Adler me acompañó a casa y fue difícil separarnos; estábamos fuera de mi casa, parados hablando de no me acuerdo qué, pero llevábamos como treinta minutos parados, todo el tiempo diciéndome que no se quería ir, lo mismo sentía, pero rompí eso y le dije que ya me tenía que ir y sin mirar atrás entré a la casa, sabía que si miraba para atrás le hablaría de nuevo.
El resto del día me pasé estudiando y dibujando, había hecho un montón de dibujos de Adler, ya que antes me daba rabia dibujarlo, ahora con mucho gusto.
La noche llegó bastante rápido, yo por lo general después de cenar miraba uno que otro capítulo de anime, pero esta vez solamente fui a acostarme; no me sentía cansada, sino muy emocionada por mañana, tenía que salir de compras con el hermano de Adler, lo cual tenía muchas expectativas y además imaginarme en un baile lleno de gente muy adinerada me daba un tanto de miedo y también imaginándome esa tal Shannon. Sólo pido poder pasar ante ella y no sentirme
Holaa, aquí otro cap. Gracias por leer. ¿Algun@ también sufre de autoestima bajo?
Ya iba por el vestido veinticinco y Magnus no quería parar. Ya estaba destruida mentalmente por todas las ofensas que me decía a mí misma. —Ese está más lindo —habló un poco inseguro, negué. Tenía puesto un vestido rojo, más o menos al cuerpo, pero no tenía mangas y mis brazos de luchador resaltaban sin asco, mi abdomen se notaba mucho y en la parte del busto me apretaba al grado de dejarme sin aire. — Aquí tienen más vestidos, acompáñame —me habló la empleada. Buscaba y buscaba el vestido perfecto con el que me sienta cómoda. Pediré una faja para poder disimular mi panza. —¡Oye mírame! —escuché la voz de Magnus, su voz se había hecho más grave, como la de Adler cuando se enoja—. Eres preciosa, no te preocupes, tómate tu tiempo, de seguro vas de encontrar el vestido perfecto para ti. Escuché como las chicas de atrás comenzaron a suspirar. Asentí y caminé detrás de la chica. Ya no tenía ganas para nada, me sentía lo más horrible d
Me encontraba sentada en una de las tantas mesas que ocupaban lugar en el gran salón de la biblioteca; el silencio que reinaba en el lugar me dejaba concentrar en todos los trabajos que tenía para entregar la semana que viene y la disposición de tener muchos libros me ayudaba. Era mejor estudiar en la biblioteca que en mi casa, ya que se encontraba mi hermano y que ser más molesto, es imposible concentrarme cuando estamos bajo el mismo techo: su música a todo volumen, amigos igual de molestos; al tener la imposibilidad de escucharse, hace que levanten la voz y se cree un bucle infinito de gritos. Es por esa misma razón que se me ve en la biblioteca los cinco días de la semana hasta que me corran del lugar. Estoy en tercer año de cinco, de la carrera Diseño Gráfico. Elegí tal carrera porque me llena mucho el tema de diseñar, ya sean páginas o simples imágenes y todo surgió por leer mangas o mirar anime, dibujar lo he practicado desde muy chiquita. —¡Rose, acuérdate que 10PM cerramos!
Comencé a escuchar al despertador sonar a lo lejos y luego el sonido se intensificó al grado de molestar a todo el vecindario; debería cambiar mi tono de alarma, es que era la única que lograba escuchar. «¡Mentira!» Con que mi celular vibrara ya me despertaba, pero la canción de Nicky Minaj, “Hey Mama” hacía que me levantara con ánimos de empezar el día, era algo así, motivadora para mí. No quería levantarme de la cama; el quedarme hasta tarde pensando en lo que sucedió ayer, fue mala idea. —¡Hermanita! ¡Levántate, se te hace tarde! —Gritó mi hermano desde la primera planta, era obvio que él no vendría hasta mi cuarto a despertarme tranquilamente, jamás. Me tapé la cara con la almohada o me golpee con ella, se que suena bastante violento. Me sentía tan devastada y era porque tenía que prepararme para ir a la universidad, además debía que hacer el mismo recorrido que ayer y las imágenes seguro me atormentarán. Me encanta ir caminando con mis cables colgando de mis oídos, pero ese día
Me escapé como flash de Lina y Hudson, quienes hicieron muy irritante mi desayuno también la manera en que Laura me tiraba miradas totalmente descaradas hacia él; me sentía tan incómoda con él cerca, quién iba a imaginarse que un chico como él me hablaría a mí. Eso no se daba todos los días, ya que era casi invisible en la facultad de diseño y no me quería imaginar en la universidad en sí. Algunas veces, unas personas se me acercaban a preguntar si me teñía el cabello, a lo que les respondía que no; heredé lo pelirroja de mi papá, pero solamente yo, ya que Jasper salió con el cabello negro de mamá. Estaba conforme con mi color de cabello, pero cuando estaba en la secundaria o en la escuela recibía muchas burlas acerca de mi cabello que me hicieron querer tener el color negro de mi mamá. Luego acepté el color cobrizo rojizo y hubo un tiempo que era la sensación porque se me acercaban muchas personas a alagar mi cabello, además suelo ser llamativa por el color. Eso también fomentó el mie
Esta vez traté de salir de la biblioteca más temprano, no quería que el hombre de ayer me quisiera robar nuevamente, esta vez supongo que no funcionaría el darle un pequeño beso. Me puse la mochila y comencé a caminar hacia el portón de la institución, cuando empecé a escuchar pasos detrás de mí, caminé más rápido, pero me detuvo una voz. — ¿¡Rose McCoy!? —Preguntó alguien a mis espaldas, justo cuando iba a poner un pie fuera de la universidad. Me di la vuelta y era el profesor, mi corazón empezó a latir muy fuerte, me puse nerviosa porque pensé que él podría ser el de anoche. —Si —dije, cuando él se había acercado lo suficiente para escucharme. — ¿Quería preguntarte si realmente conoces a esa persona? ¿O soy yo? Sentí como mi cara empezaba a arder, él me miro preocupado y yo no sabía qué hacer, entonces negué con la cabeza lo más que pude. —No profesor, no es usted y la verdad no conozco a la persona que dibujé. Sí, se parece muchísimo a usted, pero no lo es. Miré al suelo, mis
Ya me encontraba nuevamente con mis auriculares con una canción de Bruno Mars, caminando hacia la universidad y no había nadie en la calle «¿Qué pasa?» Me pregunté. Miré mi reloj y eran las 8:00AM ¿Qué sucede con todos hoy? Prácticamente tenía la posibilidad de ir cantando, claro, desafinando a todo lo que me permitía la voz. Cuando llegué, vi un tumulto de personas en un solo lugar, me acerqué a ver, pero me tuve que adentrar más y para ello me fui haciendo lugar entre la multitud de personas: algunos estaban con sus celulares, tomando foto a lo que todavía no llegaba a ver, cuando llegue a la primer fila, donde al parecer estaban vendiendo el dibujo del ladrón que yo hice, estaba impresa en toda una pared y había una mesa liderada por dos chicas rubias con muy buen busto. Ellas gritaban a los cuatro vientos el precio del dibujo y de que material estaban hechos. Me quedé tan paraliza en mi lugar, mientras que las personas me chocaban o me empujaban hacia adelante. — ¡Acérquense a c
No podía entender ni una palabra de lo que me decía, mientras observaba perdida la cafetería, había algunos alumnos comiendo y riendo. — ¿Rose, puedes responderme? No podía reaccionar, sentía en el pecho una opresión bastante fuerte, era como si había visto al mismísimo diablo. «¿Qué m****a me pasa?» — ¡Debo irme! Me levante y comencé a caminar a toda velocidad mirando hacia mi teléfono buscando el contacto de mi hermano, además sentía miradas de más, como si todos ya supieran que fui yo la creadora de ese dibujo. Cuando menos lo pensé choqué con alguien, me tambalee por el impacto que fue bastante duro y antes de caer me tomaron de los brazos, miré para saber quién me había salvado de llevar tal golpe en mi trasero. — ¿Rose, qué te sucede? —preguntó el rubio de ojos azules, su mirada irradiaba ternura. Era Hudson. — ¿Podemos irnos? —pregunté sin miedo a la respuesta. Él se sorprendió por lo que le proponía, pero no dudó en tomar mi mano y llevarme a la salida de la facultad. ●
Todo pareció mejorar con la compañía de Hudson, me sentía bien y no sé que terminé haciendo, pero ya me encontraba a una cuadra de mi casa. Mi sonrisa no daba más y todo se debía a que pasé casi toda la mañana-tarde con él, fue grandioso. Nunca me había sentido así, sin duda lo volvería a hacer, fue totalmente atento conmigo; compramos unas gaseosas con papas fritas, mientras disfrutábamos del pequeño parque en el centro de la ciudad, jamás me imagine que él sería así de amable, lo creía el típico niño rico que cree comprarlo todo con el dinero, sin embargo se comportó muy humilde conmigo.Tenía mis auriculares y la felicidad se me desbordaba, los pasos cada vez los hacía más lentos, la verdad no quería llegar a mi casa. Sólo quería seguir disfrutando de este día, que a pesar de que empezó muy mal, el resto del día fue genial. Cuando empecé a escuchar “No Idea” de Don Toliver, me acordé automáticamente de lo que sucedió esa noche, ya que esa es la canción que escuché, cuando vi por pr