Ahogué la risa, ¿qué se creía él, un postre que valía millones de dólares para comprarlo sólo una vez en la vida y disfrutarlo un momento? La idea era absurda. En realidad, Lucas era sólo otro niño rico malcriado, acostumbrado a conseguir todo lo que quería sin esforzarse.
—Ya te lo he dicho, es un tipo arrogante, con derecho a todo y absolutamente indeseable como pareja romántica.
—Bueno, ya sabes lo que dicen sobre las caras bonitas y los cerebros inútiles —dijo Carla con una sonrisa—. Por eso solo debes disfrutar.
De repente, el humo surgió de la nada, se elevó por la habitación y cubrió cada superficie con una suave capa similar a una neblina. El aroma era único, ni acre ni agradable, simplemente... de otro mundo.
—¿Qué es esto? —pregunté tosiendo, agitando una mano frente a mi rostro para despejar la niebla. Pero la música atronadora, ahora mucho más alta, ahogó cualquier respuesta, obligándome a ahuecar las manos sobre mis oídos para intentar escuchar a Carla.
—... olvidé decirte...—gritó ella, pero su voz se apagó por los sonidos intensos.
Le hice una señal con la mano de que saldría por un momento. Carla asintió, sin moverse de su lugar. Noté que los demás no parecían tan afectados como yo; nadie más tosía ni se mostraba molesto. ¿Es esto normal en este tipo de fiestas?
Salí tambaleándome hacia la puerta más cercana, sintiendo cómo el humo me envolvía. Al cruzar el umbral, el aire fresco me golpeó la cara y respiré hondo. Miré hacia atrás y vi a Carla, despreocupada, disfrutando de su copa como si nada hubiera pasado.
Me apoyé contra la pared exterior del salón, tratando de recuperar el aliento. ¿Qué clase de fiesta era esta? ¿Y por qué parecía que todos estaban acostumbrados a algo tan extraño?
Necesitaba un trago, bueno, en realidad, otro. Visualicé una de las mesas de bar situada en una esquina, apartada del bullicio que se escuchaba hasta aquí. Quería algo fuerte. Me dirigí hacia la mesa y observé las opciones disponibles. Había una variedad de botellas, algunas con colores llamativos, otras con etiquetas elegantes.
Opté por el vodka. Tomé un envase con una sello simple y vertí un generoso chorro en un vaso. El líquido transparente parecía prometer una distracción rápida y efectiva. Di un primer sorbo, sintiendo el ardor familiar en la garganta, y luego otro, más largo, que me ayudó a calmarme un poco.
Me estremecí involuntariamente cuando unos dedos fuertes recorrieron la curva de mi columna vertebral, provocando un cosquilleo eléctrico a través de mi figura. Sentí el calor de su palma filtrarse en mi carne helada, dejando un rastro de fuego a su paso. Su toque era audaz, pero no agresivo, y envió una mezcla confusa de ira y agitación a través de mis venas.
Cuando me volví para mirar a quién sea que estuviera tocándome, nuestros cuerpos casi se rozaron, el calor que emanaba de su forma musculosa me envolvió como un horno. Su cabello oscuro estaba alborotado por el baile y su penetrante mirada azul se clavó en la mía. Una sonrisa divertida se dibujó en los atractivos rasgos de Lucas y se profundizó al observar mi apariencia, como si supiera que me molestaría. Su boca se transformó en una mueca lobuna, con los dientes brillando en la penumbra, mientras me contemplaba lenta y deliberadamente. Cada momento se extendía entre nosotros como un cable en tensión, crepitando con energía bruta.
Sus ojos recorrieron mis curvas, se detuvieron en la turgencia de mis pechos, apenas contenidos por la tela de satén, y bajaron hasta el tentador borde del vestido cuando me moví sobre los talones.
Se me cortó la respiración cuando los ojos de Lucas volvieron a encontrarse con los míos, con un desafío que ardía en sus profundidades. Quería borrar la arrogancia de su rostro de un bofetón. Tragué saliva con fuerza, intentando recuperar algo de control, pero se me escapaba de las manos como arena.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —pregunté, enojada.
¿Qué se creía este imbécil que venía a tocarme como si nada?
La sonrisa de Lucas se hizo más amplia y sus dientes blancos brillaron en la tenue luz de la fiesta. No pareció inmutarse en lo más mínimo por mi tono áspero, ni tampoco se apartó para darme espacio. El calor de su piel se filtró en la mía, encendiendo un fuego que amenazó con consumirme por completo.
—Me estoy reencontrando con mi adversaria favorita —murmuró, y su aliento caliente me hizo cosquillas en la piel—. ¿O debería decir mi manía secreta?
Puse los ojos en blanco antes de lanzarle una mirada fulminante.
—Guárdalo para alguien que realmente se crea tus tonterías —las palabras tenían un sabor amargo en mi lengua.
—¿Ah, sí? —ronroneó, con voz baja y ronca, como terciopelo envuelto en acero—. Bueno, encuentro tu escepticismo bastante...excitante —se inclinó más hacia mí y sus labios se detuvieron peligrosamente cerca de los míos—. Tal vez deberíamos poner a prueba los límites de tu incredulidad.
Sus palabras estaban llenas de insinuaciones, prometían placeres oscuros y delicias prohibidas. Casi podía saborear el calor de su deseo, sentir la promesa de su tacto encendiendo un fuego salvaje en mi interior. A pesar de mis mejores esfuerzos por mantener la compostura, me encontré balanceándome ligeramente hacia él, atraída por el magnetismo crudo de su presencia.
Pero no caí. Al menos no en ese momento. Sin pensarlo, levanté las manos y las coloqué firmemente sobre el pecho de Lucas para ejercer una presión suave que permitió darnos una distancia MUY necesaria entre nosotros. —Detente —ordené con voz firme a pesar del temblor que me recorría el cuerpo—. Ni en tus sueños más perversos harás realidad lo que sea que tengas en mente.
Una sonrisa maliciosa se dibujó en sus labios.
—Ah, pero ahí es donde te equivocas, cariño. Mis sueños son mucho más vívidos de lo que tu imaginación jamás podría llegar a comprender.
—¡Cállate! —le espeté, mi paciencia se estaba agotando—. No quiero oír ni una palabra más de tu sucia boca. Eres imposible, ¿lo sabías?Lo miré con enojo, mi ira ardía a fuego lento. ¿Cómo podía una persona estar tan exasperantemente segura de sí misma, acerca de lo que decía? ¿esa era la manera en la que las chicas caían rendidas a sus pies?—Eres incluso más tentadora cuando te enfadas conmigo.Su actitud despreocupada y su comentario impertinente solo aumentaron mi irritabilidad y deseé que se retractara. Pero él simplemente se encogió de hombros, con una sonrisa pícara en sus labios.—Oye, solo estoy afirmando hechos. Tu espíritu fogoso solo aumenta tu atractivo. —Su voz se convirtió en un susurro ronco, haciendo que mi piel se erizara—. Me pregunto cuán intenso sería el sexo entre nosotros...No soportaba seguir escuchándolo, las provocativas imágenes que ya se desplegaban en mi mente eran demasiado incitantes para ignorarlas. Con un gruñido de frustración, giré sobre mis talones
—¿Qué demonios…? —empecé a decir, pero las palabras se me quedaron en la garganta mientras el suelo continuaba su vertiginosa rotación. Los fuertes brazos de Lucas me envolvieron, estabilizando mi cuerpo vacilante mientras yo luchaba por comprender el extraño fenómeno que se desarrollaba ante mis ojos incrédulos. En medio de la turbulenta escena, no pude evitar acercarme más a él, ansiando la estabilidad que solo su toque proporcionaba.Mi mente se apresuraba a encontrarle sentido a aquel inesperado suceso. Me llevé una mano a la frente, intentando despejar la bruma que nublaba mis pensamientos. ¿Estaba borracha? no, seguro que no, no había bebido lo suficiente como para perder el equilibrio de esa manera, sobre todo teniendo en cuenta mi tolerancia. Y, sin embargo, la sensación desorientadora persistía, dejándome mareada y desequilibrada.—¿Es tu primera vez aquí? —la voz de Lucas atravesó el estruendo, sus palabras estaban cargadas de diversión mientras me sujetaba firmemente por la
Su figura musculosa estaba estirada a mi lado, ocupando más espacio del que parecía razonable. Su pecho desnudo subía y bajaba con un ritmo lento y constante, revelando la firmeza de los músculos definidos que, incluso en reposo, parecían estar listos para la acción. Un mechón de su cabello oscuro y desordenado le caía despreocupadamente sobre la frente, contrastando con su piel blanca. Su rostro, relajado en el sueño, tenía una expresión serena, casi vulnerable, pero era su boca lo que más capturó mi interés. Sus labios, ligeramente entreabiertos, esbozaban una pequeña sonrisa, como si incluso dormido, fuera consciente de su efecto en los demás.Mis pensamientos empezaron a correr descontrolados. ¿Cómo había terminado aquí, junto a él? Los recuerdos de la noche anterior se arremolinaban en mi mente, volviendo en fragmentos desordenados: la fiesta, su tacto, el vértigo que experimenté y luego...nada.—Mierda, no, no, no —murmuré en voz baja.Me llevé la mano a la frente como si intenta
Nunca imaginé que mi primer día en la universidad sería tan caótico. Mientras caminaba por el campus con mi mapa arrugado, tratando de encontrar el edificio de ciencias, me di cuenta de que todo esto era mucho más grande de lo que había esperado. Las personas iban de un lado a otro, hablando, riendo, como si ya pertenecieran a este sitio, mientras yo me sentía completamente fuera de lugar.Venir de un pequeño pueblo a una ciudad grande y bulliciosa era abrumador. No conocía a nadie aquí, y estar completamente sola me hacía sentir vulnerable. Todo lo que había conocido estaba a kilómetros de distancia, y aunque había estado emocionada por este nuevo comienzo, ahora solo sentía un nudo en el estómago.Finalmente, encontré el aula 203 y entré justo antes de que el profesor comenzara la clase. Busqué un asiento libre y me senté, tratando de pasar desapercibida. Sin embargo, eso fue imposible cuando una figura alta y oscura se plantó frente a mí.—Ese es mi asiento —dijo con voz grave.Lev
—¿Bienvenida? Parece más bien que están buscando a alguien a quien humillar para sentirse mejor con ustedes mismas —respondí con voz firme, mirando directamente a la chica rubia.Ella arqueó una ceja, como si no estuviera acostumbrada a que alguien le contestara de esa manera.—Oh, tenemos una valiente aquí —dijo la secuaz con tono sarcástico.En lugar de retroceder, la chica rubia dio un paso hacia mí, con una expresión desafiante en su rostro. Extendió una mano y tomó un mechón de mi cabello.—¿Por qué eres tan aburrida? —dijo, tirando ligeramente de mi cabello como si fuera un juguete.Sentí una mezcla de rabia y humillación. Nadie tenía derecho a tratarme así, especialmente no el primer día en la universidad. Sin pensar, aparté bruscamente su mano, haciendo que soltara mi cabello.—¡No vuelvas a tocarme! —exclamé, con voz tensa y mirándola fijamente a los ojos.Ella abrió los ojos con sorpresa y enojo, claramente no esperaba que le respondiera de esa manera.—¡Maldita! ¿Quién te c
Mientras el maestro Alden hablaba, sentí una oleada de desinterés y frustración. No solo era mi primer día en la universidad y ya había tenido que lidiar con gente desagradable, sino que ahora tenía que soportar una clase sobre mitos y leyendas que no me provocaban absolutamente nada. Para mí, los cuentos de terror eran aburridos y predecibles, y no lograban emocionarme en lo más mínimo.Durante las próximas dos horas, me mantuve garabateando en mi cuaderno, tratando de encontrar la manera de hacer pasar el tiempo más rápido. Mis dibujos no tenían sentido, eran solo una mezcla de líneas y figuras abstractas que reflejaban mi deseo de escapar de aquella monótona lección.Ocasionalmente, miraba a Sara, que parecía estar bastante interesada en la clase. Le sonreía de vez en cuando, pero mi mente estaba en otro lugar, rezando para que esto terminara de una vez.En un momento, decidí mirar a través de la ventana. El cielo, que había estado despejado al inicio de la clase, ahora se había to
No me apetecía en lo más mínimo. ¿Por qué haría tal cosa? Ni siquiera sabía la finalidad de poner mi huella allí. Miré a Sara, buscando en su expresión alguna pista de lo que debía hacer, pero ella también parecía confundida y un poco inquieta.—¿Qué es esto exactamente? —pregunté, intentando mantener la calma en mi voz.Valeria sonrió de nuevo, pero esta vez había algo en su mirada que no me gustó.—Es solo un registro formal para la universidad —respondió con tono despreocupado—. Todos los estudiantes nuevos tienen que hacerlo.No estaba convencida. Algo en todo esto me parecía extraño y fuera de lugar.Pero antes de que pudiera decir algo, Sara puso su dedo índice en el huellero y luego plasmó la tinta en el papel. Me quedé sorprendida. ¿Para mi compañera era tan fácil hacer eso sin siquiera cuestionarse? Aunque, pensándolo bien, quizás solo quería evitarse problemas.—Tu turno —dijo Valeria, extendiéndome el huellero con una sonrisa que ahora parecía más forzada.Miré aquel objeto
En un primer momento, creí que la rubia era la cabecilla del grupo, pero al parecer me equivoqué, pues ahora veo que es Carolina quien está visiblemente lastimada.Me pregunto qué pudo haber ocurrido, pero claramente no es mi asunto. Me volví hacia Sara y, con una mezcla de desconcierto y desdén, le susurré:—¿Estos se creen de la alteza?A pesar de que ellos estaban a una distancia considerable, Valeria me miró con una expresión fulminante. Fruncí el ceño sin entender; si fue por mi comentario, en todo caso, no podrían haberme escuchado. Sin embargo, ella cambió rápidamente su expresión y optó por levantar la mano y saludarme con una sonrisa.Valeria continuó su camino, desapareciendo por uno de los pasillos principales. Me giré hacia Sara, aún confundida.—¿Qué demonios acaba de pasar? —murmuré, esperando que ella tuviera alguna respuesta.Sara se encogió de hombros.—No lo sé, pero no le des mucha importancia.Y así fue, porque el día se pasó en un cerrar de ojos, pero cuando estab