Entra el Doctor: "Buenas tardes, ya tengo los resultados de la señora María Greco."
—Doctor, ¿mi hija está bien? —pregunta Soledad con una lágrima traicionera.—Amor, cálmate, deja que el doctor nos diga qué tiene nuestra hija —le dice Giacomo, dándole un beso en los labios.—Les informo que la señora María necesita cuidarse y alimentarse mejor debido a su estado.—¿Qué estado, Doctor? —le pregunta Giacomo, asustado—. Veo que no están enterados. Ella está en estado de embarazo, tiene dos meses, pero estuvo a punto de perder al bebé. Necesito que coma, duerma y se relaje si quiere que el bebé llegue a este mundo sano y fuerte.Daniela mamá de Daniel .—Llego al hospital después de enterrar a mi hijo. No es fácil perder un hijo, pero aquí estoy siendo fuerte porque María me preocupa. Al llegar a donde están Giacomo, Soledad y Sebastián, escucho al doctor decir que María está embarazada.Los miro y mis lágrimas no tardan en salir. "Es una semilla, una esperanza que nos dejó Daniel", les digo con la voz entrecortada, —Daniela hermana me abrazo a Soledad.—Sabíamos que Daniel siempre estará con nosotros de alguna manera, y ahora lo está a través de este bebé —dice Sebastián con una sonrisa.El doctor mira a la familia con compasión y les da algunas indicaciones sobre cómo cuidar a María durante su embarazo. Soledad abraza a Giacomo con fuerza, agradecida por la nueva vida que crece dentro de su hija.Mientras salen del hospital, Giacomo sostiene la mano de Soledad y le promete que harán todo lo posible por cuidar a María y a su futuro nieto. Juntos, enfrentarán cualquier desafío que se les presente, con el amor de Daniel, acompañándolos en cada paso que den en el camino.—Abro mis ojos lentamente al mirar alrededor, recuerdo que estoy en el hospital. Hace un rato, hablé con Sebastián y me quedé dormida. Veo que la puerta se abre y entra mi tía Daniela. Le doy una pequeña sonrisa y mis lágrimas descienden como una cascada.—Hola, mi niña. No quiero que llores más, me asustaste, princesa. ¿Cómo te sientes? —me pregunta, limpiando mis lágrimas con sus dedos.—Un poco cansada, tía Daniela —le contesté, contándole que me dio un mareo y sentí como perdí la respiración.—Maria, necesito pedirte algo muy importante —me dice, cogiendo mis manos.—Te escucho —le contesté en un susurro audible.—Mi niña, necesitamos que te vayas con Sebastián a Italia un tiempo. Él te va a cuidar y proteger.—¿Por qué tanto afán de que me vaya con él? Si no me dan una respuesta clara, me quedo —le dije con un grito, sentándose en la cama.—Maria, solo queremos protegerte. Abigail se va con Ángeles y Alex, si quieres puedes irte con ellos también. Pero queremos que Sebastián te cuide a ti mi niña.—Pero, tía Daniela, ¿por qué de repente todos quieren que me vaya a Italia? ¿Qué está pasando? —pregunto, confundida y preocupada.Mi tía suspira y me mira con tristeza antes de responder—. María, hay algo que necesitas saber. Algo que cambiará todo para ti. Estás embarazada.Quedo atónita ante sus palabras, sin poder procesar la información. ¿Cómo era posible que, ya que no está Daniel, fuera hacer, madre, y yo no lo supiera? Las lágrimas vuelven a asomarse en mis ojos mientras intento asimilar la noticia."Tengo que decirte algo más, Maria", continúa mi tía, "han intentado dañarte, estamos cuidando de ti y de mi nieto, hemos cuidado de ti desde que eras una niña. Ahora más que nunca, es importante que estés segura y protegida".Me quedo en silencio, asimilando toda la información que acabo de recibir. Irme con Sebastián para Italia, él ha estado a mi lado todo este tiempo, protegiéndome sin que yo lo supiera. Y ahora, mi única opción es irme con él a Italia, donde estaré a salvo.Con un nudo en la garganta, asiento con determinación. Es hora de irme a Italia con mi mejor amigo, donde estaré segura y protegida.— María, necesitas comer, descansar, olvidar lo que ha pasado con Daniel. Tienes que seguir con tu vida. Por poco pierdes al bebé —escuché decir a mi tía Daniela sobre mi bebé—. Está bien tía, me voy con Sebastián. Cuidaré la semillita de mi amado Daniel —le di una sonrisa y la abracé con todas mis fuerzas—. ¿No tienes miedo de que me enamore de Sebastián?— Sabes que sentía algo por él cuando estaba en el colegio, tía Daniela.— No me preocupa, al contrario, sería feliz si le das una oportunidad. Él sería un buen padre para nuestro bebé que viene en camino. Por ahora, no pensemos en lo que pueda pasar. Sé que tienes que aceptar y vivir sin Daniel.— Te quiero mucho, tía. Estoy feliz porque tengo un recuerdo muy hermoso de Daniel. Pero prométeme que van a encontrar a quien mató a Daniel y que cobrarán venganza por mí y por mi hijo, que es tu nieto.— Así será, María. Quiero que seas feliz, que te cases y formes esa familia que siempre has querido.— Gracias, tía. Voy a hacer feliz a nuestro bebé. No voy a dejar que nada ni nadie nos robe la felicidad. Prometo que no descansaré hasta encontrar justicia para Daniel y para nosotros—es una promesa Maria. —Mientras tanto, seguiré adelante, cuidando de mi bebé y dándole todo el amor que merece. Y sé que, con Sebastián a mi lado, todo será más llevadero. Estoy lista para empezar de nuevo, para dejar atrás el dolor y mirar hacia un futuro lleno de esperanza y amor. Aunque siempre llevaré a Daniel en mi corazón, sé que él estaría feliz de vernos seguir adelante juntos. Gracias, tía Daniela, por estar siempre a mi lado y por ser mi fuerza en los momentos más difíciles. ¡Por mi bebé, por Daniel, por nosotros! ¡Por la felicidad que merecemos!.—Estamos abrazadas cuando la puerta se abre y veo entrar a Abigaíl, Ángeles y Alex —los miro y les doy una sonrisa...Continuara...UNA SEMANA DESPUÉS—Me levanto temprano como todos los días. Estoy sola en esta habitación, rodeada por los recuerdos de nuestro amor. Cierro los ojos y puedo sentir su aroma todavía impregnado en mi piel. Me hundo en el sofá, tratando de controlar las lágrimas que amenazan con volver a brotar.Recuerdo el día en que nos conocimos, la forma en que sus ojos azules me miraron por primera vez y su sonrisa sincera me hizo sentir especial. Nunca pensé que un amor tan intenso pudiera terminar de esta manera, con él desapareciendo de mi vida sin previo aviso. Pero no encuentro respuestas, solo un profundo vacío en mi corazón que parece imposible de llenar.Me levanto del sofá y me dirijo al balcón, donde el sol empieza a ponerse en el horizonte. Cierro los ojos y respiro hondo, prometiendo a mí misma que algún día superaré esta herida y volveré a sonreír con verdadera alegría. Una semana aquí en Italia, viviendo junto a Sebastián y no logro superar este dolor.Quizás el tiempo cure estas he
—Corro por los pasillos de la empresa y llego a la recepción. "¿Ya llegó Sebastián?", le pregunté a Micaela, tomando aire. Siento que alguien me soba la espalda para relajarme.—¿Te encuentras bien, María? —pregunta Omar, el vicepresidente de la empresa y hermano menor de Sebastián, mi amigo, mi cómplice. Lo conocí el primer día que empecé a trabajar en esta empresa hace dos semanas.—Sí, estoy bien. Es que salí a comer un rico helado de chocolate con fresas y crema, los antojos de tu sobrinito —le hago caritas de una niña asustada.—Deja de mirarme así, mujer. ¿Cuáles son esas formas de llegar?— María, tienes que cuidarte.—Ya lo sé, no me regañes, Omar. Lo que pasa es que tu hermano Sebastián me envió a organizar la sala de juntas. Tiene una reunión con los Visconti en veinte minutos y no he hecho nada. Me ganó el antojito de mi bebé.—Te voy a ayudar, María, pero no me mires así con carita de borrego regañado.—Omar, es que no quiero que Sebastián se desilusione de mí.—María, mi h
Después de un par de horas en el salón de belleza, Micaela sale con un nuevo look. Su cabello ahora es un tono más claro y lleva un corte moderno que resalta sus facciones. Los lentes de contacto azules le dan un aire fresco y renovado.—¡Wow, Mica! Te ves espectacular. Omar no va a saber qué hacer cuando te vea —le digo admirando su transformación.Micaela sonríe radiante y me abraza agradecida. Estoy feliz de poder ayudar a mi amiga a sentirse segura y bella.Después de un rato charlando sobre su experiencia en el salón y lo emocionada que está por sorprender a Omar, decidimos ir a tomar algo para celebrar su nueva imagen. Mientras caminamos por la calle, veo a algunas personas voltear a mirar a Micaela, y no puedo evitar sentirme orgullosa de ella.Al llegar al café, nos sentamos en una mesa y pedimos nuestro pedido. Micaela me agradece una vez más por acompañarla y por haberla animado a cambiar su look. Me dice que se siente como una mujer nueva y más segura de sí misma. Estoy fel
—Buenos días —digo al llegar a la cocina, donde Ángela me pasa un vaso de jugo de naranja—. Gracias —le digo con una sonrisa.—Buenos días —escucho esa voz detrás de mí, erizando mi piel, donde siento un beso en mi mejilla—. ¿Estás lista, hermosa, para ver por primera vez a tu hijo?—Sí —le contesté con una sonrisa, dejándole un beso en su mejilla también.Después de media hora, estamos llegando al consultorio de la obstetra.Sebastián me ofrece su mano y la tomo con gratitud, sintiendo su presencia reconfortante a mi lado. Estoy nerviosa y emocionada al mismo tiempo por ver a mi bebé en la ecografía.La obstetra nos recibe con una sonrisa cálida y nos invita a pasar a su consultorio. Me acuesto en la camilla mientras Sebastián se sienta a mi lado, sujetando mi mano con firmeza. La obstetra aplica el gel sobre mi vientre y coloca el transductor, moviendo lo con delicadeza mientras observa la pantalla.Y entonces, lo veo. Mi bebé, ¿mis bebés? Su imagen borrosa pero claramente visible e
Nos quedamos mirándonos el uno al otro hasta que siento los labios de Sebastián en los míos.Un beso que empezó despacio, tierno, pero que en un segundo pasó a ser tan apasionado, me abraza desde mi cintura pegando su cuerpo al mío —susurrando muy cerca de mis labios— "te amo, María, siempre ha sido así, mi princesa". Mis pulsaciones se aceleran, mi corazón late con fuerza mientras siento su calor, su aroma embriagador. No puedo evitar corresponder a su beso con la misma intensidad, dejándome llevar por la pasión que nos envuelve.En ese momento, todo a nuestro alrededor desaparece. Solo existimos él y yo, fundidos en un beso que parece no tener fin. Sébastian me hace sentir especial, amada, protegida. Sus palabras me llegan al alma, haciéndome sentir completa.Nos separamos lentamente, con la respiración entrecortada y las mejillas sonrojadas. Nos quedamos mirándonos a los ojos, compartiendo un momento de complicidad y amor puro. Sé que este sentimiento es real, profundo y eterno.
Narra Sebastián:Besar a María es un sueño hecho realidad. Terminé de organizar los papeles que necesito para la reunión con marketing mañana. Me levanto de la silla y me sirvo un vaso de whisky, pensando en Daniel y recordando las promesas que nos hacíamos cuando éramos unos adolescentes.Flashback:—Daniel, ¡espérame! ¡Me invitaste a correr y me dejaste plantado! —le grito mientras corro para alcanzarlo, solo lo escucho reír y decir—. "Muévete, flojo". Después de un rato corriendo por el parque, fuimos a tomar un jugo de naranja con varias vitaminas.—¿Por qué pides esa vitamina de "Maro macho", Daniel, si solo somos muchachos de 17 años?—Sebastián, escucha, hermano. Cuando me case con mi brujita, con el amor de mi vida que es María, quiero embarazarla de varios en un solo embarazo. ¿Te imaginas trillizos o quintillizos? —me miraba feliz.—Eres un caso perdido, Daniel. Pobre mi amiga María, con el semental que tendrá de esposo. —Pero la amo con toda mi alma.—Tal vez la amo menos q
Estoy preparando un café para llevarle a Sebastián cuando miro entrar a Micaela caminando raro, así que me imagino por qué.—Buenos días, María —deja de mirarme así, amiga. Mi amiga, la del medio, está un poco dolorida, pero es por culpa del ejercicio que practiqué anoche —yo no he dicho nada Micaela —le digo pasándole una taza de café y ella se sienta como una reina en la cocina de la empresa.La escucho dar un suspiro —sabe, María, me comí la deliciosa banana de Omar y ¡qué bananote amiga! Mira cómo me dejó, abierta y feliz jajajaja. ¿Y a ti cómo te fue ayer, María? — ella me pregunta, yo me siento al lado de Micaela con una taza de café. Bien, amiga, mis pequeños están creciendo, sanos y fuertes—coloco mis manos en mi vientre.—¿Tus pequeños? ¿Cuántos son, María, una docena? —no seas exagerada, Micaela —le contesto con una sonrisa—. Son trillizos, amiga.—Micaela escupe el café, mojando mi cara—¿Qué me estás diciendo, María? —lo que escuchaste, loca —le digo con una sonrisa.Micael
Narra SebastiánEstaba en mi oficina terminando de firmar unos proyectos, cuando la puerta se abrió y se asomó Erika. —¿Puedo pasar? —me habló entre lágrimas.—¿Qué te pasó ahora? —le pregunté un poco irritado, ella siempre empezaba los enfrentamientos con los compañeros de trabajo.—Tu nueva asistente me trató muy mal delante de la recepcionista, Sebastián. ¡Exijo que la despidas de inmediato, a esa gata inútil! —"¡Te callas!", le dije dando un grito y pegándole un puño fuerte al escritorio. "Tú no eres nadie para venir a exigir a quién tengo que despedir, Erika".—María es mi novia, la madre de mis hijos y va a ser mi esposa. Fuera de eso, es socia de la empresa.—Sebastián, no me mientas por proteger a esa mujer de pacotilla. —"No te estoy mintiendo, Erika. Eres muy poco funcional, no sigues las reglas de la empresa", gruñí.—Sebastián, si no la despides, hablaré con papá. —La volteé a mirar con ganas de matarla. —Ve y habla con tu papá, dile que quieres que se despida a María Grec