☦︎ DUELE EL ADIOS ☦︎

La ansiedad de Victoria se había calmado, pero mi ansiedad se había incrementado cada vez más. Solo verla dormida junto a mi pecho abrazado usando mi camisa era una visión demasiado irreal para mis ojos, quería abrazarla y amarrarla a mi cuerpo. Habían transcurrido tantos siglos que no experimentaba esta constante emisión. Victoria me producía lo mismo que Estefanía había despertado en mí. No sabía si ella era una trampa o el inicio de mi destrucción. No me importaba si la vida era mi precio a pagar para poder tenerla, de ser cierto, entonces yo había firmado una sentencia de entregarla con gusto.

Entrelacé mis dedos en su brillante melena negra, Victoria suspiró ligeramente, dormía tan tranquila en mis brazos; su asombrosa belleza etérea me dejaba sin respiración. Continué mirándola hipnotizado, diciéndome una y otra vez que ella era diferente, podía sentirlo y ver cómo irradiaba luz de su interior. Victoria abrió sus ojos, al verme despierto, contemplándola como un poseído sonrío.
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