Eres una egoísta

Priscila abrió los ojos encontrándose sola en la habitación de Layan. Pestañeó lentamente y se abrazó a la almohada que todavía tenía la fragancia de él. Olía tan bien que la hacía sentirse cómoda. Aún podía sentir su piel hormigueando por el contacto con el lobo y se encontró sonriendo ligeramente.

Layan parecía estarle correspondiendo. Después de todo su trabajo no había sido en vano.

Se levantó y se metió en el baño. Ese día estaba decidida a lograr parte de su plan y nadie la detendría. Haría lo que fuera necesario para que Litus liberara sus emociones.

Entonces recordó las palabras de Layan. Ojos rojos&hellip

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