—Príncipe azul en la mesa cuatro —Trevor me observó con un brillo de diversión en su mirada, mientras señalaba con su barbilla hacia el rubio que acababa de tomar asiento—. Y tu villano favorito en la siete —dijo, señalando a mi hermano Allan.
Torcí una sonrisa y coloqué la bandeja en la ventanilla de pedidos, para después fingir quitar una mancha al lado de la ventana.
—¿Por qué sigues cabreada? Pensé que se llevaban bien —cuestionó el castaño, recostándose a mi lado.
Me encogí de hombros y continué lustrando.
—¿Mare? —Le hablé a la morena que pasaba a mi lado—. ¿Te molestaría ir por la orden de la mesa cuatro?
—Seguro —dijo, tomando la libreta y el lapicero de las manos de Trevor, para después dirigirse hacia su mesa.
—¿Por qué no has vuelto a usar la falda? No he podido sacar de mi mente ese par de piernas esbeltas que posees —silbó, sonriendo con malicia. Puse los ojos en bl
Ver las prácticas de fútbol se habían convertido para mí, en un completo bostezo. Aunque en realidad ahora todo me aburría; me había vuelto más gruñona y a la vez gritona. Incluso Robert me había amenazado con correrme del trabajo si no cambiaba mi actitud.Después de darle tantas vueltas al asunto, había encontrado un culpable para mi pesadez: Mason Rojas.El maldito rubio bipolar había desaparecido desde hacía 12 días. La última vez que lo había visto fue en la ocasión en que me ignoró en el café, antes de salir a toda carrera, justo después de recibir esa extraña llamada telefónica.Ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces en que había revisado mi teléfono, en espera de algún mensaje, pero nada. Simplemente parecía que se lo había tragado la tierra. Incluso llegué a preguntarle a Teresa por su paradero —ganándome con ello que la boba de mi amiga, me fastidiara— aunque al final había dicho que no lo había visto en
Releí el mensaje una y otra vez, tratando de creer que en realidad él había regresado. Retrocedí, hasta sentarme en el borde de mi cama, parpadee en varias ocasiones, sin poder alejar la mirada de la pantalla de mi móvil, me dispuse a contestar, pero de pronto, un constante golpeteo en mi puerta me hizo dar un respingo.—Tes, la cena está lista —llamó Theo, sin dejar de tocar.—Dame un minuto, Theo. En un momento estoy con ustedes.—Date prisa, bien sabes que Allan se vuelve insoportable cuando no estamos todos en la mesa.Giré los ojos y suspiré.—Estoy saliendo —dije, dejando el móvil sobre mi cama para después caminar hacia la puerta.Tomé mi lugar al lado de Theo, observé mi plato y mordí mi labio inferior con fuerza, lo que me hizo hacer una mueca de dolor, a la vez que lo soltaba de forma instantánea. Iba a terminar por matarme a mí misma, si no tenía cuidado.
Me tomó varios segundos darme cuenta de lo que estaba ocurriendo. Mi cerebro no acostumbraba trabajar tan lento a como lo estaba haciendo justo en ese momento; pero... ¡Cielos!Mason se había escabullido en mi habitación con ayuda de una de las escaleras que utilizamos para pintar las paredes de la casa; aunque no entendía por qué carajos estaba pensando en eso justo en esas milésimas de segundo, mientras él continuaba acunando mi rostro entre sus manos, manteniendo sus labios presionados con los míos.Manteniendo sus labios presionados con los míos....Mason me estaba besando...Yo nunca había besado a nadie...¡Mierda!¡Mason estaba dándome mi primer beso y yo no tenía una jodida idea de cómo responder!Dios mío... ahora sabía que todos los putos tutoriales de cómo besar que había visto en YouTube, habían sido en vano.Mis manos seguían inmóvile
Los otros días que restaron a mi suspensión, me la pasé metida en la cafetería ayudándole a Robert con el inventario. Por las noches, Mason me llamaba y hablábamos durante al menos hora y media. No había vuelto a colarse a mi habitación, aunque había regresado a dar sus constantes visitas al café.Ahora me encontraba de camino a mi clase de historia universal junto a Trevor, gracias a que él y yo éramos los únicos de nuestro grupo que nos habíamos matriculado en la carrera de historia, no veríamos a mis hermanos por las siguientes tres horas.Llegamos al salón diez minutos antes de la hora de entrada, por lo que, Trevor se tomó la molestia de comentarme sobre la carrera que se avecinaba, habían cambiado el sitio por temor a ser encontrados por los luces rojas otra vez.—No lo sé —argüí, revisando mis uñas mordidas—. Si papá se entera, no quiero ni imaginar la manera en la que nos castigará ésta vez.—Por mí es
—Así que suspendida otra vez —arguyó mi amiga Teresa con desdén.Ambas nos encontrábamos acostadas en mi cama, con nuestras cabezas colgando por un lado de está, mientras veíamos hacia un punto neutro en la pared. Entrelacé mis dedos sobre mi abdomen y torcí una sonrisa.—Sólo por lo que resta del día. Mañana podré regresar a clases.Mordí mi labio inferior y cerré los ojos, recordando ese pequeño momento de vergüenza.Después de que el encargado de mantenimiento nos llevó hasta la oficina del rector, debimos aguantar media hora de plática sobre la ética del centro de estudio. Incluso amenazó con suspendernos a ambos por un par de días, pero Mason había intervenido, aceptando que la suspensión recallera sólo sobre él.—¿Me contarás cuál fue el motivo del nuevo castigo?—No —abrí los ojos y negué con la cabeza.Teresa movió su rostro, hasta que nuestras miradas se
Narra MasonTessa Brown era el tipo de chica que le era difícil pasar desapercibida. El tiempo que llevaba conociéndola, había aprendido tanto sobre ella, como que definitivamente es el tipo de mujer que cualquier hombre sueña con tener a su lado; deportista, fuerte, inteligente y a la vez, atrevida.Atrevida, porque nunca había conocido a una chica que fuese capaz de visitar callejones oscuros y peligrosos con tal de ver una carrera de autos, atrevida porque era la única mujer que conocía, capaz de meterse en una pelea de hombres, con tal de defender a sus hermanos. Y como si fuera poco, atrevida porque había sido capaz de entrar a un lugar lleno de chicos, sin siquiera detenerse a observar todas las miradas que le lanzaban esa manada de lobos hambrientos cada vez que se inclinaba sobre la mesa de billar a golpear la bola blanca.Miré a mí alrededor, lanzando nuevamente una mirada llena de amenazas, p
Salí de la cama justo cuando escuché la alarme en mi teléfono. Eran las 6 am, así que sólo disponía de tres horas para estar lista e ir a la universidad. En ese lapso de tiempo, debía de tomar un taxi que me llevara hasta mi casa, para así poder ducharme, desayunar con mi padre y mis hermanos e irme a clases.Estiré mis manos sobre mi cabeza, justo cuando mis pies tocaron el piso alfombrado de la habitación de Mason. Ahora, con ayuda de los rayos del sol que comenzaban a colarse entre las cortinas, pude curiosear por los alrededores, dándome cuenta que ese chico en realidad vivía entre lujos. Una pantalla de al menos 60 pulgadas, estaba incrustada en la pared, bajo ésta, en un mueble de cristal, se encontraba un estéreo; mantenía dos computadoras portátiles sobre una mesa al lado de la cama, y sobre ellas, una cámara fotográfica profesional.El tamaño de la habitación, tal vez triplicaba a la mía, al igual que su cama, donde podrían dorm
—Para mí esto es simple, odio a Cristóbal Colón.Sacudí mi cabeza mientras me reía como loca.Llevaba al menos hora y media sentada frente a una gran torre de libros de historia, al lado de Dylan Johnson. Ambos habíamos decidido que la mejor opción para hacer el proyecto de historia universal, sería en la biblioteca. Y, aunque al inicio me había sentido realmente incómoda al tener que pasar tanto tiempo con el susodicho, ahora me sentía tranquila; Dylan Johnson resultó ser un sujeto agradable y divertido.—No entiendo tu odio hacia él; ¿Sí te das cuenta que si no hubiese llegado a América tú no estuvieras aquí?—¿Entonces debo de agradecerle el "honor" de haber nacido en un mundo lleno de mierda? —cuestionó, haciendo comillas con sus dedos.Voltee los ojos y me hundí en el asiento. Crucé los brazos a la altura de mi pecho y comencé a golpear suavemente el piso con la punta de mi zapatilla. Si n