Narra SebastiánEstaba en mi oficina terminando de firmar unos proyectos, cuando la puerta se abrió y se asomó Erika. —¿Puedo pasar? —me habló entre lágrimas.—¿Qué te pasó ahora? —le pregunté un poco irritado, ella siempre empezaba los enfrentamientos con los compañeros de trabajo.—Tu nueva asistente me trató muy mal delante de la recepcionista, Sebastián. ¡Exijo que la despidas de inmediato, a esa gata inútil! —"¡Te callas!", le dije dando un grito y pegándole un puño fuerte al escritorio. "Tú no eres nadie para venir a exigir a quién tengo que despedir, Erika".—María es mi novia, la madre de mis hijos y va a ser mi esposa. Fuera de eso, es socia de la empresa.—Sebastián, no me mientas por proteger a esa mujer de pacotilla. —"No te estoy mintiendo, Erika. Eres muy poco funcional, no sigues las reglas de la empresa", gruñí.—Sebastián, si no la despides, hablaré con papá. —La volteé a mirar con ganas de matarla. —Ve y habla con tu papá, dile que quieres que se despida a María Grec
Caminamos por las calles, disfrutando del aire fresco y la compañía del otro. María se veía radiante, su embarazo le daba un brillo especial y la hacía aún más hermosa. Llegamos al restaurante y nos sentamos en una mesa cerca de la ventana, disfrutando de la vista y de la comida. Hablamos de todo un poco, de planes futuros, de cómo sería la vida cuando los trillizos lleguen, de nuestros sueños y deseos. María estaba emocionada, y eso me llenaba el corazón de felicidad.Después de la cena, nos dirigimos a casa. Me despedí de ella en la entrada principal de la mansión con un beso en los labios. "No llegues tan tarde, Sebastián", me susurra María abrazándome. "Te lo prometo, no te acuestes tarde echando chisme con ese par de locas.""Jajajaja", la escucho reír a carcajadas. "Se lo voy a decir", me dice limpiándose las lágrimas que le salieron de tanto reírse.Entro a casa con una sonrisa en el rostro por la divertida despedida con Sebastián. Me preparo para darme un baño y llamar tempran
Ya son las dos de la mañana y yo no he podido dormir nada, me siento incómoda y estoy muy inquieta. No dejo de pensar en Sebastián, la verdad quiero estar con él, no sé si son las hormonas del embarazo. Sus palabras, sus besos, la forma en que me habla, me abraza y me mira. Resoplo frustrada con mi amiga de la mitad palpitando por sentir la banana de Sebastián.Me levanto de la cama para ir a buscar un delicioso helado en la cocina. Mientras camino por el pasillo para bajar las escaleras, trato de hacer el menor ruido posible, ya que no quiero despertar a Sebastián, porque si lo veo, me lanzo como una loba feroz a comerme un caperucín jajaja. Me río por mis pensamientos tan idiotas.Una vez en la cocina, llego a la nevera y me sirvo el helado con mucha salsa de mora, me recuesto en la encimera para mirar la luna mientras me voy comiendo mi helado. Pienso en cómo me cambió la vida en un mes y una semana, en cómo cambian los sentimientos por otra persona de un momento a otro.Siento que
No puedo negar que me estoy muriendo por él, por estar en sus brazos. Así que si Sebastián es mi futuro, no pienso huir más por lo que siento.—Sebastián— digo entre jadeos— ya no quiero pensar más si está bien o mal, quiero ser tuya, quiero estar en tus brazos y quiero tu banana dentro de mi cosita.—Me acabas de hacer el hombre más feliz de este mundo, mi hermosa y bella mujer. —Te juro que nunca te voy a dejar, ni a fallar, ni a ti ni a nuestros hijos que están por llegar a este mundo. Siento cómo Sebastián se apodera de mis labios, el aire nos falta y necesitamos respirar, pero ninguno quiere romper el beso.Él desliza sus manos por mis piernas haciéndome sentir el bulto de su masculinidad creciente, y mi cosita palpita por tener su banano dentro para que me lleve al cielo o al infierno, eso no importa en estos momentos.La pasión entre Sebastián y yo es abrumadora, nos consumimos en el deseo y la lujuria, entregándonos por completo el uno al otro. Cada caricia, cada beso, cada ro
Narra SebastiánTener a la mujer que desde niño siempre has amado en tus brazos, durmiendo después de amarla como siempre soñaste. Pero me siento un canalla, un mal amigo. No hace mucho que murió mi mejor amigo y estoy con su prometida.La conciencia no me deja dormir. ¿Cómo hago, amigo, para no sentir que te traicioné? La amo y no pude evitar tenerla en mis brazos, besarla, tocarla, probarla, hacerla mía. Me limpio mis lágrimas, me siento en las nubes flotando, lleno de sueños que quiero realizar con María y los bebés. Me siento pleno, ansioso, feliz, amado, pero con mis sentimientos encontrados. Por un lado, no dejo de pensar en que estoy traicionando a mi amigo, y por el otro, feliz de tener junto a mí a María.—¿No crees que si me sigues mirando tanto me vas a desgastar?—buenos días me susurra María medio dormida. Al oír su voz recién levantada, toda mi piel se eriza. —Yo creo que aún te falta mucho para desgastar tu cuerpo princesa—digo, dándole un beso en esos labios que me fas
— Estoy firmando unos papeles — cuando entra María con una taza de café y un sobre en la mano.— Cariño, llegó esta invitación — me la pasa, dejando a un lado mi café y dándome un beso en los labios.— ¿Qué invitación es? — le pregunto mientras doy un sorbo a mi café.— Es un sobre para la fiesta de aniversario de la empresa, ¿cuándo es, amor?— Para dentro de un mes — le contesto, ¿por qué las reparten tan temprano?—me pregunta ella mirando la invitación por todos lados.— No las reparten, María. Esta es la invitación que mandé hacer, solo la mandaron para que la apruebe. Si no me gusta, se hacen los cambios.— A mí me gusta. Entonces llama y diles que está aprobada la invitación, mi cielo.—Claro, amor. Voy a llamar ahora mismo —respondo, mientras tomo mi teléfono y marco el número de la imprenta.—Hola, buenas tardes. Estoy llamando para confirmar que la invitación para la fiesta de aniversario de la empresa está aprobada. Sí, así es, todo está perfecto. Muchas gracias por su traba
Narra MaríaSalí de la oficina de Sebastián para ir a almorzar con Micaela. Al llegar a la recepción de la empresa, le dije a Micaela que nos íbamos a almorzar. "Claro, amiga", me contestó con una sonrisa, levantándose de su silla y agarrando su bolso y celular.—María, ¿estás bien? —me preguntó Micaela—. Llevas diez minutos con los cubiertos en la mano, pero no has probado ni un bocado de la comida.Levanté mi mirada llena de lágrimas. "¿Qué te pasa?" —me preguntó Micaela.—No sé cómo decirte lo que pienso, lo que siento, amiga, mis miedos.—¿Qué sientes en ese corazón tan especial y sincero que tienes? —me preguntó Micaela.—Me acosté anoche con Sebastián —le respondí con un hilo en mi voz.—Por fin te comiste el banano de Sebastián, ¿eh? Ahí, amiga, cuenta más —dijo Micaela—. Estoy arrepentida, Micaela, siento que traicioné y engañé a Daniel.—María, él ya no está, no volverá. Debes aceptar que partió para siempre, que será un ángel para ti y tus hijos.—Pero es que siento tanta cu
Narra SebastiánVi sus ojos rojos de tanto llorar y se me rompió el corazón, pero cuando me dijo "tenemos que hablar" sentí un miedo , recorrer todo mi cuerpo.—María, te escucho —le digo sirviendo un vaso de whisky. La miro y se sienta en la silla frente a donde yo estaba parado.—Sebastián, no sé cómo decirte esto, no quiero lastimarte, perdón...No la dejo terminar de hablar cuando la interrumpo, "dime lo que tengas que decir, soy un hombre, no un niño", María le contesto mirándola a los ojos.—Lo que pasó anoche entre los dos no puede volver a pasar, Sebastián. Fue un error, me dejé llevar.—Me levanto dejando el vaso en la mesa, "te entiendo, María. Sé que no es fácil aceptar lo que sentimos. Yo te amo y no me arrepiento de lo que viví anoche contigo". Me acerco a ella, agarro sus manos entre las mías, "escucha, solo te voy a preguntar una cosa y quiero que me la contestes con sinceridad: ¿estás arrepentida o fue un error?"—"Las dos cosas", me responde ella, apartando sus manos