Tres días han pasado y ahora estoy aquí, vestida de negro tanto por dentro como por fuera lista, muy lista para decirle adiós a Samuel. ¿Cómo es posible amar tan fuerte a alguien?¿Cómo le digo a mi corazón que lo odie, que me lo quita todo porque me quiere solo para él si yo soy enteramente suya?Tengo tanta culpa como Ian de la muerte de Samuel. Yo le traje a mi vida, le quise sabiendo que amaba a otro y que eso le confundiría. Debí decirle que lo odiaba, que era un lastre para mi...cualquier mentira pero algo que le hubiese apartado definitivamente de mi y con ellos de ser blanco de esta ruleta rusa.—Tan solo dime que no fuiste tú —susurro mirándonos en el espejo.Anoche hicimos el amor como animales. Enfadados los dos. Él por sus propios motivos que calla y yo por los míos que grito y ahora, ahora estamos de negro a punto de enterrar el ataúd de mi Samuel bajo tierra rusa. Ni siquiera Sheyla le hizo tanto daño.—Tu eres mía... tenga que hacer lo que tenga que hacer eso es todo l
He sido la puta y la dama y resulta que he terminado arrastrando a mi abismo, a lo que queda de las cosas que hice.Lo peor del dolor no es sentirlo propiamente, sino mirar a través de el la culpa que tienes en todo lo que sufres. Ese dolor es demasiado cruel y es el que me azota nuevas. Tuve en su día la sensación de que había terminado de sacar a Samuel de mi vida y ahora mi marido, mi propio marido, el tipo al que le he entregado mi vida entera le ha matado y eso hace que haya quedado atrapado en mis idílicos recuerdos.—¡Maldito seas! —grito alzando el dedo contra Ian —. ¿No te das cuenta de lo que has hecho, cómo demonios me recompongo de esto? Maldición. —Relájate chica —ignora mi temperamento y se asoma al balcón —. Hay cosas que nunca entenderás y me empiezo a cansar de explicarte nada más. Me perteneces —me señala él a mi ahora —, no me avergüenza decirlo ni saberlo, ni mucho menos hacértelo entender pero deja ya de ser insistente con la misma mierda. Él está muerto, y tú c
Le miro a los ojos. Me quedo en su boca. Me quedo en la forma en que intenta contraer las emociones que esta noticia le provoca y no sé por donde me pueda salir. Es evidente que no quiero estar más a solas con mis propios secretos pero no es tan sencillo ahogar el dolor que algunas cosas me provocan. Él sabe que hacer daño a Samuel me hace no ser yo, no ser suya, no tener sitio. Sin embargo tengo que dejarlo ir, yo le maté...eso me duele más. He sido la musa en su historia y en la de mi marido también y acabé inspirando más a uno que al otro tanto, que terminé acabando con su aliento. No fue Ian, fui yo. Y duele, duele esa verdad pero no tengo el poder de cambiar eso, lo tuve y lo perdí. Ahora solo puedo seguir adelante intentando que siga habiendo un nosotros sin Samuel Straits. —¿Cómo me haces eso?—se cubre el rostro con sus manos —. ¿Cómo puedes lastimarme así? Es demasiado. —Lo sé y lo siento.—No sientes nada —masculla —. Vas dando lecciones de moralidad y fuiste dos partes de
—¡Es increíble!Los dos sabemos lo que es perder un hijo pero es la primera vez que nos aliviamos de oir los latidos del corazón del que nos queda.Antes de conocernos éramos tan diferente a como somos ahora que a veces parece una locura que seamos felices juntos.—No podrías hacerme más feliz, Nikky —me besa la frente mientras la doctora me limpia el gel del vientre —. Te quiero mucho, cariño.Me dejo mimar y disfruto viendo a la doctora embobada con mi marido. Además de insoportablemente guapo, es un dulce con el hijo que llevo en mi vientre. Cualquiera podría babear por él ahora mismo, aunque yo sé algunos secretitos suyos que no son tan adorables pero aún así, le amo. Le amo con locura y me encanta que las mujeres puedan sentir envidia por mi marido. —Quiero que sepan que no tiene por que haber ningún problema con el bebé que logró sobrevivir pero —pestañeo ansiosa —, debes hacer reposo, más allá del normal. Intenta no estar estrenada y alimentarte bien. Es importante que ganes p
Doy vueltas y vueltas por la sala de un lado a otro esperando que alguien se digne a decirme que es lo que ha hecho que Ian me saque así del restaurante. Todo en su rostro se movió cuando le dijeron que algo no iba como él esperaba pero ese algo, es lo que no entiendo. Lo que justamente no sé y me encantaría que alguien me dijera.Pido que me preparen un baño y me mentalizo para obligarme a mi misma a relajarme, no puedo seguir en este estrés, no es bueno para mi bebé. Todavía me cuesta creer que aún estoy embarazada. Asi como me duele saber que "Él", está muerto. No quiero ir a ese sitio donde le dejé y perdí a mi hijo. A uno de los dos que llevaba dentro.Al borde del llanto me subo a la habitación y le entrego a la señora a cargo de la casa cual es el menú que quiero para la cena y me meto a la bañera. Pongo música de mi teléfono y me recuesto cerrando los ojos disfrutando de los olores aromáticos de las velas. Es como un pequeño nirvana dentro de mi propio caos.El agua acaricia
Me doy la vuelta en la cama, inmensamente desnuda. Ansiosa de tener su prolongación dentro de mi y le abro los muslos para que gatee entre mis piernas y se meta bien hondo en mi cuerpo.Mis brazos y toda yo le abrazamos, es una locura sentir lo que siento cuando estamos juntos, cuando estamos desnudos y estamos uno sobre el otro planeando una gran guerra de la que solo saldrá vivo el que más artillería tenga y nosotros, nosotros estamos empezando a desempolvar los tanques.—¡Dios míos, nena...! —me atraviesa con su polla mágica lenta, muy lentamente y se me ponen los ojos en blanco.—Si, cariño, si.Le empujo sintiendo que necesito más y me subo encima suyo provocando que la premura le saque fuera, le tomo otra vez el falo duro y lleno de mi humedad y me lo pongo en la entrada de mi vagina, me resbalo por su longitud apoyándome en su pecho y grito cuando me clava y me aprieta los pezones con sus dedos.—Eres una puta locura.Cada salto que doy encima suyo me roza el clítoris y me mast
Ian me toma en sus brazos, me sube a sus piernas y me sienta de lado quedando mi brazo izquierdo reposando contra su duro pecho para que sus labios puedan habitar mi sien mientras me susurra en el oído...cave decir que con alarmante calma:—Estoy listo para todo en la vida menos para estar sin ti —besa mi cuello antes de continuar —. Si quieres puedes abrir un cráter en el maldito mundo pero no me pongas a prueba poniéndote en peligro, solo eso pido y aviso.—Tú encárgate de mi seguridad y aceptaré lo que me pidas, yo haré lo demás —busco su boca para comermela en un beso arrebatador.Besar a este hombre cada vez que se me antoja es de mis mayores locuras. Lo que más ansío, lo que más adoro y a lo que mejor me someto. No puedo evitar besarle. Soy mi propia exclava en ese deseo.—¿Aunque eso suponga que no entiendas lo que hago?Su pregunta me toma por sorpresa y le miro arrugando las cejas. Sus acertijos suelen ser indescifrables y tenebrosos. Los dos nos conocemos lo suficiente como
—Parece que estamos volviendo al pasado —responde enigmática y todavía estoy asombrada de verla, no logro salir de mi sorpresa.Suelto el aire contenido un poco más rápido de lo normal y ella me sonríe de medio lado completamente consciente de que no esperaba verla.Las dos sabemos que nuestra relación es por demás...bizarra. Sabemos también que siempre ha estado teñida de desconfianza y reproches, además de que a fin de cuentas ella es la responsable directa de que conociera a Ian y yo soy la única culpable de haberla obligado a divorciarse de Samuel. Siento una ya habitual presión en el pecho cuando menciono su nombre en mi mente, creo que nunca podré superarlo y espero por mi bien que ella no hable del tema, jamás. —Sheyla —rompo el silencio para impedir que lo haga ella a su propio estilo —, la última vez que te vi estabas embarazada de mi presunto padre, las cosas se tornaron complejas y tuve evidentes falsas informaciones sobre tu paradero. Entenderás que sea toda una sorpresa