Jugar o cazar

—¿Por qué tiene que estar en todas partes?

La pregunta flota en el aire, entre los dos en realidad. Pero ninguno la responde. Nos quedamos mirando como ella se sienta al lado del espejo de la esquina y además de hablar con otro tipo, nos mira incesantemente.

—Preciosa —espeta Ian todavía agarrándome de la cintura —, no quiero que te sientas mal con ella. Si quieres irte lo hacemos. Nosotros somos los anfitriones de la noche.

—Tú lo has dicho, cariño —me doy la vuelta en sus brazos y pongo los míos alrededor de su cuello —...es nuestra noche y nuestra vida. Si ella quiere estar de espectadora pues que lo disfrute. No creo que nunca podamos tener una relación normal ella y yo.

La miro nuevamente y entonces se me paralizan los sentidos, está hablando con Samuel. No me lo puedo creer y me pregunto, ¿dónde demonios se ha metido Adhila?

—No juegues ahora, Nikky —la advertencia siseada de Ian me dice que también lo ha visto —. Sabes que puedo matarlo si me presionas.

—No empecemos otra vez,
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