Me escapé como flash de Lina y Hudson, quienes hicieron muy irritante mi desayuno también la manera en que Laura me tiraba miradas totalmente descaradas hacia él; me sentía tan incómoda con él cerca, quién iba a imaginarse que un chico como él me hablaría a mí. Eso no se daba todos los días, ya que era casi invisible en la facultad de diseño y no me quería imaginar en la universidad en sí. Algunas veces, unas personas se me acercaban a preguntar si me teñía el cabello, a lo que les respondía que no; heredé lo pelirroja de mi papá, pero solamente yo, ya que Jasper salió con el cabello negro de mamá. Estaba conforme con mi color de cabello, pero cuando estaba en la secundaria o en la escuela recibía muchas burlas acerca de mi cabello que me hicieron querer tener el color negro de mi mamá. Luego acepté el color cobrizo rojizo y hubo un tiempo que era la sensación porque se me acercaban muchas personas a alagar mi cabello, además suelo ser llamativa por el color. Eso también fomentó el miedo en mí al recibir tanta atención hizo que tenga mucho miedo a ser el centro de atención.
Estaba en clase de Diseño Gráfico II y toda la clase estaba atrasada porque la profesora tuvo un accidente entonces las clases quedaron suspendidas, y luego de varias semanas contrataron a un suplente. En estas clases algunas veces nos basábamos en dibujar la estructura humana: sus facciones, musculatura y rasgos.
La clases siempre eran para risas, por el sólo hecho de plasmar a un hombre o una mujer desnuda en tu sketchbook, prácticamente la mayoría de mis compañeros son adultos y sin embargo, a la hora de dibujar la estructura estaban de risas o algunos sonrojados; yo por lo general amo dibujar el cuerpo, no me producía nada, porque siempre realizaba los dibujos así, más para practicar.
— ¡Buenos días, alumnos! Soy el suplente de su profesora Sarah. Mi nombre es Magnus Connor Newtown y les daré clases de diseño gráfico, nivel II. ¿Alguna pregunta?
El profesor nuevo se presentó, y se lo veía tan arisco, uno que será extremadamente exigente con los trabajos, ya me veía reprobando esta materia.
—¿Ninguna? Okey. Necesitaré que todos presenten el último trabajo que les pidió la profesora anterior y que me hagan un boceto de los cuerpos metidos en su imaginación, aplicando las técnicas de trazos, posiciones y rasgos que les enseñaron.
Comencé a observarlo y me parecía particularmente conocido.
Como esto será como una mini evaluación, necesitaba sacar notas altas para mantener mi beca, así que debía rebuscar en mi cabeza cuál de todos los cuerpos que tengo en mi imaginación me servirían para la mejor nota. Pensando y pensando, me acordé del incidente de ayer, pensé que cuerpo le sentaría bien a esa hermosa cara, sus facciones eran duras, pero tenían un toque que te hacía alucinar: sus ojos que prácticamente parecían un cielo, no podía borrármelo de la cabeza, me era imposible porque ningún hombre me llamó tanto la atención para animarme a besarlo. Sabía tan bien, que ese chico si me encontraba en la facultad, jamás se fijaría en una regordeta como yo. Estaba tan segura que hasta lo podía apostar y ganaría un millón de dólares. Es que a esa clase de chico guapo solo les gustan modelos como novias, creía que eso era para demostrar a sus amigos que se está comiendo una belleza.
— ¡Diablos, McCoy! —alguien gritó mi apellido dejando el salón en un silenció de cementerio, levanté la mirada, observando todas las caras que me miraban con curiosidad y yo también comencé a sentir curiosidad.
— ¡Que guapo! ¿¡Quién es ese!? —Dijo una chica que no la conocía para nada, estaba cerca de mi mesa, al igual que la mitad de la clase.
Casi entré en pánico por el montón de ojos que estaban observándome. Miré hacía mis manos y las tenía negras por el grafito, trate de mirar el dibujo, pero no pude, porque me lo quitaron de las manos. «¿Pero en qué momento me manché de grafito?»
— ¿Me dejas ver? —Preguntó el profesor al que tenía en manos mi sketchbook.
Miré al profesor y un escalofríos me recorrió el cuerpo, «sus ojos» pensé, eran iguales a los de ese tipo que había visto anoche, las mismas facciones, sólo por el hecho de que sus cejas eran de un marrón muy claro y él de la noche anterior eran marrones muy oscuros o a lo mejor era por la poca luz.
El profesor fijó sus ojos en mí, los tenía muy celestes, pero eran un poco más oscuros que los del ladrón, no era tan alto como él, además posee un aire de seguridad total y por cómo vestía: con ese zapato, abrigo y maletín, se veía bastante caros. ¿Qué necesidad tendrá de robar este hombre?
—¿Conoces a esta persona? —Me preguntó de golpe y en ningún momento me quitó la vista, me moví incómoda en mi asiento.
—No —contesté seca.
El profesor dejó el Sketchbook sobre mi mesa y siguió hablando a la clase como si no pasará nada, «pero ¿cómo puede ser que se parezcan tanto?»
—Supongo que viste al profesor Magnus y ya lo estas dibujando desnudo, nunca me imaginé que tendrías esa mente, McCoy.
Se metió el idiota de Chad, él siempre estaba detrás mío molestándome a cada segundo, era insoportable. También era popular, por siempre actuar como tonto o algunas veces molestando a los callados del salón. Un idiota total, en toda su expresión. Él era atractivo, pero no saldría con alguien así.
Por su comentario toda la clase comenzó a reír, mientras apreciaban mi sketchbook. Yo no sabía de qué trataba el dibujo, por las reacciones que tenían todos al verlo. «¿Lo dibujé a él? ¿Al profesor?»
Todos comentaban lo pervertida que era y lo bien que lo dibujé. El profesor levantó la voz haciéndolos sentar en sus sillas nuevamente. Una vez tuve el libro en mis manos, vi el dibujo y definitivamente se parecían, había dibujado al hombre de la noche pasada, pero desnudo con un cuerpo que nunca lo había hecho tan definido: con tanto detalles, y hasta estaba acostado, podía ver las sabanas cubrir su cintura, parecía que estaba al borde de verse sus partes; la almohada y la funda de la cama, todo se veía perfectamente bien detallado; la pose totalmente seductora: el brazo debajo de su cabeza, sus pectorales hasta sus abdominales estaban tan bien hechos, que me daban hambre de verlo en ese estado.
El profesor se me acercó nuevamente, mientras todos seguían las indicaciones de este, a lo que no presté atención a nada porque me impactó lo que hice.
—Ese dibujo puedes presentarlo, pero tienes que dibujar desnudo los cuerpos —Tragué saliva.
Todos silbaron y hablaron de cosas sin sentido, el profesor los amenazó con la mirada y luego volvió a mirarme.
—Pero las partes íntimas, debería dibujarlos como estos ¿no?
Pregunté y busqué en mi libro los ejemplos de los mangakas que nos hizo ver la profesora anterior; que trataban de un pequeño bulto entre las piernas, no dibujando el miembro masculino. Él observó y asintió, pero seguía mirándome y con ganas de preguntarme algo. «¿Será él?»
La clase continuó y yo tenía ganas de escapar, todos me seguían mirando, y hablando de mi dibujo, además no me podía concentrar, en lo único que pensaba era en el muchacho de anoche y en el parecido que había con el profesor.
Lo que más recordaba eran sus labios sobre los míos, lo dulce y frío que se sentía, un sentimiento inexplicable mezclado con la adrenalina que sentía en ese momento. Sacudí mi cabeza para borrar todo rastro que quedó de él. Estaba un poco agobiada por esta situación, y sentía que le daba muchas vueltas a algo que debería quedar en el pasado. El tipo ni siquiera debe estar pensado en lo que paso, debe ser tan común que una chica se le abalance a besar. «¿Y ahora siento celos?» ¡Ni siquiera lo conoces, Rose!
Me la pase mirando al profesor, quien de vez en cuando me regalaba una mirada fugaz, eso alimentaba más y más mi curiosidad, tanto así que quería preguntarle en frente de todos. Me lo imaginaba algo así «¿¡Profesor usted me quiso robar y para zafarme de eso tuve que besarlo!?» sonreí por la imaginación tonta.
La voz que más escuchaba era la de Chad burlándose entre sus compañeros y también las voces de las ladys de las clases preguntándole al profesor quien sabe qué. Me tomé la cabeza frustrada.
—¿Qué sucede? —escuché una voz grave cerca mío.
Levanté la vista y esos ojos celestes que me estaban perturbando los tenía cerca. Me alejé un poco.
—Nada, nada profesor.
—¿Por qué no estás dibujando?
Ya toda la clase dejó de hacer sus cosas para mirar hacia nosotros.
—Es que me cansé —mentí.
—Su mente pervertida se sobrecalentó —comentó Chad.
Giré la cabeza hacia donde él estaba y lo asesiné con mi mirada, este estaba mirándome, mientras se reía como un tonto.
—Bueno, manos a la obra McCoy.
—Manos a su obra quiere echarle —una vez más los comentarios del idiota de Chad.
—Señor Smith, muéstreme su obra.
Y todos malinterpretaron al profesor y comenzaron a reír de él.
—Lo que usted quiera —le contestó un tanto descarado Chad, no sin antes regalarme una mirada a mí, supongo que para comprobar si me reía de las idioteces que decía. Lo miré enojada «¿Cuándo me libraré de esta molestia?»
La clase volvió al silencio, que me parecía más agradable, el profesor se tomaba el tiempo de recorrer todos las mesas de los alumnos, para ver cómo iban y supongo que para saber cuál es mejor. Obviamente era yo, ya quisiera tener el autoestima así de alto, pero a mí todo lo que me detiene es lo gorda que me veía; supuestamente las personas que me rodeaban, ellos no veían que estoy gorda, es porque me visto con ropa bastante holgada, no quiero que nadie note mi figura.
Tengo amigas bellísimas y la verdad, algunas veces me sentía bastante mal, porque en mi cabeza sabía que cumplía el papel DUFF. Hace poco había leído, que si tú no te lo propones, no lo lograrás, pero me rindo tan fácil con todo lo que intento hacer, si no me salió a la primera, tiro todo y comienzo con otra cosa. Soy un caso bastante particular.
Cuando estaba en el secundario era bastante delgada, pero cuando las vacaciones comenzaron y tenía que buscar universidad eso me estreso y soy tan fanática a lo dulce, comencé a comer galletas, tortas, cupcakes de chocolate, con muchos rellenos. Me perdí totalmente.
Cuando comencé las clases en la facultad, todo se me desmorono, la gente, bueno las chicas principalmente me miraban como si fuera un ogro, ahí comencé a ser muy asocial, alejándome de todos, otra razón por la que no tengo amigos en mi carrera. Van tres años y el único nombre que conozco, es el de Chad, pero es porque me molesta.
Odiaba hacer trabajos grupales, era como la muerte para mí. Hablar con las personas con las que te asignaron, además siempre me tocaban personas que no hacían nada de nada y era buena, pero no estúpida. Entregaba los trabajos bajo mi nombre solo, no incluía a ninguno, el que me ayudaba a duras penas, lo incluía igual; era odiada por eso, muchas personas se quejaban cuando me metían en su grupo, me odiaban porque sabían que yo no perdonaría ninguna. Sí, parezco ser la nerd que no se queja, que no hagan nada en el trabajo grupal. «¡Lo siento, te equivocaste!»
Muchos profesores me hacían apropósito, metiéndome con gente que viene a ocupar un lugar en la facultad, además son becados con más razón deberían preocuparse por sacar notas altas. Son gente molesta, esa que es arrogante, que dice saber y no sabe un comino. Y eso los profesores lo utilizaban, hacían que yo los delatara con el trabajo presentado.
Por un lado, eso no me afectaba en nada; por el otro, me odiaban más, cosa que tampoco me importaba mucho.
Esta vez traté de salir de la biblioteca más temprano, no quería que el hombre de ayer me quisiera robar nuevamente, esta vez supongo que no funcionaría el darle un pequeño beso. Me puse la mochila y comencé a caminar hacia el portón de la institución, cuando empecé a escuchar pasos detrás de mí, caminé más rápido, pero me detuvo una voz. — ¿¡Rose McCoy!? —Preguntó alguien a mis espaldas, justo cuando iba a poner un pie fuera de la universidad. Me di la vuelta y era el profesor, mi corazón empezó a latir muy fuerte, me puse nerviosa porque pensé que él podría ser el de anoche. —Si —dije, cuando él se había acercado lo suficiente para escucharme. — ¿Quería preguntarte si realmente conoces a esa persona? ¿O soy yo? Sentí como mi cara empezaba a arder, él me miro preocupado y yo no sabía qué hacer, entonces negué con la cabeza lo más que pude. —No profesor, no es usted y la verdad no conozco a la persona que dibujé. Sí, se parece muchísimo a usted, pero no lo es. Miré al suelo, mis
Ya me encontraba nuevamente con mis auriculares con una canción de Bruno Mars, caminando hacia la universidad y no había nadie en la calle «¿Qué pasa?» Me pregunté. Miré mi reloj y eran las 8:00AM ¿Qué sucede con todos hoy? Prácticamente tenía la posibilidad de ir cantando, claro, desafinando a todo lo que me permitía la voz. Cuando llegué, vi un tumulto de personas en un solo lugar, me acerqué a ver, pero me tuve que adentrar más y para ello me fui haciendo lugar entre la multitud de personas: algunos estaban con sus celulares, tomando foto a lo que todavía no llegaba a ver, cuando llegue a la primer fila, donde al parecer estaban vendiendo el dibujo del ladrón que yo hice, estaba impresa en toda una pared y había una mesa liderada por dos chicas rubias con muy buen busto. Ellas gritaban a los cuatro vientos el precio del dibujo y de que material estaban hechos. Me quedé tan paraliza en mi lugar, mientras que las personas me chocaban o me empujaban hacia adelante. — ¡Acérquense a c
No podía entender ni una palabra de lo que me decía, mientras observaba perdida la cafetería, había algunos alumnos comiendo y riendo. — ¿Rose, puedes responderme? No podía reaccionar, sentía en el pecho una opresión bastante fuerte, era como si había visto al mismísimo diablo. «¿Qué m****a me pasa?» — ¡Debo irme! Me levante y comencé a caminar a toda velocidad mirando hacia mi teléfono buscando el contacto de mi hermano, además sentía miradas de más, como si todos ya supieran que fui yo la creadora de ese dibujo. Cuando menos lo pensé choqué con alguien, me tambalee por el impacto que fue bastante duro y antes de caer me tomaron de los brazos, miré para saber quién me había salvado de llevar tal golpe en mi trasero. — ¿Rose, qué te sucede? —preguntó el rubio de ojos azules, su mirada irradiaba ternura. Era Hudson. — ¿Podemos irnos? —pregunté sin miedo a la respuesta. Él se sorprendió por lo que le proponía, pero no dudó en tomar mi mano y llevarme a la salida de la facultad. ●
Todo pareció mejorar con la compañía de Hudson, me sentía bien y no sé que terminé haciendo, pero ya me encontraba a una cuadra de mi casa. Mi sonrisa no daba más y todo se debía a que pasé casi toda la mañana-tarde con él, fue grandioso. Nunca me había sentido así, sin duda lo volvería a hacer, fue totalmente atento conmigo; compramos unas gaseosas con papas fritas, mientras disfrutábamos del pequeño parque en el centro de la ciudad, jamás me imagine que él sería así de amable, lo creía el típico niño rico que cree comprarlo todo con el dinero, sin embargo se comportó muy humilde conmigo.Tenía mis auriculares y la felicidad se me desbordaba, los pasos cada vez los hacía más lentos, la verdad no quería llegar a mi casa. Sólo quería seguir disfrutando de este día, que a pesar de que empezó muy mal, el resto del día fue genial. Cuando empecé a escuchar “No Idea” de Don Toliver, me acordé automáticamente de lo que sucedió esa noche, ya que esa es la canción que escuché, cuando vi por pr
Me sentía tan molesta con Hudson y Chad «¿Qué m****a fue esa escena?» Cuando salimos al receso en el cambio de materias, las chicas de mi clase no paraban de hablar de mí, es por eso que me quería alejar de ellos dos, bueno de Chad no porque ni siquiera estoy cerca de él. Hudson fue el primero en acercarse a mí cuando salí disparada del salón, me encontró y no se despegó de mí. Caminé perdida en mis pensamientos, mientras buscaba a Laura, cuando nos encontramos en el campus, ella parecía estar orgullosa de su nena que había conseguido un chico, yo la miré con un enojo terrible y ella entendió que no debía molestarme. Solamente los ignoré y tomé mis auriculares y comencé a escuchar música, mientras ellos hablaban de no sé qué. Observé a la gente del campus: todos hablando con sus conocidos, compañeros, amigos; algunos parecían estresarse por no entender algo de sus libros; otros comían sentados en el pasto, todos muy contentos a pesar de que pronto empezaran los exámenes. De tanto obs
Adler • Estaba a punto de llegar a la universidad, cuando un grupo de chicas me interceptaron sin dejarme pasar. Al principio tenía ganas de sacar mi carácter, pero después me tranquilicé, no podía comportarme como un idiota con las chicas, además ellas son como admiradoras que nunca quise tener. Me perseguían ensordeciendo mis oídos con sus preguntas y de entre tantas chicas, logré verla a lo lejos caminar por la vereda que llevaba a la entrada del edificio, fue como si me llamara a seguirla, además ¿cómo no identificarla? Su cabello rojizo, que brillaba por el sol, sin duda era ella: estaba vestida con unos jeans azules desgastados, su abrigo era uno rojo con un dibujo animado, su mochila negra que llevaba un llavero de un anime llamado Naruto. La verdad la había observado todo este tiempo y me intrigaba saber qué piensa de mí, al parecer no le importo en lo más mínimo, porque nunca me miraba. Entonces decidí ir a hablar con ella, quería saber su nombre y si me reconocía de aquel
Adler • Cuando vi la gran mansión de mi padre ya quería regresar; casi siempre surgían cenas con él, pero me parecía muy incómodo todavía verlo a pesar de todo lo que pasó entre nosotros. Él nunca respeto la muerte de mi madre, jamás lo vi hacer el duelo correspondiente; ella murió y unos días después ya estaba con unas mujerzuelas, borracho y metiendo su asunto en prostitutas que traía a la casa; es por esa misma razón que rechacé todo ayuda de él, todo dinero, no me interesaba para nada su fortuna y además, él planeaba dejarme a mí como heredero de las empresas, ahí entraba el gran drama familiar que siempre me quiera ver y es para convencerme de ser el heredero de todo, pero no quería nada de él. Me alejé de él y de mi hermano, me fui a vivir solo y como no me alcanzaba para estudiar y vivir al mismo tiempo comencé a ser un perro fiel de gente muy poderosa; ellos se peleaban porque yo les vendiera su droga y eso era porque era muy bueno en el negocio, lograba vender la cantidad
Rose • Las chicas vinieron para planear como acercarme a Adler y todo gracias a Araceli la que propuso que debía ser mío, «un tipo como ese jamás pondría sus ojos en alguien como yo» pensé automáticamente al escuchar eso. Le propuso a Laura ser mucho más cercana a Adler para que también se acerque a mí y ella no dudó en aceptar; estaban dispuestas a cumplir su plan cueste lo que cueste y para ello yo debía sufrir las consecuencias, en sí ir a fiestas. Las típicas fiestas que organizaban las Universidades de la ciudad para los ingresantes de primer año, lo nombraron como la iniciación, el ritual, el bautismo y mucho más sobrenombres de fiesta, porque según los que están en años más avanzados es la bienvenida para vender tu alma a la universidad. Ya me encontraba en el salón, absolutamente sola y haciendo algunos retratos. Me había levantado muy temprano y necesitaba tanto salir de mi casa, no quería cruzarme con los McCoy. Me encontraba sola pensando en todo lo que hablamos ayer, h