Dio la cara ante las cámaras y escuchó un sinfín de preguntas sobre su jefe y ella, sin tener oportunidad de defenderse o responder. Intentó caminar, pero le impidieron el paso y no tuvo más opción que pedirle auxilio al guardia de seguridad del edificio, quien se apresuró en llegar a su ayuda. La tomó del brazo y se hizo lugar entre el tumulto, utilizando la fuerza mayor para salir de ahí.
Una vez dentro del edificio, le agradeció de corazón al buen hombre y regresó al departamento. Necesitaba saber qué era lo que estaba ocurriendo y por qué los periodistas la acosaron de esa forma. La única persona que tenía la respuesta y la solución era su jefe, así que regresaría a la mansión para pedirle respuestas el día siguiente. Verificó que sus padres estuviera
Apenas llegaron, Colin bajó del auto y abrió la puerta para ella, pero al ver tantas personas y camarógrafos, se sintió intimidada y nerviosa. Sin embargo, se armó de valor y salió. Al situarse a su lado, el pie se le torció un poco y él pareció presentirlo, ya que cruzó su fuerte brazo alrededor de la pequeña cintura y la atrajo contra su cuerpo para evitar una vergonzosa caída. Ambos rostros quedaron a un centímetro de distancia y ni se diga la felicidad de los camarógrafos, quienes aprovecharon para inmortalizar el momento. Gema se aclaró la garganta y su jefe entendió la indirecta, después se alejó de ella y saludó a las cámaras con total confianza mientras ella permanecía tensa como una estatua.—¿Entramos? —Le propuso aquello con una son
Colin no podía creer lo que estaba escuchando. Suspiró muy molesto porque a esa tonta muchachita le había dolido en el alma que Carter estuviera en una relación con alguien más. —¿Te estás oyendo a ti misma? ¡Te abrí los ojos cuando no debí haberlo hecho! Eres una tonta inocente que se creyó todas las mentiras de ese asistente. —Soltó el brazo de la pelirroja y se alejó—. Quizá exageré pidiéndole a ambos que se portaran como un matrimonio cuando apenas van a casarse dentro de dos meses. Lo hice solo para fastidiarte, eso sí lo acepto yo. Me gustas, me gustas demasiado como para quedarme de brazos cruzados viendo cómo otro te lleva con engaños. Si es así ninguno de los dos podremos tenerte. ¿Cómo hago que él pague lo que te hizo? ¿Lo despido? Haré lo que me pidas si tú quieres... Abrió la boca como un pez boqueando fuera del agua. Quería decir algo, refutar lo
Horas después abrió los ojos, fijó la mirada en el techo de un color blanco y rompió en llanto. No supo el por qué, solo sentía mucho miedo y no quería que nadie le hiciera daño. Temblaba como una chiquilla y el corazón le latía con fuerza, a tal punto de escuchar el propio bombeo de su sangre en los oídos.Al percatarse del estado de su hija, Giselle corrió para calmarla. Le susurró que todo estaría bien, que ella y Peter la amaban con toda el alma y que siempre iban a estar allí para ella. Poco a poco Gema se fue calmando, con cada minuto que pasaba el miedo remitía lentamente gracias a los abrazos y palabras de su madre.Parecía que la mala suerte había caído sobre ella. Todo se le vino encima, sus problemas empezaron a acumula
Colin esperó, cruzó los dedos para que ella dijera que no. Por un lado no quería dejarla ir, pero estaba dispuesto a hacerlo por el bien de ambos, mucho más por el de ella.Lo pensó durante un par de minutos. Era la propuesta perfecta, nada podía ser mejor que eso. Estaría lejos de su jefe, comenzaría una nueva vida, estudiaría tranquila y los paparazzis no iban a molestarla de nuevo.—Claro que acepto. —Se encogió de hombros, sin mostrar emoción alguna en el pecoso rostro.Todo estaba dicho, él ya no podía hacer nada más. Dentro de poco tiempo solo le quedaba verla partir.—Muy bien. —Quiso parecer lo más tranquilo posible, cuando por dentro s
Por otro lado, Colin veía pasar las semanas y los meses muy lentamente en el calendario. La mansión parecía sin vida si Gema no estaba, la oficina permanecía en silencio y fría; ya no había quien le hiciera preguntas sobre cualquier cosa cada media hora. Esperaba con ansias el correo semanal que recibía desde Chicago. Leer cada mensaje de ella era triste, la manera que tenía de dirigirse hacia él también le sabía gélida y lejana.En Inglaterra las cosas estaban marchando bien, cada proyecto fluía con éxito y los atentados hacia Colin habían cesado repentinamente desde la última vez. Sentía un poco de temor, aunque la tranquilidad ya estaba empezando a tomar el control de nuevo.Dos toques en la puerta llamaron su atención, por lo que lev
Nada como un buen estirón después de un largo tiempo de vuelo. Al salir del aeropuerto sintió en el rostro el viento helado de Londres y admiró las luces navideñas que adornaban todos los lugares. Un año atrás se había marchado con prisa, ni siquiera disfrutó esa época decembrina, pero todo iba a cambiar, porque había vuelto a casa y con las baterías bien puestas.Ni bien llegó al departamento, tocó el timbre con ansias y esperó impaciente. Peter abrió la puerta, y demostró emoción al ver a su hija frente a él.—¿Gema? ¡Giselle, Gema está aquí! —gritó a todo pulmón, porque gracias a los tratamientos, se hallaba de maravilla—. ¡Al fin vuelves cariño!
¡Gema! ¡Gema!En medio de los delirios escuchó una voz lejana y sintió que su cuerpo fue sacudido por alguien. Abrió los ojos lentamente y se encontró de frente con el rostro de su madre. La vio preocupada y parecía haber estado llorando.Un poco descolocada, intentó recordar qué fue lo que pasó como para despertar en la cama de un hospital. Solo conseguía acordarse de Colin, fue la última persona que vio antes de perder la consciencia.—¿Qué pasó? ¿Y Colin? Dime que no está muerto. —Casi se le quiebra la voz.Hizo un intento por sentarse, pero su mamá se lo impidió.—Él e
Dejó caer el teléfono, las manos le temblaron y su cuerpo se sofocó. Los transeúntes la vieron de una forma extraña. Hizo un intento por recoger el móvil, pero una punzada de dolor se instaló en su costado. En ese instante se detuvo, con la mirada clavada en el suelo recordó todas las cosas horribles y asquerosas que James le dijo antes de ser apresado.Se recompuso. Tenía que seguir siendo fuerte, no era momento de quebrarse en medio de la calle. Tomó su teléfono, miró hacia ambos lados y reprimió un quejido al caminar, ya que la costilla le dolía. El taxi no tardó mucho en llegar a casa. Se bajó como pudo y subió al departamento enseguida. En un ataque de rabia lanzó los zapatos contra la cómoda de su habitación y el florero cayó al suelo, rompiéndose e