Después de un par de horas en el salón de belleza, Micaela sale con un nuevo look. Su cabello ahora es un tono más claro y lleva un corte moderno que resalta sus facciones. Los lentes de contacto azules le dan un aire fresco y renovado.—¡Wow, Mica! Te ves espectacular. Omar no va a saber qué hacer cuando te vea —le digo admirando su transformación.Micaela sonríe radiante y me abraza agradecida. Estoy feliz de poder ayudar a mi amiga a sentirse segura y bella.Después de un rato charlando sobre su experiencia en el salón y lo emocionada que está por sorprender a Omar, decidimos ir a tomar algo para celebrar su nueva imagen. Mientras caminamos por la calle, veo a algunas personas voltear a mirar a Micaela, y no puedo evitar sentirme orgullosa de ella.Al llegar al café, nos sentamos en una mesa y pedimos nuestro pedido. Micaela me agradece una vez más por acompañarla y por haberla animado a cambiar su look. Me dice que se siente como una mujer nueva y más segura de sí misma. Estoy fel
—Buenos días —digo al llegar a la cocina, donde Ángela me pasa un vaso de jugo de naranja—. Gracias —le digo con una sonrisa.—Buenos días —escucho esa voz detrás de mí, erizando mi piel, donde siento un beso en mi mejilla—. ¿Estás lista, hermosa, para ver por primera vez a tu hijo?—Sí —le contesté con una sonrisa, dejándole un beso en su mejilla también.Después de media hora, estamos llegando al consultorio de la obstetra.Sebastián me ofrece su mano y la tomo con gratitud, sintiendo su presencia reconfortante a mi lado. Estoy nerviosa y emocionada al mismo tiempo por ver a mi bebé en la ecografía.La obstetra nos recibe con una sonrisa cálida y nos invita a pasar a su consultorio. Me acuesto en la camilla mientras Sebastián se sienta a mi lado, sujetando mi mano con firmeza. La obstetra aplica el gel sobre mi vientre y coloca el transductor, moviendo lo con delicadeza mientras observa la pantalla.Y entonces, lo veo. Mi bebé, ¿mis bebés? Su imagen borrosa pero claramente visible e
Nos quedamos mirándonos el uno al otro hasta que siento los labios de Sebastián en los míos.Un beso que empezó despacio, tierno, pero que en un segundo pasó a ser tan apasionado, me abraza desde mi cintura pegando su cuerpo al mío —susurrando muy cerca de mis labios— "te amo, María, siempre ha sido así, mi princesa". Mis pulsaciones se aceleran, mi corazón late con fuerza mientras siento su calor, su aroma embriagador. No puedo evitar corresponder a su beso con la misma intensidad, dejándome llevar por la pasión que nos envuelve.En ese momento, todo a nuestro alrededor desaparece. Solo existimos él y yo, fundidos en un beso que parece no tener fin. Sébastian me hace sentir especial, amada, protegida. Sus palabras me llegan al alma, haciéndome sentir completa.Nos separamos lentamente, con la respiración entrecortada y las mejillas sonrojadas. Nos quedamos mirándonos a los ojos, compartiendo un momento de complicidad y amor puro. Sé que este sentimiento es real, profundo y eterno.
Narra Sebastián:Besar a María es un sueño hecho realidad. Terminé de organizar los papeles que necesito para la reunión con marketing mañana. Me levanto de la silla y me sirvo un vaso de whisky, pensando en Daniel y recordando las promesas que nos hacíamos cuando éramos unos adolescentes.Flashback:—Daniel, ¡espérame! ¡Me invitaste a correr y me dejaste plantado! —le grito mientras corro para alcanzarlo, solo lo escucho reír y decir—. "Muévete, flojo". Después de un rato corriendo por el parque, fuimos a tomar un jugo de naranja con varias vitaminas.—¿Por qué pides esa vitamina de "Maro macho", Daniel, si solo somos muchachos de 17 años?—Sebastián, escucha, hermano. Cuando me case con mi brujita, con el amor de mi vida que es María, quiero embarazarla de varios en un solo embarazo. ¿Te imaginas trillizos o quintillizos? —me miraba feliz.—Eres un caso perdido, Daniel. Pobre mi amiga María, con el semental que tendrá de esposo. —Pero la amo con toda mi alma.—Tal vez la amo menos q
Estoy preparando un café para llevarle a Sebastián cuando miro entrar a Micaela caminando raro, así que me imagino por qué.—Buenos días, María —deja de mirarme así, amiga. Mi amiga, la del medio, está un poco dolorida, pero es por culpa del ejercicio que practiqué anoche —yo no he dicho nada Micaela —le digo pasándole una taza de café y ella se sienta como una reina en la cocina de la empresa.La escucho dar un suspiro —sabe, María, me comí la deliciosa banana de Omar y ¡qué bananote amiga! Mira cómo me dejó, abierta y feliz jajajaja. ¿Y a ti cómo te fue ayer, María? — ella me pregunta, yo me siento al lado de Micaela con una taza de café. Bien, amiga, mis pequeños están creciendo, sanos y fuertes—coloco mis manos en mi vientre.—¿Tus pequeños? ¿Cuántos son, María, una docena? —no seas exagerada, Micaela —le contesto con una sonrisa—. Son trillizos, amiga.—Micaela escupe el café, mojando mi cara—¿Qué me estás diciendo, María? —lo que escuchaste, loca —le digo con una sonrisa.Micael
Narra SebastiánEstaba en mi oficina terminando de firmar unos proyectos, cuando la puerta se abrió y se asomó Erika. —¿Puedo pasar? —me habló entre lágrimas.—¿Qué te pasó ahora? —le pregunté un poco irritado, ella siempre empezaba los enfrentamientos con los compañeros de trabajo.—Tu nueva asistente me trató muy mal delante de la recepcionista, Sebastián. ¡Exijo que la despidas de inmediato, a esa gata inútil! —"¡Te callas!", le dije dando un grito y pegándole un puño fuerte al escritorio. "Tú no eres nadie para venir a exigir a quién tengo que despedir, Erika".—María es mi novia, la madre de mis hijos y va a ser mi esposa. Fuera de eso, es socia de la empresa.—Sebastián, no me mientas por proteger a esa mujer de pacotilla. —"No te estoy mintiendo, Erika. Eres muy poco funcional, no sigues las reglas de la empresa", gruñí.—Sebastián, si no la despides, hablaré con papá. —La volteé a mirar con ganas de matarla. —Ve y habla con tu papá, dile que quieres que se despida a María Grec
Caminamos por las calles, disfrutando del aire fresco y la compañía del otro. María se veía radiante, su embarazo le daba un brillo especial y la hacía aún más hermosa. Llegamos al restaurante y nos sentamos en una mesa cerca de la ventana, disfrutando de la vista y de la comida. Hablamos de todo un poco, de planes futuros, de cómo sería la vida cuando los trillizos lleguen, de nuestros sueños y deseos. María estaba emocionada, y eso me llenaba el corazón de felicidad.Después de la cena, nos dirigimos a casa. Me despedí de ella en la entrada principal de la mansión con un beso en los labios. "No llegues tan tarde, Sebastián", me susurra María abrazándome. "Te lo prometo, no te acuestes tarde echando chisme con ese par de locas.""Jajajaja", la escucho reír a carcajadas. "Se lo voy a decir", me dice limpiándose las lágrimas que le salieron de tanto reírse.Entro a casa con una sonrisa en el rostro por la divertida despedida con Sebastián. Me preparo para darme un baño y llamar tempran
Ya son las dos de la mañana y yo no he podido dormir nada, me siento incómoda y estoy muy inquieta. No dejo de pensar en Sebastián, la verdad quiero estar con él, no sé si son las hormonas del embarazo. Sus palabras, sus besos, la forma en que me habla, me abraza y me mira. Resoplo frustrada con mi amiga de la mitad palpitando por sentir la banana de Sebastián.Me levanto de la cama para ir a buscar un delicioso helado en la cocina. Mientras camino por el pasillo para bajar las escaleras, trato de hacer el menor ruido posible, ya que no quiero despertar a Sebastián, porque si lo veo, me lanzo como una loba feroz a comerme un caperucín jajaja. Me río por mis pensamientos tan idiotas.Una vez en la cocina, llego a la nevera y me sirvo el helado con mucha salsa de mora, me recuesto en la encimera para mirar la luna mientras me voy comiendo mi helado. Pienso en cómo me cambió la vida en un mes y una semana, en cómo cambian los sentimientos por otra persona de un momento a otro.Siento que