Maggi apenas pudo dormir esa noche. El eco del pequeño, pero significativo beso que Hyunjae le había dado seguía rondando en su mente, como un suave murmullo que no la dejaba en paz. Tumbada en la cama, se llevó la mano a los labios, reviviendo la sensación de aquel contacto fugaz. Recordó cómo, durante su estancia en casa de sus padres, ambos se habían acercado más. Había habido gestos de cariño entre ellos: roces de manos, miradas cómplices... Pero un beso, eso era diferente. Este había sido el primero, y aunque apenas había durado un suspiro, había dejado una marca profunda en su corazón. Quería otro, se sorprendió pensando, mientras la oscuridad se cernía a su alrededor y sus pensamientos se mezclaban con los sonidos nocturnos de la ciudad.Al amanecer, el sol se filtró tímidamente a través de las cortinas de su ventana, arrastrando a Maggi de vuelta a la realidad. Se levantó de la cama con movimientos lentos, todavía atrapada en la bruma de sus pensamientos. Tenía que prepararse
Durante ese fin de semana, Maggi no pudo evitar sentirse impresionada por los lugares que Hyunjae había seleccionado. Cada uno de ellos parecía salido de una revista, con interiores elegantes y vistas panorámicas que la dejaban sin aliento. Mientras recorrían los diferentes departamentos, las ventanas amplias y los espacios luminosos reflejaban la luz del sol, creando un ambiente cálido y muy acogedor. A pesar de lo tentador que resultaba cada lugar, había un detalle que no podía ignorar: todos estaban a una hora y media del gremio. La distancia, en los mejores días, con poco tráfico, era considerable, y eso le preocupaba un poco.—¿No te parece que está un poco lejos? —preguntó Maggi mientras caminaban por uno de los departamentos más amplios, observando las enormes ventanas que dejaban ver la ciudad en toda su magnitud.Hyunjae se detuvo junto a ella, siguiendo su mirada hacia la vista impresionante. Era un piso 30, con una panorámica que parecía extenderse hasta el horizonte, un ma
En el transcurso de la semana, Hyunjae y Maggi ya habían comenzado con acomodar sus muebles nuevos, acomodando todo según su criterio. Encontrando lugar también para las cosas que pudieron traer de sus departamentos y cada día traía nuevas tareas: desempacar cajas, encontrar el lugar adecuado para cada objeto. Las ventanas amplias dejaban entrar la luz del sol por las mañanas, iluminando las paredes aún desprovistas de decoración, pero que ya empezaban a reflejar su estilo personal. Por ejemplo Hyunjae tiene un gusto por los cuadros de paisajes y ahora las paredes de su hogar estaban decorados con esos cuadros.—Todavía no me acostumbro a esta vista —comentó Maggi una mañana mientras se tomaba un café, mirando la ciudad desde el ventanal de la sala.Hyunjae, sentado a su lado, asintió con una sonrisa. El brillo en sus ojos reflejaba el orgullo de haber encontrado ese lugar, un sitio que les pertenecía a ambos.—Es increíble, ¿verdad? —respondió él—. Nunca me imaginé que podríamos tene
Ese día comenzó como cualquier otro, los primeros rayos de sol se colaban por las cortinas del dormitorio, iluminando suavemente el espacio que aún llevaba la frescura de la madrugada. Maggi, medio dormida, sintió una incomodidad que la despertó de golpe. Su corazón comenzó a latir más rápido cuando comprendió lo que había sucedido. Al levantar la sábana, descubrió la mancha que confirmaba lo que temía: su periodo había llegado de manera inesperada.El rubor subió rápidamente a su rostro, no solo por el dolor leve en su vientre, sino por la vergüenza de la situación. Aunque Hyunjae ya se había levantado y no había visto nada, la sensación de bochorno era insoportable. Con manos temblorosas, agarró las sábanas manchadas y se dirigió al baño, cerrando la puerta detrás de ella con un suspiro de
En el gremio, la atmósfera siempre había sido intensa, con la presión constante de cumplir con los desafíos diarios. Las paredes de la oficina, decoradas con fotografías de misiones exitosas y mapas detallados de zonas peligrosas, parecían absorber la energía de todos los que trabajaban allí. Sin embargo, recientemente, algo había cambiado en el ambiente, y la causa de ese cambio era, sin duda, Kim Hyunjae.Los pasillos del gremio, normalmente llenos de conversaciones apresuradas y rostros tensos, ahora resonaban con una sensación de ligera sorpresa y curiosidad. Hyunjae, conocido por su carácter reservado y serio, había sorprendido a más de uno con su cambio de actitud. No era solo que sonriera más a menudo, sino que su presencia misma irradiaba una calidez inusual. Los empleados se habían dado cuenta de que sus interacciones con él eran ahora más amables, m
Las semanas transcurrieron en una calma aparente, pero dentro de Hyunjae, una tormenta de pensamientos se gestaba silenciosamente. Aunque exteriormente se mostraba sereno, como siempre, sus inseguridades comenzaban a inquietarlo. Cada vez que Maggi partía a una misión, sobre todo cuando estas involucraban a Herbert, sentía un leve pinchazo de preocupación. Sabía que Herbert era un hombre que gravitaba hacia mujeres con una apariencia que recordaba a supermodelos, un estilo completamente opuesto al de Maggi. Aun así, no podía evitar sentirse inquieto.Maggi, con su naturaleza sencilla y sin pretensiones, no encajaba en el tipo de mujer que normalmente atraía a Herbert. Hyunjae lo sabía y, en cierto sentido, se tranquilizaba con esa certeza. Pero la mente de Hyunjae no dejaba de jugarle malas pasadas recordándole un tiempo en el que Herbert y Maggi estaban casados y tuvieron hijos. Aunque confiaba en Maggi y
A veces, Maggi y Hyunjae decidían salir a almorzar o cenar fuera de casa para salir de lo cotidiano. Esas salidas representaban un respiro en medio de sus vidas ajetreadas, pero también eran momentos en los que Hyunjae aprovechaba para mostrar su afecto de maneras que Maggi aún no terminaba de comprender del todoAntes de cada salida, Hyunjae convertía la elección del vestido de Maggi en un ritual meticuloso, casi sagrado. Era una oportunidad para demostrarle cuánto la valoraba, y cada detalle importaba. Las primeras veces que emprendió esta tarea, caminaba solo por las tiendas de moda, cada paso resonando suavemente en los suelos de mármol, mientras sus ojos analizaban con cuidado cada prenda colgada en los maniquíes. El ambiente en las tiendas era siempre el mismo: luces suaves que resaltaban los colores de las telas, música de fondo que invitaba a la calma, y un aroma a perfume caro flotando en el aire.Hyunjae, con su porte elegante y su mirada concentrada, se detenía frente a los
Maggi respiró hondo antes de comenzar a hablar, consciente de que cada palabra que dijera podría cambiar la manera en que Lucía la veía. Sabía que la honestidad era su única opción, pero eso no hacía más fácil encontrar las palabras adecuadas.—Lu, sé que todo esto es... un poco abrumador —empezó Maggi, su voz reflejando su nerviosismo —. Hace aproximadamente dos meses, Hyunjae y yo nos conocimos en aquel incidente de la mazmorra. —Recordó brevemente el caos de aquel día, donde el peligro y la adrenalina los habían unido de una manera inesperada, sin mencionar que él guardaba —. Fue después de eso que empezamos a salir.Lucía la observaba con una mezcla de asombro y escepticismo, su ceño aún fruncido pero sin la dureza inicial. Se cruzó de brazos, inclinándose ligeramente hacia adel