CAPITULO TREINTA

De estar en perfectas condiciones, sin dolores de cabeza o de un humor de perros, habría golpeado ese perfecto rostro a centímetros del mío. Debo admitir que es excusa también para no gastar mi energía ¿A quién engaño? Las ganas están pero no quiero perder el tiempo con el tipo raro.

—¿Familiar? —La definición de esa palabra no nos conecta en nada—. Apenas te conozco ojos de Uva. —Redondos y pequeños. Su actitud blanda también le queda.

—¿Ojos de-

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