Que veo en ti

Layan odiaba no tener el control y sobre todo no comprender que ocurría. Como ahora. Se habái despertado y tenía no solo a su hermana en la puerta con cara de incrédula, sino a Priscila como si hubiera pasado por un fogoso episodio excitante.

-Hasta que...por fin...me sueltas- ella jadeó contra la almohada después de girarse boca abajo pareciendo ¿satisfecha? El olor que desprendía era sumamente dulce sobre todo de la humedad que se encontraba entre sus muslos.

Layan frunció el ceño y se giró hacia su hermana sentado en la cama con sus piernas cruzadas.

-Leila, espérame en el comedor. Tengo otros asuntos que atender primero-

-Sí, me di cuenta- h

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