Sebastián — lo digo en un susurro— siento cómo me abraza.
—Aquí estoy, tranquila —yo solo lloro sin poder pronunciar ni una palabra—, no te voy a dejar sola, hermosa. No llores más, se me rompe el corazón, verte así princesa de esta manera.Los dos lloramos, ella perdió al amor de su vida y yo a mi mejor amigo. —Quédate a mi lado, por favor, no sueltes mi mano, Sebastián.Sebastián, él ya no está conmigo, se fue, me lo mataron. Creen que no lo sé, no como ni duermo. Estos dos días han sido los más dolorosos de mi vida.Me agarré con fuerza a Sebastián, como si aún estuviera allí Daniel, protegiéndome de todo mal. Su ausencia pesaba más que cualquier otra cosa en mi vida. Sebastián me miraba con ojos llenos de comprensión y tristeza, sabiendo que no había palabras o abrazos que pudieran aliviar el dolor que ambos estábamos sintiendo.Pasaron las horas y las lágrimas seguían cayendo, formando un río de tristeza que parecía no tener fin. Sebastián se quedó a mi lado, cumpliendo su promesa de no dejarme sola en este momento tan difícil. Su presencia era reconfortante, pero no podía evitar sentirme vacía por dentro sin Daniel a mi lado.Aunque la vida parecía haber perdido todo sentido, sabía que tenía que mantenerme fuerte por mi familia, por Sebastián y por mí misma. Debía encontrar la forma de superar este dolor y seguir adelante, aunque una parte de mí se resistía a aceptar que Daniel ya no estaba entre nosotros.Entonces, decidí que no iba a dejar que la tristeza y el dolor me consumieran por completo. Respiré hondo, tratando de encontrar un poco de calma en medio de la tormenta emocional que me envolvía. Me prometí a mí misma que iba a honrar la memoria de Daniel viviendo la vida al máximo, tal como él lo hubiera querido. Y con ese pensamiento en mente, me sequé las lágrimas y me preparé para enfrentar el futuro con valentía.Narra Sebastián— María, María, reacciona. Se desmayó en mis brazos, así que corro con ella al auto y le digo a Abigail que le avise a sus padres que la llevo al hospital.Manejo como un loco, pasando autos y los semáforos en rojo, pero eso no me importa en estos momentos. Por fin llego al hospital, la saco del auto y la llevo en mis brazos. Unos enfermeros me la reciben y la colocan en una camilla.Llevo una hora dando vueltas de un lado para otro en esta sala de espera.— Deja de dar tantas vueltas, me tienes mareado Sebastián.— Señor Giacomo, lo siento, estoy muy nervioso. Tranquilo hombre, relájese, todo va a estar bien.— María no ha dormido muy bien, tampoco ha comido en estos dos días. Eso la tuvo que descomponer, por eso se desmayó. Toma, tómate este café.Después de esperar unas horas veo salir al doctor—familiares de María Greco Álvarez.—somos nosotros doctor escucho hablar al señor Giacomo.—Les informó, la señora Maria está sedada, le mande hacer unos exámenes, apenas tenga los resultados, les aviso.— Gracias, doctor, me siento un poco mejor ahora. ¿Cuándo podré ver a María?— En unos momentos la llevarán a una habitación para que pueda descansar. Ha estado un poco débil, pero con reposo y una buena alimentación se recuperará pronto.Finalmente, después de varias horas de espera, me permiten entrar a ver a María. Está pálida y con los ojos cerrados, pero parece estar descansando. Me siento a su lado y tomo su mano.— María, cariño, despierta. Todo va a estar bien. Te amo, eso último lo pienso.Ella abre los ojos lentamente y me sonríe débilmente.— ¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?— Te desmayaste, pero estás en el hospital ahora. Los médicos dicen que con reposo y buena alimentación te recuperarás pronto.Nos quedamos un rato juntos, hablando y riendo como si nada hubiera pasado. Finalmente, Abigaíl llega con sus padres y juntos nos aseguramos de que María esté bien atendida.Poco a poco, María se va durmiendo y finalmente puede descansar. Fue un susto, pero gracias a la rápida acción de todos, todo salió bien.Y a partir de ese momento, prometí cuidar a Maria mutuamente y dejarla descansar, esperar los resultados de los exámenes.Me siento en la silla que está al lado de la cama y mis lágrimas salen sin permiso.Perdí a mi amigo de toda la vida, veo a la mujer que siempre he amado muerta en vida, no es la misma mujer de hace días atrás.Daniel, amigo, dónde quieras que estés, ayuda a María a salir de este dolor que ha dejado tu partida. Descansa en paz, yo la voy a cuidar y si se enamora de alguien más, la voy a apoyar, amigo.Ella necesita ser feliz, te llevaré siempre en mi corazón, Daniel.Te prometo que estaré aquí para ella, como siempre lo hiciste tu amigo. Juntos superaremos este dolor y seguiremos adelante, honrando tu memoria y recordando siempre nuestra amistad. Descansa en paz Daniel, mi querido amigo. Siempre te recordaremos con cariño y gratitud.Tus enseñanzas y tu amor perdurarán en nosotros, y siempre llevaremos un pedacito de ti en nuestros corazones. Aunque ya no estés físicamente con nosotros, sé que seguirás cuidando de nosotros desde donde estés. Tu partida nos ha dejado un vacío imposible de llenar, pero encontraremos consuelo en el recuerdo de los momentos felices que compartimos juntos.Prometo cuidar de ella como lo harías tú, y estaré ahí para apoyarla en todo momento. Juntos seguiremos adelante, enfrentando lo que venga con valentía y amor. Mi querido amigo, que estuviste en las buenas y en las malas, siempre apoyándome. Estuviste cuando mis padres murieron, me apoyaste cuando mi hermano estuvo a punto de suicidarse por la pérdida de nuestros seres queridos. Siento que te fallé, amigo, al no estar contigo en tu último aliento. Sabiendo que tu legado de amor y amistad perdurará para siempre. Siempre te recordaremos con cariño y gratitud. Hasta que nos volvamos a encontrar.Tus enseñanzas y tu amor perdurarán en nosotros, y siempre llevaremos un pedacito de ti en nuestros corazones. Aunque ya no estés físicamente con nosotros, sé que seguirás cuidando de nosotros desde donde estés. Tu partida nos ha dejado un vacío imposible de llenar, pero encontraremos consuelo en el recuerdo de los momentos felices que compartimos juntos. Te prometo cuidar de María siempre.Ella es mi prioridad ahora, como lo fuiste tú para mí. Juntos, superaremos cualquier obstáculo que se nos presente, con tu espíritu guiándonos en todo momento. Aunque ya no estés físicamente presente, sé que tu amor, amistad y tu sabiduría nos acompañarán en cada paso que demos.Hasta que nos volvamos a encontrar, querido amigo, descansa en paz, sabiendo que tu legado de amistad y amor perdurará por siempre en nuestros corazones. Te extrañaremos cada día, pero nos reconforta saber que estás en un lugar mejor, cuidando de nosotros desde arriba.Gracias por todo, por ser mi amigo incondicional y por enseñarme el verdadero significado del amor y la amistad. Siempre serás recordado con cariño y gratitud en nuestras vidas. Prometo honrar tu memoria y cuidar de María como tú lo harías. ¡Hasta pronto, mi querido amigo!...Continuará...Entra el Doctor: "Buenas tardes, ya tengo los resultados de la señora María Greco."—Doctor, ¿mi hija está bien? —pregunta Soledad con una lágrima traicionera.—Amor, cálmate, deja que el doctor nos diga qué tiene nuestra hija —le dice Giacomo, dándole un beso en los labios.—Les informo que la señora María necesita cuidarse y alimentarse mejor debido a su estado.—¿Qué estado, Doctor? —le pregunta Giacomo, asustado—. Veo que no están enterados. Ella está en estado de embarazo, tiene dos meses, pero estuvo a punto de perder al bebé. Necesito que coma, duerma y se relaje si quiere que el bebé llegue a este mundo sano y fuerte.Daniela mamá de Daniel .—Llego al hospital después de enterrar a mi hijo. No es fácil perder un hijo, pero aquí estoy siendo fuerte porque María me preocupa. Al llegar a donde están Giacomo, Soledad y Sebastián, escucho al doctor decir que María está embarazada.Los miro y mis lágrimas no tardan en salir. "Es una semilla, una esperanza que nos dejó Daniel", les
UNA SEMANA DESPUÉS—Me levanto temprano como todos los días. Estoy sola en esta habitación, rodeada por los recuerdos de nuestro amor. Cierro los ojos y puedo sentir su aroma todavía impregnado en mi piel. Me hundo en el sofá, tratando de controlar las lágrimas que amenazan con volver a brotar.Recuerdo el día en que nos conocimos, la forma en que sus ojos azules me miraron por primera vez y su sonrisa sincera me hizo sentir especial. Nunca pensé que un amor tan intenso pudiera terminar de esta manera, con él desapareciendo de mi vida sin previo aviso. Pero no encuentro respuestas, solo un profundo vacío en mi corazón que parece imposible de llenar.Me levanto del sofá y me dirijo al balcón, donde el sol empieza a ponerse en el horizonte. Cierro los ojos y respiro hondo, prometiendo a mí misma que algún día superaré esta herida y volveré a sonreír con verdadera alegría. Una semana aquí en Italia, viviendo junto a Sebastián y no logro superar este dolor.Quizás el tiempo cure estas he
—Corro por los pasillos de la empresa y llego a la recepción. "¿Ya llegó Sebastián?", le pregunté a Micaela, tomando aire. Siento que alguien me soba la espalda para relajarme.—¿Te encuentras bien, María? —pregunta Omar, el vicepresidente de la empresa y hermano menor de Sebastián, mi amigo, mi cómplice. Lo conocí el primer día que empecé a trabajar en esta empresa hace dos semanas.—Sí, estoy bien. Es que salí a comer un rico helado de chocolate con fresas y crema, los antojos de tu sobrinito —le hago caritas de una niña asustada.—Deja de mirarme así, mujer. ¿Cuáles son esas formas de llegar?— María, tienes que cuidarte.—Ya lo sé, no me regañes, Omar. Lo que pasa es que tu hermano Sebastián me envió a organizar la sala de juntas. Tiene una reunión con los Visconti en veinte minutos y no he hecho nada. Me ganó el antojito de mi bebé.—Te voy a ayudar, María, pero no me mires así con carita de borrego regañado.—Omar, es que no quiero que Sebastián se desilusione de mí.—María, mi h
Después de un par de horas en el salón de belleza, Micaela sale con un nuevo look. Su cabello ahora es un tono más claro y lleva un corte moderno que resalta sus facciones. Los lentes de contacto azules le dan un aire fresco y renovado.—¡Wow, Mica! Te ves espectacular. Omar no va a saber qué hacer cuando te vea —le digo admirando su transformación.Micaela sonríe radiante y me abraza agradecida. Estoy feliz de poder ayudar a mi amiga a sentirse segura y bella.Después de un rato charlando sobre su experiencia en el salón y lo emocionada que está por sorprender a Omar, decidimos ir a tomar algo para celebrar su nueva imagen. Mientras caminamos por la calle, veo a algunas personas voltear a mirar a Micaela, y no puedo evitar sentirme orgullosa de ella.Al llegar al café, nos sentamos en una mesa y pedimos nuestro pedido. Micaela me agradece una vez más por acompañarla y por haberla animado a cambiar su look. Me dice que se siente como una mujer nueva y más segura de sí misma. Estoy fel
—Buenos días —digo al llegar a la cocina, donde Ángela me pasa un vaso de jugo de naranja—. Gracias —le digo con una sonrisa.—Buenos días —escucho esa voz detrás de mí, erizando mi piel, donde siento un beso en mi mejilla—. ¿Estás lista, hermosa, para ver por primera vez a tu hijo?—Sí —le contesté con una sonrisa, dejándole un beso en su mejilla también.Después de media hora, estamos llegando al consultorio de la obstetra.Sebastián me ofrece su mano y la tomo con gratitud, sintiendo su presencia reconfortante a mi lado. Estoy nerviosa y emocionada al mismo tiempo por ver a mi bebé en la ecografía.La obstetra nos recibe con una sonrisa cálida y nos invita a pasar a su consultorio. Me acuesto en la camilla mientras Sebastián se sienta a mi lado, sujetando mi mano con firmeza. La obstetra aplica el gel sobre mi vientre y coloca el transductor, moviendo lo con delicadeza mientras observa la pantalla.Y entonces, lo veo. Mi bebé, ¿mis bebés? Su imagen borrosa pero claramente visible e
Nos quedamos mirándonos el uno al otro hasta que siento los labios de Sebastián en los míos.Un beso que empezó despacio, tierno, pero que en un segundo pasó a ser tan apasionado, me abraza desde mi cintura pegando su cuerpo al mío —susurrando muy cerca de mis labios— "te amo, María, siempre ha sido así, mi princesa". Mis pulsaciones se aceleran, mi corazón late con fuerza mientras siento su calor, su aroma embriagador. No puedo evitar corresponder a su beso con la misma intensidad, dejándome llevar por la pasión que nos envuelve.En ese momento, todo a nuestro alrededor desaparece. Solo existimos él y yo, fundidos en un beso que parece no tener fin. Sébastian me hace sentir especial, amada, protegida. Sus palabras me llegan al alma, haciéndome sentir completa.Nos separamos lentamente, con la respiración entrecortada y las mejillas sonrojadas. Nos quedamos mirándonos a los ojos, compartiendo un momento de complicidad y amor puro. Sé que este sentimiento es real, profundo y eterno.
Narra Sebastián:Besar a María es un sueño hecho realidad. Terminé de organizar los papeles que necesito para la reunión con marketing mañana. Me levanto de la silla y me sirvo un vaso de whisky, pensando en Daniel y recordando las promesas que nos hacíamos cuando éramos unos adolescentes.Flashback:—Daniel, ¡espérame! ¡Me invitaste a correr y me dejaste plantado! —le grito mientras corro para alcanzarlo, solo lo escucho reír y decir—. "Muévete, flojo". Después de un rato corriendo por el parque, fuimos a tomar un jugo de naranja con varias vitaminas.—¿Por qué pides esa vitamina de "Maro macho", Daniel, si solo somos muchachos de 17 años?—Sebastián, escucha, hermano. Cuando me case con mi brujita, con el amor de mi vida que es María, quiero embarazarla de varios en un solo embarazo. ¿Te imaginas trillizos o quintillizos? —me miraba feliz.—Eres un caso perdido, Daniel. Pobre mi amiga María, con el semental que tendrá de esposo. —Pero la amo con toda mi alma.—Tal vez la amo menos q
Estoy preparando un café para llevarle a Sebastián cuando miro entrar a Micaela caminando raro, así que me imagino por qué.—Buenos días, María —deja de mirarme así, amiga. Mi amiga, la del medio, está un poco dolorida, pero es por culpa del ejercicio que practiqué anoche —yo no he dicho nada Micaela —le digo pasándole una taza de café y ella se sienta como una reina en la cocina de la empresa.La escucho dar un suspiro —sabe, María, me comí la deliciosa banana de Omar y ¡qué bananote amiga! Mira cómo me dejó, abierta y feliz jajajaja. ¿Y a ti cómo te fue ayer, María? — ella me pregunta, yo me siento al lado de Micaela con una taza de café. Bien, amiga, mis pequeños están creciendo, sanos y fuertes—coloco mis manos en mi vientre.—¿Tus pequeños? ¿Cuántos son, María, una docena? —no seas exagerada, Micaela —le contesto con una sonrisa—. Son trillizos, amiga.—Micaela escupe el café, mojando mi cara—¿Qué me estás diciendo, María? —lo que escuchaste, loca —le digo con una sonrisa.Micael