—¿Qué demonios…? —empecé a decir, pero las palabras se me quedaron en la garganta mientras el suelo continuaba su vertiginosa rotación. Los fuertes brazos de Lucas me envolvieron, estabilizando mi cuerpo vacilante mientras yo luchaba por comprender el extraño fenómeno que se desarrollaba ante mis ojos incrédulos. En medio de la turbulenta escena, no pude evitar acercarme más a él, ansiando la estabilidad que solo su toque proporcionaba.
Mi mente se apresuraba a encontrarle sentido a aquel inesperado suceso. Me llevé una mano a la frente, intentando despejar la bruma que nublaba mis pensamientos. ¿Estaba borracha? no, seguro que no, no había bebido lo suficiente como para perder el equilibrio de esa manera, sobre todo teniendo en cuenta mi tolerancia. Y, sin embargo, la sensación desorientadora persistía, dejándome mareada y desequilibrada.
—¿Es tu primera vez aquí? —la voz de Lucas atravesó el estruendo, sus palabras estaban cargadas de diversión mientras me sujetaba firmemente por la cintura para que no me cayera.
Al mismo tiempo, percibí el calor que emanaba de su cuerpo. Su presencia parecía crear un capullo de calidez a nuestro alrededor. La sensación era extrañamente reconfortante, parecida a la de estar cerca de una chimenea crepitante o a la de estrechar contra el pecho a un cachorro contento.
—Por supuesto que es tu primera vez aquí, de lo contrario me habría dado cuenta de que hay una belleza impresionante como tú entre mis invitados —comentó él con una sonrisa juguetona, mientras su mano descendía por mi espalda para extenderse contra la curva de mi cadera.
Pero antes de que pudiera responder, todo empezó a volverse borroso y a desenfocarse. Mi visión se fragmentó en formas y colores distorsionados, mientras mis piernas se debilitaban, amenazando con ceder bajo mis pies. El pánico se apoderó de mí cuando me di cuenta de que estaba perdiendo el conocimiento, me falló la voz mientras me preparaba para decirle a Lucas que cerrara la boca. Lo último que recordaba era su expresión de sorpresa y el sólido consuelo de sus brazos a mi alrededor mientras la oscuridad me reclamaba, arrastrándome hacia abajo.
No recuerdo cuánto tiempo pasó, pero unos momentos después, volví en sí lentamente. Mis párpados se abrieron con dificultad, revelando un pestañeo débil de luces y sombras. Traté de enfocar mi vista, pero todo seguía siendo un caos de luces titilantes y destellos que no lograba identificar. Un susurro suave de música llegaba a mis oídos, pero se iba desvaneciendo, como si estuviera alejándome de la fiesta en la que me encontraba.
Mis ojos se volvieron a cerrar, nuevamente de forma involuntaria, mientras me esforzaba por recuperar fuerzas. Sentí un cambio en la textura del suelo debajo mí, más suave e irregular, y luego, al abrir los ojos de nuevo, pude distinguir a lo lejos las hojas de los árboles moviéndose suavemente al ritmo del viento. Un portón gigantesco apareció ante mi mirada, su silueta imponente recortada contra el fondo de la noche. La escena se desdibujaba una vez más, pero entendí que estaba siendo transportada fuera del bullicio de la fiesta, hacia un lugar más tranquilo.
Antes de poder entender lo que sucedía, mis párpados se cerraron de nuevo, esta vez sin resistencia, a medida que me entregaba a esa comodidad absoluta, pues una sensación envolvente y cálida me rodeó. Percibí como los brazos de Morfeo me acunaban con una suavidad indescriptible, como si estuviera flotando sobre algodón. La oscuridad volvió a cubrirlo todo, y me dejé llevar, cayendo profundamente en ese dulce letargo.
El calor suave de unos rayos de sol me despertó lentamente, como una caricia tibia sobre mi piel. Al principio, pensé que era parte de un sueño, pero la intensidad de la luz que se filtraba a través de mis párpados cerrados me obligó a fruncir el ceño. Aún sin abrir los ojos, algo me resultaba extrañamente fuera de lugar. ¿Por qué sentía el sol directamente en mi cara? Por la posición de mi cama, eso nunca debería suceder. Si bien la ventana estaba literalmente al lado, no debería recibir el sol de manera directa, especialmente no la mía.
Todo era demasiado extraño.
Con el ceño aún fruncido, me obligué a abrir los ojos lentamente. La luz era cegadora, pero logré entrever que atravesaba una cortina casi translúcida. Parpadeé varias veces, tratando de adaptarme al resplandor, y observé cómo los rayos de sol se filtraban suavemente por las telas ligeras que cubrían la ventana. No eran las cortinas de mi habitación. El material era más fino, más delicado, y el ambiente tenía una calidez ajena a la fría penumbra a la que estaba acostumbrada.
Mi desconcierto creció cuando moví las manos bajo la manta. No era mi manta. En lugar del tejido familiar y ligero, me cubría un edredón grueso y pesado, con una textura lujosa que no reconocía. La suavidad aterciopelada de la tela contra mi piel me dio una sensación de bienestar, pero al mismo tiempo, aumentó mi inquietud. ¿Desde cuándo había sido reemplazada mi manta por un edredón? Moví un poco el cuerpo y noté cómo me hundía en el colchón, que también se sentía distinto, más suave y envolvente de lo que recordaba.
El silencio del lugar era perturbadoramente pacífico, tan diferente del ruido y la música que llenaban el ambiente antes de...¿desmayarme?
A medida que mi visión se despejaba, comencé a percibir detalles de la habitación en la que me encontraba. El ambiente era lujoso, pero sin ostentaciones excesivas. Las paredes estaban pintadas en un tono neutro, elegante y discreto, y el mobiliario, aunque sencillo, reflejaba una calidad indiscutible. Frente a mí, una pared de paneles de madera clara sostenía un par de cuadros modernos, cuyas imágenes abstractas parecían complementarse con la serenidad del entorno.
El suelo estaba cubierto por una alfombra suave, y en la esquina opuesta a la ventana, había un pequeño escritorio y una silla que complementaban la atmósfera relajada y ordenada de la habitación.
Pero lo que realmente me llamó la atención fue lo que sucedió después.
Giré lentamente la cabeza al notar que algo se estaba removiendo contra el colchón. El sobresalto me hizo sentir un nudo en el estómago, y mi mirada se dirigió con cautela hacia la fuente del movimiento.
Era alguien, definitivamente era alguien y lo conocía muy bien, por desgracia.
Su figura musculosa estaba estirada a mi lado, ocupando más espacio del que parecía razonable. Su pecho desnudo subía y bajaba con un ritmo lento y constante, revelando la firmeza de los músculos definidos que, incluso en reposo, parecían estar listos para la acción. Un mechón de su cabello oscuro y desordenado le caía despreocupadamente sobre la frente, contrastando con su piel blanca. Su rostro, relajado en el sueño, tenía una expresión serena, casi vulnerable, pero era su boca lo que más capturó mi interés. Sus labios, ligeramente entreabiertos, esbozaban una pequeña sonrisa, como si incluso dormido, fuera consciente de su efecto en los demás.Mis pensamientos empezaron a correr descontrolados. ¿Cómo había terminado aquí, junto a él? Los recuerdos de la noche anterior se arremolinaban en mi mente, volviendo en fragmentos desordenados: la fiesta, su tacto, el vértigo que experimenté y luego...nada.—Mierda, no, no, no —murmuré en voz baja.Me llevé la mano a la frente como si intenta
Nunca imaginé que mi primer día en la universidad sería tan caótico. Mientras caminaba por el campus con mi mapa arrugado, tratando de encontrar el edificio de ciencias, me di cuenta de que todo esto era mucho más grande de lo que había esperado. Las personas iban de un lado a otro, hablando, riendo, como si ya pertenecieran a este sitio, mientras yo me sentía completamente fuera de lugar.Venir de un pequeño pueblo a una ciudad grande y bulliciosa era abrumador. No conocía a nadie aquí, y estar completamente sola me hacía sentir vulnerable. Todo lo que había conocido estaba a kilómetros de distancia, y aunque había estado emocionada por este nuevo comienzo, ahora solo sentía un nudo en el estómago.Finalmente, encontré el aula 203 y entré justo antes de que el profesor comenzara la clase. Busqué un asiento libre y me senté, tratando de pasar desapercibida. Sin embargo, eso fue imposible cuando una figura alta y oscura se plantó frente a mí.—Ese es mi asiento —dijo con voz grave.Lev
—¿Bienvenida? Parece más bien que están buscando a alguien a quien humillar para sentirse mejor con ustedes mismas —respondí con voz firme, mirando directamente a la chica rubia.Ella arqueó una ceja, como si no estuviera acostumbrada a que alguien le contestara de esa manera.—Oh, tenemos una valiente aquí —dijo la secuaz con tono sarcástico.En lugar de retroceder, la chica rubia dio un paso hacia mí, con una expresión desafiante en su rostro. Extendió una mano y tomó un mechón de mi cabello.—¿Por qué eres tan aburrida? —dijo, tirando ligeramente de mi cabello como si fuera un juguete.Sentí una mezcla de rabia y humillación. Nadie tenía derecho a tratarme así, especialmente no el primer día en la universidad. Sin pensar, aparté bruscamente su mano, haciendo que soltara mi cabello.—¡No vuelvas a tocarme! —exclamé, con voz tensa y mirándola fijamente a los ojos.Ella abrió los ojos con sorpresa y enojo, claramente no esperaba que le respondiera de esa manera.—¡Maldita! ¿Quién te c
Mientras el maestro Alden hablaba, sentí una oleada de desinterés y frustración. No solo era mi primer día en la universidad y ya había tenido que lidiar con gente desagradable, sino que ahora tenía que soportar una clase sobre mitos y leyendas que no me provocaban absolutamente nada. Para mí, los cuentos de terror eran aburridos y predecibles, y no lograban emocionarme en lo más mínimo.Durante las próximas dos horas, me mantuve garabateando en mi cuaderno, tratando de encontrar la manera de hacer pasar el tiempo más rápido. Mis dibujos no tenían sentido, eran solo una mezcla de líneas y figuras abstractas que reflejaban mi deseo de escapar de aquella monótona lección.Ocasionalmente, miraba a Sara, que parecía estar bastante interesada en la clase. Le sonreía de vez en cuando, pero mi mente estaba en otro lugar, rezando para que esto terminara de una vez.En un momento, decidí mirar a través de la ventana. El cielo, que había estado despejado al inicio de la clase, ahora se había to
No me apetecía en lo más mínimo. ¿Por qué haría tal cosa? Ni siquiera sabía la finalidad de poner mi huella allí. Miré a Sara, buscando en su expresión alguna pista de lo que debía hacer, pero ella también parecía confundida y un poco inquieta.—¿Qué es esto exactamente? —pregunté, intentando mantener la calma en mi voz.Valeria sonrió de nuevo, pero esta vez había algo en su mirada que no me gustó.—Es solo un registro formal para la universidad —respondió con tono despreocupado—. Todos los estudiantes nuevos tienen que hacerlo.No estaba convencida. Algo en todo esto me parecía extraño y fuera de lugar.Pero antes de que pudiera decir algo, Sara puso su dedo índice en el huellero y luego plasmó la tinta en el papel. Me quedé sorprendida. ¿Para mi compañera era tan fácil hacer eso sin siquiera cuestionarse? Aunque, pensándolo bien, quizás solo quería evitarse problemas.—Tu turno —dijo Valeria, extendiéndome el huellero con una sonrisa que ahora parecía más forzada.Miré aquel objeto
En un primer momento, creí que la rubia era la cabecilla del grupo, pero al parecer me equivoqué, pues ahora veo que es Carolina quien está visiblemente lastimada.Me pregunto qué pudo haber ocurrido, pero claramente no es mi asunto. Me volví hacia Sara y, con una mezcla de desconcierto y desdén, le susurré:—¿Estos se creen de la alteza?A pesar de que ellos estaban a una distancia considerable, Valeria me miró con una expresión fulminante. Fruncí el ceño sin entender; si fue por mi comentario, en todo caso, no podrían haberme escuchado. Sin embargo, ella cambió rápidamente su expresión y optó por levantar la mano y saludarme con una sonrisa.Valeria continuó su camino, desapareciendo por uno de los pasillos principales. Me giré hacia Sara, aún confundida.—¿Qué demonios acaba de pasar? —murmuré, esperando que ella tuviera alguna respuesta.Sara se encogió de hombros.—No lo sé, pero no le des mucha importancia.Y así fue, porque el día se pasó en un cerrar de ojos, pero cuando estab
A la semana siguiente, decidí volver a la piscina. Pero esta vez, el lugar no estaba vacío. Un grupo de nadadores estaba entrenando y sus movimientos coordinados creaban ondas en el agua cristalina. Me acerqué al borde de la piscina, absorta en observarlos y fue allí, cuando estaba tan concentrada en el ritmo de los deportistas que no noté la presencia de alguien hasta que fue demasiado tarde.De repente, sentí un empujón fuerte y desequilibrante en la espalda, y antes de poder reaccionar, me encontré cayendo hacia adelante, sumergiéndome bruscamente en el agua fría.Con suerte, no me topé con uno de los nadadores, aunque el impacto de mi caída provocó un gran chapoteo que perturbó la práctica.La interrupción fue suficiente para llamar la atención del entrenador, un hombre corpulento con una expresión severa, quien se volvió hacia mí con el ceño fruncido y los ojos llenos de irritación.Se acercó al borde de la piscina, señalándome con un dedo acusador mientras su voz resonaba por to
El maestro frunció el ceño al verme. Bajó la mirada hacia su reloj de pulsera, apretando los labios en una línea fina. Luego levantó la vista nuevamente, encontrando mis ojos con una expresión de creciente irritación. El aula entera estaba en silencio, con todos los estudiantes observando la escena con curiosidad y anticipación.—Ha llegado veinte minutos tarde, señorita —dijo, con un tono de voz cortante como un cuchillo.Cada palabra parecía cargada de desaprobación. El profesor se cruzó de brazos, con una postura rígida, reflejando claramente su irritación. Pude sentir el peso de las miradas de mis compañeros, y el calor del rubor volvió a mi rostro, esta vez por la vergüenza de ser el centro de atención por segunda vez en el día.Mis ojos barrieron el aula en busca de culpables y se detuvieron en Lucas, quien estaba sentado al fondo, con una expresión de triunfo mal disimulada. Su sonrisa burlona y el brillo de satisfacción en sus ojos delataban que había sido él quien había alert