Este libro es el segundo tomo de la trilogía Almas de Lobo, si deseas entender lo que ocurre en este es necesario leer el primero, Cautiva del Alfa que se encuentra también en la Plataforma.
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El aire era helado. Las paredes irregulares de cristales congelados distorsionaban las sombras provocadas por las pocas gotas de agua que usaban huir desde el techo. El delgado suelo transparente que amenazaba con romperse. Un lugar tan inhóspito, extraño y solitario donde nadie le gustaría estar.
Unos lentos pasos rompían el agotador silencio. La figura avanzaba por los diversos caminos que formaban un laberinto como si aquello fue su rutina diaria. Las luces proyectadas levemente se reflejaban en las largas mechas de cabello plateado alrededor de la inmensa e imponente figura. Litus, alfa de la manada de hielo se sentía como en casa.
El lobo avanzó confiado, aquel extraño lugar formaba parte de los terrenos de su manada desde hacía tantos años que se había perdido dentro de los registros familiares pero eso no hacía que perdiera su valor como tesoro. Su hermano siempre se había negado de entrar allí. Siendo alfa de la manada de fuego, a pesar de ser gemelos tenían gustos totalmente diferentes.
Sus pasos eran medidos y suaves cuidando de no romper la fina capa de hielo que cubría los 30 kilómetros de profundidad de aquella extraña cueva. Nadie sabía su verdadero origen, ni su extensión completa pero escondía profundos secretos. Uno de ellos era lo que ahora tenía delante de él. Sus oscuros orbes verdes se iluminaron al estar nuevamente delante del estanque de almas perdidas. Habían pasado 10 años desde la última vez que había estado allí, junto con ellos que le habían acompañado.
El agua tenía una coloración grisácea y a la vez cristalina. A su alrededor había diversas piedras de hielo que hacían que la temperatura fuera aún más baja allí dentro formando una leve costra de cristal atrapando todo lo que podía estar dentro. Se arrodilló y puso sus dedos sobre la superficie y tocando con cuidado. Apartó la mano de golpe y se levantó alarmado. Tragó en secó.
La supuesta costra no estaba, se había derretido y la temperatura del agua era varios grados más caliente. Frunció el ceño y retrocedió. La superficie del agua comenzó a moverse en diversas direcciones como si lo que estuviera atrapado allí adentro quisiera salir pero ¿Era hora?
Estaba preocupado, aunque su rostro solo se endureció. Uno de sus trabajos actuales era mantener dentro aquello y no dejarlo salir hasta que estuviera en su mejor estado, pero parecía que ya era muy tarde para contenerlo. Tal vez habían hecho mal las predicciones así que solo retrocedió más dándole espacio.
Los movimientos del estanque se debilitaron hasta que el agua quedó imperturbable. De pronto, desde el centro, una sombra se fue proyectando acercándose hacia la superficie desde las profundidades. Su avance era constante y poco a poco fue emergiendo. Primero la cabeza cubierta de negro cabello, después el rostro joven, el torso desarrollado, la estrecha cintura, las redondeadas caderas, las torneadas piernas y por último, los pies que se acercaron al borde y se detuvo completamente fuera del estanque.
La figura femenina alzó el rostro enmarcado por el empapado y largo cabello que contrastaban con sus orbes plateados totalmente vacíos. Litus solo pudo tragar en seco. Era una imagen embriagadora y a la vez imponente. A pesar de ser un alfa con más de 400 años sus rodillas instaban a doblarse y mostrar temido respeto pero no lo hizo, tampoco era como que aquella figura se lo impusiera.
El lobo desenrolló la enorme y gruesa capa que llevaba en sus brazos y la extendió. Dio unos pasos hacia la mujer y cubrió hasta los pies con ella amarrándola enfrente. Aún no podía creer que sus ojos la tuvieran delante, con ese aspecto. La última vez que la había visto apenas le llegaba a la cintura, ahora, era solo una cabeza por debajo de él.
-Abrígate, acabas de despertar y tu cuerpo necesita recuperarse-
La mujer giró el rostro hacia él y esbozó una leve sonrisa, falsa que al menos rompía la fría expresión en su hermoso rostro. Él no se molestó porque ella fingiera, tenía sus razones muy claras como para no poderla hacer de verdad.
-Por favor, por aquí- le señaló el camino aunque ella terminó caminando suave a su lado adaptándose otra vez a mover sus piernas después de 10 años congelada.
Su cuerpo se sentía brutalmente transformado en todos los sentidos. Sus dedos entumecidos sin poderlos mover. Su espalda tiesa haciéndole difícil caminar pero aun así no se detuvo. El viento frío y violento goleó su rostro cerrando sus ojos. El alfa se puso frente a ella cortando la corriente de aire y ella los pudo abrir los ojos, de nuevo, la nieve había salpicado sus rojos labios y oscuras pestañas.
-¿A dónde desea ir?- le preguntó el lobo haciéndole señas con la mano a los canes detrás de él que se iban acomodando para iniciar el viaje.
-A casa- fue lo único que salió de sus labios.
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Nebraska estaba parada junto a su esposo mientras escuchaba el dramático discurso que daba un lobo delante de ellos y parte de la manada en el salón central de la mansión. Era un lobo joven y sus lágrimas desacreditaban su aspecto varonil. Estaba arrodillado en el suelo y rogaba por ser recogido por el alfa Hades alegando a lo benévolo que era. Pero la loba a su lado a pesar de no mostrar desagrado tenía los labios apretados.
Los dedos de ella se enredaron con disimulo con los de Hades y le hizo un leve movimiento de negación con la cabeza. Su sexto sentido le decía que algo no encajaba en su historia demasiado perfecta. Supuestamente había sido expulsado de la manada de Crystal donde regía Asule, el más viejo de todos ellos y aunque era sabido que era sumamente estricto no se conocía ningún caso de violencia como alegaba el lobo. Incluso era de todas las manadas la que mejor estaba ubicada en tierras de cultivo y caza por lo que los recursos eran abundantes. Y esto era un hecho sabido por todos por lo que los espectadores estaban mirando confusos como su alfa iba a actual, tal vez decía la verdad pero nadie podía decir nada con exactitud.
Hades apretó la frente, podía oler el nerviosismo viniendo del lobo pero no sabía exactamente por qué. También había otra fragancia, una extraña y que no podía identificar ocultando el verdadero olor del intruso.
-Por favor alfa respóndame, quiero saber que voy a hacer en mi futuro- el lobo se arrastró más cerca de él pero se detuvo al escuchar un gruñido por parte de Leoxi que estaba a un lado de su hermano, Siran se mantenía del otro lado de Nebraska sin perderle movimiento.
-Debemos averiguar bien tu posición. No estoy negando que puedas ingresar a la manada, cualquiera puede formar parte de la familia pero no puedo hacerlo simplemente porque dices de Arisu está siendo cruel. Sabes que acusar a un alfa sin pruebas está en contra de la ley lobuna- su tono era autoritario.
-Lo se alfa, lo sé muy bien, por eso- una sonrisa salió de los labios del lobo que escondía su rostro entre el cabello para moverse rápido después- por eso es que no me importa hacer eso- el lobo se lanzó rápidamente contra Hades sacando un cuchillo tan afilado que hasta él mismo se hirió y arremetió sin miedo.
Leoxi reaccionó como siempre rápido y se interpuso entre su hermano y el agresor. Hades había lanzado a Nebraska detrás de él y todos comenzaron a gruñir cuando el atacante se detuvo en la mitad del camino y cayó en el suelo dando un fuerte gritó apretándose la cabeza.
-¿Qué es esto?- sentía que su cabeza quería colapsar –AHHHHHH- sal de mi cabezaaaaaaa- se contorsionaba en el suelo hasta que con un último grito se quedó con los ojos en blanco y tieso. Su respiración era leve pero estable. Había quedado en shock.
Leoxi se acercó y se arrodilló pero algo le hizo girar su rostro al escuchar una aguda voz.
-No te preocupes, no está muerto, solo lo puse a dormir-
Todas las miradas se giraron hacia la menuda mujer que caminaba entre ellos después de entrar por la puerta sin que nadie se diera cuenta. Cubierta por una gruesa capa solo dejaba visible su cabeza y el larguísimo cabello negro. Se detuvo al lado del cuerpo sonriéndole con la misma sonrisa que le había dado a aquel alfa, lo que esta vez a su tío.
Nebraska salió de detrás de Hades y caminó hacia ella, su rostro estaba desfigurado de la impresión.
-¿Priscila?-
-He vuelto a casa Ma-
Hades sonreía acostado en la cama con su cachorra alzándola sobre él con los brazos. La pequeña niña sonreía con el movimiento y movía sus manitas intentando agarrar el rostro de su padre. El alfa besó uno de sus dedos entreteniéndola mientras su esposa tomaba un baño para que pudiera descansar. Llevaba todo el día cuidando de la cachorra que no quería apartarse de su lado, pero ella tenía responsabilidades con la manada que insistía en cumplir, además de estar al pendiente de sus otros hijos.Temía que ella pudiera colapsar en cualquier momento por lo que en las noches el asumía el rol de papá a tiempo completo ya que por el día y con las nuevas reorganizaciones tenía muy poco tiempo para atender a su familia completa. Algo que a veces lo tení
Noa caminaba por los pasillos de la mansión con su hermana entre sus brazos. La pequeña reían jugando con los cabellos del lobo mayor jalándolos con cuidado. Su hermano había logrado escaparse con la princesa después de robársela a Alan y Nicolás que insistían en pasar el tiempo con ella, pues ese día sus padres estaban sumamente ocupados.-Hoy hermanita, vamos a aprender cosas nuevas- el lobo le sonrió pellizcándole la mejilla rosada.-¿Qué vamos a aprender? –la niña sonreía mientras entraban en la inmensa biblioteca general de la manada.-Siran me dijo que te enseñara sobre las grandes manadas- dejó a Priscila sentada en el medio de la alfombra y s
Nebraska llevaba de la mano a su hija mientras a su lado Rodrigo y Nicolás la acompañaban. Hades iba delante conversando algo con Noa y Alan y parecía divertido pues estos dos se carcajeaban constantemente. El lobo les sacudió la cabeza como si fueran cachorros muy jóvenes y eso parecía avergonzarlos. La omega sonrió levemente. Eso era lo que se había imaginado para una familia. Un padre para sus hijos y una felicidad plena como esposa.Hades había tenido trabajo constantemente por lo que a veces solo podrían reunirse para almorzar y cenar y después de ponerse al día con lo que hacía cada uno de ellos y preguntar si necesitaban algo, volvía a sus tareas. En la noche caía casi muerto en la cama y había momentos que dejaba que ella lo bañara y le diera un masaje. No le mol
El corazón de Nebraska se detuvo un momento, el lugar, donde antes estaba su hija completamente solo. La omega se levantó alarmada buscando por los alrededores pero solo quedaba el bulto de ropa en el suelo y nada más. Una de las razones que le preocupaba de su hija es que su peculiar olor no era fácilmente detectable, no dejaba rastro, por lo que no podía saber a dónde se había ido.Nebraska entro en pánico. No podía ser. Había pequeñas marcas lobunas en el césped. Se agachó y las repasó con la punta de sus dedos abriendo los ojos con sorpresa.Priscila se había convertido en lobo.Eso no era una buena noticia. Ella no estaba en tiempo todavía. Su cuerpo no tenía la f
Había muy pocas cosas que incomodaban a Layan, uno de los alfas más fuertes de su generación, por no decir de la actualidad y líder del Consejo que lideraba las manadas. Pero si, había pequeñas cosas que hacían que estuviera incómodo y una de ellas tenía nombre. Priscila.La pequeña niña no apartaba sus grandes y brillantes ojos plateados de él, por encima del hombro de su padre. Se veía realmente pequeña en comparación con Hades, pero definitivamente más grande que alguien que tuviera los 7 años lobunos. Frunció el ceño. Esperaba recibir una explicación clara y precisa.-Ella no muerde- escuchó la voz de Hades que acompañó la mirada de su hija- Es realmente gracioso que le teng
-Ma, a ti te gusta Lailai- Priscila le soltó de buenas a primeras, un día, a Nebraska mientras esta le peinaba su cabellera que le llegaba a mitad de la espalda.La loba pestañeó ante la pregunta y dejando el cepillo a un lado abrazó a su hija por detrás y la atrajo hacia su pecho. La niña alzó la cabeza para encontrarse con la mirada de su madre.-Sí, lo quiero- alzó los bordes de sus labios -¿Por qué me haces esa pregunta? – besó la coronilla de su cabeza.-¿Lo quieres igual que a pa?- sus ojos estaban abiertos con inocencia. Ella quería a su lobo, no lo negaría ante nadie, pero si a su madre le gustaba ella solo se quitaría del medio, quería demasiado a
Nebraska transformó su cuerpo rápido agarrando a su hija por los hombros. Y lo que temió se volvió realidad. Los ojos de su hija estaban totalmente ausentes de iris tan iguales, y a la vez tan diferentes de los de ella. Eso la estremeció. No podía ser. Su cachorra era muy cachorra. Cómo era posible que despertara un poder que a ella misma le había costado manifestársele más de 50 años y siendo una omega pura.Priscila no era omega, tampoco era alfa, su cuerpo no había heredado ninguno de los genes de Hades o de ella, sino fuera por la sangre de los alfas ella sería una loba común y corriente entonces no había razón para que pudiera manifestarse de aquella forma sus habilidades con la mente.-Ma- una sonrisa cálida cruz&
Hades estaba recostado en su buró pensando en miles de cosas. Sobre todo, cómo terminaría los papeles que tenía delante de él. Eran miles y Siran no estaba a su lado pues su esposa estaba en celo y tenían cierto asunto en mano como la tarea de crear un cachorro propio. De cierta forma sonrió. Ya era hora que su beta sentara cabeza le diera un ahijado. Oyó como la puerta de su oficina era abierta ligeramente y una mata de cabello oscuro seguido de un risueño ojo plateado se asomaba suavemente.La sonrisa de Hades se hizo más intensa y le indicó con el dedo a su hija que se acercara. Priscila entró cerrando educadamente la puerta y caminó hacia su padre sentándose en su regazo. Hades la miró por unos segundos. En los últimos cuatro años, su hija había crecido