La mañana se les fue trabajando duro en la oficina, la tarde estuvo llena de reuniones y la noche por fin les trajo tranquilidad. Luego de acabar la cena, Gema acompañó a su jefe a ver las noticias en la sala principal. Ambos sentados en cada extremo del sofá respiraban de forma agitada, se sentían nerviosos. A ese ritmo no iban a conseguir trabajar juntos por mucho.
—Está aburrido. ¿Cambiamos de canal? —susurró, tratando de romper el hielo.
—Es su tele, señor, puede hacer lo que crea mejor para usted. —Soltó una pequeña risilla.
—¿Siempre eres tan silenciosa? —Le preguntó de vuelta.
—Casi siempre, ¿por qué? —Se movi&oac
Durante el viaje solo se oyó el motor del auto y sus respiraciones, no había nada relevante que hablar. Poco tiempo después el chofer se estacionó frente a un conjunto residencial, el cual se encontraba muy cerca de Camber Sands Beach, una playa que está a hora y media de Londres.Saludaron en la entrada y tomaron el elevador que los llevó al séptimo piso. Cuando se abrió la puerta, la mandíbula casi se le desencaja a Gema: los pisos lucían brillantes, el salón principal era inmenso y tenía un estilo minimalista; los muebles y adornos se complementaban de forma harmoniosa, la cocina estaba completamente equipada; las cuatro habitaciones tenían su propio baño, un cuarto de lavado y un balcón. Y ni hablar de la piscina de afuera, la cual se miraba refrescante. Al caer la noche anterior, decidió quedarse en el departamento sola, no aceptó que Colin le haya propuesto irse juntos a la mansión por la seguridad de ambos, ya que le pareció un poco exagerada su actitud. Se suponía que ninguno de los camarógrafos había visto su rostro ni sabían quién era ella, ¿entonces qué podría salir mal? No estaba segura, pero tampoco creía que algo malo pudiese ocurrir.Estiró su cuerpo aún recostada sobre la cama, y luego de una pequeña lucha con las suaves mantas se dio una larga y refrescante ducha para iniciar el día.Salió del edificio y tomó un taxi que la llevara a su antigua casa. El barrio lucía tranquilo y silencioso aunque ya no era tan temprano. Subió las escaleras yCAPÍTULO 16
Dio la cara ante las cámaras y escuchó un sinfín de preguntas sobre su jefe y ella, sin tener oportunidad de defenderse o responder. Intentó caminar, pero le impidieron el paso y no tuvo más opción que pedirle auxilio al guardia de seguridad del edificio, quien se apresuró en llegar a su ayuda. La tomó del brazo y se hizo lugar entre el tumulto, utilizando la fuerza mayor para salir de ahí.Una vez dentro del edificio, le agradeció de corazón al buen hombre y regresó al departamento. Necesitaba saber qué era lo que estaba ocurriendo y por qué los periodistas la acosaron de esa forma. La única persona que tenía la respuesta y la solución era su jefe, así que regresaría a la mansión para pedirle respuestas el día siguiente. Verificó que sus padres estuviera
Apenas llegaron, Colin bajó del auto y abrió la puerta para ella, pero al ver tantas personas y camarógrafos, se sintió intimidada y nerviosa. Sin embargo, se armó de valor y salió. Al situarse a su lado, el pie se le torció un poco y él pareció presentirlo, ya que cruzó su fuerte brazo alrededor de la pequeña cintura y la atrajo contra su cuerpo para evitar una vergonzosa caída. Ambos rostros quedaron a un centímetro de distancia y ni se diga la felicidad de los camarógrafos, quienes aprovecharon para inmortalizar el momento. Gema se aclaró la garganta y su jefe entendió la indirecta, después se alejó de ella y saludó a las cámaras con total confianza mientras ella permanecía tensa como una estatua.—¿Entramos? —Le propuso aquello con una son
Colin no podía creer lo que estaba escuchando. Suspiró muy molesto porque a esa tonta muchachita le había dolido en el alma que Carter estuviera en una relación con alguien más. —¿Te estás oyendo a ti misma? ¡Te abrí los ojos cuando no debí haberlo hecho! Eres una tonta inocente que se creyó todas las mentiras de ese asistente. —Soltó el brazo de la pelirroja y se alejó—. Quizá exageré pidiéndole a ambos que se portaran como un matrimonio cuando apenas van a casarse dentro de dos meses. Lo hice solo para fastidiarte, eso sí lo acepto yo. Me gustas, me gustas demasiado como para quedarme de brazos cruzados viendo cómo otro te lleva con engaños. Si es así ninguno de los dos podremos tenerte. ¿Cómo hago que él pague lo que te hizo? ¿Lo despido? Haré lo que me pidas si tú quieres... Abrió la boca como un pez boqueando fuera del agua. Quería decir algo, refutar lo
Horas después abrió los ojos, fijó la mirada en el techo de un color blanco y rompió en llanto. No supo el por qué, solo sentía mucho miedo y no quería que nadie le hiciera daño. Temblaba como una chiquilla y el corazón le latía con fuerza, a tal punto de escuchar el propio bombeo de su sangre en los oídos.Al percatarse del estado de su hija, Giselle corrió para calmarla. Le susurró que todo estaría bien, que ella y Peter la amaban con toda el alma y que siempre iban a estar allí para ella. Poco a poco Gema se fue calmando, con cada minuto que pasaba el miedo remitía lentamente gracias a los abrazos y palabras de su madre.Parecía que la mala suerte había caído sobre ella. Todo se le vino encima, sus problemas empezaron a acumula
Colin esperó, cruzó los dedos para que ella dijera que no. Por un lado no quería dejarla ir, pero estaba dispuesto a hacerlo por el bien de ambos, mucho más por el de ella.Lo pensó durante un par de minutos. Era la propuesta perfecta, nada podía ser mejor que eso. Estaría lejos de su jefe, comenzaría una nueva vida, estudiaría tranquila y los paparazzis no iban a molestarla de nuevo.—Claro que acepto. —Se encogió de hombros, sin mostrar emoción alguna en el pecoso rostro.Todo estaba dicho, él ya no podía hacer nada más. Dentro de poco tiempo solo le quedaba verla partir.—Muy bien. —Quiso parecer lo más tranquilo posible, cuando por dentro s
Por otro lado, Colin veía pasar las semanas y los meses muy lentamente en el calendario. La mansión parecía sin vida si Gema no estaba, la oficina permanecía en silencio y fría; ya no había quien le hiciera preguntas sobre cualquier cosa cada media hora. Esperaba con ansias el correo semanal que recibía desde Chicago. Leer cada mensaje de ella era triste, la manera que tenía de dirigirse hacia él también le sabía gélida y lejana.En Inglaterra las cosas estaban marchando bien, cada proyecto fluía con éxito y los atentados hacia Colin habían cesado repentinamente desde la última vez. Sentía un poco de temor, aunque la tranquilidad ya estaba empezando a tomar el control de nuevo.Dos toques en la puerta llamaron su atención, por lo que lev