Leila había olido a su hermano y había bajado corriendo las escaleras desde su habitación. Pero la imagen que vio la hice quedarse quieto ante su hermano y la mujer que le pareció muy familiar compartiendo una situación incómoda.
-¿Hermano quien es ella?- era muy parecida a Nebraska, pero su cabello era muy largo y negro, sus ojos plateados y su rostro era incluso más refinado y hermoso.
Una pulsada batió su corazón. Nunca había conocido a alguien que podía llamar tanto la atención con su imagen y eso era mucho decir después de estar conviviendo un tiempo considerable con una loba albina. No le gustó aquello y menos la forma en que la expresión corporal de ella giraba posesivamente en torno a su hermano.
Layan pasó por varias sensaciones antes de que su ceño se frunciera. Su habitación estaba a oscuras, solo iluminada por la luz de la luna que se filtraba por el balcón, a través de las finas cortinas de su cama de dosel. Aun así podía ver perfectamente, gracias a sus capacidades lobunas, el rostro sonriente y frío de la mujer sentada sobre él.Los muslos blancos estaban a cada lado de su cadera, haciendo que el simple y holgado camisón corto se corriera hacia arriba dejando demasiada piel a la vista. Si eso fuera lo peor no se molestaría. Priscila tenía todo su torso acostado sobre su pecho recostando su rostro en su mano. La posición hacía que uno de sus hombros estuviera totalmente descubierto y parte del valle de su pecho. Y a ella no parecía incomodarle.
Layan odiaba no tener el control y sobre todo no comprender que ocurría. Como ahora. Se habái despertado y tenía no solo a su hermana en la puerta con cara de incrédula, sino a Priscila como si hubiera pasado por un fogoso episodio excitante.-Hasta que...por fin...me sueltas- ella jadeó contra la almohada después de girarse boca abajo pareciendo ¿satisfecha? El olor que desprendía era sumamente dulce sobre todo de la humedad que se encontraba entre sus muslos.Layan frunció el ceño y se giró hacia su hermana sentado en la cama con sus piernas cruzadas.-Leila, espérame en el comedor. Tengo otros asuntos que atender primero--Sí, me di cuenta- h
Nebraska estaba en el estudio delante de los registros de la manada verificando que las condiciones de vida estuvieran en su mejor estado. Esa parte la había asumido para aligerar la tarea de Hades como alfa y se le daba bien. Después de todo ella había asumido todas esas tareas cuando era reina de su antigua manada.Había sido joven al asumir el cargo por lo que no confiaba en muchos como para darle tanta responsabilidad. Y había estado en lo correcto. Al único lobo al que le había entregada su confianza había sido Liam y mira como había terminado. Ahora era mucho más precavida. Ya no era una simple cachorra. Al menos ahora tenía a su esposo, hijos, cuñado, al beta con su esposa y sabía que con ellos no había problemas. Aun así no bajaba la guardia.
Priscila estaba sumida en el sueño. Su cuerpo estaba agotado y dolía en algunos lados. Sobre todo sus piernas por la larga caminata a la que el alfa la había hecho someterse, sin pensar que ella llevaba ¿Cuánto tiempo sin caminar tanto? ¿10 años? Hasta Litus la había llevado casi todo el camino en su lomo para ayudarla a descansar.Ahora, después de provocarlo lo suficiente como para sacarlo de sus casillas, otra vez, deseaba sumirse en la total inconciencia. Porque ahora tenía la seguridad que podría hacerlo sin que su mente fuera invadida, la razón de eso se debía a...Unas manos estuvieron pronto su cuerpo tocando su piel con cierta fuerza.-Layan- ella soltó con voz pastosa y los ojos
Priscila había sido empujada y sus rodillas se había herido ante el proceso rompiendo la tela de su pantalón. No le gustaba el dolor, era molesto, incómodo y su piel sangraba ensuciándola. ¿Quién demonios se atrevía a hacer algo como aquello?Se giró mostrando sus colmillos para quedarse quieta. Detrás de ella había un cachorro pequeño, no muy grande ni tampoco tan chico, debía rondar los 18 años lobunos y apenas le llegaba a ella a la cintura. Los ojos del cachorro se llenaron de lágrimas.Priscila guardó sus colmillos y se giró hacia él y lo miró.-No llores- ella le dijo sin expresión en su rostro sobándose sus rodillas con raspones. La g
Layan llevó a su boca un pedazo de carne y lo masticó como si fuera chicle. Apenas si le pasaba por la garganta por lo que se llevó una gran copa llena de agua tragando hasta la última gota. Esta fue llenada nuevamente por Kei que estaba sentado frente a él en la mesa especial de él.A diferencia de la manada de Hades no todos comían en el castillo junto con él dado el tamaño de la manada. Normalmente los que estaban emparejados solían cocinar en sus respectivas casas. Mientras tanto, los solteros, guardias, jóvenes, los que trabajaban allí adentro o cualquiera que ese día no quisiera ir a cazar, podía unírseles. Al final siempre eran más de 50 los que se reunían allí.-¿Alfa, ocurre algo?- Kei le sirvió otro pedazo de carne en el plato aunque Layan no le prestó atención y eso preocupó al beta. Dado su trabajo su alfa era de los que más alimento consumía.-Perdí los estribos hoy Kei- soltó Layan dejando caer su espalda contra el respaldar de su asiento- Le grité a
-Priscila-El nombre salió de los labios del lobo petrificado delante del cuerpo congelado en el suelo. Sus ojos estaban fijos en ella y a pesar de que la llamó mediante el lazo no volvió a tener respuesta. Su pecho comenzó a latir de pánico.Chasqueó los dientes y se arrodilló. Sus dedos temblaron ligeramente cuando tocó con cuidado el hombre de ella. No recibió respuesta. Más bien, su cuerpo era tan frío como el hielo que estaba a su alrededor.-KEI- gritó y miró por encima del hombro como su beta se asomó pero no entró- Prepara la tina de mi baño con el agua más caliente que puedan--Si, alfa- respondió el hombro y rápidamente desapareció.Layan volvió a enfocarse en la loba y tragó en seco. Esperaba que no fuera lo que se imaginaba. Solo la había dejado por poco tiempo encerrada. Ella no podía estar muerta. Su pecho se apretó tanto que el aire le faltó a él.Pero no era momento de enloquecer.Volvió a tocarla. Él no se congelaba pero aun
Layan se removió incómodo. Frunció el ceño.-Explícate mejor-Priscila inclinó la cabeza hacia un lado, el cabello le hizo sombra en su rostro más no opacó el brillo de sus ojos plateados, todo lo contrario, eran más brillantes. Eso puso en alerta a Layan. Había algo en todo eso que no le iba a gustar, lo sabía.-Que cuando te toco puedo dejar de oír voces en mi cabeza y mis poderes quedan reducidos a la nada. Esa es la razón por la que no te congelaste cuando entraste a la habitación--¿Estabas consiente?- fue lo único que pudo preguntar con la voz un poco temblorosa todavía asimilando la primera parte.