Layan no recordaba cuando había sido más feliz que ahora. La razón, tenía de nuevo a su loba en sus brazos, debajo de su cuerpo, con sus labios sobre ella. Aspirando su suave aroma, sintiendo la textura de su cabello, de su deliciosa piel.Dios, Priscila estaba de nuevo con él, como no estaría feliz. Más bien, se estaba volviendo loco de euforia. No podía detener sus manos sobre el cuerpo desnudo de su loba, sus labios, no podía parar de tocarla, de besarla, de devorarla. De explotar todo el deseo contenido en su interior.Así que pronto la tuvo debajo de él, llenándola de besos hasta dejar su piel roja, escuchando sus gemidos, volviéndola loca mientras la penetraba con cuidado después de mucho tiempo sin estar uno al lado del otro, hasta que su nudo se formó dentro de Priscila atrapándolos juntos, como ellos debían estar. Y se sentía tan bien y más cuando la mordió reafirmando la marca en la nuca de ella.-Te amo- gimió en el oído de ella, envolviéndola con sus brazos y besando la fr
-No Layan, dije que no.La voz que se escuchaba acercándose al castillo del alfa llamó la atención de todos.-Sí, preciosa, sí. Ya esperé mucho y ya que no quieres cooperar pues es hora de imponente como tu pareja, aunque sea una vez- y la voz de Layan acompañaba la impresión.Algunos guardias se corrieron para ver a su alfa caminar hacia la entrada con una loba cargada sobre su hombro que se removía molesta. Y ese cabello negro con un brillo inigualable y esa forma de hablarle a su alfa, solo había alguien que podía hacerlo. Y la boca de muchos de ellos se abrió de impresión al reconocerla.Victore que bajaba la escalera centrar del castillo hacia el lobby, con Kei a su lado se quedaron quietos en el último escalón al ver a su alfa entrar.-¿Alfa?- Victore miró del rostro de él al… trasero de ¿Priscila?- ¿Es la princesa?Layan apretó el cuerpo de Priscila cubierto apenas contra él y le dio una nalgada para que no se removiera tanto.-Layan, maldito, déjame saludar al menos- ella prot
Priscila jadeó, apretando entre sus manos, con fuerza la tela debajo de ella que estaba sumamente húmeda. Su boca abierta, de donde salían hilos de saliva y gemidos estaba sumamente roja y llena de puntos de sangre después de ser mordidos y punchados por colmillos y no precisamente de ella.Su cuerpo entero temblaba y aunque no tenía fuerza ya, y su torso estaba pegado a la cama, su cadera aún estaba alzada. Un agudo gemido se escuchó de sus labios acompañado por el sonido de la piel siendo golpeada por la otra y un estremecimiento la recorrió al ser llenada de nuevo.-Layan… espera… estoy cansada- Priscila se quejó sin apenas fuerza ante cada embestida del lobo detrás de ella.Layan no había jugado cuando le había dicho que le cobraría los 5 años de celibato. No, no lo había hecho. Y ahora se estaba descombrando, y mucho. Priscila había perdido la cuenta de cuantas veces lo habían hecho ya. No sabía si era de día o de noche, pero el lobo la había tenido en todas las posiciones posibl
De todos los días en que lo Layan se había levantado temprano ese había sido el mejor. La única y mejor razón era qué había pasado la noche junto a su loba ¿qué más se podría pedir para ser feliz? Pues que ella se hubiera despertado a su lado, no él en la cama vacía. Como era de esperarse Priscila que hacía lo que le daba la gana. El alfa abrió los ojos gruñendo dónde demonios había metido ella. Hubiera sido perfecto despertar, envolverla entre sus brazos, llenar su cuerpo de besos y tener un delicioso sexo mañanero, pero no. Ella tenía que romper todos sus planes, pero bien sabía él que les estaba metiendo cuando se había enlazado con la loba. Con esos padres que tenía y que le habían heredado sus peores genes.Protestando y sintiendo que toda la felicidad de la mañana con la que se había despertado se iba difuminando, se levantó en busca de su loba. Su instinto posesivo la quería su lado en ese momento sobre todo después de tanto tiempo separados. Y eso solo terminaría en una cosa,
-Se supone que eres el alfa más fuerte de todos por eso te elegí y por otras cosas más- decía Priscila con un puchero mientras movía su dedo de forma circular sobre el pectoral de Layan que se encontraba acostado debajo de ella. El alfa tenía un brazo sobre sus ojos y respiraba de forma suave.-¿Quién crees que tiene la culpa de que esté así?- protestó el lobo con voz tajante y agotada. Después de días al fin su estómago no lo estaba matando del dolor.Priscila alzó la cabeza y se enderezó es un poco encima de él. Sus piernas estaban a horcajadas sobre su cadera.-Solo fue un bocado, no era para que hubieras terminado así. Mi comida y la de tu hermana no debía estar tan mala como para que esto hubiera pasado- protestó ella.-Ese bocado me mandó dos días para la cama- Layan la miró por debajo de su brazo.La loba apretó los labios con frustración y se dejó caer nuevamente encima de él escondiendo su rostro contra su pecho y soltando un largo suspiro. Layan sonrió levemente y volvió a e
Este libro es el segundo tomo de la trilogía Almas de Lobo, si deseas entender lo que ocurre en este es necesario leer el primero, Cautiva del Alfa que se encuentra también en la Plataforma.***El aire era helado. Las paredes irregulares de cristales congelados distorsionaban las sombras provocadas por las pocas gotas de agua que usaban huir desde el techo. El delgado suelo transparente que amenazaba con romperse. Un lugar tan inhóspito, extraño y solitario donde nadie le gustaría estar.Unos lentos pasos rompían el agotador silencio. La figura avanzaba por los diversos caminos que formaban un laberinto como si aquello fue su rutina diaria. Las luces proyectadas levemente se reflejaban en las largas mechas de cabello plateado alrededor de la i
Hades sonreía acostado en la cama con su cachorra alzándola sobre él con los brazos. La pequeña niña sonreía con el movimiento y movía sus manitas intentando agarrar el rostro de su padre. El alfa besó uno de sus dedos entreteniéndola mientras su esposa tomaba un baño para que pudiera descansar. Llevaba todo el día cuidando de la cachorra que no quería apartarse de su lado, pero ella tenía responsabilidades con la manada que insistía en cumplir, además de estar al pendiente de sus otros hijos.Temía que ella pudiera colapsar en cualquier momento por lo que en las noches el asumía el rol de papá a tiempo completo ya que por el día y con las nuevas reorganizaciones tenía muy poco tiempo para atender a su familia completa. Algo que a veces lo tení
Noa caminaba por los pasillos de la mansión con su hermana entre sus brazos. La pequeña reían jugando con los cabellos del lobo mayor jalándolos con cuidado. Su hermano había logrado escaparse con la princesa después de robársela a Alan y Nicolás que insistían en pasar el tiempo con ella, pues ese día sus padres estaban sumamente ocupados.-Hoy hermanita, vamos a aprender cosas nuevas- el lobo le sonrió pellizcándole la mejilla rosada.-¿Qué vamos a aprender? –la niña sonreía mientras entraban en la inmensa biblioteca general de la manada.-Siran me dijo que te enseñara sobre las grandes manadas- dejó a Priscila sentada en el medio de la alfombra y s