Los amigos de Ian, la pareja recién casada es muy maja. Ellos hablan de sus cosas, nosotras paseamos por la playa comentamos de bolsos y de lo cavernicolas que pueden llegar a ser estos hombres de los que estamos profundamente enamorados y resulta, que en medio de toda la vorágine de la visita, ella recibe una llamada y necesita salir de la isla para solucionar algo en lo que su marido es el principal ajeno al asunto.De alguna forma siento que tengo que ayudarla y no sé por qué más de una vez me he visto a mi misma reflejada en ella. Me doy la vuelta para ordenar a los hombres de mi marido que nos prepare el helicóptero para salir. Mientra ella organiza sus ideas yo preparo el despegue para ver el rostro de Samuel aparecer en la pantalla de mi móvil.Cuando voy a responder el teléfono desaparece de mi mano y sorprendida miro hacia atrás para ver que el guardia de Ian con el que acabo de discutir sobre el despegue sin el conocimiento de mi marido, se lo lleva.—Lo siento, señora —alz
Decir adiós a mis nuevos amigos, esos con los que hemos pasado los últimos días... unos normales y saludables por fin, no es de mi agrado ni me hace muy feliz, y me hace sentir como que solo he formado parte de un sueño y me han despertado de golpe. Me duele la cabeza. Y además, Ian y yo sabemos que estamos diciendo adiós a una época de paz, corta pero pacífica para volver al caos que es nuestra vida real. Aunque no dudaría en volver a tomarme unos segundos en esta existencia paralela, cuando pueda. Otra vez.Bebo mi manzanilla con hielo y limón concentrada en el azul del mar. De repente me gusta el sabor de las olas rompiendo en la madera del yate. Estamos de vuelta a la isla para regresar a Rusia... dos viajes y distintos caminos en un mismo día. Que lástima de circunstancias. Me encantaría seguir así, unos días más al menos pero supongo que eso debe esperar. "Por motivos de seguridad se fuguró su muerte pero el ministro ya está de regreso junto a su esposa para cumplir con sus obl
Un desfile de vestidos se hizo para mi en la habitación. Dos diseñadores de ropa pugnan por hacerme su modelo y finalmente elijo uno negro, con escote en uve y seda que resbala por mis costados, la espalda libre y la falda abierta, como si bailara a mi alrededor un montón de seda sensual y elegante a la vez. Un chaleco de piel para cubrir mis hombros hasta que estemos bajo la protección térmica del sitio del evento.—El vestido es un escándalo pero puesto en tu cuerpo una bendita obra de arte —me suelta un beso en el cuello.Alzo la vista al espejo y lo tengo detrás de mi, acariciando mi vientre, saboreando la piel de mis hombros con su boca ardiente.—Te vi mirándome cuando me lo probaba —confieso divertida por sus mordidas en mi cuello —. Por un lado quiero hacerte sufrir de celos y por otro alimentar el deseo en esa mirada. Ian, me vuelvo loca por la manera en que me miras.—Loco me voy a volver cuando te miren los demás.—Pero soy tuya, que todos lo sepan —decreto.—No pienso perm
—¿Por qué tiene que estar en todas partes?La pregunta flota en el aire, entre los dos en realidad. Pero ninguno la responde. Nos quedamos mirando como ella se sienta al lado del espejo de la esquina y además de hablar con otro tipo, nos mira incesantemente. —Preciosa —espeta Ian todavía agarrándome de la cintura —, no quiero que te sientas mal con ella. Si quieres irte lo hacemos. Nosotros somos los anfitriones de la noche.—Tú lo has dicho, cariño —me doy la vuelta en sus brazos y pongo los míos alrededor de su cuello —...es nuestra noche y nuestra vida. Si ella quiere estar de espectadora pues que lo disfrute. No creo que nunca podamos tener una relación normal ella y yo.La miro nuevamente y entonces se me paralizan los sentidos, está hablando con Samuel. No me lo puedo creer y me pregunto, ¿dónde demonios se ha metido Adhila?—No juegues ahora, Nikky —la advertencia siseada de Ian me dice que también lo ha visto —. Sabes que puedo matarlo si me presionas.—No empecemos otra vez,
—Tú no tienes ni idea de quien soy, Nicoletta y te equivocas si piensas que ofrecerme para otras camas te abrirá un espacio en la de mi marido.—No tengo esas intenciones, querida —bebe de una copa que me da cierta envidia —. Tu vida ya no me interesa.—¿Debería tomar eso como una amenaza?—No, tranquila —se ríe y noto alguien a mi lado —. No pude ver el sarcasmo en la frase.—Ya ves que yo sí. —Tenemos que irnos, señora —me indican ya tomándome del codo —. ¡Ahora!No me da tiempo a nada. Me sacan a toda velocidad y solo me indican que Ian está esperándome en el coche pero poco más. Se suponía que era una recepción para nosotros y resulta que dejamos a mi hermana con la palabra en la boca y segundos después estoy en un todo terreno con mi marido casi volando sobre tierra en las gomas del coche.—¿Qué ha pasado? Mientras yo me aferro al tirador del techo de mi lado, Ian lucha entre la velocidad a la que vamos por ponerme el cinturón de seguridad. Delante tengo dos hombres que no par
—Quita esa cara, tonta —le paso su nuevo teléfono celular y una tarjeta de crédito rusa —. Se va a solucionar. Deja que el tiempo haga su parte, Kaia —Pero tienes a Ian. Nikky para ti no es tan jodido como para mi —se recuesta en el sillón reclinable del salón. —Ian es perfecto para mi porque yo sé lo que quiero y le quiero a el Kaia —me siento a su lado, tomo un vaso de leche, empiezo a sentir hambre —, pude elegir a otro, y le he elegido a él dejando de lado algo muy bueno.Solo de pensar otra vez en Samuel siento que estoy traicionando a mi marido de alguna manera. Mi vida podía haber sido buena a su lado...pero jamás habría estado tan completa como con Ian. Este despliegue de insurrección nunca la podría tener con Samuel. No voy a arrepentirme jamas de mi decisión. —Eric no nos ha dado una oportunidad —ella solloza y le abrazo...le quiero a pesar del poco tiempo que hace que nos conocemos —. Ha matado lo nuestro a medio florecer.—Te entiendo pero hay que saber lo que queremos
Por un segundo pienso en mi distinguido esposo y las maldiciones que debe estar soltando por la boca cuando descubra que me he ido. Y eso, si no sabe que Nicoletta me ha ayudado a escapar de su yugo. Sonrío por mi elección de palabras. —Voy a llamar a Ian para que sepa que estoy bien y que vamos para allá en unas horas —me muero de ganas de verlo histérico, regañándome —. Me imagino que ya debe estar buscándome como loco. Le conozco.—Se te ilumina la cara cuando hablas de él —elucubra Kaia. No sabe cuanta razón tiene.—Estoy loca por ese loco —me muerdo una esquina de la boca solo de oírme decirlo y no llego a marcar su número porque alguien me sorprende apareciendo.Un coche aparca y el mismísimo Samuel Straits se baja de el corriendo hacia la casa y le observo confusa por encima de la cabeza de Kaia.Cuando abro la puerta informo a seguridad que se aparten y le abrazo, luego le doy dos besos.—¿Qué estás haciendo aquí? —murmuro para que solo nosotros lo escuchemos.—No hay tiempo
Ian Moskav —¡Ahhggg! Bramo rabioso cayendo de rodillas al suelo mientras alzo mi pistola al aire y vacío el cargador en medio del cielo.Ella se ha ido. Ese maldito se la ha llevado y no soy capaz no de respirar.¿Cómo voy a sobrevivir a la oscuridad de no tenerla?Si no veo nada más que mi odio no puedo encontrar a mi mujer. Ella es parte del sistema militar de este país, voy a mover otras fuerzas.D pronto lo tengo tan claro como respirar. —Ian...Me sacudo a Eric cuando trata de tocarme. No puedo, ahora no puedo distraerme con nada que no sea encontrarlos. Es prioridad máxima. Nunca voy a perdonarme esto. Nunca seré capaz de volver a vivir sin ella a mi lado. Todas las veces que vaya al maldito baño querré que venga conmigo. ¿Cómo pude dejarla atrás?—Gabinete de crisis urgente —me levanto señalando a mi jefe de tropas que se cuadra ante mi orden —. Busca una casa segura para mi y prende fuego a la mansión Moskav, envía un misil si hace falta pero quiero que vueles todo. Solo