras él se imaginaba la retrospectiva de tenerla boca abajo en su regaño recibiendo su castigo por ser tan malditamente difícil y dura con él.

—           ¡Maldito pervertido! – le espetó para luego pisarle el pie con un zapato de tacón de incalculables centímetros.

Dominic gimió de dolor. Estaba molesto, furioso. Ella no podía tratarlo así. Ninguna mujer lo trataba así.

—           Me has agredido físicamente – le reprochó.

—           ¿Me demandaras? – ella rió – que delicado eres. ¿Así te haces llamar hombre?

Él sonrió malicioso, aquella mujer se estaba metiendo con sus pelotas y pensaba demostrarle cuan hombre podía ser, y eso no era para nada una mala idea.

—           ¿Qué tal si lo comprobamos? Tal vez te sorprendas de los resultados.

La vio alzar una ceja para luego bajar la mirada a su entrepierna y reacomodarse en el mueble. Ella había visto cuan preparado estaba. Su amigo siempre listo para jugar, todo era cuestión de que ella diera carta blanca.

—           No soy una cobarde, así que acepto.

Y así se cerró el trato.

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