En el transcurso de la semana, Hyunjae y Maggi ya habían comenzado con acomodar sus muebles nuevos, acomodando todo según su criterio. Encontrando lugar también para las cosas que pudieron traer de sus departamentos y cada día traía nuevas tareas: desempacar cajas, encontrar el lugar adecuado para cada objeto. Las ventanas amplias dejaban entrar la luz del sol por las mañanas, iluminando las paredes aún desprovistas de decoración, pero que ya empezaban a reflejar su estilo personal. Por ejemplo Hyunjae tiene un gusto por los cuadros de paisajes y ahora las paredes de su hogar estaban decorados con esos cuadros.—Todavía no me acostumbro a esta vista —comentó Maggi una mañana mientras se tomaba un café, mirando la ciudad desde el ventanal de la sala.Hyunjae, sentado a su lado, asintió con una sonrisa. El brillo en sus ojos reflejaba el orgullo de haber encontrado ese lugar, un sitio que les pertenecía a ambos.—Es increíble, ¿verdad? —respondió él—. Nunca me imaginé que podríamos tene
Ese día comenzó como cualquier otro, los primeros rayos de sol se colaban por las cortinas del dormitorio, iluminando suavemente el espacio que aún llevaba la frescura de la madrugada. Maggi, medio dormida, sintió una incomodidad que la despertó de golpe. Su corazón comenzó a latir más rápido cuando comprendió lo que había sucedido. Al levantar la sábana, descubrió la mancha que confirmaba lo que temía: su periodo había llegado de manera inesperada.El rubor subió rápidamente a su rostro, no solo por el dolor leve en su vientre, sino por la vergüenza de la situación. Aunque Hyunjae ya se había levantado y no había visto nada, la sensación de bochorno era insoportable. Con manos temblorosas, agarró las sábanas manchadas y se dirigió al baño, cerrando la puerta detrás de ella con un suspiro de
En el gremio, la atmósfera siempre había sido intensa, con la presión constante de cumplir con los desafíos diarios. Las paredes de la oficina, decoradas con fotografías de misiones exitosas y mapas detallados de zonas peligrosas, parecían absorber la energía de todos los que trabajaban allí. Sin embargo, recientemente, algo había cambiado en el ambiente, y la causa de ese cambio era, sin duda, Kim Hyunjae.Los pasillos del gremio, normalmente llenos de conversaciones apresuradas y rostros tensos, ahora resonaban con una sensación de ligera sorpresa y curiosidad. Hyunjae, conocido por su carácter reservado y serio, había sorprendido a más de uno con su cambio de actitud. No era solo que sonriera más a menudo, sino que su presencia misma irradiaba una calidez inusual. Los empleados se habían dado cuenta de que sus interacciones con él eran ahora más amables, m
Las semanas transcurrieron en una calma aparente, pero dentro de Hyunjae, una tormenta de pensamientos se gestaba silenciosamente. Aunque exteriormente se mostraba sereno, como siempre, sus inseguridades comenzaban a inquietarlo. Cada vez que Maggi partía a una misión, sobre todo cuando estas involucraban a Herbert, sentía un leve pinchazo de preocupación. Sabía que Herbert era un hombre que gravitaba hacia mujeres con una apariencia que recordaba a supermodelos, un estilo completamente opuesto al de Maggi. Aun así, no podía evitar sentirse inquieto.Maggi, con su naturaleza sencilla y sin pretensiones, no encajaba en el tipo de mujer que normalmente atraía a Herbert. Hyunjae lo sabía y, en cierto sentido, se tranquilizaba con esa certeza. Pero la mente de Hyunjae no dejaba de jugarle malas pasadas recordándole un tiempo en el que Herbert y Maggi estaban casados y tuvieron hijos. Aunque confiaba en Maggi y
A veces, Maggi y Hyunjae decidían salir a almorzar o cenar fuera de casa para salir de lo cotidiano. Esas salidas representaban un respiro en medio de sus vidas ajetreadas, pero también eran momentos en los que Hyunjae aprovechaba para mostrar su afecto de maneras que Maggi aún no terminaba de comprender del todoAntes de cada salida, Hyunjae convertía la elección del vestido de Maggi en un ritual meticuloso, casi sagrado. Era una oportunidad para demostrarle cuánto la valoraba, y cada detalle importaba. Las primeras veces que emprendió esta tarea, caminaba solo por las tiendas de moda, cada paso resonando suavemente en los suelos de mármol, mientras sus ojos analizaban con cuidado cada prenda colgada en los maniquíes. El ambiente en las tiendas era siempre el mismo: luces suaves que resaltaban los colores de las telas, música de fondo que invitaba a la calma, y un aroma a perfume caro flotando en el aire.Hyunjae, con su porte elegante y su mirada concentrada, se detenía frente a los
Maggi respiró hondo antes de comenzar a hablar, consciente de que cada palabra que dijera podría cambiar la manera en que Lucía la veía. Sabía que la honestidad era su única opción, pero eso no hacía más fácil encontrar las palabras adecuadas.—Lu, sé que todo esto es... un poco abrumador —empezó Maggi, su voz reflejando su nerviosismo —. Hace aproximadamente dos meses, Hyunjae y yo nos conocimos en aquel incidente de la mazmorra. —Recordó brevemente el caos de aquel día, donde el peligro y la adrenalina los habían unido de una manera inesperada, sin mencionar que él guardaba —. Fue después de eso que empezamos a salir.Lucía la observaba con una mezcla de asombro y escepticismo, su ceño aún fruncido pero sin la dureza inicial. Se cruzó de brazos, inclinándose ligeramente hacia adel
La oficina de Hyunjae estaba bañada en la luz tenue de una lámpara de escritorio, creando un ambiente sombrío que contrastaba con la serenidad que solía irradiar. A su alrededor, las estanterías llenas de documentos y libros daban fe de su meticulosa organización y de la mente calculadora que los había colocado allí. El silencio en la habitación era casi palpable, roto solo por el suave zumbido del aire acondicionado y el ocasional crujido de la silla de cuero en la que estaba sentado.Hyunjae, con su celular en la mano, marcó el número de uno de sus contactos de confianza, un cazador de rango A con quien ya había trabajado en varias ocasiones. Este hombre había demostrado ser eficiente y discreto, dos cualidades que Hyunjae valoraba profundamente. Sabía que este encargo sería delicado, pero no podía dejar pasar lo que había sucedido pese a que había d
A la mañana siguiente, Hyunjae llegó temprano a la oficina. Las calles estaban tranquilas, con pocos autos en movimiento y el aire fresco de la mañana le ayudó a despejar la mente mientras se dirigía al edificio. El ambiente en la oficina era todavía silencioso, con solo el zumbido lejano de las computadoras y el ocasional sonido de papeles moviéndose. Hyunjae se instaló en su escritorio, rodeado por la suave luz que entraba a través de las persianas, mientras revisaba los documentos que Herbert le había dejado. Estaba concentrado, sumergido en su trabajo, cuando escuchó el familiar tono de llamada en su teléfono.Herbert lo había citado a su oficina. El hombre, siempre impecable en su vestimenta, lo recibió con una expresión grave que Hyunjae reconoció de inmediato. No había tiempo para trivialidades. Herbert fue directo al punto, y su voz resonó en l