Subimos a Daniel al auto para llevarlo a la mansión. Con la voz entrecortada, por tanto, llorar, le doy la orden a Cardona de que llame a la funeraria.
Mientras tanto, yo llamo a mi hermana Melissa para darle la noticia y que ella pueda decírselo a María. Al contestar Melissa del otro lado, le digo con lágrimas en los ojos que mataron a Daniel. Melissa, voy para la mansión."¿Qué?", me grita Melissa por teléfono. "Lo que escuchaste, hermana. Los espero en la mansión para comunicarle a María que la boda se cancela por la muerte de Daniel."En medio de la confusión y el dolor, llegamos a la mansión y nos encontramos con María, quien al escuchar la noticia no puede contener el llanto. Juntas nos abrazamos, intentando consolarnos mutuamente en medio de la terrible noticia.Cardona llega con los representantes de la funeraria y comenzamos a planificar el funeral de Daniel. Mientras tanto, la noticia de su fallecimiento se va propagando entre amigos y familiares, generando aún más tristeza y conmoción en nuestro círculo cercano.La cancelación de la boda es inevitable, ya que no hay ánimo ni fuerzas para celebrar un día que debía ser de alegría y amor ya que el novio no esta. En su lugar, nos encontramos planeando un funeral en honor a Daniel, recordando los momentos felices que compartimos con él y lamentando la pérdida de un ser tan querido.La mansión, que antes estaba llena de alegría y preparativos para la boda, ahora se convierte en un lugar de dolor y lágrimas, recordando el vacío que deja la ausencia de Daniel. Su partida ha dejado un hueco imposible de llenar, y nos queda el consuelo de haber compartido momentos inolvidables con él mientras estuvo presente en nuestras vidas.Narra MaríaRecibir la noticia de la muerte del hombre que amas es muy doloroso, más aún si es el día de tu boda.¿Dónde está Daniel, tía Melissa?— le pregunto mirando hacia la nada y limpiando mis lágrimas. —María —¿Qué?— le grito a Abigaíl —¿Estás bien? —me pregunta ella. —No — le contesto abrazándome a Abigail como una niña pequeña, —dime cómo podré vivir sin él, Abigail— me quiero morir sin él, soy un alma en pena. Tengo el corazón herido y el alma destrozada, dejaré de amar, dejaré de soñar, dejaré de pensar que solo vivo para amarlo a él. Tengo el alma rota y el corazón en mil pedazos, esté donde esté, lo amaré.Abigail me abraza con fuerza y me susurra palabras de consuelo. Me recuerda que el amor de Daniel vivirá por siempre en mi corazón, que los recuerdos compartidos nunca desaparecerán. Me dice que no debo dejar que el dolor me consuma, que debo encontrar fuerzas para seguir adelante y honrar su memoria.Poco a poco, el dolor se va calmando. Aunque la herida en mi corazón seguirá presente, sé que debo encontrar una manera de sanar. Quizás nunca deje de amarlo, pero sé que debo encontrar la forma de vivir sin él. Abigail me ayuda a levantarme y me lleva a un lugar tranquilo donde pueda descansar y procesar todo lo que ha sucedido.El día que debía ser el más feliz de mi vida se convierte en el más triste. Pero sé que debo seguir adelante, por mí misma y por Daniel. Aunque su presencia física ya no esté conmigo, su amor vivirá por siempre en mi corazón. Y con ese pensamiento como guía, comienzo el duro proceso de sanar y encontrar la manera de vivir sin él me calmó .—Estoy recostada en la cama abrazada a Abigail cuando la puerta se abre. Veo a Ángeles entrar con lágrimas en sus ojos, así que me corro para que ella se acueste a mi lado, quedando en la mitad entre Abigail y Ángeles.—¿Lo viste, Ángeles? —si María me contesta limpiando sus propias lágrimas, la miro a los ojos— preguntando: "¿Cómo lo viste? ¿Crees que sufrió mucho al morir, Ángeles?".—No lo sé, María, pero Daniel no murió por el accidente —me siento como un resorte en la cama, enseguida Abigail.—¿Por qué lo dices, Ángeles? —pregunta Abigail— susurra Ángeles: "Hay algo que nos están ocultando, el cuerpo de Daniel tenía como cincuenta balas, a él lo mataron".Gracias a las palabras de Ángeles, mi corazón se acelera y siento un escalofrío recorrer mi cuerpo. ¿Cómo es posible que Daniel haya sido asesinado? ¿Quién pudo cometer semejante atrocidad? Las lágrimas vuelven a brotar de mis ojos mientras trato de procesar la impactante revelación.Ángeles me mira con compasión y me toma de la mano con ternura. "Lo siento, María. Sé que esto es difícil de aceptar, pero necesitamos descubrir la verdad y hacer justicia por Daniel", dice con determinación.Asiento con la cabeza, sintiendo una mezcla de dolor, enojo y determinación. No descansaré hasta encontrar al responsable de la muerte de Daniel y asegurarme de que pague por sus acciones.Abigaíl se une al abrazo grupal y juntas nos prometemos apoyarnos mutuamente en este difícil camino que tenemos por delante. La búsqueda de la verdad acaba de comenzar, y no descansaremos hasta obtener justicia para Daniel y venganza por su muerte.—Tengo que hablar con la tía Franchesca, ella no me puede ocultar nada sobre la muerte de Daniel.—María, esperemos al funeral y luego hablamos con mi abuela —te lo prometo.—Te creo, Abigail. Gracias por estar conmigo, las dos como siempre.—No hay de qué, María. Estamos juntas en esto y siempre lo estaremos. Vamos a estar allí para ti en todo momento. Ahora vamos a concentrarnos en despedir a Daniel como se merece y luego hablaremos con la tía Franchesca. Estoy segura de que nos ayudará a entender lo que sucedió. ¡Vamos a estar bien juntas!—hablo Ángeles como siempre con entusiasmo.Me limpio mis lágrimas y les doy una sonrisa, quitando mi vestido de novia, sintiendo el vacío que me ha dejado Daniel. Es imposible aceptar que no está junto a mí. Esta mañana me dio su último beso en mis labios...Continuara...Narra MaríaMe levanto con el alma rota y el corazón hecho pedazos. ¿Cómo le digo adiós al amor de mi vida?¿Cómo podré vivir sin ti? Y ahora que te me vas, te llevas mi vida entera. Hoy me despido de ti sin querer decir adiós. No te niego que tengo miedo, Daniel, de enfrentarme a la vida sin ti.No sé qué será de mi vida. ¿Cómo me despido de ti? ¿Cómo te dejo ir?— Caigo de rodillas y no dejo de llorar. ¿Cómo soporto este dolor, Daniel? ¿Cómo, mi amor?No niego que no quiero vivir sin ti. Vuelve, mi amor, me lo prometiste, Daniel, que siempre estaríamos juntos. Sé que no estuve en tu último aliento y en minutos te perdí. La impotencia y el dolor me están matando el alma.Siento un vacío inmenso, como si una parte de mí se hubiera ido contigo. Cierro los ojos e intento encontrar consuelo en los recuerdos que compartimos juntos, pero cada imagen, cada gesto amable, solo aumenta mi dolor.Mi mente está llena de preguntas sin respuesta. ¿Por qué te fuiste tan pronto, tan abruptamente? No
Sebastián — lo digo en un susurro— siento cómo me abraza.—Aquí estoy, tranquila —yo solo lloro sin poder pronunciar ni una palabra—, no te voy a dejar sola, hermosa. No llores más, se me rompe el corazón, verte así princesa de esta manera.Los dos lloramos, ella perdió al amor de su vida y yo a mi mejor amigo. —Quédate a mi lado, por favor, no sueltes mi mano, Sebastián.Sebastián, él ya no está conmigo, se fue, me lo mataron. Creen que no lo sé, no como ni duermo. Estos dos días han sido los más dolorosos de mi vida.Me agarré con fuerza a Sebastián, como si aún estuviera allí Daniel, protegiéndome de todo mal. Su ausencia pesaba más que cualquier otra cosa en mi vida. Sebastián me miraba con ojos llenos de comprensión y tristeza, sabiendo que no había palabras o abrazos que pudieran aliviar el dolor que ambos estábamos sintiendo.Pasaron las horas y las lágrimas seguían cayendo, formando un río de tristeza que parecía no tener fin. Sebastián se quedó a mi lado, cumpliendo su promes
Entra el Doctor: "Buenas tardes, ya tengo los resultados de la señora María Greco."—Doctor, ¿mi hija está bien? —pregunta Soledad con una lágrima traicionera.—Amor, cálmate, deja que el doctor nos diga qué tiene nuestra hija —le dice Giacomo, dándole un beso en los labios.—Les informo que la señora María necesita cuidarse y alimentarse mejor debido a su estado.—¿Qué estado, Doctor? —le pregunta Giacomo, asustado—. Veo que no están enterados. Ella está en estado de embarazo, tiene dos meses, pero estuvo a punto de perder al bebé. Necesito que coma, duerma y se relaje si quiere que el bebé llegue a este mundo sano y fuerte.Daniela mamá de Daniel .—Llego al hospital después de enterrar a mi hijo. No es fácil perder un hijo, pero aquí estoy siendo fuerte porque María me preocupa. Al llegar a donde están Giacomo, Soledad y Sebastián, escucho al doctor decir que María está embarazada.Los miro y mis lágrimas no tardan en salir. "Es una semilla, una esperanza que nos dejó Daniel", les
UNA SEMANA DESPUÉS—Me levanto temprano como todos los días. Estoy sola en esta habitación, rodeada por los recuerdos de nuestro amor. Cierro los ojos y puedo sentir su aroma todavía impregnado en mi piel. Me hundo en el sofá, tratando de controlar las lágrimas que amenazan con volver a brotar.Recuerdo el día en que nos conocimos, la forma en que sus ojos azules me miraron por primera vez y su sonrisa sincera me hizo sentir especial. Nunca pensé que un amor tan intenso pudiera terminar de esta manera, con él desapareciendo de mi vida sin previo aviso. Pero no encuentro respuestas, solo un profundo vacío en mi corazón que parece imposible de llenar.Me levanto del sofá y me dirijo al balcón, donde el sol empieza a ponerse en el horizonte. Cierro los ojos y respiro hondo, prometiendo a mí misma que algún día superaré esta herida y volveré a sonreír con verdadera alegría. Una semana aquí en Italia, viviendo junto a Sebastián y no logro superar este dolor.Quizás el tiempo cure estas he
—Corro por los pasillos de la empresa y llego a la recepción. "¿Ya llegó Sebastián?", le pregunté a Micaela, tomando aire. Siento que alguien me soba la espalda para relajarme.—¿Te encuentras bien, María? —pregunta Omar, el vicepresidente de la empresa y hermano menor de Sebastián, mi amigo, mi cómplice. Lo conocí el primer día que empecé a trabajar en esta empresa hace dos semanas.—Sí, estoy bien. Es que salí a comer un rico helado de chocolate con fresas y crema, los antojos de tu sobrinito —le hago caritas de una niña asustada.—Deja de mirarme así, mujer. ¿Cuáles son esas formas de llegar?— María, tienes que cuidarte.—Ya lo sé, no me regañes, Omar. Lo que pasa es que tu hermano Sebastián me envió a organizar la sala de juntas. Tiene una reunión con los Visconti en veinte minutos y no he hecho nada. Me ganó el antojito de mi bebé.—Te voy a ayudar, María, pero no me mires así con carita de borrego regañado.—Omar, es que no quiero que Sebastián se desilusione de mí.—María, mi h
Después de un par de horas en el salón de belleza, Micaela sale con un nuevo look. Su cabello ahora es un tono más claro y lleva un corte moderno que resalta sus facciones. Los lentes de contacto azules le dan un aire fresco y renovado.—¡Wow, Mica! Te ves espectacular. Omar no va a saber qué hacer cuando te vea —le digo admirando su transformación.Micaela sonríe radiante y me abraza agradecida. Estoy feliz de poder ayudar a mi amiga a sentirse segura y bella.Después de un rato charlando sobre su experiencia en el salón y lo emocionada que está por sorprender a Omar, decidimos ir a tomar algo para celebrar su nueva imagen. Mientras caminamos por la calle, veo a algunas personas voltear a mirar a Micaela, y no puedo evitar sentirme orgullosa de ella.Al llegar al café, nos sentamos en una mesa y pedimos nuestro pedido. Micaela me agradece una vez más por acompañarla y por haberla animado a cambiar su look. Me dice que se siente como una mujer nueva y más segura de sí misma. Estoy fel
—Buenos días —digo al llegar a la cocina, donde Ángela me pasa un vaso de jugo de naranja—. Gracias —le digo con una sonrisa.—Buenos días —escucho esa voz detrás de mí, erizando mi piel, donde siento un beso en mi mejilla—. ¿Estás lista, hermosa, para ver por primera vez a tu hijo?—Sí —le contesté con una sonrisa, dejándole un beso en su mejilla también.Después de media hora, estamos llegando al consultorio de la obstetra.Sebastián me ofrece su mano y la tomo con gratitud, sintiendo su presencia reconfortante a mi lado. Estoy nerviosa y emocionada al mismo tiempo por ver a mi bebé en la ecografía.La obstetra nos recibe con una sonrisa cálida y nos invita a pasar a su consultorio. Me acuesto en la camilla mientras Sebastián se sienta a mi lado, sujetando mi mano con firmeza. La obstetra aplica el gel sobre mi vientre y coloca el transductor, moviendo lo con delicadeza mientras observa la pantalla.Y entonces, lo veo. Mi bebé, ¿mis bebés? Su imagen borrosa pero claramente visible e
Nos quedamos mirándonos el uno al otro hasta que siento los labios de Sebastián en los míos.Un beso que empezó despacio, tierno, pero que en un segundo pasó a ser tan apasionado, me abraza desde mi cintura pegando su cuerpo al mío —susurrando muy cerca de mis labios— "te amo, María, siempre ha sido así, mi princesa". Mis pulsaciones se aceleran, mi corazón late con fuerza mientras siento su calor, su aroma embriagador. No puedo evitar corresponder a su beso con la misma intensidad, dejándome llevar por la pasión que nos envuelve.En ese momento, todo a nuestro alrededor desaparece. Solo existimos él y yo, fundidos en un beso que parece no tener fin. Sébastian me hace sentir especial, amada, protegida. Sus palabras me llegan al alma, haciéndome sentir completa.Nos separamos lentamente, con la respiración entrecortada y las mejillas sonrojadas. Nos quedamos mirándonos a los ojos, compartiendo un momento de complicidad y amor puro. Sé que este sentimiento es real, profundo y eterno.