Isabella
Tres semanas, dos días, 16 horas, 46 minutos y 16, 17 segundos... no 19, 20, 21, 22… ¡Bueno ustedes me entienden!
Es ese el tiempo exacto que llevo aquí. Comienzo a ver todo de manera demasiado familiar, tanto que incluso me ha dado temor de acostumbrarme a esta vida de lujo. No es por ser una estafadora aprovechada o algo parecido, pero se siente lindo que alguien más te acoja y te trate como la gente de esta mansión lo hace. Tengo días de ver su comportamiento, actitudes y acciones, así que todo se ha vuelto tan... conocido ¿estará mal sentirme as&
Desde que desperté ese día, en esa cama, sin ningún recuerdo, el miedo que me atormenta día y noche es el de no poder confiar en alguien. Temía que todos me dijeran mentiras, por eso mismo estuve reacia desde el inicio a creerles a los cazadores, solo escuchaba sus palabras y no me las tragaba. Era un constante, todos los días, todas las horas, cada minuto... contaba incluso los segundos. El miedo podía más conmigo.En los primeros días que pregunte mi historia nadie respondía, hasta que un día llegó Cole serio e inicio a contarme una historia realmente convincente. Acabé creyendo que era huérfana. Que mis padres me habían abandonado a mi suerte y que fue uno de los cazadores en ese tiempo quien me encontró y crió. Al final del relato, hubo un ataque a una manada, el que era mi padre en ese entonces murió por protegerme y yo perdí la memoria gra
Mi madre -Elizabeth Miller-, una hermosa mujer de cabellos castaños oscuros y hermosos ojos azules. Mi padre -Stive Miller-, un hombre de casi treinta años, cabello azabache y hermosos ojos mieles. Ambos vivían felices con su hija única, o sea yo, Isabela Miller, una chica de cabello azabache, ojos mieles y una piel tostada.—¿Puedo pasar?Saliendo del estupor se hicieron a un lado y me cedieron el paso. —Claro, pasa.Tensa, con las manos sudadas y la piel de gallina, entre a la
EricksonPor la ventana de la oficina del nuevo alfa Maxwell, observaba como mi amada se divertía con la bruja que alguna vez la ayudó a entrenar. Aún recuerdo esos días llenos de paz. Aunque para mí no eran así, ya que esa misma bruja que parecía una oveja mansa, se la pasaba persiguiéndome para no dejar que tocara a mi mujer. Se siente como si hubiera sido ayer, sobre todo por los golpes.–Mírala —El vampiro que más odio apareció a mi lado sonriendo maliciosamente hacia la chica en el patio—, tan solitaria y rota —suspiro dramáticamente sin dejar la sonrisa y apoyando su frente en el vidrio del ventanal—. Es una ternura ver un alma tan atormentada.Isa estaba feliz, sonriendo y riendo mientras hablaba con Areteusa. Intente no salir de mi zona de confort. Jamás entenderé la mentalidad de ese hombre que ha vivido tantos
MaxwellEl trabajo es tan agotador como las tareas del estudio. Levantarte temprano después de dormir un par de horas o incluso no dormir. Si alguien me hubiera dicho que esto de administrar una manada sería tan difícil no hubiera aceptado el cargo. Aunque lo hice más por las personas que no tenían donde ir, no me sorprendería que mi padre aun me crea un debilucho sin oportunidades.Todavía recuerdo sus insultos, torturas, maltratos y abusos.Mi madre debi&oacu
IsabellaAdormitada, así me sentía, era como despertar de un sueño después de haberme desvelado por días. Pestañe varias veces al escuchar el sonido de una cascada que se acercaba. Pero las cascadas no tienen como moverse. Eso o era yo recuperando mi conciencia. Y así era. Despertando en un lugar lejos de lo que era la manada del Alfa Maxwell. Esto era como... ¿Las cascadas del Niagara?Era de noche, las cascadas se veían hermosas con la luz multicolor. Además el cielo se veía estrellado, demasiado mágico para ser real. ¿Quién me
EricksonAreteusa analizaba el cuerpo de Isa mientras esta seguía inconsciente en su cama. Llegamos lo más rápido que pudimos cuando recibimos la llamada de sus padres diciendo que ella había vuelto a despertar. Al principio no entendimos pero cuando llegamos y la vimos tan cambiada como cuando no había perdido la memoria, entendimos. Pero las cosas no acababan ahí, notamos ese nuevo color en su cabello. Ese rojo fuego que parecía la llama de un fosforo encendido.Se veía hermosa, pero al mismo tiempo nos preocupó y quisimos saber la razón por la cual ella e
—Cariño, es hora.—Voy.Tome un gorro de Lana para ocultar mi cabellera tintada y lo coloque sobre mi cabeza al estar bajando las gradas del porche. Mi madre me esperaba sonriente, lista para ir a la plaza por las compras. Häel me advirtió que no le acompañara porque después me arrepentiría. No quise escucharlo así que, aquí estoy, caminando con Elizabeth Miller del brazo hasta la plaza y el súper.Mi madre llevaba una falda de flores larga y una blusa d
MaxwellEn mi habitación, sujetado a la cama con cadenas de acero, me preparaba para ser sometido de nuevo a la revisión de Häel. Sus manos cubiertas por guantes de látex preparaban una jeringa llena de ese líquido negro que siempre entraba por mis venas y estremecía mi sangre, causando dolor en cada extremidad por donde pasara la misma.Häel se encargaba de revisar mi control cada semana. En esta ocasión haría el procedimiento dos veces, asegurándose que no haya salido de control mi manejo con mi otra mitad. Me comentó que por las noches salía son