Narra María
Me levanto con el alma rota y el corazón hecho pedazos. ¿Cómo le digo adiós al amor de mi vida?¿Cómo podré vivir sin ti? Y ahora que te me vas, te llevas mi vida entera. Hoy me despido de ti sin querer decir adiós. No te niego que tengo miedo, Daniel, de enfrentarme a la vida sin ti.No sé qué será de mi vida. ¿Cómo me despido de ti? ¿Cómo te dejo ir?— Caigo de rodillas y no dejo de llorar. ¿Cómo soporto este dolor, Daniel? ¿Cómo, mi amor?No niego que no quiero vivir sin ti. Vuelve, mi amor, me lo prometiste, Daniel, que siempre estaríamos juntos. Sé que no estuve en tu último aliento y en minutos te perdí. La impotencia y el dolor me están matando el alma.Siento un vacío inmenso, como si una parte de mí se hubiera ido contigo. Cierro los ojos e intento encontrar consuelo en los recuerdos que compartimos juntos, pero cada imagen, cada gesto amable, solo aumenta mi dolor.Mi mente está llena de preguntas sin respuesta. ¿Por qué te fuiste tan pronto, tan abruptamente? No puedo comprenderlo. Me aferro a la esperanza de que este sea solo un sueño del que pronto despertaré, y que al abrir los ojos, estarás aquí a mi lado, sonriendo y diciéndome que todo ha sido una terrible equivocación.Pero la realidad me golpea una y otra vez, recordándome que ya no estás. Me invade una sensación de desesperación y desamparo. ¿Cómo continuar sin ti? ¿Cómo seguir adelante sabiendo que ya no podré ver tu hermosa sonrisa ni escuchar tu risa contagiosa?No puedo evitar preguntarme si fui lo suficientemente buena para ti, si te hice sentir amado y valorado. Quisiera haber tenido más tiempo contigo, haber aprovechado cada segundo para expresar cuánto te amo, cuánto significas para mí. Ahora solo me quedo con palabras no dichas y gestos no realizados.Enfrentarme a la vida sin ti parece una tarea imposible. Pero sé que, de alguna manera, debo encontrar la fuerza para seguir adelante y honrar tu memoria. No puedo dejar que el dolor me consuma por completo. Tengo que aprender a vivir sin ti, aunque no sé cómo lo haré.En medio de mi tormento, también me invade una sensación de gratitud por haberte conocido, por haber compartido momentos inolvidables a tu lado. Fuiste el amor de mi vida, y aunque no comprenda por qué te fuiste tan pronto, siempre llevaré en mi corazón el amor que nos unió.Te prometo, mi querido Daniel, que no dejaré que tu partida sea en vano. Haré todo lo posible para seguir adelante, encontrar la felicidad en cada paso que dé. Aunque te extrañe todos los días, sé que tú estarás conmigo en cada respiro, en cada latido de mi corazón.Así que, aunque despedirme de ti sea la prueba más difícil que he enfrentado, te dejo ir con amor y gratitud en mi corazón. Siempre te amaré, mi eterno amor, y siempre recordaré nuestra historia como un regalo precioso que me fue otorgado.Hasta que nos volvamos a encontrar, Daniel, viviré mi vida de la mejor manera posible, sabiendo que tu espíritu brillará a través de mí. Te extraño, te amo y siempre serás parte de mí. Adiós, mi amor, hasta que nuestros caminos se crucen nuevamente en la eternidad.Siento un abrazo y veo a Abigail y Ángeles. Las abrazo fuerte y dejo salir mis lágrimas. "No podré vivir sin él", les digo en un susurro solo para que ellas me escuchen.—Brujita, todo va a estar bien, aquí estamos contigo, no llores más —me dice Abigail.—¿Cómo voy a vivir sin Daniel, Abigail? —pregunto.—No lo sabemos, María —me responde Ángeles, limpiando mis lágrimas. "Ya es hora de despedirnos para siempre de Daniel", les digo con la voz entrecortada.—No podemos vivir con el dolor para siempre, María —me dice Abigail, mientras me abraza con fuerza. —Daniel siempre vivirá en nuestros corazones, pero debemos encontrar la forma de seguir adelante.Asiento, aunque la tristeza continúa envolviéndose como una nube gris. Las lágrimas siguen brotando y mi voz se quiebra aún más. Es difícil imaginar un futuro sin Daniel a nuestro lado, sin su risa contagiosa y su amor incondicional.Ángeles toma mi mano con ternura y me mira con ojos compasivos. Sus palabras resonaron en mi alma.—María, no podemos predecir el futuro ni controlar las circunstancias que nos rodean. Solo podemos aceptar lo que sucede y encontrar la fuerza para continuar. Eso es lo que Daniel querría para nosotros.Me esfuerzo por secar mis lágrimas y encuentro un pequeño resquicio de esperanza en las palabras de mis amigas. Aunque la despedida sea dolorosa y el camino por delante se vea oscuro, sé que no estoy sola. Abigail y Ángeles están aquí para sostenerme cuando las fuerzas flaqueen.Respiro profundamente y me preparo para un último adiós a Daniel. Juntas, enfrentaremos este nuevo capítulo de nuestras vidas, recordando siempre su legado y honrando su memoria.—Gracias, chicas —les digo, tratando de mantener la voz firme. —No sé cómo seguir adelante, pero sé que juntas podemos encontrar el camino. Daniel siempre estará con nosotros, amándonos desde algún lugar mejor.Nos abrazamos una vez más, compartiendo el dolor y la esperanza en un abrazo tan profundo que parece abrazar también al eterno amor que Daniel nos dejó. Luego, con lágrimas en los ojos, pero con determinación en el corazón, nos despedimos de Daniel y comenzamos el difícil proceso de reconstruir nuestras vidas sin él.Atravesaremos días oscuros y noches largas, pero juntas superaremos cada obstáculo. No nos rendiremos, porque Daniel nos enseñó a ser valientes y a encontrar la fuerza en los momentos más difíciles.Miro a mis amigas, a mis hermanas elegidas, y sé que somos más fuertes, unidas que separadas. Aunque Daniel ya no esté físicamente con nosotras, su amor perdurará en nuestras vidas y nos dará la fortaleza necesaria para vivir cada día sin él.Con un último suspiro, nos alejamos del lugar donde descansa Daniel, sabiendo que siempre llevará un pedazo de nuestro corazón. Y mientras caminamos juntas hacia el futuro incierto, sé que, pase lo que pase, siempre tendremos el apoyo y amor incondicional, el uno del otro.—Maria escucho esa voz que me da paz sin querer —Sebastian susurro .Continuara….Sebastián — lo digo en un susurro— siento cómo me abraza.—Aquí estoy, tranquila —yo solo lloro sin poder pronunciar ni una palabra—, no te voy a dejar sola, hermosa. No llores más, se me rompe el corazón, verte así princesa de esta manera.Los dos lloramos, ella perdió al amor de su vida y yo a mi mejor amigo. —Quédate a mi lado, por favor, no sueltes mi mano, Sebastián.Sebastián, él ya no está conmigo, se fue, me lo mataron. Creen que no lo sé, no como ni duermo. Estos dos días han sido los más dolorosos de mi vida.Me agarré con fuerza a Sebastián, como si aún estuviera allí Daniel, protegiéndome de todo mal. Su ausencia pesaba más que cualquier otra cosa en mi vida. Sebastián me miraba con ojos llenos de comprensión y tristeza, sabiendo que no había palabras o abrazos que pudieran aliviar el dolor que ambos estábamos sintiendo.Pasaron las horas y las lágrimas seguían cayendo, formando un río de tristeza que parecía no tener fin. Sebastián se quedó a mi lado, cumpliendo su promes
Entra el Doctor: "Buenas tardes, ya tengo los resultados de la señora María Greco."—Doctor, ¿mi hija está bien? —pregunta Soledad con una lágrima traicionera.—Amor, cálmate, deja que el doctor nos diga qué tiene nuestra hija —le dice Giacomo, dándole un beso en los labios.—Les informo que la señora María necesita cuidarse y alimentarse mejor debido a su estado.—¿Qué estado, Doctor? —le pregunta Giacomo, asustado—. Veo que no están enterados. Ella está en estado de embarazo, tiene dos meses, pero estuvo a punto de perder al bebé. Necesito que coma, duerma y se relaje si quiere que el bebé llegue a este mundo sano y fuerte.Daniela mamá de Daniel .—Llego al hospital después de enterrar a mi hijo. No es fácil perder un hijo, pero aquí estoy siendo fuerte porque María me preocupa. Al llegar a donde están Giacomo, Soledad y Sebastián, escucho al doctor decir que María está embarazada.Los miro y mis lágrimas no tardan en salir. "Es una semilla, una esperanza que nos dejó Daniel", les
UNA SEMANA DESPUÉS—Me levanto temprano como todos los días. Estoy sola en esta habitación, rodeada por los recuerdos de nuestro amor. Cierro los ojos y puedo sentir su aroma todavía impregnado en mi piel. Me hundo en el sofá, tratando de controlar las lágrimas que amenazan con volver a brotar.Recuerdo el día en que nos conocimos, la forma en que sus ojos azules me miraron por primera vez y su sonrisa sincera me hizo sentir especial. Nunca pensé que un amor tan intenso pudiera terminar de esta manera, con él desapareciendo de mi vida sin previo aviso. Pero no encuentro respuestas, solo un profundo vacío en mi corazón que parece imposible de llenar.Me levanto del sofá y me dirijo al balcón, donde el sol empieza a ponerse en el horizonte. Cierro los ojos y respiro hondo, prometiendo a mí misma que algún día superaré esta herida y volveré a sonreír con verdadera alegría. Una semana aquí en Italia, viviendo junto a Sebastián y no logro superar este dolor.Quizás el tiempo cure estas he
—Corro por los pasillos de la empresa y llego a la recepción. "¿Ya llegó Sebastián?", le pregunté a Micaela, tomando aire. Siento que alguien me soba la espalda para relajarme.—¿Te encuentras bien, María? —pregunta Omar, el vicepresidente de la empresa y hermano menor de Sebastián, mi amigo, mi cómplice. Lo conocí el primer día que empecé a trabajar en esta empresa hace dos semanas.—Sí, estoy bien. Es que salí a comer un rico helado de chocolate con fresas y crema, los antojos de tu sobrinito —le hago caritas de una niña asustada.—Deja de mirarme así, mujer. ¿Cuáles son esas formas de llegar?— María, tienes que cuidarte.—Ya lo sé, no me regañes, Omar. Lo que pasa es que tu hermano Sebastián me envió a organizar la sala de juntas. Tiene una reunión con los Visconti en veinte minutos y no he hecho nada. Me ganó el antojito de mi bebé.—Te voy a ayudar, María, pero no me mires así con carita de borrego regañado.—Omar, es que no quiero que Sebastián se desilusione de mí.—María, mi h
Después de un par de horas en el salón de belleza, Micaela sale con un nuevo look. Su cabello ahora es un tono más claro y lleva un corte moderno que resalta sus facciones. Los lentes de contacto azules le dan un aire fresco y renovado.—¡Wow, Mica! Te ves espectacular. Omar no va a saber qué hacer cuando te vea —le digo admirando su transformación.Micaela sonríe radiante y me abraza agradecida. Estoy feliz de poder ayudar a mi amiga a sentirse segura y bella.Después de un rato charlando sobre su experiencia en el salón y lo emocionada que está por sorprender a Omar, decidimos ir a tomar algo para celebrar su nueva imagen. Mientras caminamos por la calle, veo a algunas personas voltear a mirar a Micaela, y no puedo evitar sentirme orgullosa de ella.Al llegar al café, nos sentamos en una mesa y pedimos nuestro pedido. Micaela me agradece una vez más por acompañarla y por haberla animado a cambiar su look. Me dice que se siente como una mujer nueva y más segura de sí misma. Estoy fel
—Buenos días —digo al llegar a la cocina, donde Ángela me pasa un vaso de jugo de naranja—. Gracias —le digo con una sonrisa.—Buenos días —escucho esa voz detrás de mí, erizando mi piel, donde siento un beso en mi mejilla—. ¿Estás lista, hermosa, para ver por primera vez a tu hijo?—Sí —le contesté con una sonrisa, dejándole un beso en su mejilla también.Después de media hora, estamos llegando al consultorio de la obstetra.Sebastián me ofrece su mano y la tomo con gratitud, sintiendo su presencia reconfortante a mi lado. Estoy nerviosa y emocionada al mismo tiempo por ver a mi bebé en la ecografía.La obstetra nos recibe con una sonrisa cálida y nos invita a pasar a su consultorio. Me acuesto en la camilla mientras Sebastián se sienta a mi lado, sujetando mi mano con firmeza. La obstetra aplica el gel sobre mi vientre y coloca el transductor, moviendo lo con delicadeza mientras observa la pantalla.Y entonces, lo veo. Mi bebé, ¿mis bebés? Su imagen borrosa pero claramente visible e
Nos quedamos mirándonos el uno al otro hasta que siento los labios de Sebastián en los míos.Un beso que empezó despacio, tierno, pero que en un segundo pasó a ser tan apasionado, me abraza desde mi cintura pegando su cuerpo al mío —susurrando muy cerca de mis labios— "te amo, María, siempre ha sido así, mi princesa". Mis pulsaciones se aceleran, mi corazón late con fuerza mientras siento su calor, su aroma embriagador. No puedo evitar corresponder a su beso con la misma intensidad, dejándome llevar por la pasión que nos envuelve.En ese momento, todo a nuestro alrededor desaparece. Solo existimos él y yo, fundidos en un beso que parece no tener fin. Sébastian me hace sentir especial, amada, protegida. Sus palabras me llegan al alma, haciéndome sentir completa.Nos separamos lentamente, con la respiración entrecortada y las mejillas sonrojadas. Nos quedamos mirándonos a los ojos, compartiendo un momento de complicidad y amor puro. Sé que este sentimiento es real, profundo y eterno.
Narra Sebastián:Besar a María es un sueño hecho realidad. Terminé de organizar los papeles que necesito para la reunión con marketing mañana. Me levanto de la silla y me sirvo un vaso de whisky, pensando en Daniel y recordando las promesas que nos hacíamos cuando éramos unos adolescentes.Flashback:—Daniel, ¡espérame! ¡Me invitaste a correr y me dejaste plantado! —le grito mientras corro para alcanzarlo, solo lo escucho reír y decir—. "Muévete, flojo". Después de un rato corriendo por el parque, fuimos a tomar un jugo de naranja con varias vitaminas.—¿Por qué pides esa vitamina de "Maro macho", Daniel, si solo somos muchachos de 17 años?—Sebastián, escucha, hermano. Cuando me case con mi brujita, con el amor de mi vida que es María, quiero embarazarla de varios en un solo embarazo. ¿Te imaginas trillizos o quintillizos? —me miraba feliz.—Eres un caso perdido, Daniel. Pobre mi amiga María, con el semental que tendrá de esposo. —Pero la amo con toda mi alma.—Tal vez la amo menos q