El autobús se detuvo en aquella carretera solitaria, de él bajó Abril, acompañada por una maleta. Sus padres habían fallecido y su madrina insistió en que viniera a trabajar con ella a la casa de una familia millonaria.
Abril volvió a revisar en su teléfono la dirección que su madrina le envió y, llena de miedo, comenzó a caminar por aquella carretera que se supone la llevaría a la mansión de los Alvarado.
De pronto un auto se detuvo y un hombre le pidió que subiera, que la llevaría a donde quisiera ir. Ella se asustó, tomó una piedra del suelo y la lanzó antes de salir corriendo. Con la mala suerte de que aquella roca impactó en la cabeza de aquel hombre, dejándolo inconsciente dentro de su auto deportivo.
Con el corazón palpitando al borde de salir de su pecho, ella finalmente llegó a la enorme casa. Su madrina la estaba esperando en el portón, la recibió con cariño y la llevó a la casa de empleados para que se instalara en su misma habitación.
Abril no quiso comentar sobre el incidente que había ocurrido en el camino; total, ya estaba en un lugar seguro.
—Te presentaré con los patrones. Por favor, demuestra que eres una niña educada y trabajadora. —Le aconsejó su madrina.
Abril aceptó. Anteriormente, ella nunca había causado problemas hasta ahora que aquel loco de la calle la quiso secuestrar. La esposa del patrón se sintió incómoda al ver que la nueva sirvienta es demasiado joven, ella teme que en cualquier momento se involucre con su hermoso hijo.
—Escucha, no quiero que salgas de la cocina cuando mi hijo esté en casa. —Le advirtió.
—No se preocupe, señora. —Le respondió con una reverencia.
A solas el esposo regañó a la señora por haberle metido miedo desde el primer día a la joven. Él la vio con buenos ojos y no con malas intenciones para con su hijo.
—Madrina, ¿por qué cuidan tanto a su hijo los patrones? —preguntó confundida.
—Ah, ni menciones a ese muchacho. Es demasiado consentido por ellos y por obvias razones cuidan su linaje.
Pero tú no vienes a eso, mi niña. Estarás por unos días aquí y luego buscarás un trabajo de acorde a tu profesión. —Le recordó con cariño. Por una parte, ella temía que su ahijada se enamorara del joven de la casa y acabaran en la calle las dos.
Más tarde se escuchó el escándalo de que al hijo lo habían encontrado inconsciente y que estaba siendo atendido en un hospital. En ese momento, Abril no caía en cuenta de que se trataba de la misma persona que ella golpeó en defensa propia.
Por la noche llevaron al joven a casa. Abril y los demás sirvientes ya estaban durmiendo. A la hora del desayuno, la señora pidió que la comida de su hijo la llevaran a su habitación, él aún no está recuperado y lo mejor es que no salga de la cama.
—Hija. Lleva esta bandeja a la habitación del joven, mientras yo terminaré de sacar las galletas del horno. —Pidió su madrina, que, aunque tiene claro que Abril no puede estar fuera de la cocina, se arriesgó a enviarla.
Abril tocó la puerta de la habitación que su madrina le indicó. Sobre la cama estaba acostado y envuelto de pie a cabeza el famoso heredero.
—Joven, su desayuno está listo. —Informó.
—Gracias. ¿Podrías traerme un vaso con agua, por favor? —Pidió, saliendo de su escondite.
—¿Tú?
—¡Tú!
Dijeron al mismo tiempo los dos. Ambos estaban sorprendidos, pues, no esperaban reencontrarse en esa circunstancia.
—¿Qué haces en mi casa? —reclamó con arrogancia.
—Disculpe, joven, yo… solo hago mi trabajo. Ya me… retiro… —respondió, titubeando.
—Espera. Por tu culpa, casi pasé la noche en un hospital. Me golpeaste con una piedra, ¿y ahora quieres actuar como si nada haya pasado?
—Lo siento mucho, joven. Pensé que era un secuestrador y esa fue mi única manera de defenderme.
—Te entregaré con la policía.
—No. Por favor, no lo hagas, te lo ruego. Entiende que no fue mi intención hacerte daño.
—Si quieres que me mantenga en silencio, tienes que atenderme exclusivamente de ahora en adelante.
—¡Qué! Imposible, tu madre me matará, ella ya me advirtió que no me acerque a su querido hijo de cristal.
—¿Cómo me llamaste?
—Eh…
—¡Hijo!… —Se escuchó la voz de su madre que estaba en la puerta a punto de entrar.
—¡Ah, tu madre me quitará el trabajo! —dijo asustada.
—Escóndete aquí, no dejaré que ella se acerque. —Le dijo él, ayudando a que no la echen de casa.
Abril, sin pensarlo dos veces, se escondió debajo de la sabana, demasiado pegado al cuerpo de su enemigo.
—Estoy bien, mamá, ya me han traído el desayuno.
—¿Necesitas ayuda?
—Mamá, mis manos están sanas. —Se quejó avergonzado.
La señora salió de la habitación. Ella no se percató de que a su hijo lo estaba abrazando la sirvienta por debajo de la sabana.
—¿Ya se fue?
—Todavía no. —dijo en un susurro. —Acuéstate encima de mí para que no se note ancho el espacio.
—¿Me estás vacilando? ¡Idiota! —renegó ella al caer en cuenta de que no había nadie más en la habitación.
—¡Espera! ¡Oye, no he terminado contigo! —reclamó Alejandro cuando ella lo dejó solo y salió por la puerta que da al jardín.
—¡Ah! ¡Qué manera más bonita de divertirme la que ha llegado a mi casa! —exclamó con una sonrisa de picardía.
Abril se encuentra entre la espada y la pared, nunca pensó que su primer día en la ciudad causaría un problema tan grave. No quiere ir a la cárcel, pero tampoco le parece bien que por su culpa los patrones echen del trabajo a su madrina.Media hora más tarde, los señores se fueron a trabajar a la empresa. Hoy también es día de compras, así que la madrina tomó la lista y se marchó junto al chofer, no sin antes advertirle a Abril que no fuera a cometer ningún error, que si no quería estar en la cocina se fuera a la habitación, pero que no fuera a rondar la mansión.Había tantas cosas que preparar para el almuerzo, es por eso que la chica decidió quedarse en la cocina para avanzar por mientras llegaba su madrina. El teléfono en la cocina sonó, Abril dudó en responder, pero luego se armó de valor creyendo que eran los patrones.—¡Quiero agua, tráela de inmediato, por favor! —ordenó Alejandro.Abril dejó de hacer lo que estaba haciendo y fue a la habitación de aquel fastidioso hombre que s
Abril sentía miedo, había caído en la trampa de ese hombre. No le gustaba como los amigos de él, la observaban y tenían una mirada lujuriosa hacia ella. Uno se relamió los labios, se acercó a Alejandro para tomarla a ella del brazo y llevarla con él. Abril se agarró de la cintura de su acompañante, negándose a salir con aquel desconocido.Sin embargo, Alejandro la alejó de él, dándole el visto bueno a su amigo para que se la llevara. Los vio desaparecer entre la multitud, entonces se arrepintió. La chica es tímida, él recordó que anteriormente ella le comentó que no tenía amigos extrovertidos.Salió en busca de ella, pero no encontró a ninguno de los dos. Desesperado llamó al teléfono de su amigo, pero este no le contestó. Marcó el número de la chica y tampoco obtuvo una respuesta. Su desesperación aumentaba con cada segundo que marcaba el reloj, regresó con el grupo de amigos esperando a que el otro regresara con la chica; sin embargo, las horas pasaban y de ellos no había señales.T
Después de recorrer en el auto por un largo trayecto, los despojaron de sus pertenencias, incluyendo su teléfono celular y los dejaron tirados a la deriva dentro de una especie de bosque.Ellos, los secuestradores, se dieron cuenta de que ese joven no era cualquier pelagatos, no, se enteraron de que se estaban metiendo con una familia poderosa y que el dinero que les ofrecieron por golpear a la chica no sería suficiente para pagar la fianza y salir de la cárcel.Alejandro logró quitarse la venda que cubría sus ojos. Afortunadamente, los tiraron a los dos en el mismo lugar, así se ayudaron mutuamente a desamarrar sus manos, sus pies y a quitar la cinta adhesiva que les impedía abrir la boca.—¡Dios mío, tu mano está sangrando! —exclamó Alejandro, sintiéndose culpable de que haya sido ella quien recibió los golpes, ya que al esquivar los del rostro, ella metió las manos.—¿Qué ha sido eso? —preguntó Abril llorando.—No lo sé, nunca me había sucedido esto. —Comentó mientras le venda la m
Durante la semana los chicos no salieron de casa. Cada uno tenía sus traumas por el secuestro y no querían exponerse a que volviera a suceder, ya que, no se sabe cuál de los dos era el objetivo.La madrina estaba contenta de que su ahijada se tomara un par de días para conocer mejor la ciudad con la ayuda del internet. Si tan solo ella supiera cuál es la verdad, se llevaría la decepción más grande de su vida, ya que se lo ha advertido en muchas ocasiones que no se acerque al joven de la familia.Por otro lado, los padres de Alejandro tienen planeado realizar un viaje para celebrar su aniversario de bodas. Saldrán del país por dos meses; eso sucederá dentro de dos semanas. Es por ese motivo que el señor le ha dicho a su hijo que deberá presentarse en la empresa para que desde ya vaya familiarizándose con los números y todo lo que ello implica.Alejandro está comprometido con una bella modelo de talla internacional. El padre de ella y su padre han decidido que ya es tiempo de que se cas
Desde su habitación, Abril imagina que todos la están pasando bonito con la llegada de la prometida de Alejandro. Sabiendo que ya no saldrá afuera y que su madrina tardará en llegar, ella se puso su pijama y se tiró sobre la cama para intentar dormir y olvidarse de todo lo que le recuerde a aquella noche donde se entregó a ese hombre que está a un paso de casarse.Alejandro observó detenidamente cada movimiento de la señora que servía la cena. Esperaba con ansias ver a Abril, pero de inmediato recordó que ella le había mencionado que tenía prohibido presentarse dentro de la mansión.—Me disculpo un momento, no me siento bien del estómago, regreso en unos minutos. —Anunció Alejandro, levantándose y caminando en dirección a su habitación.En ese momento nadie sospechó nada, nadie se imaginaba lo que había sucedido un par de noches atrás entre el hijo de la familia rica y la sirvienta. Tampoco a nadie se le cruzó por la mente que, desde su habitación, saldría para la casa de empleados e
Abril no podía creer que quien estuviera frente a ella era el mismo Alejandro. Ella salió por un momento pensando que se había equivocado de puerta, sin embargo, el letrero de presidente se miraba muy grande, bonito y brillante.Volvió a entrar, Alejandro estaba confundido por cómo ella estaba actuando.—¿Qué sucede? —le preguntó.—Imposible, me niego a creer que tú seas mi jefe. Ni siquiera has estado trabajando y ahora de la nada te apareces como el presidente.—¿Qué creíste? ¿Acaso te recomendaría trabajar con una empresa de la cual yo no conozco a sus dueños? ¡Qué poco interés tienes, ni siquiera te has dado a la tarea de investigar a fondo sobre tu lugar de trabajo! —se burló Alejandro.—¡Me tendiste una trampa!—¿Hay algún problema?—Sí. Es por eso que, ¡RENUNCIO! No quiero estar cerca de ti.Sabía que actuarías de esa forma. Motivo por el cual aquí te entrego una copia del contrato que firmaste ayer. Puedes leerlo con calma, punto por punto, y luego me dices si todavía sigues c
En la oficina…Abril estaba muy afanada en su computadora transcribiendo un documento para la reunión de este día. Acababa de colgar la llamada con Alejandro cuando una mujer entró de la nada.—¿Quién te crees que eres para ignorar mis llamadas?—gritó aquella mujer, creyendo que su prometido estaba allí. Pero guardó silencio al ver a la chica sentada en un escritorio en la esquina, en la misma oficina de su prometido. Por un momento, Abril pensó que se estaba refiriendo a ella. Entonces preguntó: —¿Quién eres? No te conozco.—¿Dónde está Alejandro y qué haces tú en su oficina? —cuestionó alterada al recordar que anteriormente había tropezado con ella en el elevador.—El señor Alejandro aún no ha llegado, yo soy su asistente; si gusta, puede sentarse y esperarlo.—Por supuesto que lo esperaré. Cuando él venga, quiero que salgas y nos dejes a solas—. Ordenó con prepotencia.—Está bien—. Respondió Abril, imaginando que ella es la prometida de la familia.—¡Qué haces allí, sentada, sírve
Es un hecho que Gabriela no sabe que Abril vive prácticamente en la misma casa con Alejandro. Solo siente que él se está distanciando de ella últimamente y por eso le ha pedido nuevamente que la despida y que encuentre a una nueva asistente o preferiblemente que sea un hombre, así ella estará más segura de que nunca le pagará mal.—¿Cuándo regresarás al extranjero?— preguntó Alejandro.—He decidido tomarme unas vacaciones en mi país. Mi futuro esposo ha estado solo por mucho tiempo y quiero compensarlo con mi presencia a diario.—Entiendo— respondió.Por su parte, Alejandro ya hubiese roto esa relación desde hace un tiempo, pero eso sería desobedecer la orden de su padre y romperle el corazón. Ya que, desde siempre lo han catalogado como un hijo desobediente y que, por una parte, se avergüenzan de él; son palabras que su padre le dice en ocasiones cuando lo hace enojar, pero luego le pide disculpas y le dice que todo lo hace para que él recapacite y sea un hombre de bien ahora que ya