Las luces se han encendido pero ninguno de los dos dice nada. Yo me abofeteo mentalmente por tan absurdo comentario.Lo que he dicho les ha dado una equivocada idea de que estoy dispuesta a hacer cosas, que en realidad no pretendo hacer. Tengo mis límites. Sus ojos me devoran. Los de él, ella tiene otra expresión un poco más inquietante. Casi macabra. Es una mujer extraña...por supuesto es una impresión a priori.—¡Déjala, Samuel!Tras la orden de su mujer, el rubio se aleja y desde ese momento todo parece ser de otra forma.Él toma asiento en su silla detrás de su escritorio mientras su hermosa esposa se sienta en el brazo de esta y apoya su cuerpo en el de su marido para explicarme lo que ha pasado antes, mientras yo soy incapaz de moverme del sitio, aún. Prefiero no resccionar demasiado. Soy cauta. Espero.—Solo estábamos jugando, Nikky —explica él, recuperando su tono profesional.—Siéntate —ordena ella entonces.Se ve que le gusta que le obedezcan. Supongo que me han montado u
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