—¡Cállate! —le espeté, mi paciencia se estaba agotando—. No quiero oír ni una palabra más de tu sucia boca. Eres imposible, ¿lo sabías?
Lo miré con enojo, mi ira ardía a fuego lento. ¿Cómo podía una persona estar tan exasperantemente segura de sí misma, acerca de lo que decía? ¿esa era la manera en la que las chicas caían rendidas a sus pies?
—Eres incluso más tentadora cuando te enfadas conmigo.
Su actitud despreocupada y su comentario impertinente solo aumentaron mi irritabilidad y deseé que se retractara. Pero él simplemente se encogió de hombros, con una sonrisa pícara en sus labios.
—Oye, solo estoy afirmando hechos. Tu espíritu fogoso solo aumenta tu atractivo. —Su voz se convirtió en un susurro ronco, haciendo que mi piel se erizara—. Me pregunto cuán intenso sería el sexo entre nosotros...
No soportaba seguir escuchándolo, las provocativas imágenes que ya se desplegaban en mi mente eran demasiado incitantes para ignorarlas. Con un gruñido de frustración, giré sobre mis talones, con la intención de huir de la opresiva atmósfera que Lucas parecía irradiar como una fuerza increíble. Pero el destino, o más bien sus hábiles dedos, tenían otros planes.
Antes de que pudiera dar dos pasos, su mano se cerró alrededor de mi brazo con una fuerza de sujeción que detuvo mi retirada. Me di la vuelta, con el corazón martilleándome en el pecho, y me encontré cara a cara con su mirada penetrante. Su toque envió descargas eléctricas por mis venas, y sentí que mi determinación comenzaba a deshacerse como un hilo arrancado de un tapiz.
—Últimamente nos topamos mucho, ¿no? —su voz tenía un matiz que mezclaba diversión y desafío, como si disfrutara del juego en el que ambos estábamos atrapados.
Le devolví la mirada, con la cabeza llena de pensamientos contradictorios, y solté con firmeza:
—Tienes razón, acordemos que, de ahora en adelante, debemos evitarnos el uno al otro tanto como sea humanamente posible.
Sus ojos brillaron con un destello de malicia, y la sonrisa que se dibujó en su rostro sugería que, para él, este era solo el comienzo de algo más.
—Oh, creo que te parecerá muy difícil, cariño —respondió Lucas, con un tono lleno de sarcasmo—. Sigues buscándome, Elena.
Puse los ojos en blanco, tratando de ignorar el revoloteo en mi estómago ante sus palabras.
—Eso es absurdo. No tengo ningún interés en ti, más allá de evitar tus insinuaciones molestas.
Él inclinó la cabeza y me observó atentamente.
—Mentirosa —susurró, y su aliento cálido chocó contra mi rostro—. Tu cuerpo cuenta una historia diferente cada vez que nos encontramos.
Me invadió una oleada de fastidio al asimilar sus palabras, unida a la descarada intensidad de su mirada, así que aparte su mano de mi brazo de un ligero golpe.
—¿De verdad vas a quedarte aquí parloteando tonterías cuando antes estabas a punto de empezar una orgía?
Las palabras se me salieron de la boca, porque justo en ese instante lo recordé rodeado de chicas y parecía estar disfrutándolo.
La sonrisa burlona de Lucas se ensanchó ante mi arrebato y sus ojos brillaron con picardía.
—Oh, te diste cuenta, ¿verdad? —ronroneó, con voz baja y suave como el terciopelo—. Me encantan las buenas fiestas, especialmente cuando hay tanta energía reprimida en la sala —Se quedó callado por un momento, como si estuviera pensando en si era pertinente decir lo que pasaba por su mente—. Y tú —agregó, con su mirada recorriendo deliberadamente mi cuerpo—. Parece que posees una cantidad impresionante de ella.
—Dile eso a tu novia, que se lo estaba pasando bien con otro chico —dije con desdén—. Parece que está tan entusiasmada por compartir como tú.
Lucas resopló y una risa burlona escapó de sus labios ante mi comentario.
—¿Se supone que eso debe molestarme? —preguntó.
—¿Debería?
Los ojos de Lucas revelaron una especie de diversión, que sinceramente, no entendía.
—Difícilmente —dijo arrastrando las palabras. Él se rio entre dientes, un sonido bajo e indulgente que me provocó escalofríos a pesar de mis mejores esfuerzos por no afectarme—. Me subestimas, cariño. Si crees que estoy celoso de las pequeñas aventuras de Valeria —continuó, con un tono que destilaba confianza—. Créeme... esta noche mis intereses están en otra parte —ronroneó y su mirada se detuvo en mis labios antes de volver a mirarme a los ojos.
Me moví incómoda bajo su intenso escrutinio, mi bravuconería inicial flaqueó ante el incesante coqueteo de Lucas. Sus palabras, cargadas de insinuaciones y un deseo apenas disimulado, me dejaron sintiéndome expuesta y vulnerable, aunque traté de ocultarlo lo mejor que pude.
—Creí que eras del tipo que no compartía —Confesé, mirándolo a los ojos.
Una lenta y enigmática sonrisa se extendió por su rostro mientras asentía con la cabeza.
—Lo soy —confirmó—. Pero a veces... se hacen excepciones.
Sus palabras me hicieron estremecer levemente y pude sentir el calor de su cuerpo filtrándose en el mío. Traté de dar un paso atrás, pero su brazo me rodeó la cintura y me acercó a él.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, con voz firme a pesar de la agitación que se estaba gestando en mi interior.
Con la confusión grabada en sus atractivos rasgos, Lucas frunció el ceño ante mi pregunta.
—¿Qué estoy haciendo aquí? Es mi fiesta, Elena —afirmó con total naturalidad, como si la explicación fuera obvia.
Si hubiera sabido el lugar al que Carla me había traído, nunca habría aceptado asistir. En retrospectiva, fue una locura confiar en su criterio, especialmente cuando sabía, de alguna manera, la complicada historia que yo tenía con el tipo frente a mí. Pero no, tenía que dejarme convencer y encontrarme enredada en este momento tenso con él.
Justo cuando estaba a punto de replicarle, sentí como el suelo debajo de nosotros comenzó a moverse y a girar, provocando que la habitación se convirtiera en un caos dentro de mi mente. Aturdida, me tambaleé hacia adelante y mis dedos instintivamente buscaron el equilibrio apoyándose en el amplio pecho de Lucas.
—¿Qué demonios…? —empecé a decir, pero las palabras se me quedaron en la garganta mientras el suelo continuaba su vertiginosa rotación. Los fuertes brazos de Lucas me envolvieron, estabilizando mi cuerpo vacilante mientras yo luchaba por comprender el extraño fenómeno que se desarrollaba ante mis ojos incrédulos. En medio de la turbulenta escena, no pude evitar acercarme más a él, ansiando la estabilidad que solo su toque proporcionaba.Mi mente se apresuraba a encontrarle sentido a aquel inesperado suceso. Me llevé una mano a la frente, intentando despejar la bruma que nublaba mis pensamientos. ¿Estaba borracha? no, seguro que no, no había bebido lo suficiente como para perder el equilibrio de esa manera, sobre todo teniendo en cuenta mi tolerancia. Y, sin embargo, la sensación desorientadora persistía, dejándome mareada y desequilibrada.—¿Es tu primera vez aquí? —la voz de Lucas atravesó el estruendo, sus palabras estaban cargadas de diversión mientras me sujetaba firmemente por la
Su figura musculosa estaba estirada a mi lado, ocupando más espacio del que parecía razonable. Su pecho desnudo subía y bajaba con un ritmo lento y constante, revelando la firmeza de los músculos definidos que, incluso en reposo, parecían estar listos para la acción. Un mechón de su cabello oscuro y desordenado le caía despreocupadamente sobre la frente, contrastando con su piel blanca. Su rostro, relajado en el sueño, tenía una expresión serena, casi vulnerable, pero era su boca lo que más capturó mi interés. Sus labios, ligeramente entreabiertos, esbozaban una pequeña sonrisa, como si incluso dormido, fuera consciente de su efecto en los demás.Mis pensamientos empezaron a correr descontrolados. ¿Cómo había terminado aquí, junto a él? Los recuerdos de la noche anterior se arremolinaban en mi mente, volviendo en fragmentos desordenados: la fiesta, su tacto, el vértigo que experimenté y luego...nada.—Mierda, no, no, no —murmuré en voz baja.Me llevé la mano a la frente como si intenta
Nunca imaginé que mi primer día en la universidad sería tan caótico. Mientras caminaba por el campus con mi mapa arrugado, tratando de encontrar el edificio de ciencias, me di cuenta de que todo esto era mucho más grande de lo que había esperado. Las personas iban de un lado a otro, hablando, riendo, como si ya pertenecieran a este sitio, mientras yo me sentía completamente fuera de lugar.Venir de un pequeño pueblo a una ciudad grande y bulliciosa era abrumador. No conocía a nadie aquí, y estar completamente sola me hacía sentir vulnerable. Todo lo que había conocido estaba a kilómetros de distancia, y aunque había estado emocionada por este nuevo comienzo, ahora solo sentía un nudo en el estómago.Finalmente, encontré el aula 203 y entré justo antes de que el profesor comenzara la clase. Busqué un asiento libre y me senté, tratando de pasar desapercibida. Sin embargo, eso fue imposible cuando una figura alta y oscura se plantó frente a mí.—Ese es mi asiento —dijo con voz grave.Lev
—¿Bienvenida? Parece más bien que están buscando a alguien a quien humillar para sentirse mejor con ustedes mismas —respondí con voz firme, mirando directamente a la chica rubia.Ella arqueó una ceja, como si no estuviera acostumbrada a que alguien le contestara de esa manera.—Oh, tenemos una valiente aquí —dijo la secuaz con tono sarcástico.En lugar de retroceder, la chica rubia dio un paso hacia mí, con una expresión desafiante en su rostro. Extendió una mano y tomó un mechón de mi cabello.—¿Por qué eres tan aburrida? —dijo, tirando ligeramente de mi cabello como si fuera un juguete.Sentí una mezcla de rabia y humillación. Nadie tenía derecho a tratarme así, especialmente no el primer día en la universidad. Sin pensar, aparté bruscamente su mano, haciendo que soltara mi cabello.—¡No vuelvas a tocarme! —exclamé, con voz tensa y mirándola fijamente a los ojos.Ella abrió los ojos con sorpresa y enojo, claramente no esperaba que le respondiera de esa manera.—¡Maldita! ¿Quién te c
Mientras el maestro Alden hablaba, sentí una oleada de desinterés y frustración. No solo era mi primer día en la universidad y ya había tenido que lidiar con gente desagradable, sino que ahora tenía que soportar una clase sobre mitos y leyendas que no me provocaban absolutamente nada. Para mí, los cuentos de terror eran aburridos y predecibles, y no lograban emocionarme en lo más mínimo.Durante las próximas dos horas, me mantuve garabateando en mi cuaderno, tratando de encontrar la manera de hacer pasar el tiempo más rápido. Mis dibujos no tenían sentido, eran solo una mezcla de líneas y figuras abstractas que reflejaban mi deseo de escapar de aquella monótona lección.Ocasionalmente, miraba a Sara, que parecía estar bastante interesada en la clase. Le sonreía de vez en cuando, pero mi mente estaba en otro lugar, rezando para que esto terminara de una vez.En un momento, decidí mirar a través de la ventana. El cielo, que había estado despejado al inicio de la clase, ahora se había to
No me apetecía en lo más mínimo. ¿Por qué haría tal cosa? Ni siquiera sabía la finalidad de poner mi huella allí. Miré a Sara, buscando en su expresión alguna pista de lo que debía hacer, pero ella también parecía confundida y un poco inquieta.—¿Qué es esto exactamente? —pregunté, intentando mantener la calma en mi voz.Valeria sonrió de nuevo, pero esta vez había algo en su mirada que no me gustó.—Es solo un registro formal para la universidad —respondió con tono despreocupado—. Todos los estudiantes nuevos tienen que hacerlo.No estaba convencida. Algo en todo esto me parecía extraño y fuera de lugar.Pero antes de que pudiera decir algo, Sara puso su dedo índice en el huellero y luego plasmó la tinta en el papel. Me quedé sorprendida. ¿Para mi compañera era tan fácil hacer eso sin siquiera cuestionarse? Aunque, pensándolo bien, quizás solo quería evitarse problemas.—Tu turno —dijo Valeria, extendiéndome el huellero con una sonrisa que ahora parecía más forzada.Miré aquel objeto
En un primer momento, creí que la rubia era la cabecilla del grupo, pero al parecer me equivoqué, pues ahora veo que es Carolina quien está visiblemente lastimada.Me pregunto qué pudo haber ocurrido, pero claramente no es mi asunto. Me volví hacia Sara y, con una mezcla de desconcierto y desdén, le susurré:—¿Estos se creen de la alteza?A pesar de que ellos estaban a una distancia considerable, Valeria me miró con una expresión fulminante. Fruncí el ceño sin entender; si fue por mi comentario, en todo caso, no podrían haberme escuchado. Sin embargo, ella cambió rápidamente su expresión y optó por levantar la mano y saludarme con una sonrisa.Valeria continuó su camino, desapareciendo por uno de los pasillos principales. Me giré hacia Sara, aún confundida.—¿Qué demonios acaba de pasar? —murmuré, esperando que ella tuviera alguna respuesta.Sara se encogió de hombros.—No lo sé, pero no le des mucha importancia.Y así fue, porque el día se pasó en un cerrar de ojos, pero cuando estab
A la semana siguiente, decidí volver a la piscina. Pero esta vez, el lugar no estaba vacío. Un grupo de nadadores estaba entrenando y sus movimientos coordinados creaban ondas en el agua cristalina. Me acerqué al borde de la piscina, absorta en observarlos y fue allí, cuando estaba tan concentrada en el ritmo de los deportistas que no noté la presencia de alguien hasta que fue demasiado tarde.De repente, sentí un empujón fuerte y desequilibrante en la espalda, y antes de poder reaccionar, me encontré cayendo hacia adelante, sumergiéndome bruscamente en el agua fría.Con suerte, no me topé con uno de los nadadores, aunque el impacto de mi caída provocó un gran chapoteo que perturbó la práctica.La interrupción fue suficiente para llamar la atención del entrenador, un hombre corpulento con una expresión severa, quien se volvió hacia mí con el ceño fruncido y los ojos llenos de irritación.Se acercó al borde de la piscina, señalándome con un dedo acusador mientras su voz resonaba por to