Abril se encuentra entre la espada y la pared, nunca pensó que su primer día en la ciudad causaría un problema tan grave. No quiere ir a la cárcel, pero tampoco le parece bien que por su culpa los patrones echen del trabajo a su madrina.
Media hora más tarde, los señores se fueron a trabajar a la empresa. Hoy también es día de compras, así que la madrina tomó la lista y se marchó junto al chofer, no sin antes advertirle a Abril que no fuera a cometer ningún error, que si no quería estar en la cocina se fuera a la habitación, pero que no fuera a rondar la mansión.
Había tantas cosas que preparar para el almuerzo, es por eso que la chica decidió quedarse en la cocina para avanzar por mientras llegaba su madrina. El teléfono en la cocina sonó, Abril dudó en responder, pero luego se armó de valor creyendo que eran los patrones.
—¡Quiero agua, tráela de inmediato, por favor! —ordenó Alejandro.
Abril dejó de hacer lo que estaba haciendo y fue a la habitación de aquel fastidioso hombre que se está empeñando en hacer que ella esté a su completa disposición, aun conociendo el peligro que eso conllevará
Abril suspiró al estar frente a la puerta del demonio, arregló su delantal y tomó impulso para ir a humillarse frente al hijo de sus patrones.
—Te he dicho que tengo prohibido verte. Mi madrina no está, y si alguien se entera de que yo he venido, serás el culpable. —se quejó.
—Yo sé que tu madrina no está y por eso te pedí que vinieras. —respondió con una sonrisa de lado.
—Tu agua está servida, me marcho si el joven de la familia no necesita más. —Ella lo dijo a modo de burla.
—No te he dicho que puedes salir.
—¿Por qué lo haces? —le cuestionó con tristeza.
Él sonrió en silencio.
—Tú comenzaste a meterte conmigo, ahora te aguantas o, si no, mis padres se enterarán de que me golpeaste sin razón alguna. ¿Y qué crees? En la cárcel no te visitará tu madrina. —Le amenazó.
—¿Qué quieres que haga para que ese incidente quede en el pasado? Ya te pedí perdón, te hice saber que no fue mi culpa, solo creí que eras un secuestrador.
—Esta noche habrá una fiesta, quiero asistir, pero tú me acompañarás.
—¡No lo haré!
—Si no lo haces, ya sabes cuáles serán las consecuencias. Por mí no hay problema, yo no pierdo nada.
Te espero a las 10 de la noche, a dos cuadras del portón.
¡Sal de mi habitación, ahora! —ordenó.
Abril salió enseguida y al cerrar la puerta, pataleó furiosa. ¿Cómo cree ese idiota que ella saldrá por la noche arriesgándose a ser descubierta por su madrina?
Las horas transcurrieron y ella seguía nerviosa. Por la noche, a la hora de dormir, se acostó en su cama mientras su madrina descansaba en la otra, casi al lado de la suya. Quería dormir, pero no podía conciliar el sueño por estar preguntándose en su mente lo que hará; si hacerle caso al idiota o dejar que él revelase la verdad.
Finalmente, faltando diez minutos para la hora que el imbécil le mencionó, ella se vistió en silencio y salió sigilosamente de la casa de empleados. Se aseguró de que todas las luces en la mansión estuviesen apagadas y nadie estuviera rondando afuera.
Caminó a paso rápido con miedo a ser descubierta o que alguien viniera tras ella para hacerle daño. En la siguiente cuadra vio un auto estacionado, estaba con las vías encendidas; de inmediato lo reconoció; era el idiota que ya la estaba esperando.
—¿Por qué tardaste tanto? —le reclamó.
—No seas dramático, solo me he pasado diez minutos. —se defendió ella.
—Diez minutos son oro para mí. Sube, date prisa, que llegamos tarde.
—No necesito que me estés dando órdenes. —renegó ella, quedándose aún de pie.
—Entonces la princesa quiere que baje del auto, le abra la puerta, la tome en mis brazos y la acomode en el asiento, ¿eso es lo que quieres?
—No. —le respondió ella, y a continuación abrió la puerta y subió al lado de él.
—Escucha, iremos a una fiesta en la cual estarán mis amigos, por favor, compórtate como una persona decente.
—Está bien, pero ¿no crees que esto es demasiado estúpido de tu parte? Nunca he salido a una fiesta… nunca he tenido amigos que les guste salir a divertirse, no sé cómo van a reaccionar ellos y si te da vergüenza no es mi culpa.
Alejandro sonrió, la chica había salido mucho más tímida e ingenua de lo que se imaginó. Al llegar a la dichosa fiesta y, al ser el más popular del grupo, todos se le acercaron a él.
Sus amigos eran hijos de empresarios millonarios, algunos ya habían tomado el control en sus empresas y otros como en el caso de Alejandro estaban a punto de hacerlo, solo que por su inmadurez, su padre no le permitía tomar el control de ellas hasta que formara una familia, él creía que solo así sentaría cabeza y tomaría en serio el tema de los negocios.
—Amigo, ¿pero quién es la chica que ahora te acompaña? —preguntaron los varones, refiriéndose a Abril, mientras que las chicas la observan de mala gana.
—No lo sé, la encontré en la calle hace un momento y me pidió que la trajera hasta aquí. Supongo que alguien de la fiesta la ha invitado o viene por cuenta propia. —dijo con palabras que parecían reales, además con una sonrisa de burla que alimentaba su ego de hombre mujeriego y vengativo.
Abril sentía miedo, había caído en la trampa de ese hombre. No le gustaba como los amigos de él, la observaban y tenían una mirada lujuriosa hacia ella. Uno se relamió los labios, se acercó a Alejandro para tomarla a ella del brazo y llevarla con él. Abril se agarró de la cintura de su acompañante, negándose a salir con aquel desconocido.Sin embargo, Alejandro la alejó de él, dándole el visto bueno a su amigo para que se la llevara. Los vio desaparecer entre la multitud, entonces se arrepintió. La chica es tímida, él recordó que anteriormente ella le comentó que no tenía amigos extrovertidos.Salió en busca de ella, pero no encontró a ninguno de los dos. Desesperado llamó al teléfono de su amigo, pero este no le contestó. Marcó el número de la chica y tampoco obtuvo una respuesta. Su desesperación aumentaba con cada segundo que marcaba el reloj, regresó con el grupo de amigos esperando a que el otro regresara con la chica; sin embargo, las horas pasaban y de ellos no había señales.T
Después de recorrer en el auto por un largo trayecto, los despojaron de sus pertenencias, incluyendo su teléfono celular y los dejaron tirados a la deriva dentro de una especie de bosque.Ellos, los secuestradores, se dieron cuenta de que ese joven no era cualquier pelagatos, no, se enteraron de que se estaban metiendo con una familia poderosa y que el dinero que les ofrecieron por golpear a la chica no sería suficiente para pagar la fianza y salir de la cárcel.Alejandro logró quitarse la venda que cubría sus ojos. Afortunadamente, los tiraron a los dos en el mismo lugar, así se ayudaron mutuamente a desamarrar sus manos, sus pies y a quitar la cinta adhesiva que les impedía abrir la boca.—¡Dios mío, tu mano está sangrando! —exclamó Alejandro, sintiéndose culpable de que haya sido ella quien recibió los golpes, ya que al esquivar los del rostro, ella metió las manos.—¿Qué ha sido eso? —preguntó Abril llorando.—No lo sé, nunca me había sucedido esto. —Comentó mientras le venda la m
Durante la semana los chicos no salieron de casa. Cada uno tenía sus traumas por el secuestro y no querían exponerse a que volviera a suceder, ya que, no se sabe cuál de los dos era el objetivo.La madrina estaba contenta de que su ahijada se tomara un par de días para conocer mejor la ciudad con la ayuda del internet. Si tan solo ella supiera cuál es la verdad, se llevaría la decepción más grande de su vida, ya que se lo ha advertido en muchas ocasiones que no se acerque al joven de la familia.Por otro lado, los padres de Alejandro tienen planeado realizar un viaje para celebrar su aniversario de bodas. Saldrán del país por dos meses; eso sucederá dentro de dos semanas. Es por ese motivo que el señor le ha dicho a su hijo que deberá presentarse en la empresa para que desde ya vaya familiarizándose con los números y todo lo que ello implica.Alejandro está comprometido con una bella modelo de talla internacional. El padre de ella y su padre han decidido que ya es tiempo de que se cas
Desde su habitación, Abril imagina que todos la están pasando bonito con la llegada de la prometida de Alejandro. Sabiendo que ya no saldrá afuera y que su madrina tardará en llegar, ella se puso su pijama y se tiró sobre la cama para intentar dormir y olvidarse de todo lo que le recuerde a aquella noche donde se entregó a ese hombre que está a un paso de casarse.Alejandro observó detenidamente cada movimiento de la señora que servía la cena. Esperaba con ansias ver a Abril, pero de inmediato recordó que ella le había mencionado que tenía prohibido presentarse dentro de la mansión.—Me disculpo un momento, no me siento bien del estómago, regreso en unos minutos. —Anunció Alejandro, levantándose y caminando en dirección a su habitación.En ese momento nadie sospechó nada, nadie se imaginaba lo que había sucedido un par de noches atrás entre el hijo de la familia rica y la sirvienta. Tampoco a nadie se le cruzó por la mente que, desde su habitación, saldría para la casa de empleados e
Abril no podía creer que quien estuviera frente a ella era el mismo Alejandro. Ella salió por un momento pensando que se había equivocado de puerta, sin embargo, el letrero de presidente se miraba muy grande, bonito y brillante.Volvió a entrar, Alejandro estaba confundido por cómo ella estaba actuando.—¿Qué sucede? —le preguntó.—Imposible, me niego a creer que tú seas mi jefe. Ni siquiera has estado trabajando y ahora de la nada te apareces como el presidente.—¿Qué creíste? ¿Acaso te recomendaría trabajar con una empresa de la cual yo no conozco a sus dueños? ¡Qué poco interés tienes, ni siquiera te has dado a la tarea de investigar a fondo sobre tu lugar de trabajo! —se burló Alejandro.—¡Me tendiste una trampa!—¿Hay algún problema?—Sí. Es por eso que, ¡RENUNCIO! No quiero estar cerca de ti.Sabía que actuarías de esa forma. Motivo por el cual aquí te entrego una copia del contrato que firmaste ayer. Puedes leerlo con calma, punto por punto, y luego me dices si todavía sigues c
En la oficina…Abril estaba muy afanada en su computadora transcribiendo un documento para la reunión de este día. Acababa de colgar la llamada con Alejandro cuando una mujer entró de la nada.—¿Quién te crees que eres para ignorar mis llamadas?—gritó aquella mujer, creyendo que su prometido estaba allí. Pero guardó silencio al ver a la chica sentada en un escritorio en la esquina, en la misma oficina de su prometido. Por un momento, Abril pensó que se estaba refiriendo a ella. Entonces preguntó: —¿Quién eres? No te conozco.—¿Dónde está Alejandro y qué haces tú en su oficina? —cuestionó alterada al recordar que anteriormente había tropezado con ella en el elevador.—El señor Alejandro aún no ha llegado, yo soy su asistente; si gusta, puede sentarse y esperarlo.—Por supuesto que lo esperaré. Cuando él venga, quiero que salgas y nos dejes a solas—. Ordenó con prepotencia.—Está bien—. Respondió Abril, imaginando que ella es la prometida de la familia.—¡Qué haces allí, sentada, sírve
Es un hecho que Gabriela no sabe que Abril vive prácticamente en la misma casa con Alejandro. Solo siente que él se está distanciando de ella últimamente y por eso le ha pedido nuevamente que la despida y que encuentre a una nueva asistente o preferiblemente que sea un hombre, así ella estará más segura de que nunca le pagará mal.—¿Cuándo regresarás al extranjero?— preguntó Alejandro.—He decidido tomarme unas vacaciones en mi país. Mi futuro esposo ha estado solo por mucho tiempo y quiero compensarlo con mi presencia a diario.—Entiendo— respondió.Por su parte, Alejandro ya hubiese roto esa relación desde hace un tiempo, pero eso sería desobedecer la orden de su padre y romperle el corazón. Ya que, desde siempre lo han catalogado como un hijo desobediente y que, por una parte, se avergüenzan de él; son palabras que su padre le dice en ocasiones cuando lo hace enojar, pero luego le pide disculpas y le dice que todo lo hace para que él recapacite y sea un hombre de bien ahora que ya
Más tarde bajaron para asistir a la primera reunión y posteriormente fueron a cenar. Ya era bastante tarde cuando regresaron a sus respectivas habitaciones, Alejandro estaba un poco pasado de tragos y Abril estaba muy enojada porque al día siguiente, a primera hora, tenían una segunda reunión. —Te llamaré muy temprano para que te levantes, porque dudo que lo hagas a tiempo por tu cuenta. —No te preocupes, estoy acostumbrado a emborracharme, ya verás que la reunión sí se llevará a cabo en tiempo y forma. —Prometió. Abril se quedó un rato viendo un programa en la televisión antes de irse a la cama. Más tarde, cuando ya estaba dormida, se despertó por unos fuertes golpes en la puerta de su habitación. Ella se levantó y preguntó quién es.—Soy yo— respondió aquella peculiar voz.—¿Alejandro?— Ella se sorprendió. —¿Qué te pasa?—preguntó abriendo la puerta. Él estaba recostado sobre la pared, su rostro lucía colorado y un morado adornaba su mejilla.—Puedo quedarme en tu habitación, por