La tarde avanzó con un ritmo constante y armonioso. El campo, bajo la luz dorada del sol de la tarde, parecía vibrar con la energía y el esfuerzo de todos los que trabajaban allí. Mientras tanto, en la casa, la cocina seguía siendo un hervidero de risas y conversaciones, con el aroma de los guisos y el pan fresco llenando el aire.
Maggi no pudo evitar que el principal tema de conversación en la cocina siguiera rondando en su mente. Cada vez que veía a Rosaura o a alguna de las otras mujeres, una ligera sonrisa y un guiño de complicidad le recordaban el comentario sobre Hyunjae. Por más que intentaba concentrarse en el trabajo, la vergüenza y la curiosidad la mantenían distraída.
Finalmente, llegó la hora del almuerzo. Maggi salió de la casa y caminó hacia el campo para llamar a todos a comer. El sol estaba alto, y una suave brisa hacía que el calor fuera m&aacu
Hyunjae no pasó el resto de las vacaciones como había pensado inicialmente, es decir cómo debía de ser, descansando. No, se le pasó trabajando, yendo y viniendo, con Maggi a su lado esa era la mejor parte de todas. Esa fue la parte que más le gustó a ella: estar junto a él y verlo en una faceta que nunca antes había visto. Ni siquiera en su primer intento, lo que se consideraba la primera vez, antes de la regresión. Pero ahora, Hyunjae se veía tan lleno de vida, que era increíble para ella. El cielo claro y el aire fresco de las mañanas en el campo llenaban de energía a Hyunjae, quien se levantaba temprano. El sonido de los pájaros y el crujir de las hojas bajo sus pies mientras caminaban hacia las chacras se habían convertido en una melodía diaria que ambos disfrutaban.—Nunca imaginé que pasaría mis vacaciones trabajando tanto —dijo Hyunjae, riendo mientras cargaba una canasta llena de herramientas agrícolas.—Bueno, estás haciendo un gran trabajo. Además, podrías tomarlo como forma
—¿Maggi te contó a ti cómo es que se convirtió en cazadora? —preguntó Gregorio, su voz baja, casi como si las palabras pesaran en el aire.Negó con la cabeza, sintiendo una creciente curiosidad. El silencio que siguió pareció estirarse por lo que parecieron minutos, mientras Gregorio miraba hacia el cielo estrellado, sus ojos perdidos en recuerdos dolorosos.—Una criatura llegó al pueblo —comenzó Gregorio, su voz teñida de amargura y tristeza—. Era una cosa que nunca habíamos visto, era una bestia hambrienta. No sé cómo pasó, pero de repente, después de todos los destrozos que hizo la criatura, nosotros estábamos en peligro, acorralados como ratas. Y una luz envolvió a mi hija. Lo siguiente que supimos es que mi hija estaba distrayendo a esa cosa a duras penas. Y con un pico, se lo clavó en la cabeza y lo mató. Realmente nadie entendió qué es lo que pasaba, ni lo que nos esperaría luego.La voz de Gregorio se quebró ligeramente, su mirada seguía fija en un punto distante, como si rev
La mañana estaba envuelta en una bruma ligera, un preludio de lo que sería un día ajetreado. La casa de la familia de Maggi estaba llena de movimiento y energía, cada rincón rebosaba de actividad mientras todos se preparaban para la inminente partida. El sol apenas comenzaba a asomar sobre las colinas cercanas, lanzando destellos dorados sobre los campos verdes que rodeaban la propiedad. El aire fresco de la mañana estaba cargado con el aroma de la tierra húmeda y el café recién hecho, mientras en la cocina se escuchaban los sonidos familiares del desayuno siendo preparado.Rosita se movía con rapidez y eficiencia, esmerándose en preparar un gran desayuno. Cada vez que pasaba por la sala donde estaban apiladas las pertenencias de Maggi y Hyunjae, no podía evitar sentir una punzada en el pecho. El auto estaba estacionado en el patio delantero, y las puertas estaban abiertas de par en par, esperando ser cargado con las últimas maletas y provisiones.Gregorio, por su parte, estaba en el
Maggi apenas pudo dormir esa noche. El eco del pequeño, pero significativo beso que Hyunjae le había dado seguía rondando en su mente, como un suave murmullo que no la dejaba en paz. Tumbada en la cama, se llevó la mano a los labios, reviviendo la sensación de aquel contacto fugaz. Recordó cómo, durante su estancia en casa de sus padres, ambos se habían acercado más. Había habido gestos de cariño entre ellos: roces de manos, miradas cómplices... Pero un beso, eso era diferente. Este había sido el primero, y aunque apenas había durado un suspiro, había dejado una marca profunda en su corazón. Quería otro, se sorprendió pensando, mientras la oscuridad se cernía a su alrededor y sus pensamientos se mezclaban con los sonidos nocturnos de la ciudad.Al amanecer, el sol se filtró tímidamente a través de las cortinas de su ventana, arrastrando a Maggi de vuelta a la realidad. Se levantó de la cama con movimientos lentos, todavía atrapada en la bruma de sus pensamientos. Tenía que prepararse
Durante ese fin de semana, Maggi no pudo evitar sentirse impresionada por los lugares que Hyunjae había seleccionado. Cada uno de ellos parecía salido de una revista, con interiores elegantes y vistas panorámicas que la dejaban sin aliento. Mientras recorrían los diferentes departamentos, las ventanas amplias y los espacios luminosos reflejaban la luz del sol, creando un ambiente cálido y muy acogedor. A pesar de lo tentador que resultaba cada lugar, había un detalle que no podía ignorar: todos estaban a una hora y media del gremio. La distancia, en los mejores días, con poco tráfico, era considerable, y eso le preocupaba un poco.—¿No te parece que está un poco lejos? —preguntó Maggi mientras caminaban por uno de los departamentos más amplios, observando las enormes ventanas que dejaban ver la ciudad en toda su magnitud.Hyunjae se detuvo junto a ella, siguiendo su mirada hacia la vista impresionante. Era un piso 30, con una panorámica que parecía extenderse hasta el horizonte, un ma
En el transcurso de la semana, Hyunjae y Maggi ya habían comenzado con acomodar sus muebles nuevos, acomodando todo según su criterio. Encontrando lugar también para las cosas que pudieron traer de sus departamentos y cada día traía nuevas tareas: desempacar cajas, encontrar el lugar adecuado para cada objeto. Las ventanas amplias dejaban entrar la luz del sol por las mañanas, iluminando las paredes aún desprovistas de decoración, pero que ya empezaban a reflejar su estilo personal. Por ejemplo Hyunjae tiene un gusto por los cuadros de paisajes y ahora las paredes de su hogar estaban decorados con esos cuadros.—Todavía no me acostumbro a esta vista —comentó Maggi una mañana mientras se tomaba un café, mirando la ciudad desde el ventanal de la sala.Hyunjae, sentado a su lado, asintió con una sonrisa. El brillo en sus ojos reflejaba el orgullo de haber encontrado ese lugar, un sitio que les pertenecía a ambos.—Es increíble, ¿verdad? —respondió él—. Nunca me imaginé que podríamos tene
Ese día comenzó como cualquier otro, los primeros rayos de sol se colaban por las cortinas del dormitorio, iluminando suavemente el espacio que aún llevaba la frescura de la madrugada. Maggi, medio dormida, sintió una incomodidad que la despertó de golpe. Su corazón comenzó a latir más rápido cuando comprendió lo que había sucedido. Al levantar la sábana, descubrió la mancha que confirmaba lo que temía: su periodo había llegado de manera inesperada.El rubor subió rápidamente a su rostro, no solo por el dolor leve en su vientre, sino por la vergüenza de la situación. Aunque Hyunjae ya se había levantado y no había visto nada, la sensación de bochorno era insoportable. Con manos temblorosas, agarró las sábanas manchadas y se dirigió al baño, cerrando la puerta detrás de ella con un suspiro de
En el gremio, la atmósfera siempre había sido intensa, con la presión constante de cumplir con los desafíos diarios. Las paredes de la oficina, decoradas con fotografías de misiones exitosas y mapas detallados de zonas peligrosas, parecían absorber la energía de todos los que trabajaban allí. Sin embargo, recientemente, algo había cambiado en el ambiente, y la causa de ese cambio era, sin duda, Kim Hyunjae.Los pasillos del gremio, normalmente llenos de conversaciones apresuradas y rostros tensos, ahora resonaban con una sensación de ligera sorpresa y curiosidad. Hyunjae, conocido por su carácter reservado y serio, había sorprendido a más de uno con su cambio de actitud. No era solo que sonriera más a menudo, sino que su presencia misma irradiaba una calidez inusual. Los empleados se habían dado cuenta de que sus interacciones con él eran ahora más amables, m