Me encontraba sentada en una de las tantas mesas que ocupaban lugar en el gran salón de la biblioteca; el silencio que reinaba en el lugar me dejaba concentrar en todos los trabajos que tenía para entregar la semana que viene y la disposición de tener muchos libros me ayudaba. Era mejor estudiar en la biblioteca que en mi casa, ya que se encontraba mi hermano y que ser más molesto, es imposible concentrarme cuando estamos bajo el mismo techo: su música a todo volumen, amigos igual de molestos; al tener la imposibilidad de escucharse, hace que levanten la voz y se cree un bucle infinito de gritos. Es por esa misma razón que se me ve en la biblioteca los cinco días de la semana hasta que me corran del lugar. Estoy en tercer año de cinco, de la carrera Diseño Gráfico. Elegí tal carrera porque me llena mucho el tema de diseñar, ya sean páginas o simples imágenes y todo surgió por leer mangas o mirar anime, dibujar lo he practicado desde muy chiquita.
—¡Rose, acuérdate que 10PM cerramos!
Me habló la ayudante de la bibliotecaria. Me recuerda el horario porque siempre pierdo totalmente la noción del tiempo y nunca respeto la salida. Sonreí, y me puse mis auriculares, nada podía hacer sin escuchar música, me era imposible concentrarme sin mis canciones favoritas.
Es que son como mis energías, además me ayudan a concentrarme mucho más. Me quejo de que en mi casa no hay silencio y siempre hago todo con canciones, pero como dije mi hermano es muy ruidoso que ni mis auriculares pueden apaciguar el ruido que logra.
Estaba haciendo un trabajo de tipografía I, no era difícil, pero si la profesora. «¡Dios! Que mujer más insaciable» todos los trabajos que le presentaba, lograba encontrar un error para rechazarme, juro que la odio. Es por eso que debía hacer muy bien este trabajo. Vi que la pantalla de mi celular se encendió por una notificación, entonces pude ver la hora «¡Son las 10:30PM!» Se me pasó otra vez el horario de salida.
Me levanté como si me estuvieran por matar y creo que eso lo haría Marta. Junté todos mis útiles como desesperada, haciendo ruido con estas cayéndose al suelo. «Siempre escandalosa» recordé lo que una vez me dijeron, la piel se me erizó. Los trabajadores de limpieza del lugar debían estar cansados de mí, siempre retraso su último turno del día. Al terminar de juntar mis cosas corrí con algunos libros en mis brazos hasta Marta: quién era la secretaría que me atendía tan amable. No había nadie más aparte de ella y yo; era la única nerd que se quedaba en la biblioteca un viernes hasta tarde, la mayoría de mis compañeros iban de fiestas o lo que sea que hagan en este pueblo llamado ColdWell: un pequeño y tranquilo lugar, donde siempre llueve o hace demasiado frío hasta caer nieve; los veranos son ráfagas de vientos helados con un gran sol. No hay playas, pero si hay parques, cines, heladerías, librerías, hasta los clubes nocturnos que siempre recorren mis amigas.
—¡Por fin Rose! ¡La próxima vez no te dejaré entrar más! Sabes que tengo a Nina en casa esperándome, además Mark tiene que limpiar el lugar.
Me regañó con razón. Junte mis manos en frente mío y le dije muchas veces lo siento, a lo que nada más recibí una mirada enojada, me pidió amablemente que hiciera desaparecer mi trasero del lugar. No lo dijo así, pero creo que ganas no le faltaron.
Salí de la biblioteca y comencé a caminar por los oscuros pasillos del edificio. Me pregunto «¿Por qué no dejan unas luces prendidas?» Las personas que limpian el edificio creo que se siguen moviéndose por el lugar. Logré salir de esa oscuridad que me generó un poco de miedo al tener un poco de luz, deje mis libros sobre un escalón de la entrada y rebusque entre mis cosas para sacar mi auricular, metí los otros libros en mi gran mochila y con un poco de esfuerzo máximo me coloqué la mochila en la espalda. Saqué mi celular del bolsillo y lo conecté. Debía emprender un camino de 10 cuadras hasta mi casa: donde vivo con mis padres; mi mamá Clare, y mi padre Andrew, sin olvidarme de mi hermano, el insoportable de Jasper, mientras caminaba, en mis oídos sonaba las dulces melodías del soundtrack de "Edward, el joven manos de tijera" producido por Danny Elfman; lograba transportarme a esa bella película, donde actúa mi amor Johnny Deep; el clima me recordaba a la escena dónde él comienza esculpir el hielo y como la nieve cae sobre la bella chica rubia.
Un viento helado me pegó de frente, provocando que comenzara a tiritar; me encantaba está época de invierno fuerte, la verdad es que siempre teníamos invierno en ColdWell, por algo era llamado asi, algunas veces no llegaban a bajar de los 0°c y eso era triste para mí, porque amaba el frío, los vientos que parecían rasgar tu piel, también tomar muchas bebidas calientes, los guantes, las mantas que mantienen tu cuerpo caliente, el sentarme en mi balcón y leer libros hasta que mis pies estén helados. Escuché a la mayoría hablar de que el invierno se pasa acompañado de una persona, la verdad, para mí el invierno se debía pasar solo. «Claro, tú eres una solterona, obvio que te gusta pasar sola» ¿Por qué me atacas? Somos la misma persona, idiota.
Me percaté que no había absolutamente nadie caminando por las calles ni siquiera los autos pasaban por allí: es por la nieve que caía lentamente lograba cubrir la mayor parte de la calle, también porque la mayoría de los ciudadanos están cansados del frío que arrasaba a la ciudad algunas noches. El que no hubiera nadie me hizo preocuparme, pero estaba segura que llevaba unas ochos cuadras, solo me faltaban dos para llegar a mi casa.
Las canciones reinaban por completo en mis oídos y iba moviendo la cabeza al ritmo de estas, hasta incluso tarareaba algunas partes. Mis manos estaban muy frías que me comenzaron a doler; me había olvidado mis guantes y me arrepentía de eso, por eso las junte y sople sobre ellas para poder calentarlas siquiera un poco. Comencé a mirar los pequeños locales cerrados al costado de la calle; el caminar sola por la de noche me fascinaba por completo, más si me acompañaban buenas canciones.
Estaba tan pensativa y mis oídos estaban tan tapados por las canciones que pasaban que me tomaron varios segundos de darme cuenta que alguien me estaba siguiendo, porque vi su reflejo en unas de las vidrieras donde estaba mirando al caminar; miré como si buscara algo detrás de mí y pude ver una figura negra a unos cuantos pasos detrás. Caminé sin alterarme mucho, pero me fue casi imposible ya que cada vez sus pasos iban más rápido y todo gracias a las vidrieras de la otra calle.
Tomé mi celular para cambiar de canción, porque hasta eso me alteraba. Miré hacia delante y pude notar que estaba a una cuadra de mi casa, me sentí muchísimo más relajada pude respirar con normalidad. Jamás imaginé que mi vista se volviera tan borrosa y oscura en segundos. Alguien me tomó del brazo y me metió al callejón: haciéndome doler y al mismo tiempo temblar del miedo. Comencé a resistirme con todas mis fuerzas, pero me fue imposible contra la fuerza que él ejercía. Se notaba que tenía mucha fuerza solo por cómo me arrastro, se supone que yo estaba bastante regordeta.
Lo miré y el tipo tenía la cara tapada por una gorra de lana negra y una bufanda del mismo hilo: tenía unos cortes en la parte de los ojos y en la parte de la boca. Lo que más me llamó la atención fueron esos ojos, que eran de un color celeste que parecían brillar a pesar de que el callejón era poco iluminado por pequeñas luces amarillas.
Llevó una mano a mi boca, me tapó para que no gritara, pero yo me encontraba tan en shock que no podía ni siquiera moverme. Su mano era muy grande y áspera que si subía un poco más lograría taparme toda la cara. Mis piernas me temblaban, y en mi mente corría una cinta donde me mostraba las mil formas de cómo me matará este hombre: era muy alto, como sacándome tres o cuatro cabezas; bajo de ese abrigo que estaba hecho de un material tan fino que no parecía abrigado, se podía notar mucho musculo, que en ese momento quería descubrirlo. «¡Ya basta de estupideces!» recordé el meme.
Luego de esa inspección, levante mi vista hacia sus ojos; no sé en qué momento se sacó el gorro y la bufanda se la hizo más abajo dejando ver con más claridad, sus labios, que en ningún momento los deje de ver, eran una atracción para mí. «¿Qué ladrón teniendo la cara cubierta, se la revela a la victima? ¿Es estupido o nunca robó en su vida?»
No podía creer que era el hombre más perfecto que había visto y estaba segura cien por ciento que en todo lo que va de mi vida jamás vi tal hombre con esa belleza incomparable; su cabello negro como la noche, unas facciones de actor o modelo de marcas reconocidas y sin contar esos ojos que te roban el alma, como si se tratase de un dementor de la película de Harry Potter.
Él me hablaba, pero no podía escuchar absolutamente nada porque tenía mis auriculares a todo volumen, sin obviar la parte donde me encontraba tan en estado vegetativo que no podía pensar correctamente. Podía ver como sus labios se abrían y cerraban, creo que me estaba gritando, pero yo seguía inmóvil. Me estaba a punto de matar este hombre y gracias a Dios porque me va a matar un hombre tan guapo. Suena ridículo, pero para una persona tan solitaria como yo, es como una bendición. «Viste que sí eras una solterona» ¡Basta!
Se enojó tanto, que me quitó bruscamente mis auriculares produciendo un dolor insoportable en los oídos, chillé del miedo. Su mano pasó de mi boca a mi cuello obligándome a mirarlo; cada vez me parecía más impresionante verlo al grado de que no lo podía creer. Es un ángel.
—¡Dame todas tus cosas, dije! —Gritó haciéndome sobresaltar.
Me aferré a mi mochila con fuerzas y él seguía gritando, pero por más guapo que era no pensaba entregarle mis cosas, pensé: uno, no tenía ni siquiera dinero, menos algo de valor dentro de mi mochila; dos, son puros libros que debía devolver a la secretaría de la biblioteca y la verdad los libros valían un montón para mí. Le hablé un poco firme y a la vez con un problema notorio al pronunciar algunas letras.
—No, no te daré nada.
Frunció el ceño y me soltó del agarre en el cuello, trató de arrebatarme la mochila, me aferré mucho más fuerte a esta y con las pocas fuerzas que tenía, hice lo posible para que no se me resbalara de las manos sudorosas que tenía en ese momento; comenzó un forcejeo interminable, pero yo no estaba para nada dispuesta en darle mi mochila, tenía dentro de mi cartuchera el lápiz de dibujo que me regaló mi papá y es uno de edición limitada que firmó Ariana Grande, jamás se la entregaré, entonces se me cruzó por la mente la loca idea de besarlo, era algo parecido al llamado de la muerte, pero en ese momento estaba dispuesta a hacer todo lo posible para salir ganando ¿A quién carajos se le ocurre besar al ladrón? ¿Quién en su sano juicio haría eso? «Pues, véanme a mí intentarlo».
Tiré mi mochila como distracción y cuando él iba a buscarlo, lo tomé desprevenido del cuello del abrigo atrayendo su cuerpo y más su cara hacia mí, solté el agarre, lleve mis dos manos a sus mejillas frías y haciendo puntitas de pie para llegar a sus labios; esos que desde un principio me estuvieron llamando a probarlos y entonces uní nuestras bocas teniendo un beso con el mismísimo ladrón. Él quedó consternado que ni se movió, no pudo reaccionar. Sus labios estaban duros como una piedra y era yo la que estaba apoyando mis labios en él, cuando quise alejarme puso una mano en mi mejilla y me besó. «¡Él me correspondió el beso!» Era tan violento y suave al mismo tiempo, sus manos se aferraron a mis caderas, empujándome contra la pared. No podía dejar de besarlo. Su piel se sentía tan bien en mis palmas, se podía notar que se cuida mucho el rostro, mis manos comenzaron a picar para adentrarse en sus cabellos.
El beso se intensificó, al grado de que él tomara la iniciativa de ir con su mano hacía uno de mis pechos en ese momento me desesperé y lo empujé muy fuerte, separando nuestros labios bruscamente, por un milisegundo pude ver su rostro desorientado y cómo me observó moverme lo más rápido que me permitieron mis piernas. Aproveche descaradamente que él se quedó congelado «para escapar de mi asesino» «la verdad no me sentaría nada mal, el síndrome de Estocolmo» el solo pensarlo me generó mucho miedo. Tomé la mochila, que se encontraba en el suelo toda mojada y comencé a correr como si no hubiera un mañana.
Lo bueno de todo esto es que en ningún momento sentí que él me siguiera. El correr con este frío hizo que mis pulmones se congelaran haciéndome ir mucho más lento, pero no pensaba parar hasta llegar a mi casa.
Pero me detuve debajo de un farol porque no podía respirar bien. Comencé a mirar a todos lados por si él apareciera de nuevo, traté de respirar con normalidad, pero me costaba horrores, parecía un pez fuera del agua, ahogándome por aire a mis pulmones. Me colgué la mochila en la espalda y comencé a correr nuevamente, lo mojada de la mochila traspasó rápidamente a mi espalda e hizo que tuviera pequeños espasmos al sentir la tela mojada. Cuando logré llegar a mi casa, abrí la puerta con mucha desesperación y la cerré con la misma intensidad, me recosté por esta y comencé a escuchar como mi corazón latir a mil caballos por hora y la sonrisa que tenía plasmada en mi rostro no se me iba por nada del mundo. Traté de respirar más lento, pero parecía que mis pulmones no querían ir lento y me pedían más y más oxígeno, el cual apenas podía respirar.
—¿Qué te sucede hermanita? —Preguntó Jasper inspeccionándome desde las escaleras que llevan al segundo piso de la casa.
Yo no pude responder a su pregunta, porque me encontraba recordando todo lo que me había pasado hace minutos y la otra imposibilidad era que no podía respirar bien. Estaba tan consciente de que había cometido la locura más grande del mundo y de mi vida.
¿Y si él reaccionaba mal? ¿Y si me rechazaba y me comenzaba a golpear? ¿Por qué se me ocurrió besarlo? «No sé, creí que fue el instinto o pudo haber infligido un poco más lo guapo que era» pensé. Logré que él no me robara, pero tuve que besarlo en el proceso, que por cierto no me desagradó para nada. Creo que esto quedará para la historia, y ojalá que no lo vuelva a ver nunca.
—Nada de tú interés —Contesté una vez que pude recuperarme de esa corrida.
Me levante de donde me encontraba y caminé hacia las escaleras cruzando a mi hermano por al lado y sintiendo su mirada atenta sobre mí, subí corriendo y me encerré en mi habitación.
Tiré la mochila al suelo, no sin antes sacar todos los libros que tenía dentro; algunos se llegaron a mojar, lo que me entristeció por un momento. Tomé mi toalla y entré para darme una pequeña ducha. Peiné mi cabello mirándome en el espejo antes de que siguiera con otro mechón de cabello color cobrizo, mi cuerpo se congeló al ver detrás de mí al chico que me acorraló en ese callejón mugriento. Solté mi cepillo y me di la vuelta con rapidez para hacerle frente y preguntarle cómo hizo para entrar, pero no había nadie más que el inodoro. Puse mis manos en mi cabeza y comencé a despeinarlo culpando a mi mente por jugar así conmigo. Esto me atormentará por siempre. ¿Es que tenía un imán de problemas? ¿Por qué tenía que intentar asaltarme a mí? Bueno, nadie caminaba por las calles, solo yo.
Comencé a escuchar al despertador sonar a lo lejos y luego el sonido se intensificó al grado de molestar a todo el vecindario; debería cambiar mi tono de alarma, es que era la única que lograba escuchar. «¡Mentira!» Con que mi celular vibrara ya me despertaba, pero la canción de Nicky Minaj, “Hey Mama” hacía que me levantara con ánimos de empezar el día, era algo así, motivadora para mí. No quería levantarme de la cama; el quedarme hasta tarde pensando en lo que sucedió ayer, fue mala idea. —¡Hermanita! ¡Levántate, se te hace tarde! —Gritó mi hermano desde la primera planta, era obvio que él no vendría hasta mi cuarto a despertarme tranquilamente, jamás. Me tapé la cara con la almohada o me golpee con ella, se que suena bastante violento. Me sentía tan devastada y era porque tenía que prepararme para ir a la universidad, además debía que hacer el mismo recorrido que ayer y las imágenes seguro me atormentarán. Me encanta ir caminando con mis cables colgando de mis oídos, pero ese día
Me escapé como flash de Lina y Hudson, quienes hicieron muy irritante mi desayuno también la manera en que Laura me tiraba miradas totalmente descaradas hacia él; me sentía tan incómoda con él cerca, quién iba a imaginarse que un chico como él me hablaría a mí. Eso no se daba todos los días, ya que era casi invisible en la facultad de diseño y no me quería imaginar en la universidad en sí. Algunas veces, unas personas se me acercaban a preguntar si me teñía el cabello, a lo que les respondía que no; heredé lo pelirroja de mi papá, pero solamente yo, ya que Jasper salió con el cabello negro de mamá. Estaba conforme con mi color de cabello, pero cuando estaba en la secundaria o en la escuela recibía muchas burlas acerca de mi cabello que me hicieron querer tener el color negro de mi mamá. Luego acepté el color cobrizo rojizo y hubo un tiempo que era la sensación porque se me acercaban muchas personas a alagar mi cabello, además suelo ser llamativa por el color. Eso también fomentó el mie
Esta vez traté de salir de la biblioteca más temprano, no quería que el hombre de ayer me quisiera robar nuevamente, esta vez supongo que no funcionaría el darle un pequeño beso. Me puse la mochila y comencé a caminar hacia el portón de la institución, cuando empecé a escuchar pasos detrás de mí, caminé más rápido, pero me detuvo una voz. — ¿¡Rose McCoy!? —Preguntó alguien a mis espaldas, justo cuando iba a poner un pie fuera de la universidad. Me di la vuelta y era el profesor, mi corazón empezó a latir muy fuerte, me puse nerviosa porque pensé que él podría ser el de anoche. —Si —dije, cuando él se había acercado lo suficiente para escucharme. — ¿Quería preguntarte si realmente conoces a esa persona? ¿O soy yo? Sentí como mi cara empezaba a arder, él me miro preocupado y yo no sabía qué hacer, entonces negué con la cabeza lo más que pude. —No profesor, no es usted y la verdad no conozco a la persona que dibujé. Sí, se parece muchísimo a usted, pero no lo es. Miré al suelo, mis
Ya me encontraba nuevamente con mis auriculares con una canción de Bruno Mars, caminando hacia la universidad y no había nadie en la calle «¿Qué pasa?» Me pregunté. Miré mi reloj y eran las 8:00AM ¿Qué sucede con todos hoy? Prácticamente tenía la posibilidad de ir cantando, claro, desafinando a todo lo que me permitía la voz. Cuando llegué, vi un tumulto de personas en un solo lugar, me acerqué a ver, pero me tuve que adentrar más y para ello me fui haciendo lugar entre la multitud de personas: algunos estaban con sus celulares, tomando foto a lo que todavía no llegaba a ver, cuando llegue a la primer fila, donde al parecer estaban vendiendo el dibujo del ladrón que yo hice, estaba impresa en toda una pared y había una mesa liderada por dos chicas rubias con muy buen busto. Ellas gritaban a los cuatro vientos el precio del dibujo y de que material estaban hechos. Me quedé tan paraliza en mi lugar, mientras que las personas me chocaban o me empujaban hacia adelante. — ¡Acérquense a c
No podía entender ni una palabra de lo que me decía, mientras observaba perdida la cafetería, había algunos alumnos comiendo y riendo. — ¿Rose, puedes responderme? No podía reaccionar, sentía en el pecho una opresión bastante fuerte, era como si había visto al mismísimo diablo. «¿Qué m****a me pasa?» — ¡Debo irme! Me levante y comencé a caminar a toda velocidad mirando hacia mi teléfono buscando el contacto de mi hermano, además sentía miradas de más, como si todos ya supieran que fui yo la creadora de ese dibujo. Cuando menos lo pensé choqué con alguien, me tambalee por el impacto que fue bastante duro y antes de caer me tomaron de los brazos, miré para saber quién me había salvado de llevar tal golpe en mi trasero. — ¿Rose, qué te sucede? —preguntó el rubio de ojos azules, su mirada irradiaba ternura. Era Hudson. — ¿Podemos irnos? —pregunté sin miedo a la respuesta. Él se sorprendió por lo que le proponía, pero no dudó en tomar mi mano y llevarme a la salida de la facultad. ●
Todo pareció mejorar con la compañía de Hudson, me sentía bien y no sé que terminé haciendo, pero ya me encontraba a una cuadra de mi casa. Mi sonrisa no daba más y todo se debía a que pasé casi toda la mañana-tarde con él, fue grandioso. Nunca me había sentido así, sin duda lo volvería a hacer, fue totalmente atento conmigo; compramos unas gaseosas con papas fritas, mientras disfrutábamos del pequeño parque en el centro de la ciudad, jamás me imagine que él sería así de amable, lo creía el típico niño rico que cree comprarlo todo con el dinero, sin embargo se comportó muy humilde conmigo.Tenía mis auriculares y la felicidad se me desbordaba, los pasos cada vez los hacía más lentos, la verdad no quería llegar a mi casa. Sólo quería seguir disfrutando de este día, que a pesar de que empezó muy mal, el resto del día fue genial. Cuando empecé a escuchar “No Idea” de Don Toliver, me acordé automáticamente de lo que sucedió esa noche, ya que esa es la canción que escuché, cuando vi por pr
Me sentía tan molesta con Hudson y Chad «¿Qué m****a fue esa escena?» Cuando salimos al receso en el cambio de materias, las chicas de mi clase no paraban de hablar de mí, es por eso que me quería alejar de ellos dos, bueno de Chad no porque ni siquiera estoy cerca de él. Hudson fue el primero en acercarse a mí cuando salí disparada del salón, me encontró y no se despegó de mí. Caminé perdida en mis pensamientos, mientras buscaba a Laura, cuando nos encontramos en el campus, ella parecía estar orgullosa de su nena que había conseguido un chico, yo la miré con un enojo terrible y ella entendió que no debía molestarme. Solamente los ignoré y tomé mis auriculares y comencé a escuchar música, mientras ellos hablaban de no sé qué. Observé a la gente del campus: todos hablando con sus conocidos, compañeros, amigos; algunos parecían estresarse por no entender algo de sus libros; otros comían sentados en el pasto, todos muy contentos a pesar de que pronto empezaran los exámenes. De tanto obs
Adler • Estaba a punto de llegar a la universidad, cuando un grupo de chicas me interceptaron sin dejarme pasar. Al principio tenía ganas de sacar mi carácter, pero después me tranquilicé, no podía comportarme como un idiota con las chicas, además ellas son como admiradoras que nunca quise tener. Me perseguían ensordeciendo mis oídos con sus preguntas y de entre tantas chicas, logré verla a lo lejos caminar por la vereda que llevaba a la entrada del edificio, fue como si me llamara a seguirla, además ¿cómo no identificarla? Su cabello rojizo, que brillaba por el sol, sin duda era ella: estaba vestida con unos jeans azules desgastados, su abrigo era uno rojo con un dibujo animado, su mochila negra que llevaba un llavero de un anime llamado Naruto. La verdad la había observado todo este tiempo y me intrigaba saber qué piensa de mí, al parecer no le importo en lo más mínimo, porque nunca me miraba. Entonces decidí ir a hablar con ella, quería saber su nombre y si me reconocía de aquel