Abril sentía miedo, había caído en la trampa de ese hombre. No le gustaba como los amigos de él, la observaban y tenían una mirada lujuriosa hacia ella. Uno se relamió los labios, se acercó a Alejandro para tomarla a ella del brazo y llevarla con él. Abril se agarró de la cintura de su acompañante, negándose a salir con aquel desconocido.
Sin embargo, Alejandro la alejó de él, dándole el visto bueno a su amigo para que se la llevara. Los vio desaparecer entre la multitud, entonces se arrepintió. La chica es tímida, él recordó que anteriormente ella le comentó que no tenía amigos extrovertidos.
Salió en busca de ella, pero no encontró a ninguno de los dos. Desesperado llamó al teléfono de su amigo, pero este no le contestó. Marcó el número de la chica y tampoco obtuvo una respuesta. Su desesperación aumentaba con cada segundo que marcaba el reloj, regresó con el grupo de amigos esperando a que el otro regresara con la chica; sin embargo, las horas pasaban y de ellos no había señales.
Todos en el grupo comentaban que los chicos deben de estarla pasando rico en alguna habitación de hotel, eso hacía enfurecer a Alejandro internamente. Ya era de madrugada, estaban a punto de irse, hasta entonces la pareja apareció. Alejandro se puso de pie y furioso tomó la mano de la chica y la llevó hasta el auto, la hizo subir y manejó sin decir una palabra hasta llegar a la casa.
—Baja y ve directo a la cama. —le ordenó.
—Gracias por haberme llevado a esa fiesta, he pasado la mejor noche de mi vida. —dijo ella antes de cerrar la puerta con cuidado para que nadie los escuchara y salió corriendo.
Alejandro golpeó el volante y maldijo la hora en que decidió que su amigo le pusiera el ojo a ella
Durante el día Abril apagó su teléfono y no se dejó ver por Alejandro. Ella lo odia, él negó conocerla frente al grupo de amigos cuando fue él mismo que la invitó a acompañarlo.
Por su parte, Alejandro tampoco tuvo la intención de molestarla ese día, pues había comprendido que se comportó como un poco hombre la noche anterior.
Le llamó a su amigo para preguntarle qué había pasado entre ellos. Y aquel le reveló que la chica tenía mucha experiencia y sabía cómo hacer disfrutar a un hombre en la cama.
Alejandro empuñó la mano y golpeó la pared. Furioso de que la chica pareciera tímida, pero que en realidad solo lo ha engañado para hacerse la víctima y fingir ser inocente del severo golpe que le dio en aquel momento.
Pasó una semana y Abril continuaba con su teléfono apagado. Cierto día, Alejandro estaba en el jardín desayunando con sus padres cuando escuchó a la madrina de ella pedir permiso para que su ahijada vaya a solicitar empleo en cualquier empresa.
Disculpándose con sus padres, Alejandro se levantó de la mesa, minutos después tomó su auto y salió para esperar cuando la chica se fuera. Cuando la vio venir, se alegró, pensó que esperaría por mucho tiempo, ya que la señora no mencionó hora.
—Abril, necesito hablar contigo, por favor. Sube al auto. —pidió.
—¿No es suficiente lo que has hecho?
—Lo siento mucho, no debí haberte humillado aquella noche. Estoy muy avergonzado contigo, por eso quiero que hablemos y que arreglemos las cosas para poder llevarnos bien, a ambos nos conviene hacerlo.
—No subiré contigo. Eres un peligro para cualquiera, ya he llamado a un taxi y me estará esperando en la entrada de la propiedad.
—¡Sabes que si no entras por las buenas lo harás por las malas y a mi manera!
Abril no le hizo caso y continuó su camino, entonces Alejandro se acercó nuevamente a ella, bajó del auto, la echó en sus hombros y la cargó hasta dejarla acomodada en el asiento de copiloto.
—¡Imbécil! ¿Crees que todo el mundo gira a tu alrededor? No eres más que un engreído. —Lo insultó.
—Sé que vas a buscar empleo. Te llevaré a una empresa donde te pagarán muy bien. Pero antes debes de acompañarme a un lugar.
Abril volvió a sentir el mismo miedo de aquella noche.
—¿Me vas a entregar a otro de tus amigos? —cuestionó—. Si es así, estoy feliz de que lo hagas. Me la pasé muy rico en aquella ocasión. —mintió, ocultando su incomodidad.
—¡Basta, Abril! ¡Basta, por favor! No quiero que vuelvas a mencionar eso; no es de mi agrado.
—Pero si fuiste tú el que me entregó en bandeja de plata, ¿no lo recuerdas? Dijiste que no me conocías, prácticamente dijiste que me habías recogido de la calle. Espero que lo vuelvas a hacer, es tan divertido y tan placentero que un hombre desconocido me haga suya. —expresó, pasando un dedo por sus labios como si estuviera recordando lo de aquella noche.
Alejandro detuvo el auto de un solo golpe. ¿Cómo podría soportar tal insinuación?
—Abril, no vuelvas a mencionar eso nuevamente ni delante de mí ni delante de otras personas, ¿te queda claro?
—¿Qué tiene de malo? Soy una joven dispuesta a disfrutar de las cosas de la vida y más si se trata de sexo
—¿Qué crees que dirá tu madrina si se entera de lo que tú andas haciendo?
—¿Qué crees que dirá tu familia si se entera de que tú le entregaste a uno de tus amigos una chica inocente como yo? —lo retó.
—¡Ah, maldición! No sé por qué tienes que ser tan inteligente y salir adelante en los planes que yo tengo.
—Ya lo ves, eso significa que no puedes obligarme a hacer algo que yo no quiero. Por eso te pido que quites el seguro de esa puerta y me permitas salir del auto.
—No saldrás de aquí hasta que hablemos.
—Ya hemos hablado lo suficiente.
—No, quiero que estemos en un lugar fresco y tranquilo, no en medio de una carretera.
—Promete que no me dejarás abandonada en un lugar desconocido para mí.
—No tengo ese corazón.
—Sé que lo tienes y por eso te lo advierto: si en esta ocasión vuelves a repetir o peor aún hacer algo más cruel, no te dejaré en paz. Haré que tus padres conozcan al demonio que tienen como hijo. —le amenazó.
—Ya lo entendí. No pretendo molestarte más, puedes estar en mi casa el tiempo que quieras y no volveré a molestarte. Ya has pagado la deuda, así es que ya mereces estar en paz.
Sabiendo que él ya no le molestaría, no se negó a acompañarlo al lugar que la llevaría. Él ha prometido que solo será un almuerzo de disculpa. Sin embargo, no contaban que a mitad del camino un par de hombres los secuestraran y se los llevaran con rumbo desconocido, golpeando en varias ocasiones a la chica.
Después de recorrer en el auto por un largo trayecto, los despojaron de sus pertenencias, incluyendo su teléfono celular y los dejaron tirados a la deriva dentro de una especie de bosque.Ellos, los secuestradores, se dieron cuenta de que ese joven no era cualquier pelagatos, no, se enteraron de que se estaban metiendo con una familia poderosa y que el dinero que les ofrecieron por golpear a la chica no sería suficiente para pagar la fianza y salir de la cárcel.Alejandro logró quitarse la venda que cubría sus ojos. Afortunadamente, los tiraron a los dos en el mismo lugar, así se ayudaron mutuamente a desamarrar sus manos, sus pies y a quitar la cinta adhesiva que les impedía abrir la boca.—¡Dios mío, tu mano está sangrando! —exclamó Alejandro, sintiéndose culpable de que haya sido ella quien recibió los golpes, ya que al esquivar los del rostro, ella metió las manos.—¿Qué ha sido eso? —preguntó Abril llorando.—No lo sé, nunca me había sucedido esto. —Comentó mientras le venda la m
Durante la semana los chicos no salieron de casa. Cada uno tenía sus traumas por el secuestro y no querían exponerse a que volviera a suceder, ya que, no se sabe cuál de los dos era el objetivo.La madrina estaba contenta de que su ahijada se tomara un par de días para conocer mejor la ciudad con la ayuda del internet. Si tan solo ella supiera cuál es la verdad, se llevaría la decepción más grande de su vida, ya que se lo ha advertido en muchas ocasiones que no se acerque al joven de la familia.Por otro lado, los padres de Alejandro tienen planeado realizar un viaje para celebrar su aniversario de bodas. Saldrán del país por dos meses; eso sucederá dentro de dos semanas. Es por ese motivo que el señor le ha dicho a su hijo que deberá presentarse en la empresa para que desde ya vaya familiarizándose con los números y todo lo que ello implica.Alejandro está comprometido con una bella modelo de talla internacional. El padre de ella y su padre han decidido que ya es tiempo de que se cas
Desde su habitación, Abril imagina que todos la están pasando bonito con la llegada de la prometida de Alejandro. Sabiendo que ya no saldrá afuera y que su madrina tardará en llegar, ella se puso su pijama y se tiró sobre la cama para intentar dormir y olvidarse de todo lo que le recuerde a aquella noche donde se entregó a ese hombre que está a un paso de casarse.Alejandro observó detenidamente cada movimiento de la señora que servía la cena. Esperaba con ansias ver a Abril, pero de inmediato recordó que ella le había mencionado que tenía prohibido presentarse dentro de la mansión.—Me disculpo un momento, no me siento bien del estómago, regreso en unos minutos. —Anunció Alejandro, levantándose y caminando en dirección a su habitación.En ese momento nadie sospechó nada, nadie se imaginaba lo que había sucedido un par de noches atrás entre el hijo de la familia rica y la sirvienta. Tampoco a nadie se le cruzó por la mente que, desde su habitación, saldría para la casa de empleados e
Abril no podía creer que quien estuviera frente a ella era el mismo Alejandro. Ella salió por un momento pensando que se había equivocado de puerta, sin embargo, el letrero de presidente se miraba muy grande, bonito y brillante.Volvió a entrar, Alejandro estaba confundido por cómo ella estaba actuando.—¿Qué sucede? —le preguntó.—Imposible, me niego a creer que tú seas mi jefe. Ni siquiera has estado trabajando y ahora de la nada te apareces como el presidente.—¿Qué creíste? ¿Acaso te recomendaría trabajar con una empresa de la cual yo no conozco a sus dueños? ¡Qué poco interés tienes, ni siquiera te has dado a la tarea de investigar a fondo sobre tu lugar de trabajo! —se burló Alejandro.—¡Me tendiste una trampa!—¿Hay algún problema?—Sí. Es por eso que, ¡RENUNCIO! No quiero estar cerca de ti.Sabía que actuarías de esa forma. Motivo por el cual aquí te entrego una copia del contrato que firmaste ayer. Puedes leerlo con calma, punto por punto, y luego me dices si todavía sigues c
En la oficina…Abril estaba muy afanada en su computadora transcribiendo un documento para la reunión de este día. Acababa de colgar la llamada con Alejandro cuando una mujer entró de la nada.—¿Quién te crees que eres para ignorar mis llamadas?—gritó aquella mujer, creyendo que su prometido estaba allí. Pero guardó silencio al ver a la chica sentada en un escritorio en la esquina, en la misma oficina de su prometido. Por un momento, Abril pensó que se estaba refiriendo a ella. Entonces preguntó: —¿Quién eres? No te conozco.—¿Dónde está Alejandro y qué haces tú en su oficina? —cuestionó alterada al recordar que anteriormente había tropezado con ella en el elevador.—El señor Alejandro aún no ha llegado, yo soy su asistente; si gusta, puede sentarse y esperarlo.—Por supuesto que lo esperaré. Cuando él venga, quiero que salgas y nos dejes a solas—. Ordenó con prepotencia.—Está bien—. Respondió Abril, imaginando que ella es la prometida de la familia.—¡Qué haces allí, sentada, sírve
Es un hecho que Gabriela no sabe que Abril vive prácticamente en la misma casa con Alejandro. Solo siente que él se está distanciando de ella últimamente y por eso le ha pedido nuevamente que la despida y que encuentre a una nueva asistente o preferiblemente que sea un hombre, así ella estará más segura de que nunca le pagará mal.—¿Cuándo regresarás al extranjero?— preguntó Alejandro.—He decidido tomarme unas vacaciones en mi país. Mi futuro esposo ha estado solo por mucho tiempo y quiero compensarlo con mi presencia a diario.—Entiendo— respondió.Por su parte, Alejandro ya hubiese roto esa relación desde hace un tiempo, pero eso sería desobedecer la orden de su padre y romperle el corazón. Ya que, desde siempre lo han catalogado como un hijo desobediente y que, por una parte, se avergüenzan de él; son palabras que su padre le dice en ocasiones cuando lo hace enojar, pero luego le pide disculpas y le dice que todo lo hace para que él recapacite y sea un hombre de bien ahora que ya
Más tarde bajaron para asistir a la primera reunión y posteriormente fueron a cenar. Ya era bastante tarde cuando regresaron a sus respectivas habitaciones, Alejandro estaba un poco pasado de tragos y Abril estaba muy enojada porque al día siguiente, a primera hora, tenían una segunda reunión. —Te llamaré muy temprano para que te levantes, porque dudo que lo hagas a tiempo por tu cuenta. —No te preocupes, estoy acostumbrado a emborracharme, ya verás que la reunión sí se llevará a cabo en tiempo y forma. —Prometió. Abril se quedó un rato viendo un programa en la televisión antes de irse a la cama. Más tarde, cuando ya estaba dormida, se despertó por unos fuertes golpes en la puerta de su habitación. Ella se levantó y preguntó quién es.—Soy yo— respondió aquella peculiar voz.—¿Alejandro?— Ella se sorprendió. —¿Qué te pasa?—preguntó abriendo la puerta. Él estaba recostado sobre la pared, su rostro lucía colorado y un morado adornaba su mejilla.—Puedo quedarme en tu habitación, por
Finalmente, todo se solucionó y pudieron asistir a la reunión programada. Alejandro confesó que la noche anterior, después de que la dejó a ella en su habitación, volvió a salir del hotel y fue a un bar en donde se involucró en una pelea y terminó lesionado.El día se les pasó entre reuniones de trabajo y coqueteos en el tiempo libre. En cierta ocasión los inversionistas preguntaron si ellos eran pareja, obviamente que Abril lo negó de inmediato y dijo que eran buenos amigos desde la infancia y se trataban de esa manera desde siempre.Admiro tu grado de inteligencia para inventar mentiras. Dijo Alejandro cuando ya estaban acercándose a sus respectivas habitaciones.—Yo admiro lo idiota que eres—. —Por favor, no vayas a buscar problemas esta noche porque yo no voy a andar al pendiente de nuevo, vigilando que tu maquillaje continúe protegiendo tu rostro. —le advirtió en forma divertida.Él se sintió avergonzado.—Lamento causarte incomodidad—. Se disculpó. Abril se quedó con la palabra