Salí del baño de mi casa cargando el botiquín. Mi padre estaba tratando de limpiar las fuertes heridas que Allan llevaba en su rostro; quien no dejaba de gritar ante el contacto del alcohol en su piel. Mi corazón se contrajo al verlo así, y cerré los ojos con fuerza al recordar el desenlace. El rubio solo se había detenido cuando fui capaz de salir de los brazos de Trevor para ir en rescate de mi hermano.
"Lo siento, no suelo comportarme de esta manera" me dijo antes de marcharse del lugar.
—Aquí está —me dirigí a mi padre, pasándole el botiquín.
—¿Qué fue lo que sucedió? —preguntó.
—Un idiota estaba tratando de coquetear con Tessa —contestó Alex, sentándose en la alfombra frente a papá.
—¿Qué demonios, chicos? ¡Tessa ya es mayor de edad! Tienen que dejar esa obsesión de estar espantando a cualquier muchacho que quiera hablarle —gruñó, pasando nuevamente un algodón por el labio de Allan.
—¡Papá, eso duele! —se quejó, haciendo una mueca de dolor.
—Tal vez así aprendas a comportarte y no tengan que sacarme del hospital por una idiotez como esta —arguyó en tono molesto.
—Lo siento padre —contestó, dirigiendo su mirada hacia mí—. Pero no dejaré que nadie trate de sobrepasarse con Tessa.
—Eres un idiota, Allan —dije cruzando los brazos a la altura de mi pecho—. ¿No crees que ya tengo edad para cuidarme a mí misma?
—No quiero verte hablando con ese rubio otra vez —advirtió.
Narra Mason
—¿Has cometido otra estupidez? —preguntó mi hermano Anthony en cuanto atendió el teléfono.
Golpee el volante con ambas manos y gruñí de frustración. Odiaba convertirme en esto, mi furia únicamente solía dejarla salir en los encargos que me hacía el jefe, no con un niño que me arrebató un libro.
No podía sacarme de la cabeza la mirada de desesperación que Tessa me había dedicado justo cuando sostuvo mi brazo para que dejara de golpear a su hermano. Sus enormes ojos grisáceos me suplicaban que por favor me detuviera, y ahora simplemente no podía sacarlos de mi cabeza.
¿Qué diablos había pasado conmigo? ¡No era ni un puto adolescente para haber actuado de esa manera!
—Golpee a un chico... por una completa idiotez —confesé presionando mi frente contra el volante.
—¿Qué pasa, hermano? ¿Acaso el aniversario de...
—¡No! ¡Ni siquiera te atrevas a mencionarlo! —dije, apretando el volante con ambas manos,
—¡Oh por favor! ¿Cuándo vas a aceptar que se ha ido?
—No voy a aceptarlo, porque aún está aquí.
—Entiéndelo, no ha sido tu culpa. No hubieses podido hacer nada para evitarlo —dijo en voz baja—. Obedece, olvida ese maldito lugar y regresa a casa.
—No te llamé para que me dieras el sermón de hermano mayor. Saluda a mamá y a papá de mi parte —alargué antes de terminar la llamada.
Suspiré y sacudí la cabeza. ¿Volver a casa? Nunca podría hacer eso. Ya esa no era mi casa; había dejado de serla justamente hoy hace un año, en esa fatídica noche lluviosa.
Narra Tessa
Caminé al lado de Theo por los pasillos de la universidad. Ese primer curso lo compartía con él y Allan, pero gracias a sus fuertes golpes, el último se había quedado en casa guardando reposo.
Visualicé a Trevor recostado junto a la puerta. Levanté la mano y lo saludé, él enderezó su cuerpo y me dedicó una pequeña sonrisa. Curiosamente, Trevor y Pablo eran los únicos dos chicos que mis hermanos soportaban que me dirigieran la palabra, pues sabían con certeza que ninguno de los dos intentarían ligar conmigo. Pablo, por ser de menor edad que yo; y Trevor, porque había crecido al lado de nosotros, como un hermano más.
—No veo a Allan —comentó, viendo hacia el pasillo.
—Sí, graciosamente él también tenía problemas para ver esta mañana —dijo Theo alborotándose el cabello.
—Al parecer, Allan encontró papá —rio, empujando las puertas dobles del salón de clases.
—No es gracioso, Trevor —repliqué, poniendo los ojos en blanco.
Caminamos hacia la parte trasera, justo en esta lección era necesario esconderse en lo más profundo del salón de clases; la profesora estaba embarazada, y le hacía falta poco tiempo para estallar, por lo que, yo pensaba que era más fácil negociar con Adolf Hitler, que dirigirse a ella en este momento.
—¿Cuándo vas a vestirte como una chica? —puse los ojos en blanco mientras me sentaba.
Trevor no dejaba de insistir sobre el mismo tema cada vez que tenía la oportunidad... yo no le veía nada malo a mi vestimenta; cierto, mis pantalones muchas veces eran más holgados que los que utilizaban las chicas, no soportaba los vestidos y el 90% del tiempo caminaba con tenis, gracias a mis escasos tacones en mi armario, pero yo me sentía bien así, no sabía maquillarme, me daba igual si mi cabello estaba impecable o desordenado en un moño; así había crecido, rodeada de cuatro chicos, aprendiendo las "mañas" de esos cuatro chicos y aun así era feliz; sabía jugar futbol, aplastaba a mis hermanos en el billar, y muchas veces le ganaba a Theo en las luchas cuerpo a cuerpo, así se resumía mi vida, me veía en el espejo cada mañana y me sentía mujer, el hecho de que me gustaban las cosas de los chicos, no significaba que fuese uno de ellos.
—No fastidies —murmuré, sacándole la lengua.
Él me sonrió y estiró su mano para mover aún más mi desordenado cabello.
—Aún no puedo creer que me haya perdido de semejante espectáculo —manifestó Theo de pronto.
Intercambié una mirada con Trevor... ¡Ah! Volvía al tema inicial.
—Pero si tú estabas ahí —dijo Trevor acariciando su barbilla como un villano de caricatura—. Espera un momento... ¿Dónde estaba America en ese momento? —preguntó dirigiéndose hacia mí.
Ambos dirigimos nuestras miradas hacia Theo, quien mantenía su completa concentración en su computadora, haciendo como si no estuviéramos hablando de él.
—¿Theo? —presionó Trevor.
—Buenos días jóvenes —la voz de miss barriguita inundó la sala. Giré mi cuerpo hacia el frente, enderezándome para así prepararme para el humor de mierda de la mujer; pero nuevamente me encontraba viendo negro, al cruzar mi mirada con la del chico que la acompañaba.
Mierda.
—Hoy contamos con un nuevo compañero —habló la mujer, observando al rubio que no disimulaba ver en mi dirección.
Sacudí la cabeza, pensando en Allan... ¡Dios mío! ¡Allan estaba en este curso!
¿Pero qué? ¿Pero qué demonios hacía él aquí a todo esto?
—¿Qué tal si te presentas con el grupo, cariño? —Mrs Clark se dejó caer en su silla con un gesto cansado, dejando al sujeto solo, frente a todo el salón.
Por primera vez dirigió su mirada a todo el grupo y sonrió.
—Mi nombre es Mason Rojas.
—¿Marcos? —preguntó un chico al frente que tenía problemas auditivos.
—Mason —repitió—. Mi nombre es Mason.
—¿Qué te pasó en el rostro? —preguntó una chica.
—Digamos que... —comenzó, rascándose la cabeza—. No es bueno arrebatarme un libro cuando voy en lo más emocionante.
Idiota.
—¿Alguna otra pregunta? —cuestionó la profesora.
—¿Cuántos años tiene? —la insoportable y chillona voz de la pelirroja y capitana de las porristas, Stacey Fernández, se hizo oír por todo el salón.
—Veintidós —contestó, viendo en mi dirección otra vez.
—Ahora si no hay más preguntas, supongo que podemos comenzar. Busca un espacio, Mason —dijo la rubia, mientras sacaba su portátil.
Mason caminó entre los pupitres con la misma seguridad con la que se abalanzó sobre Allan la tarde anterior, tranquilamente se dejó caer en el pupitre delante de Theo y se dispuso a sacar sus pertenencias de la mochila. Llevaba una extraña combinación entre una camisa de vestir y un jeans, su cabello lucía desordenado y su rostro estaba realmente horrendo por causas a los golpes, pero aun así, se veía como el tipo de chico con el que me gustaría tener mi primera desilusión amorosa.
El timbre sonó, indicándonos el final de la lección. Sacudí la cabeza, pues me había perdido desde la mitad de la lección, y me dediqué a imitar a los demás, a recoger mis pertenencias.
—Recuerden el ensayo para mañana —dijo miss barriguita antes de que el salón comenzara a quedar vacío.
Demonios.
—¿Ensayo? —le pregunté a Trevor en voz baja.
Él rio, sacudiendo su mano frente a mis ojos.
—¿A dónde te habías ido, linda Tessa? Historia de América, ensayo para mañana. —contestó, acomodando la correa de su mochila en su hombro.
Mierda. Tenía que poner un poco más de atención.
Caminé tras de Theo y Trevor hacia la puerta, soportando la tentación de ver hacia atrás, donde Mason aun recogía sus pertenencias. Nos internamos en el pasillo lleno de jóvenes universitarios los cuales se dirigían a sus salones de clases o lugares de descanso. Trevor pasó su brazo sobre mis hombros y me sonrió, mientras prácticamente me arrastraba hacia el patio, hasta que lo escuché llamarme.
—¿Tessa? —dejé de caminar y miré sobre mi hombro, estaba a unos escasos metros de distancia, con sus pupilas negras clavadas directamente en las mías. Noté como me recorrió con la mirada rápidamente, haciéndome sentir incomoda por primera vez, al lucir casi como un chico.
—¿Sí? —contesté.
—Tes —miré a Theo, quien me hacía un gesto con su cabeza para que avanzara.
—¿Puedo hablar contigo un momento? —continuó.
—Te veo en la cancha, Theo —le sonreí y él asintió, yéndose con Trevor.
Volví mi mirada hacia Mason y caminé hacia él. Me detuve a unos metros de distancia, levanté un poco la cabeza para poder verlo a los ojos. Pues su altura no se comparaba con la mía.
—Te escucho —alargué.
Flexionó su brazo izquierdo, e hizo una mueca mientras apretaba su nuca.
—Lo siento —su voz apenas fue audible, sonreí y llevé una mano a mi oído.
—¿Disculpa? No pude escucharte.
—¡Lo siento, joder! —habló elevando la voz. Sin importarle ser escuchado por los que pasaban a nuestro lado.
Di un asentimiento y crucé los brazos a la altura de mi pecho.
—No fue a mí a la que casi envió al hospital.
—No pude controlarme, simplemente me salí de control. No suelo actuar nunca de esa manera —continuó, bajando los hombros.
—Le pasaré el mensaje a mi hermano —manifesté antes de girarme y caminar hacia la puerta.
Inhala, exhala, da un paso. Inhala, exhala, otro paso. Ya casi llegas a la salida, Tessa, tú puedes. Aún podía sentir su mirada siguiéndome, lo que provocaba terribles cosas en mi estómago.
—Tessa —volvió a llamarme. Lo miré sobre mi hombro y él abrió los brazos—. ¿En serio tienes que ser tan terca?
Regresé mi vista al frente, mordiendo mi labio inferior para evitar sonreír.
¿En serio tienes que ser tan patán?
Crucé el césped a paso rápido, Theo me esperaba desde hacía 10 minutos, y estaba segura de que si me tardaba un minuto más, él sería capaz de ir a buscarme.Suspiré, aun llevando su mirada grabada en mi mente. No podía negar lo atractivo que es el sujeto; simplemente sus ojos eran su mejor atributo, no podía sacar ese par de piedras volcánicas de mi cabeza, lo que me hacía sentir como una chiquilla ilusionada de 14 años. Era estúpido, pero me sentía atraída hacia un chico que acababa de conocer, y que además, ese chico fuese capaz de golpear sin piedad a mi hermano. Sacudí la cabeza, tratando de concentrarme otra vez, eso era un poco enfermo de mi parte.Subí a la gradería y me senté al lado de Theo. Abajo, los chicos del equipo de futbol hacían su respectivo calentamiento, incluyendo a Alex, Albert y Trevor.A pesar de que me gustaba jugarlo, siempre había tratado de comprender la ciencia del futbol; continuamente lo he vist
Las sirenas continuaban escuchándose a escasos metros de distancia, oía maldiciones salir de las bocas de varios de los chicos que habían sido arrestados; la luz de una linterna pasó cerca de mi rostro, así que la persona que aún continuaba tapándome la boca, me presionó más contra su pecho mientras retrocedía aún más hacia el callejón. Su respiración se estrellaba contra mi cuello, haciéndome estar aún más inmóvil.Estaba asustada.Quería gritar para que alguien viniera a ayudarme, pero no podía; mis manos estaban inmóviles, y mi boca estaba aplastada por su mano.Las patrullas poco a poco se fueron alejando, dejándome en un horroroso silencio con mi captor.¿Ahora que seguía? De pronto, la imagen de tres posibles respuestas a esa pregunta, vinieron a mi mente.a) Sería violada y luego abandonada.b) Sería violada y asesi
Presioné mi frente contra la mesa mientras esperaba a que Allan sirviera los hot cakes que estaba preparando para el desayuno. Mi cuerpo se sentía pesado, había salido muy temprano de la cama gracias al tonto de Alex quien se le ocurrió discutir con Theo frente a mi puerta. Era domingo... se suponía que tenía la oportunidad de dormir hasta las 11 am, para después irme al trabajo a eso de las 3 de la tarde; pero esos imbéciles solo habían esperado a que el sol saliera, para perturbar la paz de las personas responsables que sí somos capaces de mantener un empleo.-¿Qué tal el trabajo, cariño? -preguntó papá, bajando el periódico que leía, para tomar un gran sorbo de su taza de café humeante.-Fantástico -respondo, enderezándome nuevamente-. ¿Sabías que tus hijos se están turnando para ir a cuidar el que no se me ocurra hablar con ningún muchacho en la cafetería? -fulmino con la mirada a Alex, quien me sonríe y se encoge de hombros.
Giré el pomo de la puerta de mi casa, me deslicé en el interior seguida de Albert y giré los ojos con fastidio y frustración.Este había sido un largo y tedioso día; primero, el hecho de pasar siete horas recibiendo lecciones, mientras soportaba un calor infernal; después, pasar 6 horas limpiando mesas, lustrando los pisos y aguantando el genio de mierda con el que Robert había llegado hoy al café. Y, como si fuera poco, el periodo me había visitado la noche anterior, lo que me hacía sentir sensible y enojada a la vez.Y sí, sólo me había hecho falta que uno de mis hermanos haya ocasionado un nuevo desastre en mi trabajo... pero ¡Oh! ¡Claro! Albert había pasado toda la tarde ahí sentado sin hacer nada, y no sé cómo demonios había logrado romper tres tazas las cuales habían sido rebajadas de mi salario instantáneamente.Apoyo mi espalda contra la puerta y dejo salir un suspiro de exasperación. Son cerca de las 9: 30 pm, lo que
—¿Diga? —Hablé al teléfono con voz soñolienta.Era sábado, no tenía que presentarme en la universidad y era mi día libre en la cafetería, así que podía dormir hasta tarde, lo cual agradecía, puesto que había regresado a casa pasadas la media noche.Una sonrisa se dibujó en mis labios mientras trataba de concentrarme en lo que decía esa voz femenina a través del teléfono. El rato que había pasado caminando con Mason por las desoladas calles de mi barrio, había sido tan grato, que quería volver a repetirlo cuanto antes.—¿Al menos me estás escuchando, Tes? —me estremecí ante el elevado tono de voz que había utilizado mi amiga Teresa.—Perdón, ¿Qué decías? —cuestioné, en medio de un bostezo.—¿Qué sucede contigo?—Sucede que estaba teniendo un hermoso sueño y tú me despertaste —espeté, sentándome para después acomodar las hebras de mi desastroso cabello negro con
Quería llorar, mientras me negaba a ver hacia el enorme espejo que tenía en frente. Mi mirada estaba clavada hacia abajo, viendo como pequeños mechones caían al suelo uno tras otro. Hacía muchos minutos esa mujer había comenzado a peinar y a cortar pequeños mechones, ante ruidos y asentimientos de aprobación por parte de Teresa.—Solo un poco más de este lado —le informó a la mujer, agarrando un mechón de mi cabello entre sus dedos—. No tan corto; solo queremos quitar las puntas abiertas.Puse los ojos en blanco, tampoco era necesario que me recordara que mi cabello estaba descuidado.¡Dios! ¿En qué momento había aceptado hacer todo esto? Y la razón llegó a mi mente como la velocidad de la luz: Mason. Ver la manera en la que coqueteaba con Stacey, había logrado que mi estómago se encogiera de la rabia y ocasionara con ello que nacieran en mí las ganas de sacar a la chica que llevaba dormida en mi int
Narra TessaSi antes me sentía desnuda al utilizar esa pequeña falda, ahora, bajo el minucioso escrutinio por parte de mis hermanos, sentía prácticamente que estaba mostrando todos los órganos de mi cuerpo.Sentí mis mejillas encenderse, mientras Theo abría su boca con asombro y Alex sonreía con diversión. Allan vino del pasillo que llevaba a la cocina, y dejó caer un batido que traía en sus manos al verme al lado de Teresa.—¿Qué mierda, Tessa? —gruñó, dando grandes zancadas en mi dirección.—¿Verdad que luce increíble? —habló Teresa, dando un paso al frente.—Tú cállate —dijo, volteándose hacia Teresa—. Y tú, será mejor que subas a tu habitación y cambies ese ridículo vestuario que traes puesto.Abrí mi boca para saltar en mi defensa, pero Teresa se interpuso entre ambos. Miré hacia abajo, a la falda que lucía mi amiga. Si el idiota de mi herma
—Príncipe azul en la mesa cuatro —Trevor me observó con un brillo de diversión en su mirada, mientras señalaba con su barbilla hacia el rubio que acababa de tomar asiento—. Y tu villano favorito en la siete —dijo, señalando a mi hermano Allan.Torcí una sonrisa y coloqué la bandeja en la ventanilla de pedidos, para después fingir quitar una mancha al lado de la ventana.—¿Por qué sigues cabreada? Pensé que se llevaban bien —cuestionó el castaño, recostándose a mi lado.Me encogí de hombros y continué lustrando.—¿Mare? —Le hablé a la morena que pasaba a mi lado—. ¿Te molestaría ir por la orden de la mesa cuatro?—Seguro —dijo, tomando la libreta y el lapicero de las manos de Trevor, para después dirigirse hacia su mesa.—¿Por qué no has vuelto a usar la falda? No he podido sacar de mi mente ese par de piernas esbeltas que posees —silbó, sonriendo con malicia. Puse los ojos en bl