—Salgo de casa directo a la iglesia, hoy es mi día, me caso con mi hermosa brujita, pero de repente, dos camionetas negras blindadas empiezan a disparar.
Acelero el auto, pero llamo a mi abuela Franchesca al celular de ella donde suena dos veces hasta que escucho su voz.—Hola Daniel, ¿dónde estás? —me pregunta mi abuela, y yo acelero más el carro, nervioso, no puedo hablar no me salen las palabras de la angustia que siento en estos momentos ,hasta qué logro decir.Ayúdame, abuela, me están siguiendo y disparando, no sé quiénes son, pero te digo las placas de los autos por si me pasa algo grave.Dile a María que la amo demasiado y que me perdone por no haber llegado a nuestra boda, por no cumplir la promesa de estar juntos para siempre —le digo entre lágrimas—. Dile que sea feliz por los dos.—Abuela, dile a Sebastián que cuide y proteja a mi tesoro, confío en él —me estrello con un árbol.—Daniel, Daniel —No, mi nieto, no.¿Estás bien? ¿Me escuchas? —escucho la voz angustiada de mi abuela mientras intento recuperar el aliento. El impacto contra el árbol ha dejado mi cuerpo dolorido y la visión borrosa, pero la adrenalina y el miedo siguen corriendo por mis venas.Intento responderle a mi abuela, pero solo salen balbuceos incoherentes de mi boca. La preocupación se dibuja en su voz cuando pronuncia mi nombre una vez más, llamándome con insistencia.—Por favor, abuela, busca quién me hizo esto, diles lo que está sucediendo. Diles las placas de esas camionetas, necesito ayuda urgente —consigo articular finalmente, aunque el dolor me envuelve cada vez más.Siento la desesperación y el amor en la voz de mi abuela mientras me asegura que hará lo que sea necesario para ayudarme. Me susurra palabras de aliento y promete que no me abandonará en esta situación tan angustiante.El ruido de las explosiones y los disparos se intensifica a mi alrededor, y mi corazón late desbocado en mi pecho. Siento mi vida desvaneciéndose lentamente mientras espero a que llegue la ayuda.En medio de la confusión y el caos, el nombre de María sigue resonando en mi mente. La imagen de su sonrisa radiante mientras caminamos hacia el altar se desvanece ante la brutal realidad que estoy viviendo. El recuerdo de nuestro amor, los planes de futuro y las promesas eternas fluyen por mi mente en un torrente de emociones abrumadoras.Mientras luchaba por mantenerme despierto y aferrarme a la esperanza, la voz de mi abuela se escucha nuevamente, pero esta vez parece alejarse. Grito su nombre, pero no hay respuesta.El silencio se adueña del ambiente, solo interrumpido por los latidos acelerados de mi corazón maltrecho. Siento una extraña calma invadir todo mi ser, como si mi abuela estuviese a mi lado, cuidándome incluso en la distancia.Mis ojos se cierran lentamente y las imágenes de mi vida pasan rápidamente. Mi amor por María, mi familia, mi pasión por la música, todo queda reducido a instantes fugaces en mi memoria.Entonces, en medio de la oscuridad, una voz me susurra al oído. Reconozco su tono amoroso y reconfortante. Es mi abuela, hablándome desde algún lugar desconocido.—No te preocupes, mi valiente Daniel. Estaré contigo siempre, incluso más allá de esta vida. Descansa ahora, mi nieto. Descansa en paz.Narra FranchescaRecibo la llamada de Daniel, mi nieto, y la angustia que siento en estos momentos es muy grande. Salgo corriendo hacia el auto, y en ese momento llega Cardona, mi mano derecha.—¿Pasa algo, Franchesca? —me pregunta Cardona. "Me llamo Daniel", le contesto, limpiando mis lágrimas. "Le están disparando".Al llegar al lugar, veo el auto de Daniel estrellado contra un árbol. Pero cuando nos acercamos al auto, Daniel estaba lleno de balas. Cardona logra sacar a Daniel del auto, y luego explota.—No te preocupes, mi valiente Daniel. Estaré contigo siempre, incluso más allá de esta vida. Descansa ahora, mi nieto. Descansa en paz.Mientras observo la escena desgarradora frente a mí, siento cómo el dolor se apodera de mi corazón. Las lágrimas fluyen sin control por mis mejillas mientras sostengo el cuerpo sin vida de mi amado nieto en mis brazos. Mi mente no puede comprender la crueldad de esta tragedia, pero encuentro consuelo en el hecho de que estuve allí para él en su último momento.Cardona mira con incredulidad la explosión que ha dejado una nube de humo negro en el aire. Su rostro refleja tanto horror como determinación mientras él y yo nos alejamos del destrozado automóvil. Aunque la tristeza nos abruma, la necesidad de proteger a Daniel aún prevalece. Mis manos temblorosas, llenas de sangre, se aferran a su frágil cuerpo mientras le rindo mi último adiós."Malditos sean aquellos que te han hecho daño, mi querido nieto", susurro con voz quebrada, incapaz de aceptar la brutalidad de su partida. "Prometo encontrar justicia para ti. No descansaré hasta que los responsables paguen por sus despreciables acciones".Mi mente se llena de recuerdos felices y risas compartidas con Daniel. Me esfuerzo por aferrarme a esos momentos como una forma de mantener viva su memoria. Cierro mis ojos y le hablo en silencio, recordándole lo orgullosa que estoy de él y lo mucho que siempre lo amaré.Mientras el sol se pone lentamente en el horizonte, la tristeza se mezcla con la determinación en mi corazón. Me comprometo a luchar incansablemente para descubrir la verdad detrás de este terrible suceso y vengar la vida de mi nieto. Cardona, mi leal compañero de vida, sabiendo que estoy destrozada por dentro, me ofrece su mano, dándome fuerzas para seguir adelante."Juntos superaremos esto, Franchesca", me dice con una voz llena de compasión. "Daniel vivirá a través de nosotros mientras luchamos por la justicia y la paz que él merece".Asiento con gratitud, sintiendo el apoyo de alguien que ha estado a mi lado durante décadas. Nos unimos en un abrazo lleno de determinación y resolución, listos para enfrentar lo que sea necesario para honrar la memoria de Daniel y asegurarnos de que su muerte no haya sido en vano. Prometemos ser su voz y su fuerza en un mundo donde el mal nunca triunfará.Mientras caminamos juntos hacia el horizonte, mis lágrimas se mezclan con una feroz determinación. A partir de este momento, nos convertimos en el faro de esperanza y justicia para aquellos seres que les dolerá la muerte de Daniel.Cuya vida ha sido arrebatada injustamente. El recuerdo de Daniel nunca se desvanecerá, y lucharemos hasta el último aliento para asegurar que su legado sea uno de amor, lucha y redención...Continuara...Subimos a Daniel al auto para llevarlo a la mansión. Con la voz entrecortada, por tanto, llorar, le doy la orden a Cardona de que llame a la funeraria.Mientras tanto, yo llamo a mi hermana Melissa para darle la noticia y que ella pueda decírselo a María. Al contestar Melissa del otro lado, le digo con lágrimas en los ojos que mataron a Daniel. Melissa, voy para la mansión."¿Qué?", me grita Melissa por teléfono. "Lo que escuchaste, hermana. Los espero en la mansión para comunicarle a María que la boda se cancela por la muerte de Daniel."En medio de la confusión y el dolor, llegamos a la mansión y nos encontramos con María, quien al escuchar la noticia no puede contener el llanto. Juntas nos abrazamos, intentando consolarnos mutuamente en medio de la terrible noticia.Cardona llega con los representantes de la funeraria y comenzamos a planificar el funeral de Daniel. Mientras tanto, la noticia de su fallecimiento se va propagando entre amigos y familiares, generando aún más tristeza
Narra MaríaMe levanto con el alma rota y el corazón hecho pedazos. ¿Cómo le digo adiós al amor de mi vida?¿Cómo podré vivir sin ti? Y ahora que te me vas, te llevas mi vida entera. Hoy me despido de ti sin querer decir adiós. No te niego que tengo miedo, Daniel, de enfrentarme a la vida sin ti.No sé qué será de mi vida. ¿Cómo me despido de ti? ¿Cómo te dejo ir?— Caigo de rodillas y no dejo de llorar. ¿Cómo soporto este dolor, Daniel? ¿Cómo, mi amor?No niego que no quiero vivir sin ti. Vuelve, mi amor, me lo prometiste, Daniel, que siempre estaríamos juntos. Sé que no estuve en tu último aliento y en minutos te perdí. La impotencia y el dolor me están matando el alma.Siento un vacío inmenso, como si una parte de mí se hubiera ido contigo. Cierro los ojos e intento encontrar consuelo en los recuerdos que compartimos juntos, pero cada imagen, cada gesto amable, solo aumenta mi dolor.Mi mente está llena de preguntas sin respuesta. ¿Por qué te fuiste tan pronto, tan abruptamente? No
Sebastián — lo digo en un susurro— siento cómo me abraza.—Aquí estoy, tranquila —yo solo lloro sin poder pronunciar ni una palabra—, no te voy a dejar sola, hermosa. No llores más, se me rompe el corazón, verte así princesa de esta manera.Los dos lloramos, ella perdió al amor de su vida y yo a mi mejor amigo. —Quédate a mi lado, por favor, no sueltes mi mano, Sebastián.Sebastián, él ya no está conmigo, se fue, me lo mataron. Creen que no lo sé, no como ni duermo. Estos dos días han sido los más dolorosos de mi vida.Me agarré con fuerza a Sebastián, como si aún estuviera allí Daniel, protegiéndome de todo mal. Su ausencia pesaba más que cualquier otra cosa en mi vida. Sebastián me miraba con ojos llenos de comprensión y tristeza, sabiendo que no había palabras o abrazos que pudieran aliviar el dolor que ambos estábamos sintiendo.Pasaron las horas y las lágrimas seguían cayendo, formando un río de tristeza que parecía no tener fin. Sebastián se quedó a mi lado, cumpliendo su promes
Entra el Doctor: "Buenas tardes, ya tengo los resultados de la señora María Greco."—Doctor, ¿mi hija está bien? —pregunta Soledad con una lágrima traicionera.—Amor, cálmate, deja que el doctor nos diga qué tiene nuestra hija —le dice Giacomo, dándole un beso en los labios.—Les informo que la señora María necesita cuidarse y alimentarse mejor debido a su estado.—¿Qué estado, Doctor? —le pregunta Giacomo, asustado—. Veo que no están enterados. Ella está en estado de embarazo, tiene dos meses, pero estuvo a punto de perder al bebé. Necesito que coma, duerma y se relaje si quiere que el bebé llegue a este mundo sano y fuerte.Daniela mamá de Daniel .—Llego al hospital después de enterrar a mi hijo. No es fácil perder un hijo, pero aquí estoy siendo fuerte porque María me preocupa. Al llegar a donde están Giacomo, Soledad y Sebastián, escucho al doctor decir que María está embarazada.Los miro y mis lágrimas no tardan en salir. "Es una semilla, una esperanza que nos dejó Daniel", les
UNA SEMANA DESPUÉS—Me levanto temprano como todos los días. Estoy sola en esta habitación, rodeada por los recuerdos de nuestro amor. Cierro los ojos y puedo sentir su aroma todavía impregnado en mi piel. Me hundo en el sofá, tratando de controlar las lágrimas que amenazan con volver a brotar.Recuerdo el día en que nos conocimos, la forma en que sus ojos azules me miraron por primera vez y su sonrisa sincera me hizo sentir especial. Nunca pensé que un amor tan intenso pudiera terminar de esta manera, con él desapareciendo de mi vida sin previo aviso. Pero no encuentro respuestas, solo un profundo vacío en mi corazón que parece imposible de llenar.Me levanto del sofá y me dirijo al balcón, donde el sol empieza a ponerse en el horizonte. Cierro los ojos y respiro hondo, prometiendo a mí misma que algún día superaré esta herida y volveré a sonreír con verdadera alegría. Una semana aquí en Italia, viviendo junto a Sebastián y no logro superar este dolor.Quizás el tiempo cure estas he
—Corro por los pasillos de la empresa y llego a la recepción. "¿Ya llegó Sebastián?", le pregunté a Micaela, tomando aire. Siento que alguien me soba la espalda para relajarme.—¿Te encuentras bien, María? —pregunta Omar, el vicepresidente de la empresa y hermano menor de Sebastián, mi amigo, mi cómplice. Lo conocí el primer día que empecé a trabajar en esta empresa hace dos semanas.—Sí, estoy bien. Es que salí a comer un rico helado de chocolate con fresas y crema, los antojos de tu sobrinito —le hago caritas de una niña asustada.—Deja de mirarme así, mujer. ¿Cuáles son esas formas de llegar?— María, tienes que cuidarte.—Ya lo sé, no me regañes, Omar. Lo que pasa es que tu hermano Sebastián me envió a organizar la sala de juntas. Tiene una reunión con los Visconti en veinte minutos y no he hecho nada. Me ganó el antojito de mi bebé.—Te voy a ayudar, María, pero no me mires así con carita de borrego regañado.—Omar, es que no quiero que Sebastián se desilusione de mí.—María, mi h
Después de un par de horas en el salón de belleza, Micaela sale con un nuevo look. Su cabello ahora es un tono más claro y lleva un corte moderno que resalta sus facciones. Los lentes de contacto azules le dan un aire fresco y renovado.—¡Wow, Mica! Te ves espectacular. Omar no va a saber qué hacer cuando te vea —le digo admirando su transformación.Micaela sonríe radiante y me abraza agradecida. Estoy feliz de poder ayudar a mi amiga a sentirse segura y bella.Después de un rato charlando sobre su experiencia en el salón y lo emocionada que está por sorprender a Omar, decidimos ir a tomar algo para celebrar su nueva imagen. Mientras caminamos por la calle, veo a algunas personas voltear a mirar a Micaela, y no puedo evitar sentirme orgullosa de ella.Al llegar al café, nos sentamos en una mesa y pedimos nuestro pedido. Micaela me agradece una vez más por acompañarla y por haberla animado a cambiar su look. Me dice que se siente como una mujer nueva y más segura de sí misma. Estoy fel
—Buenos días —digo al llegar a la cocina, donde Ángela me pasa un vaso de jugo de naranja—. Gracias —le digo con una sonrisa.—Buenos días —escucho esa voz detrás de mí, erizando mi piel, donde siento un beso en mi mejilla—. ¿Estás lista, hermosa, para ver por primera vez a tu hijo?—Sí —le contesté con una sonrisa, dejándole un beso en su mejilla también.Después de media hora, estamos llegando al consultorio de la obstetra.Sebastián me ofrece su mano y la tomo con gratitud, sintiendo su presencia reconfortante a mi lado. Estoy nerviosa y emocionada al mismo tiempo por ver a mi bebé en la ecografía.La obstetra nos recibe con una sonrisa cálida y nos invita a pasar a su consultorio. Me acuesto en la camilla mientras Sebastián se sienta a mi lado, sujetando mi mano con firmeza. La obstetra aplica el gel sobre mi vientre y coloca el transductor, moviendo lo con delicadeza mientras observa la pantalla.Y entonces, lo veo. Mi bebé, ¿mis bebés? Su imagen borrosa pero claramente visible e