Te arrepientes?

Layan entró por la puerta trasera de su castillo evitando así que el cuerpo desnudo de Priscila que llevaba en sus brazos fuera visible. La desnudez en ellos era algo tan normal como respirar pero de alguna forma sentía que la vista de las curvas y la piel suave de la loba era solo de él. Subió la escalera con cuidado de no despertarla.

Priscila dormía contra su cuello tranquilamente, parecía que había perdido el conocimiento en algún momento. Entró a su habitación y la dejó sobre la cama. El ahora corto cabello se desparramó sobre la blanca almohada y no pudo evitar enredar sus dedos en la melena. Definitivamente sería algo que extrañaría mucho. Como que tendría que prohibirle cortarlo, aunque conociéndola de seguro agarraría las tijeras solo por llevarle

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