Cenó algo rápido y empacó toda su ropa, zapatos y objetos personales en la maleta grande y lo restante en una pequeña caja. Se encontraba lista para instalarse en su nueva e increíble habitación. Tomó un taxi que la llevó hacia la mansión de su jefe y tiempo después al llegar, vio que el simpático Carter se encontraba hablando animadamente por teléfono en la sala principal. Decidió no interrumpirle, aunque se moría de ganas por verlo y hablarle, pero prefirió escabullirse en silencio.
—Gema… —Carter pronunció su nombre y ella paró en seco, un tanto nerviosa. ¡Cuánto le encantaba el sonrojo en las mejillas de Gema! Se acercó a ella, desprendiendo un olor fresco y masculino.
Su traje era impecable y llevaba el cabello un poco húmedo. Aquella imagen de él la eclipsó, dejándola atónita a mitad de las amplias escalinatas.
La tarde continuó con una visita a un hotel majestuoso: en lo alto llevaba el mismo logo que los restaurantes y el apellido Blackwell —nuevamente— brillaba a la luz del sol en el centro del edificio pintado de un blanco celestial, con bordes de color dorado. El verano estaba en completo apogeo, todo brillaba bajo la luz solar y los árboles se movían produciendo una fresca ventisca.Llegaron a recepción y tomaron el elevador, bajo las atentas miradas de empleados y empleadas que con disimulo murmuraban de aquí para allá. En sala de juntas estaban esperando a Colin Blackwell, todos los ejecutivos importantes habían llegado hacía tiempo y se hallaban escépticos ante la nueva propuesta de su exitoso socio. Los tres hicieron acto de presencia y tomaron asiento en silencio, de inmediato los presentes guardaron sus palabras para despu&eacu
El atardecer del tan ansiado día jueves adornaba el cielo. El fresco viento acariciaba su rostro y mecía su largo cabello con gracia. Había sido un día muy tranquilo en el trabajo, con Blackwell todo marchaba bien, ya que se estaba portando cordial y amable con Gema, algo que ella no se esperaba.Mientras asaba carne de res en el jardín trasero, no podía sacar de sus pensamientos el rostro de Carter, se moría por verlo de nuevo, y eso que estuvieron trabajando juntos en la oficina toda la mañana. De repente y para su mala suerte, comenzó a llover y el fuerte sonido del asador al apagarse fue lo que la sacó de sus cavilaciones románticas. Por lo menos logró asar debidamente un trozo, el otro quedó chamuscado. Puso todo en un plato y se llevó los demás implementos a la cocina, huyendo de la repentina lluv
La mañana se les fue trabajando duro en la oficina, la tarde estuvo llena de reuniones y la noche por fin les trajo tranquilidad. Luego de acabar la cena, Gema acompañó a su jefe a ver las noticias en la sala principal. Ambos sentados en cada extremo del sofá respiraban de forma agitada, se sentían nerviosos. A ese ritmo no iban a conseguir trabajar juntos por mucho.—Está aburrido. ¿Cambiamos de canal? —susurró, tratando de romper el hielo.—Es su tele, señor, puede hacer lo que crea mejor para usted. —Soltó una pequeña risilla.—¿Siempre eres tan silenciosa? —Le preguntó de vuelta.—Casi siempre, ¿por qué? —Se movi&oac
Durante el viaje solo se oyó el motor del auto y sus respiraciones, no había nada relevante que hablar. Poco tiempo después el chofer se estacionó frente a un conjunto residencial, el cual se encontraba muy cerca de Camber Sands Beach, una playa que está a hora y media de Londres.Saludaron en la entrada y tomaron el elevador que los llevó al séptimo piso. Cuando se abrió la puerta, la mandíbula casi se le desencaja a Gema: los pisos lucían brillantes, el salón principal era inmenso y tenía un estilo minimalista; los muebles y adornos se complementaban de forma harmoniosa, la cocina estaba completamente equipada; las cuatro habitaciones tenían su propio baño, un cuarto de lavado y un balcón. Y ni hablar de la piscina de afuera, la cual se miraba refrescante. Al caer la noche anterior, decidió quedarse en el departamento sola, no aceptó que Colin le haya propuesto irse juntos a la mansión por la seguridad de ambos, ya que le pareció un poco exagerada su actitud. Se suponía que ninguno de los camarógrafos había visto su rostro ni sabían quién era ella, ¿entonces qué podría salir mal? No estaba segura, pero tampoco creía que algo malo pudiese ocurrir.Estiró su cuerpo aún recostada sobre la cama, y luego de una pequeña lucha con las suaves mantas se dio una larga y refrescante ducha para iniciar el día.Salió del edificio y tomó un taxi que la llevara a su antigua casa. El barrio lucía tranquilo y silencioso aunque ya no era tan temprano. Subió las escaleras yCAPÍTULO 16
Dio la cara ante las cámaras y escuchó un sinfín de preguntas sobre su jefe y ella, sin tener oportunidad de defenderse o responder. Intentó caminar, pero le impidieron el paso y no tuvo más opción que pedirle auxilio al guardia de seguridad del edificio, quien se apresuró en llegar a su ayuda. La tomó del brazo y se hizo lugar entre el tumulto, utilizando la fuerza mayor para salir de ahí.Una vez dentro del edificio, le agradeció de corazón al buen hombre y regresó al departamento. Necesitaba saber qué era lo que estaba ocurriendo y por qué los periodistas la acosaron de esa forma. La única persona que tenía la respuesta y la solución era su jefe, así que regresaría a la mansión para pedirle respuestas el día siguiente. Verificó que sus padres estuviera
Apenas llegaron, Colin bajó del auto y abrió la puerta para ella, pero al ver tantas personas y camarógrafos, se sintió intimidada y nerviosa. Sin embargo, se armó de valor y salió. Al situarse a su lado, el pie se le torció un poco y él pareció presentirlo, ya que cruzó su fuerte brazo alrededor de la pequeña cintura y la atrajo contra su cuerpo para evitar una vergonzosa caída. Ambos rostros quedaron a un centímetro de distancia y ni se diga la felicidad de los camarógrafos, quienes aprovecharon para inmortalizar el momento. Gema se aclaró la garganta y su jefe entendió la indirecta, después se alejó de ella y saludó a las cámaras con total confianza mientras ella permanecía tensa como una estatua.—¿Entramos? —Le propuso aquello con una son
Colin no podía creer lo que estaba escuchando. Suspiró muy molesto porque a esa tonta muchachita le había dolido en el alma que Carter estuviera en una relación con alguien más. —¿Te estás oyendo a ti misma? ¡Te abrí los ojos cuando no debí haberlo hecho! Eres una tonta inocente que se creyó todas las mentiras de ese asistente. —Soltó el brazo de la pelirroja y se alejó—. Quizá exageré pidiéndole a ambos que se portaran como un matrimonio cuando apenas van a casarse dentro de dos meses. Lo hice solo para fastidiarte, eso sí lo acepto yo. Me gustas, me gustas demasiado como para quedarme de brazos cruzados viendo cómo otro te lleva con engaños. Si es así ninguno de los dos podremos tenerte. ¿Cómo hago que él pague lo que te hizo? ¿Lo despido? Haré lo que me pidas si tú quieres... Abrió la boca como un pez boqueando fuera del agua. Quería decir algo, refutar lo