Consecuencias

Por un segundo pienso en mi distinguido esposo y las maldiciones que debe estar soltando por la boca cuando descubra que me he ido. Y eso, si no sabe que Nicoletta me ha ayudado a escapar de su yugo. Sonrío por mi elección de palabras.

—Voy a llamar a Ian para que sepa que estoy bien y que vamos para allá en unas horas —me muero de ganas de verlo histérico, regañándome —. Me imagino que ya debe estar buscándome como loco. Le conozco.

—Se te ilumina la cara cuando hablas de él —elucubra Kaia. No sabe cuanta razón tiene.

—Estoy loca por ese loco —me muerdo una esquina de la boca solo de oírme decirlo y no llego a marcar su número porque alguien me sorprende apareciendo.

Un coche aparca y el mismísimo Samuel Straits se baja de el corriendo hacia la casa y le observo confusa por encima de la cabeza de Kaia.

Cuando abro la puerta informo a seguridad que se aparten y le abrazo, luego le doy dos besos.

—¿Qué estás haciendo aquí? —murmuro para que solo nosotros lo escuchemos.

—No hay tiempo
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