Adella sabía lo que parecían. En ese momento eran como esas parejas normales después de solucionar una estúpida discusión con la rendición de una de las dos partes implicadas. No lo apartó de su lado, y a pesar de lo molesta que estaba porque sus planes fueran un fiasco, en ese momento se concentró en el olor y el calor del cuerpo del rockero, y descubrió que la rendición no había sido de él, sino suya.Más tarde satisfechos con la comida se dieron paso al Spa. Adella quería una sesión de masajes con aromaterapia, depilación corporal y peeling facial. En cambio, Dominic por la falta de tiempo solo optó por los masajes.Los celos se despertaron en Adella al ver guapas masajistas llamar la atención de Dominic, y pudo ver por el rabillo del ojo como estas le rogaban a Anne, la dueña y jefa del lugar, que las dejaran hacerse cargo de la sesión.Haciendo uso de su rápido ingenio no dudó en decir que quería sesión de pareja, aunque eso la pusiera en evidencia con Dominic, pero ya no le impo
— Tardaste mucho… —se quejó Adella con voz ronca.— Fuimos a comer algo —se excusó con una sonrisa mientras se sacaba los zapatos y se metía con ella en la cama.— ¿Qué hora es? —preguntó ella haciéndole espacio.— Las doce con diez —respondió mirando su reloj para luego abrazarla y cerrar los ojos un instante.— Tenía planeado llevarte a un lugar —murmuró ella acariciándole la espalda. Eso de alguna forma le gustaba, lo relajaba.— ¿Qué lugar? — preguntó curioso, feliz por tenerla entre sus brazos.— Un baile de máscaras — susurró Adella alzando la mirada la encontrar la de él.— ¿Esta noche? —preguntó contrariado. Recordaba su segunda fiesta de máscaras en Londres y la idea de que Adella le propusiera algo parecido lo ponía ansioso y excitado, pero dudaba que hablara de lo mismo.— Sí, te gustara —le aseguró ella guiñándole el ojo con picardía. — Es una fiesta privada.— Está bien. Dé
— Acuéstate en la cama —volvió a ordenar más duramente Domimic.Vulnerable por el conocimiento evitó su mirada mientras hacía lo que se le pedía.Dominic se sentó a su lado y ella en un impulso tomó su rostro y lo besó con una necesidad tan profunda y palpable que no percibió las verdaderas intenciones del hombre que la poseía con solo un beso.Dominic correspondiéndola la sujetó de las muñecas y las juntó por encima de su cabeza. Con una mano la sujetaba y con la otra pasaba una suave tela de seda aprisionándola.Cuando se dio cuenta de ello él se separó de sus labios con una media sonrisa.— Vamos a jugar por un buen rato, hermosa gatita… —susurró Dominic.— ¿Una gatita tendría mi cuerpo? —preguntó ella retóricamente alzando una ceja de manera provocativa.— Solo las perras —dijo con diversión — ¿Quieres ser mi perra? —susurró sobre su oído.— ¿Y que hace una perra? —preguntó ella abriendo más campo para él en su cuello para los beso
Sosteniendo sus caderas y alzando más su culo Dom embistió suave y profundo, más tarde rápido y duro. Adella sacudía su cabeza jadeante gritando su nombre, rogándole por más, gimiendo de placer mientras el gruñía y se inclinaba de vez en cuando para besarle la espalda. Su mente se puso en blanco cuando la sintió apretarlo y temblar debajo de él, corriéndose, y él solo pudo seguirla en el trayecto cayendo sobre ella.Seguía duro y buscó entre sus cuerpos el dildo en el trasero de Adella y la liberó de él.— Iré despacio —le prometió él quitándole a venda. Adella con los ojos adormilados asintió mirándolo de una forma que él jamás le había visto. Se estremeció conmocionado y no pudo evitar besarla. Algo se sentía diferente y eso le gustaba, aunque no sabía que era.Se irguió sobre sus rodillas y tomó el lubricante y lo untó en su mano para pasarlo por su miembro y luego por el estrecho aro del culo de Adella. Ya en posición con sus muslos tocándose la penetró con la punta y se
Dominic sabiendo de la incomodidad de Luna en esa casa y del estado de salud en el que se encontraba por no hablar de su mente, decidió que lo mejor era sacarla de allí y llevarla a chequear al hospital. Tenía como objetivo utilizar los resultados para la denuncia por violación al Sr. Howard, pero lo primero sería convencer a Luna de que ese rumbo a tomar era el correcto.Mientras Luna dormía en la cama él llamó a Ren y le pidió que mandara un vehículo para dentro de una hora, y una reserva más en su hotel para Luna en el mismo piso que ellos y todo el equipo. Lo siguiente fue tomar su maleta. Sacó bóxeres limpios, pantalones oscuros, una camiseta blanca y chaqueta jean. Metiéndose al baño se dio una ducha rápida y se vistió allí mismo, se cubrió la cabeza con un gorro y dejó las gafas oscuras colgando del cuello de su camiseta antes de sacar un suéter con capucha suyo de la bolsa para Luna.Tuvo la maleta hecha con todas sus cosas para cuando despertó a Luna. No quería dejar nada al
Casi dos meses después, Adella tuvo algunas respuestas a las preguntas que le hacía constantemente su cabeza.Se había enterado de que había sido Dominic quien había estado apoyando a Luna en el juicio contra el que había sido su padre. Ese había sido un gran shock. Ahora entendía las últimas palabras de Dom. Aunque ahora no pensaba mucho en su vida amorosa Dom aún era un tema que le causaba gran dolor.Martin y su madre eran otro tema. No podía perdonarlos, pero el tiempo que había transcurrido le había servido para entender porque habían actuado de esa manera. Le aliviaba que no la presionaran y de vez en cuando mantenía alguna conversación cordial con ellos dos por teléfono.Dereck era diferente. Había presionado a Samantha de que le dijera de su alojamiento y la había ido a buscar. No consiguiendo sacarla de allí, su atractivo hermano concretó que la mejor opción era quedarse a su lado, aunque muriera de aburrimiento.— ¿Crees que haya lobos cerca? —preguntó su hermano m
Al llegar a casa inconscientemente Dom miró la puerta vecina y con una sonrisa amarga entró a su apartamento arrastrando los pies. Estaba muy jodido, pensó cuando tomó su primer trago de cerveza, solo, sentado en el taburete de la isla con las luces apagadas, vagamente iluminado por la lámpara cálida de encima de la isla.Sentía que debía mandar todo al diablo en su segunda cerveza, pero el timbré se interpuso entre él y sus capitulaciones de “macho solitario sin esperanzas de volver con su amada”.— ¿Jodida mierda, a quien se le ocurre molestar a la media noche?¡Ding Dong!Pensó que debía ser su hermano menor al que se le habían olvidado las llaves y por eso tocaba, con una maldición. Ya había ocurrido antes.— Daniel, cuantas veces te he dicho que no pierdas las lla… —decía mientras abría la puerta sin constatar en la miradilla antes de quedarse sin palabras al ver a…— Dominic… —escuchó su dulce voz, aun sin poderlo creer.— Adella… — murmu
Eran pasados de las nueve de la mañana cuando Dereck tocó la puerta de la habitación de su hermana, venciendo su cobardía, a sabiendas que allí se encontraba descansando la pelirroja, porque Adella no había vuelto de casa del vecino, su buen amigo Dominic Brynmor. Suponía que las cosas habían terminado bien entre ellos. Él se alegraba por ello porque eso significaba que su hermana sonreiría de nuevo y brillaría como una hermosa flor de primavera.De vuelta al presente, la puerta se abrió y aquella fascinante mujer que le quitaba el aliento le regaló una hermosa vista de su cuerpo en bata de seda con encaje, demasiado corta como para poder apreciar sus desnudas piernas. Buen Dios, él estaba trapeando el piso con su lengua.— Esperé toda la noche a que golpearas la maldita puerta. ¿No te gusto? No sé a qué juegas, pero esto no puede seguir así —explotó Andrea.— Sí, no puede seguir así —estuvo de acuerdo, y le gusto ver lo directa que era con ese temperamento de recl